Autopsia

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El blog “Autopsia” es una mirada. Sólo una mirada y las palabras que deja como rastro para volver.
No creo en la inocencia de la casualidad. Hoy es más fácil crear una nueva realidad a la que mirar que enfrentarse a la existente, por eso tenemos que “ver por los propios ojos”, aportar nuestra mirada y compartirla.

Seung-Hui, Breivik, Holmes y otros chicos del montón

Por: | 26 de julio de 2012

CHICOS DEL MONTON
De nuevo ha salido la locura a pasear cuando se trata de conductas VIOLENTAS E INFRECUENTES, si son VIOLENTAS y FRECUENTES entonces se habla de chorizo, terrorista, de un pandillero… Si, por el contrario, se presentan de forma INFRECUENTE PERO NO VIOLENTA entonces podemos estar ante un genio del arte, de la ciencia, del deporte o de cualquier otro ámbito, aunque también puede ser, sencillamente, un tipo raro, y si, finalmente, las conductas son FRECUENTES Y NO VIOLENTAS estaremos ante una normalidad que si nos descuidamos puede llegar hasta la vulgaridad. 

Este esquema de significado nos ayuda a dar sentido a lo que ocurre a nuestro alrededor, aunque sea para rechazarlo y reprobarlo de forma enérgica, pero al mismo tiempo posibilita crear un espacio de tranquilidad que nos hace creer que ciertas cosas no ocurren, y que si suceden se deben a la locura de unos pocos. El planteamiento, que puede ser de utilidad para tranquilizar en lo inmediato, al final es una fuente de intranquilidad y problemas al impedir abordar las causas de dichas conductas y al dejar espacio suficiente para que ocurran, sin ser del todo conscientes de que en cada ocasión que se produce uno de estos tiroteos mortales se habla de “otro más”, de “una nueva masacre”, de “nuevo episodio”… todo ello haciendo referencia a una cadena de acontecimientos criminales que muestra que ninguno de ellos es el primero y, probablemente, tampoco será el último. Cada uno de estos crímenes libera los fantasmas, aparentemente escondidos tras la tranquilidad, de una violencia que está presente en todo momento y que se manifiesta de esa forma: de manera infrecuente, con gran intensidad y materializada por autores solitarios, lo cual no significa que estén aislados, en la mayoría de las ocasiones hombres jóvenes. 

Todos ellos actúan con una serie de motivaciones y buscando unos objetivos que habitualmente no tienen nada que ver con la enfermedad mental. 

Desconozco si James Holmes, el asesino de Colorado y hasta ahora último de la lista, padece alguna enfermedad mental y si ha actuado bajo esa patología, pero en cualquier caso llama la atención la planificación de su conducta, su anuncio previo a un psiquiatra, la organización del tiroteo en el cine bajo la identidad de su personaje, y la preparación de un escenario secundario en su apartamento repleto de explosivos trampa. Y también, nos hemos enterado después, su admiración por Ted Kaczynski, un matemático conocido como “Unabomber” que asesinó a varias personas con cartas-bomba y tuvo en jaque al FBI durante 17 años. 

Destacamos esa imagen de autor solitario, irracional, sin sentido, como ha ocurrido en cada uno de estos casos, ha sucedido con Anders Breivik o se comentó hace años de Cho Seung-Hi cuando mató a 32 personas en la Universidad de Virginia Tech en 2007, o de Eric Harrys y Dylan Klebold en el mismo estado de Colorado, asesinando a 12 alumnos y un profesor en la escuela secundaria de Columbine, pero no miramos alrededor ni a los mensajes y argumentos a favor de la violencia que se lanzan en la sociedad de hoy. No hay que irse muy lejos, el ejemplo más claro lo tenemos en el propio estado de Colorado tras el asesinato múltiple llevado a cabo por James Holmes: Los días siguientes a la masacre la venta de armas ha aumentado un 41%. 

La sociedad está ciega e insensible ante quienes utilizan la violencia como discurso y luego se sorprende de sus resultados. Permanece pasiva y expectante frente a los que hablan de xenofobia, de enemigos de las ideas o de las creencias, de misoginia, de odio… y frente a los que lo hacen amparados en un sistema que en realidad debe buscar la convivencia, no el enfrentamiento y la exclusión. La libertad puede permitirlo, pero la reacción y la prevención deben ser consecuentes y proporcionales al riesgo y al problema que esas palabras y actitudes generan. Las lamentaciones nunca han resuelto nada, ni siquiera el dolor de quien las dice, y con frecuencia levantan un muro frente a la realidad. 

Ningún enfermo mental planifica este tipo de actos ni actúa contra grupos seleccionados sobre una ideología, un sentimiento de odio o cualquier otro vínculo manifiesto, todos ellos parten de un contexto del que reciben mensajes y buscan conseguir una serie de objetivos basados en la aplicación de la violencia, lo cual, más que locura lo que demuestra es una cierta coherencia con las ideas y valores que les hacen decidir comportarse de ese modo. Si no dependiera de estos factores individuales la incidencia de este tipo de asesinatos múltiples, teniendo en cuenta el número existente de enfermos mentales, sería mayor. Llamar locos a los asesinos y dejar que sigan con su “locura” sólo sirve para tranquilizarnos bajo la aparente incomprensión del resultado. 

Ya comenté en el post “El loco de Oslo” (3-7-12) que la locura no conduce al crimen, más bien lo contrario, la mayoría de los asesinos son personas sanas y nadie concluye que sea la cordura la que induzca al delito. 

Los esquemas de significado ante la violencia deben ser replanteados ante una sociedad individualista, egoísta, materialista, que vive sobre la inmediatez y muestra al presente como único límite, y en la que la violencia aparece de forma algo más que simbólica. La doble referencia que se usa para interpretar este tipo de conductas muestra la responsabilidad de quienes permanecen impasibles confiando en que lo ocurrido haya sido el último episodio de un relato que se escribe cada día. Cuando se ataca a una institución o a sus representantes no se habla de locos ni de locura, pero cuando se dispara contra los ciudadanos sí. A nadie se le ocurrió pensar que Bin Laden estuviese loco, o que los terroristas de determinados grupos políticos o los miembros de las guerrillas que existen en diferentes países, o los capos del crimen organizado padezcan una enfermedad mental, lo mismo que no se dijo nada parecido cuando la congresista demócrata Gabrielle Giffords fue tiroteada junto a otras 12 personas en Arizona (febrero de 2011). Quizás por eso tampoco haya nadie que se detenga a identificar dentro de la normalidad marcada por lo “frecuente”, la existencia de conductas y argumentos claramente violentos que conducen a que luego, de manera individual, haya quien dé el paso a la acción. 

Y aunque nos parezca extraño o imposible, hoy hay muchos chicos del montón, como antes lo fueron Cho Seung-Hui, Anders Breivik y James Holmes, que piensan ser como ellos algún día.

Hay 3 Comentarios

Tú opinión coincide tanto con la del autor confeso de los hechos como con la de su abogado defensor y de quien se distancia es de la posición de la fiscalia noruega. Pero cuando uno tiene tan entrenado el esquema de género atenerse a los hechos y no juzgar con apriorismos y presunciones ideológicas es francamente difícil. En cualquier caso, para quien fue Delegado del gobierno para la violencia de género sería exigible una mayor prudencia y ponderación en éste y otros muchos asuntos.

http://www.elmundo.es/elmundo/2012/06/22/internacional/1340371619.html

Estimado Miguel,

El esquema de significado Violencia-Frecuencia que aportas me da un conocimiento esclarecedor y está en línea con la tendencia social de querer tener todo clasificado y etiquetado. Es dar prioridad a lo mental sobre lo emocional. Estoy totalmente de acuerdo que esta tendencia nos puede tranquilizar, pero ¿Nos da luz sobre las causas que generan estos comportamientos violentos e infrecuentes? Tendemos a clasificar y a etiquetar estos hechos una vez que han ocurrido, pero ¿Nos sirve para prevenirlos? Cuando llegamos al conocimiento, con frecuencia, ya es demasiado tarde.
Estos hechos muestran lo poco que sabemos sobre el ser humano. Y también lo volátil y frágil que son las barreras que separan los cuatro ámbitos resultantes de tu esquema Violencia-Frecuencia y cuán fácilmente cada uno de nosotros podemos deslizarnos de uno a otro sin darnos cuenta.
Estos hechos nos muestran lo frágiles que somos. Estos hechos se producen por alguna razón, aunque nosotros la desconozcamos.
Yo estoy convencido que el comportamiento de cada uno de nosotros está influido por la calidad del momento de la fecundación, del embarazo, del nacimiento, de lo vivido, con sus traumas, de lo que arrastramos de aquellos antepasados nuestros que no pudieron resolver emocionalmente lo que necesitaron resolver por haber sido objeto de rechazo, abandono, humillación, traición o injusticia, de lo que arrastramos de los problemas no resueltos por la sociedad a la que pertenecemos, etc. Es la consecuencia de pertenecer y dejar de pertenecer a diversos sistemas. Nuestra familia es el más vital, con un destino común. Estamos en los demás por un objetivo común.
De nuestra debilidad también puede surgir nuestra fuerza. El momento actual exige elevar nuestro nivel de conciencia. Estos hechos violentos y frecuentes nos llevan a ser conscientes de nuestra parte de responsabilidad en su ocurrencia, día a día, y en la necesidad de aprender por ello a ser mejores padres, abuelos,…., ciudadanos, trabajadores, directivos, maestros, etc. Hoy hay recursos para que cada uno de nosotros pueda mejorarse a sí mismo y con ello contribuir a evitar que esos hechos violentos infrecuentes y frecuentes se produzcan.

Hola a todos.

Estoy de acuerdo con lo que dice Miguel Lorente. Y me parecen muy interesantes sus reflexiones. Como por ejemplo cuando dice que "la locura no conduce al crimen, más bien lo contrario, la mayoría de los asesinos son personas sanas y nadie concluye que sea la cordura la que induzca al delito". Ocurre lo mismo con los psicópatas: hay gente que piensa que están locos cuando está demostrado que saben perfectamente lo que hacen. También está comprobado que alguien enajenado no planificaría y ejecutaría los asesinatos con la inteligencia y frialdad con las que lo hacen los psicópatas. Éstos son, generalmente, hábiles manipuladores, encantadores, amables y con un alto nivel de inteligencia. Suelen estar perfectamente integrados. La desgracia para sus víctimas es que carecen por completo de empatía y sentimiento de culpa. Una vez leí un reportaje sobre psicópatas en una revista y se me quedó grabada una frase de un experto: "Un psicópata siente más que su taza favorita se le caiga al suelo y se le rompa que el daño causado a una persona". Afortunadamente para la sociedad, la mayoría de los psicópatas no desarrollan comportamientos agresivos. Y, posiblemente, gran parte de la población ignore que existen psicópatas a nuestro alrededor y que conviven o trabajan cada día con nosotros (por ejemplo, algunos jefes). Nunca cogerán un cuchillo para torturar y descuartizar a un ser humano. Sin embargo, no por ello dejan de ser eso: psicópatas. Una pregunta que me surge es: ¿podemos considerar psicópatas a tipos como Cho Seung-Hui, Anders Breivik y James Holmes? Supongo que no por el hecho de que no han cometido sus crímenes de forma continuada durante un espacio de tiempo, pero me gustaría saber qué opina Miguel Lorente.

Por otra parte, aunque la locura no conduzca al crimen, ¿no ha habido a lo largo de la Historia casos de personas que después de perder el juicio han cometido uno o varios asesinatos? Sospecho que sí, aunque estaría bien tener la respuesta del autor del blog.

Por último, sería deseable que existiesen métodos científicos para prevenir este tipo de actos tan horribles. No se me ocurre cómo, aunque ello resolvería un grave problema que se repite cíclicamente en Estados Unidos. Deberían prohibir o limitar el uso de armas de fuego en ese país. Es espeluznante la cantidad de norteamericanos que muere cada año por las balas en atracos y otro tipo de delitos. Aun así, de momento es imposible por la presión tan fuerte que ejerce la Asociación Nacional del Rifle como decía en este periódico el autor de un editorial (perdón por no recordar el nombre). Asimismo, afirmaba dicho autor que el derecho a poseer un arma y dispararla es algo que llevan los estadounidenses en su ADN por cómo se fue construyendo esa nación. Qué grandes verdades. Por fortuna, las matanzas indiscriminadas de inocentes es una moda que Europa todavía no ha importado del país del Tío Sam y lo de la isla de Utoya fue una excepción.

Gracias y un saludo.

Buen día.

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Sobre el autor

Miguel Lorente

Miguel Lorente Acosta . Aunque parezca extraño, soy Médico Forense, también Profesor de Medicina Legal de la Universidad de Granada, Especialista en Medicina Legal y Forense, y Máster en Bioética y Derecho Médico.
He trabajado en el análisis del ADN en identificación humana, el análisis forense de la Sábana Santa, y en el estudio de la violencia, de manera muy especial de la violencia de género, circunstancia que llevó a que me nombraran Delegado del Gobierno para la Violencia de Género en el Ministerio de Igualdad.

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