Autopsia

Autopsia

El blog “Autopsia” es una mirada. Sólo una mirada y las palabras que deja como rastro para volver.
No creo en la inocencia de la casualidad. Hoy es más fácil crear una nueva realidad a la que mirar que enfrentarse a la existente, por eso tenemos que “ver por los propios ojos”, aportar nuestra mirada y compartirla.

Sobre el autor

Miguel Lorente

Miguel Lorente Acosta . Aunque parezca extraño, soy Médico Forense, también Profesor de Medicina Legal de la Universidad de Granada, Especialista en Medicina Legal y Forense, y Máster en Bioética y Derecho Médico.
He trabajado en el análisis del ADN en identificación humana, el análisis forense de la Sábana Santa, y en el estudio de la violencia, de manera muy especial de la violencia de género, circunstancia que llevó a que me nombraran Delegado del Gobierno para la Violencia de Género en el Ministerio de Igualdad.

-->

Bibiana no se ha ido

Por: | 28 de octubre de 2012

MIGUALDAD
Bibiana Aído no se ha ido,
 después de los innumerables chistes de mal gusto que han hecho con su apellido para decir que Bibiana “A-ído a Madrid” cuando estaba en Cádiz, a la Secretaría de Estado cuando era Ministra, o a Nueva York cuando se encontraba en España, Bibiana Aído sigue aquí y está muy presente en la obsesión de muchos, sobre todo de algunos medios.

Sólo tienen que ver cómo los medios de comunicación de siempre han vuelto durante estas últimas semanas a lanzar toda su artillería contra ella. Y no ha sido por casualidad.

A Bibiana Aído no le perdonarán nunca que fuera mujer, joven, inteligente y que fuese capaz de gestionar el Ministerio más difícil, con el menor presupuesto de la historia y en unos momentos muy complicados. Y menos aún, que a pesar de todo ello lo haya hecho con éxito en una materia como la Igualdad, que incomoda a derecha e izquierda, arriba y abajo, dentro y fuera, y adelante y atrás. Pero lo que menos le perdonan es que, en este contexto, sacara adelante la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, la conocida como Ley del Aborto.

Y ese “sin perdón” lo están llevando hasta los últimos extremos para cumplir, como buenos cristianos, con la promesa que un día le lanzaron en el Ministerio de Igualdad ante testigos: “no te vamos a perdonar nunca lo del aborto. Vamos a ir a por ti”.

Y como ella se ha ido del Ministerio, de la política y de España, ellos la siguen y la persiguen para conseguir su objetivo allí donde esté. Un objetivo muy sencillo y que se puede resumir de forma simple: Como la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo viene a reconocer y a resolver un problema social existente (no inventado por la ley), y lo hace de forma preventiva y dando la responsabilidad de la decisión individual a quienes viven el problema, no a las personas que lo ven desde fuera, y como, además, la Ley ha tenido un amplio respaldo parlamentario, apoyo social y ha conseguido disminuir la cifra de abortos, la forma de cuestionar los resultados se dirige a desacreditar a la persona responsable que la ha promovido, Bibiana Aído. La estrategia es sencilla: si ella es mala, lo que haga será malo; si ella no vale, lo que haga no tendrá valor.

Por eso nada más trasladarse a Nueva York determinados medios empezaron a crear una nueva imagen de ella para lograr un objetivo diferente. Ya no valía lo de “miembra por aquí y miembra por allá”, ni mentir al decir que no era licenciada, cuando sí lo es, ni tantas otras cosas que generaron el rechazo de quienes estaban en una posición ideológica enfrentada a la suya. Ahora lo que pretenden es la crítica de quienes están cerca de ella en militancia, ideología y simpatías.

Las primeras críticas en Nueva York volvieron a mezclar lo personal con lo profesional con fotomontaje incluido, después, sin dejar de darle vueltas a esos temas, ampliaron su radio de acción y añadieron nuevos elementos relacionados con lo material insistiendo, básicamente, en el sueldo elevado y en una vida de lujo en la Gran Manzana. Este ataque a Bibiana como mujer es algo muy característico del posmachismo, que siempre utiliza dos grandes argumentos críticos para ganar adeptos: por un lado hablar de dinero para que cualquier decisión parezca que sólo tiene como objetivo el enriquecimiento personal, y por otro referirse a la ideología, y de este modo tratar de hacer ver que las propuestas no obedecen a la razón ni se dirigen a resolver problemas de la sociedad, sino que parten del sesgo de unas ideas rígidas y que, en cierto modo, van en contra de una parte de esa sociedad. Tenemos ejemplos muy claros y cercanos cuando se dice que la Ley para prevenir la Violencia de Género va contra los hombres, o que el matrimonio entre personas del mismo sexo tiene como objeto acabar con la familia... Es parte de la estrategia del posmachismo que, como pueden ver, se utiliza en las críticas contra Bibiana Aído. 

Ahora han vuelto al ataque sobre esos aspectos relacionados con lo económico y lo material, y lo han hecho con mentiras tan burdas y fáciles de comprobar como las que han incluido en un reportaje publicado el pasado fin de semana (20-10-12), lo cual más que una crítica a la exministra de Igualdad lo que demuestra es la falta de profesionalidad de quienes lo han escrito, y la intencionalidad dañina de los medios que lo publican y luego reproducen sistemática y repetidamente, pues no es la primera vez que se mueven en esa dirección. En el reportaje se incluyen, al margen de todas las interpretaciones e insinuaciones que buscan su descrédito, tres mentiras objetivas:

         - Ni ha vivido ni se ha trasladado a vivir a Tribeca, ese barrio repleto de actrices y actores de vida loca, bohemia y cara. 

        - No es cierto que cobre el 80% de su sueldo como anterior Secretaria de Estado. Cualquier alto cargo tenía ese derecho durante dos años debido a las incompatibilidades que le aplican, las cuales sí se han mantenido. Y, curiosamente, han sido los responsables del PP cuando les tocaba a los del PSOE cobrarlo quienes lo han suprimido. Veremos qué deciden al final de la legislatura.

        - Su salario no lo paga el Gobierno de España, lo hace Naciones Unidas al igual que el de cualquier otra persona en su posición que forme parte de la organización.

Todos estos ataques persiguen crear la nueva realidad de una Bibiana Aído rica, frívola, de vida alegre, nada comprometida con los problemas de España, y nada solidaria con el dolor de quienes sufren sus consecuencias… Pero sobre todo, buscan presentarla como traidora a sus ideas y a una forma de entender la vida por la que tanto ha luchado y sigue trabajando. Y por eso han vuelto a destacar la idea tan propia del posmachismo de la “compra del puesto de trabajo”, como si en Naciones Unidas hubiera una subasta de puestos. Y para ello han vuelto a jugar con la relación entre la causa y la consecuencia, cambiando una por otra como parte de la estrategia de la “falacia pro-sequitur”, utilizada ya por los presocráticos, pero actualizada también por los posmachistas.

España ha hecho aportaciones económicas como país donante a la cooperación en general, y entre ellas a ONU Mujeres para desarrollar las políticas de igualdad de género y contra la violencia que sufren mujeres y niñas en todo el mundo. Políticas de las que España es considerada una referencia internacional, y por las que las personas que trabajan en estas materias son reclamadas en todos los países para que aporten su conocimiento y experiencia. Este es el dato objetivo, pero en lugar de verlo como una consecuencia del compromiso del Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero, que lo primero que hizo fue aplicar ese criterio dentro de España, gracias a lo cual tenemos las dos leyes más “copiadas” fuera de nuestras fronteras, la Ley contra la Violencia de Género y la Ley para la Igualdad efectiva de Hombres y Mujeres, se le da la vuelta a la tortilla y se presenta como una especie de estrategia para conseguir comprar un puesto en Naciones Unidas. Y en lugar de entender que Bibiana Aído ha sido seleccionada para formar parte de la estructura más alta de ONU Mujeres por su preparación y por haber sido la máxima responsable del desarrollo de esas políticas tan valoradas por el resto de los países, se intenta presentar como si Zapatero hubiera alquilado ese puesto para ella por una temporada. El argumento, además de falso y de pobre, deja en muy mal lugar a quienes lo utilizan al demostrar un gran desconocimiento del funcionamiento de Naciones Unidas. Ni Naciones Unidas lo permitirían, ni las personas responsables de cada oficina aceptarían a “cualquier persona” para impulsar sus proyectos por unas aportaciones económicas realizadas en el pasado. 

Por otra parte, circunstancia que demuestra que Bibiana Aído está en Nueva York por mérito propio, no debe ser tan malo el trabajo realizado por ella ni las políticas desarrolladas por al Gobierno Zapatero en materia de Igualdad y erradicación de la violencia de género, cuando el Gobierno de Rajoy después de un año en el poder no ha cambiado ni una coma, continúa aplicando lo que se venía haciendo y, por ejemplo, en algo tan visible como la sensibilización, ha recurrido a las mismas campañas que se elaboraron y utilizaron por el Gobierno anterior. Como dice el refranero, “algo tendrá el agua cuando la bendicen”… Por cierto, nada más irse Bibiana y el PSOE del Gobierno España ha bajado 14 puestos en el ranking mundial de Igualdad...

Los argumentos para presentar esa “compra del puesto” en ONU Mujeres son absurdos y, como digo, muy propios del posmachismo. Ahora lo que buscan con la estrategia emprendida va un poco más allá, y se basa en tres elementos: 

        - Buscar el descrédito de Bibiana Aído entre los suyos

        - Reforzar la cohesión interna de quienes critican las políticas socialistas, manteniendo vivo el rechazo generado hacia ella con anterioridad.

        - Desprestigiarla como profesional responsable de las políticas de Igualdad y de la nueva Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, para así cuestionar la propia ley.

Y no es casualidad que lo hagan en un momento en el que las decisiones económicas de Rajoy van de mal en peor, con el desasosiego del “rescate sí, rescate no”, y en un tiempo en el que el Ministro de Justicia, Ruiz Gallardón, va a presentar su reforma de la Ley del Aborto.

Podrán seguir ladrando conforme las políticas de Igualdad y sus responsables, también Bibiana Aído, continúan cabalgando. No conseguirán nada salvo ponerse en evidencia. Sin embargo, entre tanto ruido sorprenden tres silencios:

        - El del PSOE. A Bibiana Aído no se la critica por cuestiones ni decisiones en su vida privada, sino por lo que hizo como Ministra y Secretaria de Estado del Gobierno de un partido socialista en el que milita desde su primera juventud.

        - El de muchas organizaciones feministas que tan cerca estuvieron cuando las políticas de Igualdad se movían en España gracias al impulso y a la fuerza del pequeño Ministerio de Igualdad.

        - El de otros medios de comunicación que no critican a quienes utilizan la libertad de expresión y el derecho a la información para mentir, difamar, desinformar y agredir a determinadas personas. La mayor censura no es la que impide la información, sino la que hace que la información no sea creíble. Los problemas que tiene hoy la política se deben en gran medida a la desafección ciudadana, pero peor será la situación si esa distancia se produce entre los medios y la sociedad. Sin información no habrá conocimiento ni decisión consecuente. La información no puede ser cuestión de fe, sino de veracidad, y hoy muchos creen o dejan de creer según el medio, algo que es malo para toda la comunicación y para la sociedad.

Los silencios siempre son cómplices y las palabras aliadas, sólo hay que ver de qué lado están, del de la verdad, la libertad de expresión y del derecho a la información, o del “todo vale” mientras a mi me sirva. 

Por eso quienes hemos trabajado con ella en el Ministerio de Igualdad, y hemos visto y sufrido los ataques furibundos de quienes no soportan que se haga aquello que la sociedad necesita, simplemente porque no coincide con su posición, aunque esa rigidez conlleve el dolor y el sufrimiento de muchas personas, no estamos dispuestos a callar como si lo que cuentan fuera verdad. Estos días lo hemos hablado, hoy lo escribo. 

Ustedes mismos.

¿Licencia para matar?

Por: | 25 de octubre de 2012

LICENCIA MATAR-1Acostumbrados a oír hablar de los casos de violencia sobre la mujer con el nombre de ellas (el caso de Ana Orantes, el de Sandra Palo, el de Marta del Castillo, el de la niña Mari Luz, el de Nevenka Fernández…), Bretón ha llegado para llamar a su caso por su nombre y, probablemente, para que se olvide sobre su historia.

Resulta triste, pero es así, el impacto mediático y social del presunto homicidio cometido por José Bretón no se debe al asesinato de sus hijos, sino a la historia que ha creado alrededor de los homicidios, y a la presencia de un artista invitado en forma de error que ha generado aún más suspense y dolor. De lo contrario, otros casos similares en cuanto al resultado (padres que han matado a sus hijos en el contexto de la violencia de género) habrían ocupado un espacio y un interés que no han tenido, y no habrían pasado como se pasa la hoja del periódico con la noticia que los describía. Nadie ha hablado tanto del padre que mató a sus hijos y a su mujer en Elche en 2005, ni del que mató a su hija y a su pareja en Madrid en 2007, ni del padre que mató a sus dos hijos y a su mujer en Yecla en 2008, ni del que acabó con la vida de su hijo en Baleares este pasado mes de febrero, ni de aquel otro que llevó a cabo la misma conducta criminal en Tenerife en julio de 2012... Tampoco de tantos otros que actuaron de forma similar.

La repetición de este tipo de homicidios sin más consecuencias que el rechazo y el impacto emocional significa que no se están abordando las circunstancias que dan lugar a estos crímenes, y que por tanto se pueden volver a producir. Circunstancias que, básicamente, se limitan a dos grandes factores: la presencia de una situación de violencia contra la mujer madre de esos niños y niñas, y la existencia de una ocasión u oportunidad para que el padre agresor pueda estar con sus hijos sin tener en cuenta la situación de riesgo que pueda encerrar.

La violencia de género se dirige contra las mujeres, pero también daña a los menores. Los hijos siempre han sido moneda, no de cambio, sino de continuidad, pues en el fondo lo que pretende un maltratador es continuar con la relación sobre un patrón de dominio-sumisión, y sabe que la amenaza sobre los hijos es la mejor forma de retener a la mujer. A pesar de esta evidencia, la sociedad y las instituciones no siempre se han atrevido a mirar por la rendija de la puerta de estos hogares, y cuando lo han hecho no siempre han querido ver lo que miraban. La situación es tal que con frecuencia se concede una orden de protección y alejamiento para la madre, y al mismo tiempo se establece un régimen de visitas para que ese “padre alejado” pueda acercarse a los hijos que él maltrata por medio de la violencia que ejerce sobre la madre.

El resultado que se deriva de la combinación de ambos factores (violencia de género y oportunidad para la agresión) es tan grave, por acción o por omisión, como por desgracia hemos comprobado en los casos mencionados y en otros que no terminan en el homicidio de los hijos, que podemos hablar gráficamente de que esos permisos para las visitas pueden llegar a actuar como “licencias para matar”.

La baja frecuencia con que se presentan no puede ser un argumento para no hacer nada, es absurdo. Nadie lo dice cuando ante los millones de personas desplazadas por el tráfico de carretera se producen “sólo” 1484 víctimas mortales", ni por el hecho de que los homicidios "sólo" supongan el 0'16% de las agresiones por violencia interpersonal, y tampoco se habla de baja frecuencia cuando nos referimos al número de infartos con relación al total de enfermos del corazón. En todos estos casos se reconoce el problema y se pide tratarlo y prevenirlo en toda su dimensión y en todas sus manifestaciones, y en la violencia de género debemos prevenir nuevas agresiones, también las que se puedan producir sobre los hijos.

Hay que actuar y romper con esa idea tan arraigada de que “un maltratador no tiene por qué ser un mal padre”, imagen estereotipada muy extendida que refleja esa concepción que se tiene sobre la violencia de género como un problema privado y, sobre todo, de los violentos como hombres que en el fondo lo que hacen es corregir algo desviado e imponer el orden alterado.

Y si la sociedad debe cambiar por una cuestión de compromiso con los valores que deben articular y dar sentido a la convivencia, las instituciones, sobre todo la Administración de Justicia, deben de hacerlo por cuestión de responsabilidad.

WLINKEl pasado día 21 de septiembre la organización Women’s Link Worldwide (Women´s Link Worldwide) presentó una demanda ante el Comité CEDAW, organismo encargado de vigilar el cumplimiento de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer de Naciones Unidas, por una actuación negligente y descoordinada de todas las autoridades españolas que intervinieron en un caso de violencia de género, cuya consecuencia fue el homicidio de una niña llamada Andrea. Su madre, Ángela González, después de separarse por sufrir malos tratos en 1999 y de denunciar en más de 40 ocasiones las amenazas, los incumplimientos y la violencia que el agresor seguía llevando a cabo sobre ella y su hija, y de pedir protección para Andrea, cada vez más afectada por la violencia que el padre ejercía durante las visitas, no obtuvo ninguna respuesta. Tampoco la obtuvo cuando en uno de esos permisos concedidos el padre asesinó a Andrea y después se suicidó. Ángela agotó todos los recursos disponibles a nivel interno sin lograr que el Estado reconociera su responsabilidad por haber fallado en su obligación de proteger la vida e integridad de su hija y la suya propia. Ángela supo desde el primer momento que el retraso de su exmarido en la entrega de la niña era un aviso mortal, no la creyeron como no la habían creído antes, hasta que la muerte de su hija le dio la razón. Es duro plantearlo de forma tan cruda, pero ese hombre con permiso para ver a su hija a pesar del riesgo objetivo que existía, a tenor de las circunstancias, tuvo una de esas “licencias para matar” que otros maltratadores también han utilizado en diferentes ocasiones.

Es grave que el Estado español pueda resultar condenado por una mala actuación de su Administración en una época en la que el conocimiento y los medios eran menores. Pero más grave resulta que ahora que tenemos el conocimiento y la experiencia, no se sigan desarrollando medidas para que no se vuelva a producir una situación similar.

La credibilidad de las mujeres no puede seguir en cuestión, ni en violencia de género ni en nada, la última consecuencia la tenemos en el homicidio de una niña de 13 años en El Salobral (Albacete).

¿Adiós a Dios?

Por: | 20 de octubre de 2012

ADIOS DIOS
La juventud, acostumbrada a ir dejando atrás cosas, personas y momentos
(dice adiós a la infancia para llegar a la adolescencia, a la escuela para ir el instituto, a la familia cuando marcha a la universidad, a muchos amigos y amigas al separarse sus caminos…), también ha dicho adiós a Dios. Al menos es lo que se deduce de los datos de la encuesta que presentó (17-10-12) el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, en la rueda de prensa que anunciaba la celebración del próximo Congreso Nacional de Pastoral Juvenil.

Los datos son objetivos y la situación evidente, no hacen falta muchas encuestas para comprobarlo, las iglesias se han despoblado de jóvenes, y a pesar de las Jornadas Mundiales de la Juventud, la juventud de cada jornada está lejos del mundo parroquial. Lo que sorprende es por qué se ha producido este distanciamiento en un tema tan particular, habitualmente presente como parte del comportamiento de muchos jóvenes, precisamente en un momento en el que una parte significativa de la juventud se ha replegado sobre elementos y valores tradicionales. Ahora, por ejemplo,  se muestran con actitudes más machistas en las relaciones de pareja, han abandonado el cuidado y lo saludable para regresar al alcohol y al tabaco, se han alejado del medio ambiente y de la ecología, han aumentado el consumo de prostitución… y aunque no se trata de unas conductas generalizadas entre los jóvenes, sí se han incrementado durante estos últimos años.

Y llama la atención que todos estos elementos se hayan hecho más frecuentes después de prácticamente haber desaparecido durante un tiempo, sin que, por el contrario, haya regresado ese interés por la religión y la fe en Dios. 

Ante una situación de este tipo es fácil mirar hacia fuera y achacar la responsabilidad a circunstancias como el individualismo, el hedonismo, el materialismo… e incluso culpabilizar a determinadas medidas, políticas e ideas de lo ocurrido. 

Sinceramente, y con todo respeto, no creo que la esencia del problema esté ahí. Ha habido iniciativas ciudadanas y medidas políticas mucho más directas y proactivas para modificar determinadas situaciones y corregir algunos problemas, y su repercusión ha sido escasa hasta el momento, sin embargo, el cambio respecto a las creencias es evidente y extendido, tal y como señala la encuesta mencionada, con más de un 50% de jóvenes que no cree en Dios. 

La Iglesia debe mirar para dentro y plantearse cómo está presentando a Dios ante la sociedad y frente a la juventud, más allá de palabras edulcoradas y de una esperanza situada al otro lado del futuro. Y creo que se equivoca al presentar la fe y la creencia como un pack impuesto y ajeno a la propia  persona, cargado de prohibiciones y condiciones que son más producto de una elaboración humana que de un mensaje divino. 

Para un joven que le digan que creer en Dios significa, entre otras cosas, estar en contra de la homosexualidad, no aceptar que una profesora de religión se case con un divorciado, no admitir las relaciones sexuales fuera del matrimonio, ni el sexo sin el objetivo de la procreación, o el uso de anticonceptivos. Tampoco, en otro orden de cosas, permitir que se practique el aborto a una niña violada de 10 años, o escuchar que no se puede votar a algunos partidos por determinadas políticas que hayan puesto en marcha… le resultará difícil entender el mensaje y, por lo tanto, aceptar esa idea de Dios. En esas circunstancias, no es de extrañar que llegue a preguntarse sobre qué clase de Dios se está hablando, y cómo creer en un Dios que no sólo no vive en este mundo, sino que lo hace de espaldas a él, tal y como deduce de las palabras que transmiten sus representantes en la Tierra. Y todas esas dudas se agravan aún más cuando, después, ese joven comprueba cómo quienes apoyan públicamente la religión católica, entre ellos algunos medios de comunicación, luego se comportan de manera opuesta a los valores que defienden y predican, y ve cómo arremeten con odio hacia determinadas personas, mienten en los argumentos que utilizan, son vengativos en su estrategia... o comprueba cómo se olvidan de perdonar y cómo se mueven por envidia para alcanzar bienes terrenales y poder, entre otras cosas.

La Iglesia y su doctrina han cambiado a lo largo de estos 2000 años, y aunque con esfuerzos, retraso y distancia, se han ido adaptando a unos cambios sociales que han facilitado que quienes vivían esa necesidad de darle un sentido a su vida sobre un elemento trascendental, lo encontraran en la idea y en el sentimiento de Dios. 

Ahora que los cambios sociales son más rápidos, acelerados e intensos, la Iglesia sigue con la misma actitud distante, pero su reacción ha sido tratar de imponer un criterio rígido de sociedad sobre las creencias y la fe cristiana, como ocurrió en una época anterior y ya alejada. Esa situación, más añorada que factible, resulta imposible de recuperar, pero no tiene por qué estar en contra de vivir la fe de una forma diferente por parte de las personas que así lo sientan. La rigidez y la inflexibilidad que muestra la Iglesia para las cuestiones de este mundo, alejan cada vez más su otro mundo del presente y a las personas de sus parroquias. 

Al menos es lo que ocurre en esa juventud que manifiesta haber dejado de creer en Dios, y en tantas otras personas, jóvenes y mayores, que no dicen nada sobre si creen o no, pero que también han dejado de ir a las Iglesias y de creer las palabras de los hombres de Dios.

El hundimiento del prestigio

Por: | 17 de octubre de 2012

PRESTIGE-1
Parece una mala película de suspense
, uno de esos telefilmes que ponen después de comer para facilitar la desconexión neuronal tras los informativos, pero lo que corta la digestión en este caso es una historia, una mala historia con suspenso final. Las circunstancias han querido que se cumpla esa máxima policial que dice que “el delincuente siempre vuelve al lugar del crimen”, y salvando todas las distancias y las odiosas comparaciones, el tiempo ha vuelto a situar en el mismo lugar a los responsables políticos que estuvieron durante el hundimiento del Prestige. 

Y creo que la coincidencia es algo más que una casualidad, al menos como metáfora. 

El Prestige se hundió y vistió de luto gran parte de la costa gallega y muchos corazones que desde otros puntos del país zozobraron conforme el barco iba soltando su negra hemorragia. También supimos que el chapapote es el material del que están hechas muchas conciencias que sólo buscan beneficios particulares, pero lo aprendimos tarde. Son mentes tan oscuras y cerradas que entonces dijeron que no pasaba nada y que ahora afirman que no ocurrió nada, que todo fue una anécdota sin impacto ni consecuencias, y lo dicen justo en las mismas fechas que algunos estudios científicos demuestran el daño del vertido sobre el ADN de las ratas (El País, 12-10-12).  PRESTIGE-Daño ADN

No es de extrañar que luego ocurra lo que ocurre. Diez años después se ha producido otro hundimiento, en esta ocasión el del prestigio de nuestra economía y de nuestro país, esa famosa “marca España” de la que tanto hablan, aunque más bien deberían decir “España marcada”, al menos es lo que parece, que estamos marcados por unos mercaderes que quieren traficar con ella, como otros lo hacen con personas, drogas y armas. 

Y no valen las excusas. Posiblemente sea cierto que el causante del hundimiento del prestigio haya sido la tormenta financiera que nos ha azotado, como hace diez años fue el temporal el que rompió el casco del Prestige, pero las consecuencias, el mal mayor o menor, depende ahora, como antes, de la gestión de una crisis que se parece mucho a la de entonces y que, curiosamente, como decía, es protagonizada por los mismos responsables. 

PRESTIGE-2Lo primero es alejar la realidad económica de las costas del día a día, luego, cuando ya no se puede negar, decir que se trata de unos “hilitos” de nada y que todo se resolverá quitando un poco de allí y poniéndolo aquí, restando servicios, ayudas y bienestar a la población y sumándoselo a otros para que vivan mejor, al menos es lo que se deduce de los informes que hablan de un aumento de las desigualdades y de la mayor distancia entre ricos y pobres, y luego echando tierra y silencio encima para que nada se vea ni nada se sepa. Más adelante, cuando el problema no se resuelve con las medidas adoptadas, se pide a la ciudadanía que se apriete el cinturón, que se ponga el mono blanco y las botas de goma, y que limpie el desaguisado que en parte se ha generado por esa mala di-gestión. Y al final se le echa la culpa a esa misma sociedad que ha aguantado el chaparrón y el chapapote por criticar lo mal que se ha actuado. 

Hoy nuestro prestigio reposa junto al pecio del Prestige en algún bajo fondo. Y mientras la duda y la indecisión alejan el rescate de la economía, como en su día esa misma duda e indecisión alejó el petrolero de la costa en una deriva mortal, la marea negra de los mercados va ampliando su radio de acción. 

El problema es que hoy la negra marea viene por tierra, mar y aire, y que el chapapote sigue en la mente de muchos, pero también que la oscuridad está ocupando la ilusión y la esperanza de tantos y tantos ciudadanos que no saben a dónde mirar cuando se despiertan cada día para evitar el espejo. 

Nunca más, gritaron muchos… Nunca más hasta la próxima vez, piensan otros al escucharlo.

Caída libre

Por: | 15 de octubre de 2012

CAIDA LIBRE
No es cierto que Félix Baumgartner haya batido el record de caída libre ni que haya superado el límite de altura en globo, lo realizado es sin duda una proeza, pero al igual que hay que darle "a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César", debemos reconocer que los records comentados fueron batidos hace tiempo y, de momento, no han sido superados, aunque todo se andará.

Eso de volar en globo y con los pies muy por encima de la tierra, no digamos las cabezas y más aún las ideas, ya ascendió por encima de cualquier límite sospechado hace unos años gracias a la burbuja inmobiliaria. Por aquel entonces, muchos ciudadanos se hicieron su propio globo con la ayuda de unas hipotecas basura, se lo pusieron como mochila, lo llenaron de gases innobles (nada de la nobleza del helio), y se elevaron  sobre el nivel del bien y del mal sin más límites que los 30 o 50 años hipotecados, y un interés variable como condición fija. 

El mundo parecía que se iba a acabar y que mañana ya era tarde, había que iniciar un viaje hacia la propiedad multiplicada lo antes posible y por eso, más que el ligero equipaje de Machado, lo que prepararon fue un equipaje a la ligera, con prisas y de forma precipitada, tanto que a nadie se le ocurrió echar un paracaídas por si acaso o por si acoso crediticio.

Y claro, con ese equipaje tan pesado y tan poco poético, después de tanto subir llegó el momento de bajar. Es cierto que algunos se quedaron en las alturas, pero no había espacio para todos en la Estación Espacial Internacional de los paraísos fiscales, por eso quienes hicieron sus castillos en el aire para no volver al planeta realidad terminaron por bajar de forma precipitada. Al final, tras el ascenso estratosférico de la burbuja inmobiliaria se produjo la caída libre ciudadana, algo así como la caída de la libertad sin más red que Internet. 

Nuestra sociedad ha batido todos los records gracias a la esponsorización de los mercados, del capitalismo con burbujas y de los faraones de las finanzas piramidales. Hemos batido el record de ascenso sin propulsión, el de caída libre y el de libertades caídas. También hemos superado el record de tiempo de descenso sin paracaídas, que dura ya varios años y no hay manera de detenerlo, y hasta el de velocidad en la caída, que ha permitido que en tan sólo un año se haya desmoronado todo el bienestar levantado durante décadas… Y todo sigue en forma de descenso vertiginoso en espera del golpe final que, paradójicamente, no se producirá en el momento del contacto con el suelo, sino cuando llegue el famoso rescate… Algunos creen que el batacazo será tan fuerte que ya empiezan a ver el país en trozos separados… 

En lo único que coincidimos con el vuelo descendente de Felix Baumgartner es que vamos a aterrizar en el desierto, porque cuando terminemos de caer no vamos a encontrar nada, absolutamente nada de los derechos, ayudas, recursos, servicios… que antes existían. Eso sí, seguro que muy cerca de ese aterrizaje estará “Eurovegas” o “Barcelona World”, donde algunos habrán apostado hasta la vida para poder morir en paz. 

Por cierto, no sé si se fijaron durante la retransmisión, pero cuando más rápido bajaba Baumgartner, justo en ese momento en que perdió el control y la estabilidad, y daba vueltas sobre sí mismo a más de mil kilómetros por hora, se vio otro punto blanco que ascendía a una velocidad similar. No se sabía lo que era, algunos empezaron a hablar de un OVNI, pero puestos en contacto con el Centro de la Misión en Rosswell, New México, han aclarado que se trataba de su prima, de la “prima de riesgo” que seguía su camino hacia el estrellato

Paradojas de un mundo que eleva a los cielos a quien desciende desde las alturas de la estratosfera, y condena al infierno a quien asciende "hipotéticariamente".

Cobardes con un par de huevos

Por: | 11 de octubre de 2012

COBARDES-MALALA
El intento de homicidio de la niña Malala Yousafzai en Pakistán
 se ha continuado con toda una serie de conductas y manifestaciones de rechazo, y entre ellas me ha llamado la atención una pancarta en la que se lee “We protest against the cowardly attack on Malala Yousafzai” (“Protestamos contra el cobarde ataque sobre Malala Yousafzai”). Y creo que resulta muy gráfica para entender la visión que se tiene sobre la violencia de género y su relación con otros sentimientos e ideas como el valor y el honor. 

EL HONOR: 

Para muchos hombres una “mala mujer” es un deshonor porque los deja como hombres incapaces de cumplir con su obligación de controlarla y de hacer de ella el ejemplo vivo (o muerto) de su honor. Y una mala mujer es, sencillamente, aquella que no cumple con los criterios que ellos establecen dentro de la relación para que su mujer dé la imagen que ellos pretenden para su familia. 

La idea de honor tiene un doble componente, por un lado el de deber u obligación a partir de una determinada posición, y por otra la de reconocimiento público por el cumplimiento de dicha obligación o deber. De ahí que la cultura patriarcal de la desigualdad haya insistido tanto en la posición moral de los hombres como autoridad y referencia en la familia, como responsables del orden que evite la deriva que pudieran introducir las mujeres, que esa misma cultura las presenta como dueñas de la perversidad y portadoras del caos. La situación es tal que todavía hoy la tercera acepción de la palabra “honor” en el diccionario se refiere a la “honestidad y recato en las mujeres”, parece que los hombres no tienen que poseer honestidad ni recato. Ellos tienen honor de manera activa cumpliendo las obligaciones y deberes que se espera de ellos como hombres, y ellas lo tienen de forma pasiva en el recato y en la buena reputación

EL VALOR: 

Según estas ideas, una mala mujer debe ser corregida por su propio bien, por el de la familia y, sobre todo, por el honor del hombre. 

Muchos hombres justifican, casi admiran, a los maltratadores sobre la idea de valentía o valor. Cuando se enteran de que han agredido a sus parejas comentan “ese sí que los tiene bien puestos”, “lo ha hecho con un par”, “sus cojones por encima de todo”… Son hombres que entienden que el agresor ha respondido a un ataque previo llevado a cabo por la mujer, y como si se tratara de una lucha o un enfrentamiento justifican la violencia como argumento, simplemente porque ellas no han seguido sus órdenes.  

La forma de ejercer la violencia también es muy indicativa de ese modo de entender su posición y de justificar su conducta violenta. Cuando un maltratador agrede a una mujer, habitualmente no lo hace dando un puñetazo o una patada que ponga fin a la discusión y que le permita quedar por encima de ella. Lo que hace es dar una paliza, utilizar múltiples golpes que se continúan con ella por el suelo, y no finaliza hasta que consideran que su objetivo se ha alcanzado. Un objetivo que no es dañar a la mujer, lo hacen, pero en busca de su verdadera meta, que es aleccionarla para que aprenda qué es lo que le puede ocurrir de no seguir los dictados que él impone en la relación. Esa actitud nace de considerar su posición por encima de la de la mujer, y de verse a sí mismo como una referencia o autoridad a la que la mujer no puede ni debe enfrentarse. 

La valentía que muestran los hace continuar mientras ellos entiendan que su mujer es merecedora de esa violencia, y por eso algunos llegan hasta el homicidio llenos de valor, tanto que asumen las consecuencias y se reivindican como esos hombres con un par de huevos que no se van a dejar humillar por la decisión de la mujer que se separa y los deja. Es el momento del “mía o de nadie” que tanto hemos oído tras estos asesinatos de género. Y son tan valientes y los tienen tan grandes y tan bien puestos, que luego se entregan voluntariamente o se suicidan, pero siempre habiendo dejado su testamento vital en la muerte de sus mujeres. El 80% de estos homicidas se entregan de forma voluntaria y el 17% lleva a cabo el suicidio tras acabar con la vida de sus mujeres.

De este modo la violencia de género ha estado presente a lo largo de toda la historia camuflada entre la normalidad hueca y los sólidos valores de la desigualdad. Y la misma cultura que enseña que “un niño no debe pegarle a una niña”, o que cuando hay un problema y se presenta la posibilidad de una agresión les dice que “se metan con alguien de su edad”, luego los estimula y los lanza hacia las agresiones, y les enseña a decir   “¿tú lo que pasa  es que no tienes huevos para darle una hostia bien dada a tu mujer… ?” o a ponerse como ejemplo de esas conductas, “¡a mí me hace eso o me dice lo otro mi mujer y la cojo…!” Todos muy valientes para defender su honor en el reconocimiento.

Y luego cuando todo ha ocurrido, cuando se ha producido la agresión o el homicidio los llaman cobardes, como si fueran esos niños que han pegado a una niña o que se han metido con alguien que no era de su edad… Los hombres no agreden a las mujeres por cobardía, sino por voluntad e interés. En el fondo no deja de ser una forma de no ver la realidad de la violencia de género y de no querer entenderla como uno de los pilares necesarios para mantener la desigualdad, y de esta manera poder dominar y controlar a las mujeres en las más diversas circunstancias sin necesidad de recurrir a la violencia directa, tan solo con el control social. Por eso una niña de 11 años que vaya a la escuela en Pakistán es tan peligrosa para esos hombres.

En verdad, la historia nos muestra cómo el valor lo han tenido las mujeres que como Malala Yousafzai se han enfrentado a su destino, y cómo la cobardía ha estado en toda una sociedad que no ha querido ver ni actuar ante la realidad de la desigualdad y la violencia.

 

Todo mi apoyo y solidaridad, con el deseo de que se recupere muy pronto, para Malala Yousafzai.

También un recuerdo muy especial para todas las niñas que sufren la desigualdad y la discriminación, en este Día Internacional de las Niñas (11 de octubre).

Madre patria

Por: | 07 de octubre de 2012

MADRE PATRIAEso de llamarle madre a una nación y luego ponerle el adjetivo paterno, como si fuera un apellido, tarde o temprano termina por dar problemas

Con esa denominación se entiende que, por una parte, la nación es “generadora” de una realidad (en su momento nueva), que lleva a la idea de madre, y por otra, siendo conscientes del proceso que ha conducido hasta ella, la llamamos patria para hacer referencia al padre (del latín patrius), e indicar que todo ese proceso fue difícil y, probablemente, no exento del uso de la fuerza. 

Pero una nación es más hija que madre al ser la consecuencia de todos los territorios y personas que la forman y la cuidan. Y esa realidad es la que explica por qué a pesar de todo lo común que hay existen y persisten diferencias entre sus territorios. Unas diferencias que estaban antes de esa unión, no producto de la falta de entendimiento o integración de alguno de ellos en la nueva organización. 

A pesar de ello, hay quien siente más la identidad en los muros que en el corazón, y hay quien juega con el corazón para levantar murallas sobre las que seguir escribiendo sus lemas y su historia. Nos cansamos de decir que uno no es de donde nace, sino de donde se hace, y así poner límites a los localismos y a la nostalgia incapacitante, sin que ello signifique la negación de los sentimientos ni de los elementos indentitarios, y luego hacemos lo contrario para intentar delimitar o crear nuevas realidades que se parezcan a los sueños, sin saber al final qué es cada cosa, si realidad o sueño. 

El sentimiento, y por tanto la reivindicación independentista de una parte de Cataluña, es real y legítimo, pero la cuestión es sobre qué se ha construido esa idea de independencia, pues el hecho de ser diferente no implica directamente tener que ser independiente, y hasta dónde se puede llegar en su nombre. 

Nadie niega la identidad catalana sobre una cultura propia y diferente a la de las otras regiones de España. No seré yo quien diga que esos elementos son o no son suficientes para la independencia, pero sí me pregunto por qué siempre unas identidades, ciertos elementos culturales y una historia deben servir para obtener un status diferente, y otros, en cambio, no. Y me preocupa este tipo de argumentos porque son los mismos, salvando las distancias, que se han utilizado históricamente para defender los privilegios de, por ejemplo, la aristocracia, de los ricos, de los señoritos, de los hombres sobre las mujeres, de unas culturas sobre otras, o de algunas creencias sobre las demás. Al final siempre es lo mismo: el peso de la historia y la trascendencia de lo mío sobre lo de los otros. 

Y me inquieta que todo esto ocurra en una época de identidades perdidas o diluidas en la que no se sabe muy bien lo que se es, y menos aún lo que se quiere ser. Por ello nos agarramos a lo más superficial, para que sin saber muy bien lo que somos los demás nos vean como alguien o como algo. Les ocurre a los jóvenes con la ropa y la moda, a los extranjeros que renuncian a su cultura o a aquellos otros que la reproducen de manera rígida, como si fuera parte de un escenario que los lleva a otro tiempo y a otro lugar, y le pasa también a los territorios. Es algo característico en esta forma de entender lo propio en nuestras sociedades gaseosas, y todo forma parte del juego de la identidad por contraste: "yo no sé lo que soy, pero sí sé que no soy como tú". De esa forma el refuerzo se produce sobre lo que diferencia y separa. 

La idea que se transmite de que España no existe apunta en ese sentido. Si no existe, ¿de qué se quiere independizar Cataluña?, ¿de Andalucía, del País Vasco, de Murcia, de Extremadura o Aragón? Da la sensación de que es eso, y que se quiere reforzar lo que es ser catalán sobre la idea de que no se es andaluz, vasco, murciano, extremeño o aragonés. 

Cuando hablamos de diferencias y de decisiones debemos andar con mucho cuidado, pues la injusticia suele andar cerca. Siempre he creído en la igualdad reconociendo las diferencias, no creo en el igualitarismo de la homogeneidad por irreal e imposible, pero menos aún creo en las diferencias reconocidas sobre la desigualdad. 

Cataluña tiene la grandeza y el privilegio indiscutible de su cultura, ese es su mayor logro y valor. Yo la amo y admiro desde pequeño, cuando pasaba meses allí. Intentar construir una independencia sobre esa cultura no la hace más grande ni mejor. Cualquier decisión en ese sentido debe ser mucho más profunda y amplia que la simple convocatoria de unas elecciones en las que se mezcla todo, o de un referéndum en el que no se aclara nada. Hacerlo así no resulta creíble y da la impresión de que en realidad lo que se pretende es ocultar el debate por miedo a plantearlo. A veces hasta se llega a la paradoja de llamar a las reflexiones críticas como “nacionalismo español”, lo cual no deja de mostrar una visión crítica del nacionalismo en sí, con independencia de dónde venga. 

Pero también me sorprende cómo lo acontecido ha dado lugar a un debate artificial lejos de los problemas de la sociedad y de la cuestión planteada. Es lo que ha ocurrido al pasar de hablar de lo que sucedió el 11 de septiembre en Cataluña, a proponer de manera directa y lineal un sistema federal para la organización de los distintos territorios de España. 

De nuevo aparece la idea por contraste, no surge como una necesidad de resolver los problemas que hoy no somos capaces de solucionar con las autonomías, ni como parte de la reivindicación de una sociedad con elementos identitarios y funcionales que lo aconsejan, sino para evitar que Cataluña o el País Vasco sigan por la senda de la independencia. Y no sólo se plantea sin más, sino que desde el principio se hace hablando de “asimetría”, es decir, de desigualdad, algo que huele a una injusticia que siempre afectará más a los más vulnerables. 

Pediría un poco de seriedad y tiempo para hablar de todo esto, y luego decidir lo que sea. La política ha demostrado su alejamiento de la sociedad de muchas maneras, lo hace ahora con las decisiones que adopta, pero cuando se pusieron a hablar de los territorios y promovieron nuevos Estatutos de Autonomía, dio la sensación de que la distancia era aún mayor. Al menos es lo que indica el hecho de que los Estatutos que fueron aprobados por unanimidad en los Parlamentos autonómicos que representaban al pueblo, luego fueron respaldados por ese mismo pueblo con una participación mínima. 

Todo ello no deja de ser un síntoma, y las decisiones en democracia deben ser participadas, especialmente en aquellas cuestiones que afectan a la identidad y a los sentimientos de un pueblo, no basta con manifestaciones de un día ni con elecciones de cuatro años en cuatro años.

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal