Podría parecer lo contrario, pero el problema está en que en verdad lo es.
La política se ha cargado de eufemismos y de argumentos giratorios para esconder la realidad en la cobardía. Se dice lo contrario a lo que se plantea, lo cual supone actuar con el agravante de la planificación, puesto que esa actitud significa que las estrategias se diseñan incluyendo el mensaje falaz de su presentación pública.
Todos los recortes en las políticas sociales parece que no tienen nada que ver con el impacto en las personas que los sufren, al menos eso es lo que nos quieren hacer ver. La destrucción de puestos de trabajo, nos dicen, no tiene nada que ver con la reforma laboral, el descenso de los salarios tampoco, el deterioro de la asistencia sanitaria y de la salud de las personas está al margen de los recortes en sanidad, los problemas de la personas dependientes es independiente de la reducción en sus presupuestos, las muertes de inmigrantes en las fronteras es producto de las circunstancias, no de la política sobre inmigración, y la situación de la violencia de género, con una disminución del número de denuncias y un aumento de los homicidios tampoco está relacionado, según intentan presentar, con los recortes en las medidas de prevención, protección, asistencia y atención a las mujeres que las sufren.
Lo dijimos hace tiempo, la erradicación de la violencia de género exige la lucha contra la desigualdad y la atención a las mujeres que la sufren para que puedan salir de la prisión violenta del hogar, y para que la sociedad pueda criticar la normalidad impuesta por una cultura que prefiere hablar de la mentira de las denuncias falsas antes que de la verdad de la violencia que sufren las mujeres.
Cambiar una situación estructural, como es la desigualdad y la violencia que genera, exige acciones mantenidas en el tiempo, no medidas aisladas y discontinuas, pero parece que desde el PP se prefieren las palabras sin contenido, o sea, la charlatanería, para que el silencio de las víctimas parezca que les da la razón.
Por eso no se puede entender lo que está ocurriendo en Ciudad Real con el Centro de la Mujer.
No es comprensible que las administraciones implicadas, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, la Diputación Provincial y el ayuntamiento de Ciudad Real se “hayan puesto de acuerdo” para cerrar el Centro de la Mujer de la ciudad, pues en definitiva, el desacuerdo para resolver un problema que tiene solución se traduce en “acuerdo” para que continúe el conflicto y que el centro se cierra… Así de sencillo y terrible.
Está claro que las administraciones no consideran que el problema sea lo suficientemente grave como para tener que implicarse, de lo contrario lo resolverían, como hacen en cualquier otra circunstancia. De hecho, si en su día hubo acuerdo para llevar a cabo una atención con una estructura y con un equipo profesional que ha venido actuando en diferentes contextos, primero con la Diputación y después con el Ayuntamiento, significa que desde el punto de vista administrativo es posible la continuidad del Centro de la Mujer.
Y lo que es incuestionable es su necesidad a partir de la realidad de la violencia de género. Si tomamos como referencia los últimos datos del CGPJ sobre denuncias por violencia de género (tercer trimestre de 2013), vemos que en Ciudad Real se produjeron 293 denuncias, de las cuales prácticamente el 90% las interpusieron directamente las víctimas, mientras que los familiares lo hicieron sólo en el 0’3% de los casos. Esta situación refleja la enorme soledad de las mujeres que sufren la violencia de género en la provincia de Ciudad Real y, por tanto, la importancia de contar con un centro donde puedan ser atendidas para abordar todas las cuestiones relacionadas con esta violencia, desde las terapéuticas y asistenciales, hasta las informativas y de asesoramiento.
Un centro de la mujer donde sus profesionales están haciendo un gran trabajo, tal y como demuestra su trayectoria, la voz de las propias mujeres atendidas y los datos. No es casualidad que, según el citado informe del CGPJ, la ratio de renuncias respecto a las denuncias interpuestas sea en Ciudad Real de 0’02, de las más bajas de todo el país, lo cual sin duda es en gran parte consecuencia del trabajo que las profesionales del centro realizan con las mujeres.
Ciudad Real no puede ser irreal al permitir que se cierre el Centro de la Mujer y que el saber y la experiencia de sus trabajadoras se pierda. Las mujeres y los hombres de Ciudad Real y de todo el país necesitamos que se siga trabajando en todos los lugares para erradicar la violencia y promocionar la igualdad, y que se haga con mayor intensidad y especialización sobre quienes ya han sufrido las consecuencias del impacto de la desigualdad.
Pero, como decía, nada es casualidad cuando se observa cómo se vienen haciendo recortes en las partidas destinadas a luchar contra la violencia de género, y cuando hoy mismo aparece la noticia de recortes de más del 20% en el presupuesto y del 40% en el personal del centro mujeres maltratadas de Valencia (http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/02/26/valencia/1393446251_456163.html). Todo lo que sea sumar y seguir en recortes será restar y parar en desarrollo y justicia social.