A mediados del siglo XVI no existían Facebook, Twiter, WhatsApp o Tuenti, los modernos herederos de la televisión en la categoría de ladrones de tiempo, pero ya había quien denunciaba los problemas derivados de querer estar a la vez en todas partes, la mejor manera de no estar de forma provechosa en ninguna. Nada menos que el filósofo Blaise Pascal decía: “La desgracia del hombre proviene de una sola cosa, y es el no saber permanecer en reposo en una habitación...”.
Pascal murió a los 39 años, pero seguro que le hubiera dado un patatús aún más prematuro si hubiera tenido ocasión de ver a los jóvenes del siglo XXI en sus habituales sesiones de multitarea. Es decir, haciendo simultáneamente cosas como ver la tele, repasar un examen, atender al mail, mantener una charla por WhatsApp, oír música con un solo auricular, tener el ordenador portátil sobre sus piernas vomitando fuego, tomarse un vaso de zumo y un par de galletas (sembrando de miguitas el sofá) y consultar en la web qué ponen en la mismísima tele que está viendo, todo ello mientras se van poniendo poco a poco el pijama.
Así que aquel deseo de Pascal de permanecer en reposo en una habitación, se supone que concentrado en sus pensamientos o simplemente relajado, es hoy casi una especie de locura o alucinación. Con la salvedad de esos seres excepcionales que practican yoga o meditación trascendental. Pero creo que no vendría mal recuperar la certeza de que la multitarea es una trampa paquidérmica. ¿Por qué?