JUAN FRANCISCO MARTÍN CASTILLO, doctor en Historia y profesor de Filosofía del Instituto Arguineguín, de Las Palmas de Gran Canaria, es hoy nuestra firma invitada.
A mi alumna Lara, con cariño
Un miércoles por la mañana, en clase de Filosofía y Ciudadanía, al explicar los rudimentos de la filosofía moral, en especial la distinción existente entre los dos grandes grupos de éticas, las formales y la materiales, saltó la sorpresa. Casi de una manera inadvertida, con la complicidad de las horas tempraneras, donde lo dicho parece desvanecerse entre las brumas de la somnolencia, las palabras de una alumna sonaron con la estridencia de la fanfarria de una fiesta no menos grande. La fiesta de la ignorancia, por cierto. Y me quedo corto. Por aquellas cosas de las relaciones inverosímiles, tan habituales entre los estudiantes de bachillerato, le quedó claramente demostrado que los nazarenos de nuestras procesiones de Semana Santa tenían un nexo ideológico o religioso, para ella era lo mismo, con los seguidores del Ku Klux Klan. La razón no era otra que el capirote que, tantos unos como otros, portan y que favorece, igualmente, la identificación ante el resto de la población. Por mucha que fuera la paciencia del docente y por enérgicas que fueran las razones esgrimidas para evitar tal errática asociación, persistía en sus argumentos, e incluso el resto del grupo académico celebraba y aplaudía la insospechada conexión.
Esta es una de las mil y una anécdotas, y sólo en el plano intelectual, que ocurren a diario en nuestros centros educativos. Me he centrado en su posible valor ilustrativo para descubrir, casi revelar en el sentido literal del vocablo, lo que, en la actualidad, es la educación en España. No se trata, en principio, y para desactivar cualquier recelo sobre el propósito del autor, de despreciar a nuestros estudiantes, de someterlos al escarnio o la burla. Semejante presunción no tiene lugar en este escrito: lo que se pretende es, justamente, todo lo contrario. Defenderlos del acecho de la intolerancia y del oprobio de la ignorancia por el mejor medio, por el único que tenemos a nuestro alcance los profesionales de la enseñanza, y que no es otro que la transmisión de los valores considerados positivos socialmente y la fijación de unos conocimientos curriculares mínimos para desenvolverse en el ámbito laboral y disfrutar de un criterio cultural básico. Sin embargo, esta misión, que enorgullece al profesor y engrandece al discente, se ha visto, reiteradamente, entorpecida por los sucesivos ordenamientos del sector educativo a lo largo de más de treinta años.
Se creyó que mediante el recurso a unas teorías pedagógicas por completo alejadas de la realidad material de las aulas, a unos métodos evaluativos absurdos y desquiciantes, y al consecuente empobrecimiento de la elemental instrucción en los contenidos propios de las materias impartidas se llegaría a unos objetivos que, desgraciadamente, los últimos tiempos han venido a mostrar como utópicos.
El ejemplo que abría este artículo explica y razona lo sucedido en las recientes oposiciones al cuerpo de maestros en la Comunidad de Madrid.
Calificar los resultados obtenidos en las pruebas realizadas, que medían la imaginaria competencia de un menor escolarizado con una edad similar a los doce años, como esperpénticos no es más que describir la situación generada por tan clamorosa demostración de ignorancia. Sin embargo, de idéntica manera que en la alumna de Primero de Bachillerato, los opositores, a través de sus representantes sindicales, han hecho de la indignación algo más que un reproche. Han convertido su desconocimiento, por decirlo con un eufemismo al uso, en un desafío, en una porfía imposible, si no fuera porque el sistema educativo, del cual ellos han salido airosos en su momento, les justifica y ampara. Una ignorancia desafiante que testimonia que la educación en España ha vivido, en estas décadas, de espaldas a lo real. O, por mejor decir, ha experimentado una burbuja que, como la inmobiliaria, algún día habría de estallar.
Esta burbuja educativa ha hecho pensar maravillas sobre nuestro sistema de enseñanza, sobre las capacidades ponderadas de los alumnos y sobre el nivel competencial –ahora se dice así: otra de las consecuencias de este espejismo pedagógico– de un número considerable de los titulados universitarios.
Alegremente, la clase política, casi sin importar el color de su ideología, ha caído en la trampa. Ha sembrado el panorama social con expresiones como “las generaciones mejor preparadas de España”, que, más que favorecer la comprensión efectiva de la realidad de nuestras aulas, entristece en la comparativa con las respuestas vertidas por los opositores madrileños. Y es lo curioso que la mayoría de la población ha asentido con el mensaje. Complacida con la promoción automática de sus hijos en la escuela o el instituto, convertía en fuente de orgullo familiar que sus vástagos llegaran a la universidad. Lo de menos era que supieran escribir con corrección ortográfica su propio nombre o que ignoraran que las aves no son mamíferos.
Muchos docentes hicimos de la alerta, la denuncia, la polémica o, directamente, la crítica una apuesta continua, sin desmayo, y por la misma razón que gobierna nuestra conducta como profesionales de la educación, porque nuestros alumnos, los hombres del mañana, no se merecían tal engaño. El afán de protección, pero no por la mentira fácil o la ilusión de lo irreal, guiaba los pasos de una minoría de profesores, que recibía, en su contra, salvajes andanadas por parte de los sectores más irreflexivos o ideologizados de la opinión pública. “Retrógrados” e “intolerantes” fue lo mínimo que tuvo que escuchar aquella primera gavilla de profesionales pioneros (Moreno Castillo, Sánchez Tortosa o Javier Orrico, entre otros), pero, pasados los lustros, los contenidos de sus escritos han devenido en certeras denuncias sociales.
La sección de cartas a los periódicos de tirada nacional se ha llenado recientemente, a raíz de la publicación de la negativa estadística de aprobados en las oposiciones a primaria de Madrid, de persistentes mensajes, llegados desde todos los puntos del territorio nacional, desde Cataluña hasta Canarias, desde Andalucía hasta Galicia, en los que los profesores y maestros defendían un argumento que, no por repetido, dejaba de soportar su evidente carga de verdad: lo que hoy llama tanto la atención, lo que solivianta y despierta la vergüenza de un país, sólo es el fruto de un sistema educativo de corte paternalista e irresponsable con aquellos que deberían ser su principal objetivo.
Buscar el origen de las estrafalarias confusiones de las respuestas de los aspirantes a educar a los más jóvenes de la capital madrileña debe conducir nuestra mirada a lo que sucede a diario, y casi con descaro, en las aulas de los centros de enseñanza repartidos por la geografía española. Y eso fue, y justo es reconocerlo a estas alturas, lo que pronosticaron aquellos profesores comprometidos y que no estaban distraídos por la euforia reinante en aquellas fatídicas fechas de introducción o renovación de las leyes educativas, con especial señalamiento de la LOGSE.
Ha tenido que ser, como con el estallido de la burbuja inmobiliaria propiciada por el repentino cese de la fuente de crédito financiero, el impacto de una prueba puntual el que ha provocado que la sociedad reaccione y salga de su aletargamiento. Aquí, el crédito perdido es mucho mayor porque importa a la definición integral de un estado, a la imagen que tienen los nacionales de sí mismos y al nivel educativo de los futuros profesionales que han de desempeñar puestos de singular relevancia en el entramado social y laboral.
Se ha dicho con tino que el mejor recurso con el que cuenta un país es su población y, más en concreto, su juventud. Por ella, por quién si no, hagamos de esta burbuja educativa el revulsivo necesario para que llegue, de una vez por todas, una reforma que acabe con la mentira, el engaño, la intolerancia y aun la estafa de tantos y tantos años. A que la cruel ignorancia no sea la bandera que persigan nuestros alumnos y a que, por fin, los nazarenos no sean confundidos con los miembros del Ku Klux Klan.
Nota sobre el autor
Juan Francisco Martín Castillo (1964) es licenciado en Filosofía, doctor en Historia y profesor de Filosofía en Secundaria. Es autor de más de ochenta publicaciones, entre libros y artículos en revistas especializadas. Sus intereses prioritarios en la investigación son la historia del pensamiento canario y la historia científica y tecnológica.
Otros posts sobre la reforma educativa
En este blog se han publicado otros posts sobre la reforma educativa. Por si el lector se siente interesado en ellos, son los siguientes:
Necesitamos dos cosas: reconciliación educativa y reforma multipartidista.
Yo sospecho de ti y tú sospechas de mí: el colapso educativo.
Por la superación de la ignorancia (a modo de posdata). Autor invitado: Juan Francisco Martín Castillo.
No necesitamos una contrarreforma educativa. Autor invitado: Oriol Prunés.
Hay 21 Comentarios
Luces entre sombras: https://twitter.com/AMESeducacion/statuses/321746331997700097.
http://www.forodeeducacion.com/numero13/018.pdf.
Publicado por: Maribel | 26/05/2013 12:34:02
¡¡Verdades como puños!!
Publicado por: Maribel | 26/05/2013 12:29:29
Otro ladrillo en el muro http://histericapeninsula.blogspot.com.es/2013/05/otro-ladrillo-en-el-muro.html
Publicado por: ManuelTirado | 19/05/2013 1:37:07
Por fin. Hasta la fecha no había encontrado alguien que pusiera por escrito, y tan bien redactado y explicado, lo que uno piensa. Bravo por el autor y su VALENTÍA.
Publicado por: Rosa | 11/05/2013 13:54:04
Rafael
Usemos la lógica para enender la cuestión. En primer lugar no se ha afrontado correctamente la preparación (Universidad) y selección de los docentes (Acceso). Sigue existiendo falta de preparación metodológica, conocimiento de técnicas en habilidades sociales, psicología y conocimientos en pedagogía terapéutica. Además se viene apreciando últimamente falta de conocimientos en algunos docentes de primaria.
Por otro lado el sistema es muy cobarde y prefiere amontonar alumnos hasta una edad determinada 4º de ESO a pesar de que un 25% abandona sin obtener el título básico de Secunaria (éste es el fracaso escolar y no los suspenso); es preciso darle una respuesta temprana a este alumnado, orientándolo hacia una meta educativa que le sea alcanzable y a su vez le permita un acceso rápido a una formación profesional básica, que a su vez permita llegar al mundo del trabajo y de camino no convertirse en un ser infeliz y resentido.
Esta es la cuestión, todo lo demás son elucubraciones sobre el papel.
Esta es la reflexiónde un educador con bastantes años de trabajo educativo. Mis mejores alumnos no fueron aquellos que más saber retuvieron, fueron aquellos que estuvieron bien orientados.
Publicado por: Rafael | 09/05/2013 22:35:39
A este autor le tienen que poner sus títulos honoríficos para que le prestemos atención, ya que su artículo lo único que hace es mostrarnos todavía más los males de la educación en España. Mientras existan este tipo de profesores mal vamos.
Por cierto, si entre sus publicaciones hubiese alguna referente a su profesión (la de profesor) no habría estado de más. Para mí sus palabras valen 0, lo mismo que deben valer sus enseñanzas, lógico que sus alumnos y alumnas se rían en su cara.
Por último señalar que me alegra muchísimo leer comentarios como los de "tiemposdifíciles" o Rosa, no tengo más que añadir... ah, sí, este autor debería de acercarse algo a algún estudio científico como los publicados por Howard Gardner.
Publicado por: Beatriz | 09/05/2013 22:31:55
Usemos la lógica para enender la cuestión. En promer lugar no se ha afrontado correctamente la preparación y selección de los docentes; sigue existiendo falta de preparación metodológica, técnicas en habilidades sociles y conocimientos en pedagogía terapéutica.
Por otro lado el sistema es muy cobarde y prefiere amontonar alumnos hasta una edad determinada 4º de ESO a pesar de que un 25% abandona sin obtener el título básico (este es el fracaso escolar y no los suspenso); es preciso darle una respuesta temprana a este alumnado antes de tiempo, orientándolo hacia una meta educativa que le sea alcanzable y a su vez le permita un acceso rápido a una formación profesional básica, que le permita posteriormente llegar al mundo del trabajo y de camino no convertirse en un ser infeliz.
Esta es la cuestión, todo lo demás son elucubraciones sobre el papel.
Esta es la reflexiónde un educador.
Publicado por: Rafael | 09/05/2013 22:21:00
Gracias, Juan, nuestro Profesor de Filosofía. Tu valentía es sólo comparable al don que tienes para la escritura. La verdad, lo quieran o no los intransigentes e intolerantes, incapaces de hacer autocrítica, está de tu lado. ¡Viva Arguineguín!
Publicado por: Profesor | 09/05/2013 19:33:14
Gracias, Juan. Gracias, compañero, por prestar voz a tantos y tantos. Mi gratitud al periódico, El País, porque ha sabido superar la barrera de la ideología y dejar que fluya la opinión. Ha escrito un puñado de verdades que, a los que nos dedicamos a la enseñanza, casi nos resulta trivial, pero, por eso mismo, tiene más valor. La sociedad y los partidos políticos no pueden desoír a los profesores o, en todo caso, escuchar solamente a una parte, que parece que se ha apoderado de la educación como si fuese algo suyo. Me refiero, especiamente, a la izquierda que, por desgracia, no ha reparado en el grandísimo daño que ha hecho al sector en los años que denuncia Martín del Castillo.
Publicado por: Compañero | 09/05/2013 18:41:06
tiemposdificiles tampoco entiende la diferencia entre un nazareno y un miembro del KKK.
Publicado por: Alf | 09/05/2013 18:38:11
Gracias a tiemposdificiles, por su comentario. Pero es una lucha contra paredes instaladas en el imaginario español de la letra con sangre entra. Afortunadamente he tenido la suerte de poder educar a mis hijos en colegios con idearios bastante distintos de estos próceres del examen como forma de enseñanza, cómoda para el profesorado autoritario, y nefasta para la formación,la democracia y no el autoritarismo, las competencias. Por cierto los resultados espectaculares, en sus sistemas de imposición.
Publicado por: Juan | 09/05/2013 18:06:07
Lamentable artículo, del conjunto de retrógrados que permanecen en las aulas. Estamos en el siglo XXI y la formación de las personas no son cuatro mantras que personas ajenas al mundo definen como el conocimiento. Para la mayoría de loscomentarios y articulistas, sería interesante que se informaran del método finalndés, antítesis de lo que se desprende en al artículo. Que la élite de una generación de hace 40 años, donde solo el 25% de la población estudiaba el bachillerato se permita el lujo de compararse con la generación completa actual es un poco manipulador. ¿Por qué no se comparan con la élite actualÇ?. Vamos la educación de los 60 era "maravillosa", cuando la mayoría apenas leía ni sabía las cuatro operaciones básicas. Del artículo se trasluce un tinte autoritario y antiguo sobrepasado por completo por las sociedades abiertas.
Publicado por: Juan | 09/05/2013 17:57:20
Es necesaria una reforma educativa, pero que NO sea segregadora, clasista, sexista ni adoctrinante. Ya tenemos suficientes recortes encima, como para aguantar una purga ideológica de este calibre. Todos los recortes, aquí: http://losrecortados.wordpress.com Sed conscientes de lo que os están robando.
Publicado por: Los Recortados | 09/05/2013 17:17:09
Desde el año 1996 hasta el 2010, los presupuestos de educación crecieron a un ritmo constante. A pesar de ello, el informe PISA ha reflejado un estancamiento en el resultado docente, cuando no un retroceso. Tanto en el ratio de alumnos por clase como en el gasto por alumno, España está a un nivel parejo si no superior al de la media de nuestro entorno, con cifras incluso mejores que las de países como Alemania. Nuestros profesores están entre los mejor pagados del continente. Y todo, ¿para qué?. Para que nuestro sistema educativo no cumpla como debe ante tal esfuerzo de la sociedad.
Lo cierto es que nunca ha habido desde la restauración democrática una Ley Educativa promulgada por la derecha. La izquierda -y en este mismo foro algunas voces son ejemplo claro de ello- está dispuesta a todo con tal de evitar la autocrítica. Echa culpas a la religión, a los ricos y a la derecha cuando, en realidad, resulta que los verdaderos culpables hay que buscarlos entre los sindicatos de profesores y de estudiantes, que controlan la educación pública; entre los criterios educativos que han estado vigentes (LOGSE) desde hace décadas, favorecidos por grandes y crecientes partidas de gasto; y, en fin, entre las administraciones educativas controladas por la izquierda, que muestran unos pobres rendimientos en cuanto se los compara con las gestionadas por la derecha: por ejemplo, basta reparar en el contraste entre Andalucía (más de tres décadas de socialismo la contemplan) y Madrid.
La huelga de hoy parece un remedo de esos defensas que rompen el fuera de juego cuando el contrario marca un gol y, sin embargo, son los que se quejan con mayores aspavientos ante el árbitro. Los responsables de la decadencia de nuestra educación son precisamente aquellos que hoy han parado y quienes, desde los partidos políticos, han hecho la demagogia más abyecta para disimular, cobarde y arteramente sus propias culpas.
Ojalá el Gobierno se muestre firme y no caiga en la tentación de transigir con tanto cinismo sindical y político falsamente progresista.
Publicado por: Witness | 09/05/2013 16:43:44
Publicado por: Profesor | 09/05/2013 12:24:06
Veo que seguimos igual en el gremio e imitando a los próceres: sin complejos, reivindicar el atraso. ¿Desde cuándo un científico puede asumir que decir nimiedades sin fundamento es libertad? Vale, entonces, cualquier cosa que se nos ocurra.
O sea: generaciones con un 30% más de contenidos de los que estudiábamos nosotros, con un profesorado mejor formado, con acceso a miles de herramientas de adquisición y tratamiento de información, que habla más idiomas que cualquiera de nuestra generación,... ¿no es la generación mejor formada? El desprecio que algunos manifiestan al alumnado y a los titulados y las tituladas de este país no tiene nombre.
¿De verdad que algunos pueden reclamar el título de docente sin que se les caiga la cara de vergüenza? Quien ha demostrado principios de libertad es el autor de este blog, que ha permitido la publicación de un panfleto tan alejado de los principios científicos y de sus propias convicciones, manifestadas en sus excelentes posts.
Publicado por: tiemposdificiles | 09/05/2013 13:24:06
Publicado por: ROSA Mayo Marcuzzi | 09/05/2013 11:53:49
Me gusta mucho su comentario y comparto sus inquietudes. Pero todavía resuenan en mi cabeza las risas que se echaban los profesores de un instituto mientras leían una frase que he utilizado en mi post ("Lo importante es el camino a través del que el alumno aprende"), como si la ciencia pedagógica fuera un chiste y no el recurso esencial de la educación.
Y algunos no se han dado cuenta de que internet existe, donde está toda la información posible, mucho más amena que cualquier verdad revelada, pues puede ser consultada con diversos criterios de búsqueda, y que lo que necesitan son herramientas para tratarla e interpretarla.
Lo importante no es lo que les decimos, sino cómo se lo decimos para que sea posible el aprendizaje.
Publicado por: tiemposdificiles | 09/05/2013 13:09:55
¡¡Bravo, compañero!! Por fin, alguien, y en un medio como éste, se ha expresado con libertad y detallando la realidad de las aulas hoy en día. Le felicito.
Publicado por: Profesor | 09/05/2013 12:24:06
Al hablar de educación, existe la opinión generalizada de que la LOGSE ha sido un fracaso, así como los sucesivos intentos de modificarla. Y hay también una cierta nostalgia por el modelo que la precedía, el de la EGB y el BUP, cuando los niveles académicos, el rendimiento y la actitud de los alumnos eran superiores a los de ahora. Una sensación parecida a la que podían tener aquellos que hicieron el antiguo bachillerato, con sus dos reválidas. Ya se sabe que cualquier tiempo pasado fue mejor y siempre se cae en la tentación de remediar lo actual volviendo a lo anterior, como si fuera posible enmendar la historia retrocediendo hacia el pasado.
Los que ahora claman por aquellos tiempos están olvidando las razones, de peso, por las que fue necesario el cambio.
http://www.otraspoliticas.com/educacion/entre-la-mediocridad-y-la-excelencia
Publicado por: Enrique Sánchez | 09/05/2013 12:06:03
Los docentes no debemos desconocer que el alumno es alguien expectante, que está esperando que nosotros le ayudemos a acercarse al conocimiento que durante siglos se ha ido construyendo, en las ciencias fácticas y formales.
Pero a la vez, posee experiencias propias, que ha adquirido en el hogar, con sus amigos , y actualmente con las imágenes especialmente. También con libros y revistas, quizás en menor medida.
En el encuentro educativo, la relación docente-discente es fundamental. Debemos saber interpretar al alumno, saber qué requiere de nosotros y conocer lo que aporta en creatividad, inteligencia, actitudes, motivaciones, hábitos.
Si esa relación es fluida, podremos obtener los resultados que nos proponemos, pero sin dejar de consultar a alumnos y padres qué esperan de la Institución escolar, qué demandan.
Y no dejar de tener en cuenta que existe en el pensamiento juvenil un paradigma que no es el de años ha, que es nuevo, influenciado por la tecnología y por el modo de vida.
Esa alumna a la que se refiere el Prof. es una joven creativa, sin duda, imaginativa, con deseos de aprender. No es una ignorante.Es alguien abierto al saber.
Publicado por: ROSA Mayo Marcuzzi | 09/05/2013 11:53:49
tiemposdificiles: Sí señor, lo firmo punto por punto
Publicado por: Agustín Ciudad | 09/05/2013 10:34:20
Como muy bien recordaba el autor de este blog, la educación sólo puede basarse en el alumno como ente individual y la enseñanza sería encontrar el camino a través del cual el alumno aprende. No otra era la base de la LOGSE, la única ley desde 1970 que se ha planteado la renovación educativa desde una perspectiva científica que supere definitivamente el magisterio como forma única educativa y que ya ha demostrado sobradamente sus limitaciones y su fracaso en las sociedades contemporáneas.
Es fácilmente demostrable que el modelo considerado actualmente de éxito, y que la mayor parte de los países europeosse aprestan a imitar, es el finlandés, que arrincona definitivamente el magisterio para apostar por la construcción de competencias de aprendizaje en los individuos, que requiere, por supuesto, conocimientos para ser desarrollado, pero sin basarse en la mera transmisión de las "verdades reveladas" por los "maestros" clasificadores del pensamiento acumulado, como si su ingente cantidad pudiera ser absorbida por generación espontánea y manifestado a la luz mediante el único método que se practica en nuestro país, el examen.
Y es obvio que la tesis del escribiente del presente articulo es coincidente con las tesis que avalan la actual reforma emprendida por el Gobierno, que orilla la ciencia (nada de introducir en educación los avances establecidos por la pedagogía, la psicología, la sociología o la neurociencia para desarrollar estrategias de aprendizajes adecuadas al funcionamiento del cerebro humano y las necesidades individuales o colectivas), sino en el magisterio de la "historia verdadera", por ejemplo, que es transmitida por los sacerdotes correspondientes.
Por último, comentar que la alumna que cita el escribiente no está muy desencaminada. Ambos tipos de capirotes son símbolo de la pureza ideológica que pretende castigar el distinto. En el caso del ku klux klan es obvia la evidencia racista, que no está ausente en la cuestión de los nazarenos, pues su origen está en las profesiones de fe públicas que obligaban a los hispanos a demostrar en pública su devoción religiosa, aspecto considerado clave de la esencia de los español desde el siglo XV, coincidiendo con la expulsión de judíos y moriscos y a quienes se obligó a realizar estas profesiones de fe para demostrar que se habían convertido a la "fe verdadera". O sea, el racismo tampoco anda muy lejos de los nazarenos.
Por otro lado, cabe recordar que tales actos religiosos fueron cayendo en desuso público hasta la dictadura fascista de Franco, cuando se recuperaron muchas de estas tradiciones que ya apenas se practicaban en muchas localidades. Y el fin era el mismo: obligar a la población a cumplir con un acto de fe a mayor gloria del régimen y sus principios, que eran de obligado cumplimiento para todos los nacionales del país.
Publicado por: tiemposdificiles | 09/05/2013 9:50:21