Ayuda al Estudiante

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El ecosistema educativo tiene un triángulo esencial: estudiantes, padres y profesores. Lo demás es contexto. Si este se sitúa en el centro de gravedad, algo va mal. Los análisis sobre educación tienen un peligro casi invisible: la paralización fascinada por lo mal que estamos. Descalificar sin analizar es injusto y analizar sin proponer alternativas, estéril. Así que el propósito de este blog es claro: ayudar a estudiantes, padres y profesores a encontrar alternativas de mejora.

No necesitamos una contrarreforma educativa

Por: | 02 de mayo de 2013

Alfabeto

ORIOL PRUNÉS, profesor de Lengua Castellana y Literatura en el Instituto Guía, de Santa María de Guía (Gran Canaria), es hoy nuestra firma invitada.

 

Uno de los rasgos que más nos singularizan como sociedad es que hacemos unos papeles legislativos formidables –tanto la LOGSE como sus posteriores reformas lo fueron–, unos papeles que luego, por una razón u otra, nunca se encarnan ni pasan de ser un remedo banal del propósito que las alentó. No es que las leyes educativas de la democracia, promovidas por la izquierda política y sociológica, nos hayan abocado a la actual socialización de la mediocridad por causas inherentes a la doctrina educativa que las inspiraron (ahí está el caso más ilustre, el finlandés, para desmentirlo), como de forma tan chabacana como caricaturesca se ha ido repitiendo.

Sobre la LOGSE y sus secuelas ha corrido mucha leyenda, pero también muy escasa lectura y acaso menos entendimiento. El mayor beneficiario de ese desapego a unas leyes que han hecho de la comprensividad su caballo de batalla es la derecha. Ahora, en contrapartida, se habla de formación para el mercado laboral y de competitividad; y eso vende. Si nuestros alumnos no son críticos, si no saben aprender, si no saben expresar ideas, si no son autónomos, si… no todos esos males se deben, en modo alguno, ni a la comprensividad ni al sustrato doctrinal en que se apoya, sino más bien a algo tan vulgar, tan anodino por evidente, como que nunca se pusieron los medios humanos y materiales para que aquel modelo educativo pudiera arrancar con unas mínimas garantías de éxito.

Sin ánimo de querer hacer ahora un memorando de agravios, sí conviene que les sigamos recordando una y otra vez a los políticos, a los que fueron, a los que son y a los que vendrán, que toda reforma de nuestro sistema educativo nace abortada si el fracaso escolar no se ataja drásticamente a una edad muy temprana, si no se modifica de veras el currículo (la materia de lengua propia es tal vez el caso más sangrante), si no se baja la ratio en las aulas, si no se distribuye de otra forma la carga lectiva, si no se introduce en los centros a otros profesionales que apoyen la labor de los profesores y si no se aborda de una vez por todas cuál es el perfil que se les debe exigir a esos profesores precisamente, algo a lo que me quiero referir más por extenso párrafos adelante. Para eso hay que poner dinero sobre la mesa. Ahora puede que no lo haya, pero en su momento lo hubo. Todo lo demás es retórica.

Y aun así no bastaría. Una reforma progresista de la educación sólo puede cuajar si, al mismo tiempo, la sociedad que la justifica lo es o está en camino de serlo, sobre todo por la vía de la progresividad fiscal y la cultura a ella aparejada; y eso en España no ha ocurrido jamás: sólo hay que ver en qué penosa situación nos encontramos. Cuando la comprensividad se implanta en sociedades tan desequilibradas socialmente como la española, se acaba convirtiendo en caridad educativa.

Una de las paradojas más lacerantes de la LOGSE fue que el partido encargado de llevar la nave educativa a buen puerto nunca creyó en ella. Cínicamente, mientras los responsables educativos del PSOE recetaban equidad social gracias a la educación comprensiva y sostenían que la escuela sería el motor del cambio hacia una sociedad más justa e igualitaria, el señor Solchaga afirmaba que quien no se enriquecía en España es que era bobo. ¿Se acuerdan? El sector liberal del partido ahogó al socialdemócrata. A tal extremo lo ahogó, que el ideario de la derecha, aun a costa de sí mismos, se ha acabado infiltrando en el ideario inconsciente de muchos profesores.

No tendría yo nada que objetar a que se diversifique en cuarto de la ESO entre un itinerario profesional y otro académico, como pretende el señor Wert, siempre y cuando todos los alumnos, absolutamente todos, llegasen a cuarto en las mismas condiciones, y así, libremente, pudieran optar “de acuerdo con sus intereses” como se postula. Pero tal libertad no existe. Uno está ya más que hastiado de ver cómo la marginalidad educativa obedece, en muchos casos, a una amalgama de factores en los que importan tanto la marginalidad socioeconómica y familiar como la propia incuria del sistema educativo. Eso lo sabemos todos, aunque finjamos no saberlo.

Clase 1
Es incomprensible que un chaval de 14 años acuse una torpeza colosal a la hora de hablar, leer y escribir, y sea, en consecuencia, una catástrofe en todo lo demás, y que al mismo tiempo, sin embargo, haya sido capaz de aprender a jugar al ajedrez por sí mismo, con un programa informático, en la soledad y el aburrimiento de una residencia escolar. 
Ya se avizora, pues, la clase de colector en que se convertirá ese itinerario profesional de 4º si la contrarreforma del señor Wert sigue adelante. Que nadie se sorprenda por lo hasta aquí dicho. Porque la educación es política. ¿Qué otra cosa podría ser si no?

Pero, a todo esto, ¿qué papel han jugado y juegan aquí los profesores? Me refiero a los profesores de instituto y particularmente a aquellos que nos encontramos “nel mezzo del cammin di nostra vita” –aunque un poco arrugados ya, eso sí– y a los cuales nos tocó pechar década y media atrás con la gran reforma de la democracia. Todo aquel que quiera promover con éxito una reforma del sistema tiene que contar ineludiblemente con nosotros, porque seguimos siendo mayoría.

¿Cómo éramos entonces? ¿Cómo somos ahora? Como didactas, poca cosa, entonces y ahora. Quizá una de las causas más definitivas en el fracaso de la reforma –junto con la escasez de medios, por supuesto–, deba buscarse en la muy baja formación pedagógica de los profesores. Hubo voluntarismo, cuando lo hubo; pero con eso no se llega muy lejos. Más nos vale no seguir escudándonos en el corporativismo, porque por ahí tampoco vamos a ir muy lejos, ni en la eterna letanía de las responsabilidades ajenas.

El otro día le pregunté a una universitaria por la que siento un gran aprecio cuál era su recuerdo de los profesores que tuvo en Secundaria. “Aburrimiento, una empollada detrás de otra”. Y añadió: “El sistema jamás mejorará si los profesores no son más vocacionales”. A menudo nos quejamos de que nuestros alumnos no son autónomos en el aprendizaje ni saben afrontar críticamente el entorno en que se desenvuelven. Ahí están, por lo demás, los pésimos resultados que arrojan las evaluaciones internacionales. Pero como nada es porque sí, y parafraseando a Juan de Mairena, me basta ver cómo somos los profesores para saber cómo serán los alumnos (Machado se refería a los padres, pero para el caso es lo mismo).

Mucho se repite en estos tiempos la cantinela esa de la calidad educativa, como si la mucha repetición fuera a actuar por sí misma como un ensalmo. Pues bien: no habrá calidad educativa, es del todo imposible que la haya, mientras no se aborde con urgencia el acceso a la función docente, así como la formación inicial y permanente del profesorado; y, junto a ello, una verdadera carrera profesional remunerada que haga sentir al profesor que, gracias a su esfuerzo y a su dedicación, prospera en el sistema.

Necesitamos en definitiva, y ya no admite más demora, un gran programa estatal que obligue a todas las administraciones competentes a buscar otra forma más eficaz de seleccionar a los aspirantes, de proporcionar una verdadera formación inicial a los profesores novatos y una formación permanente, que nunca existió, a los veteranos.

Hay que crear vocaciones. Y el sistema actual las desalienta.

 

Nota sobre el autor

Oriol Prunés es licenciado en Filología Románica por la Universidad de Barcelona. Es profesor de Lengua castellana y Literatura en el instituto Guía, de Santa María de Guía (Gran Canaria). Prepara en la actualidad una traducción de la obra del poeta italiano Eugenio Montale. Es asimismo militante de izquierdas y silvicultor.

 

Segunda nota para el lector 

El próximo jueves, 9 de mayo, publicaremos un nuevo post sobre la necesidad de una reforma educativa de una firma invitada, el doctor Juan Francisco Martín Castillo, profesor de Filosofía en el instituto de Arguineguín. Su título es La burbuja educativa: origen y necesidad de una reformaLos lectores podrán enriquecer notablemente su punto de vista con el contraste de enfoques entre ambas firmas invitadas.

 

Otros posts sobre la reforma educativa

En este blog se han publicado otros posts sobre la reforma educativa. Por si el lector se siente interesado en ellos, son los siguientes:

Necesitamos dos cosas: reconciliación educativa y reforma multipartidista.

Yo sospecho de ti y tú sospechas de mí: el colapso educativo.

Por la superación de la ignorancia (a modo de posdata). Autor invitado: Juan Francisco Martín Castillo.

La burbuja educativa: origen y necesidad de una reforma. Autor invitado: Juan Francisco Martín Castillo.

Qué enseñar y cómo aprender.

La educación traicionada.

Una reforma de cartón piedra.

 

Hay 10 Comentarios

Obviamente, los profesores deben formarse para poder implementar las nuevas técnicas. No obstante, tampoco creo acertado culpabilizar a los profesores. Sí, son ellos quienes tienen que incitar a sus alumnos al estudio, pero esto es bastante difícil con muchos de ellos. El entorno familiar y la sociedad en general deben dar al colegio el valor y la importancia que se merece e inculcarlo en los niños.
https://www.matesfacil.com/

Quitar las autonomías a los políticos es como decir a niño mimado que se queda sin móvil pq no podemos pagarlo. Pero las autonomías además de ser económicamente inviables porque aumentamos el gasto en burocracia y eso supone más impuestos y menos servicios... las autonomías hacen ingobernable el país al tener 17 legislaciones distintas que rompen la unidad de mercado y dificultan economía/empleo

http://elPROBLEMAsonlasAUTONOMIAS.wordpress.com

Están recortandlo que necesitamos (de 2010 a 2012 hay 81.000 alumnos más y 4.600 profesores menos pero las autonomías tienen más empleados => enchufados) en lugar de recortar lo que sobra: una administración intermedia (autonomías) INNECESARIA (salvo para los políticos y sus familias) e INSOSTENIBLE

Más datos en Internet (no los busquéis en partidos, sindicatos, ni medios "oficiales")
http://elPROBLEMAsonlasAUTONOMIAS.wordpress.com

Bueno, bueno...Hay profesores con más vocación y otros con menos.Eso ha pasado siempre.Hoy el Profesor tiene que trabajar lo suyo en el aula: la comprensividad exige dedicación. Y la LOGSE es y ha sido una Ley necesaria para nuestra Democracia; se ha logrado la escolarización general, integrar sectores marginados.Teníamos mucho pendiente por arreglar. Y hoy seguimos con problemas mil, pero el sistema educativo es mucho mejor, a pesar de los resultados medianillos de los Informes PISA. Y ahora nos viene la gran Crisis Económica.Realmente necesitamos cambios ahora, pero la LOMCE no, por favor.Es excesiva y anacrónica.Pero, sí, son necesarios cambios.

Sin duda el éxito o fracaso reside, en gran medida, en el profesorado. Llevo 17 años peleando con un sistema educativo mediocre, que iguala por abajo, y premia la pasividad, la memoria repetitiva, la absorción de conocimientos inútiles, y a los sumisos. 17 con un hijo con Tdah que, a pesar de muchos profesores inútiles, es un buen alumno, brillante, adaptado, con actitud critica y un nivel cultural por encima de la media. Se ha pasado media vida castigado, expulsado , bajándole notas por no hacer los deberes o hablar en exceso. Como él mismo dice, he sido su mejor profesora, y gracias a ello hoy es reconocido por su centro como un chaval educado, culto y con mucho potencial. Poco tenemos que agradecer a esta sistema que selecciona, como bien dice el artículo, profesores sin habilidades pedagógicas ni vocación. Como lo he sufrido, y lo voy a seguir sufriendo, doy fe que es así. Saludos

Ya hemos oído muchas veces la opinión de que los fallos del sistema educativo están provocados por profesores que no tienen vocación. Entre las tipologías de docentes abunda este tipo de ego subido.

En educación España no es Finlandia, ni en tamaño, ni en tradiciones, ni en consideración hacia el profesor, ni en tratamiento de la disciplina (aquí valores), ni en la valoración de la lengua común, ni en la adopción de metodologías y tratamiento de la información, entre otros. Introducir una ley compleja como la LOGSE fue una temeridad antes de haber sentado las bases de lo que debería considerarse educar la diversidad sin hablar de todavía de la financiación que deberían sostenerlas.

Comentarios como el anterior (Anonimazo) son la muestra palpable de los resultados de una educacion deficiente y utilitarista como la que existe en España. El fracaso de su vida el autor quiere convertirlo en un fracaso social, lo que en parte, es cierto: algo pasa en una sociedad cuando muchoss de sus miembros no tiene unas capacidades de analisis abstracto y objetivo mínimas.,

El gran error de base es que el modelo inclusivo se ha intentado imponer por decreto, sin que la sociedad en su conjunto ni muchos de los que lo tenían que aplicar estuvieran convencidos o preparados para hacerlo, y se ha aplicado conservando muchos de los rasgos de la escuela tradicional, entre ellos la mayoría de las prácticas que conducen inevitablemente a la selección. Desde el momento en que los alumnos se agrupan por cursos, siguiendo el criterio de tener la misma edad, y el Estado fija unos conocimientos mínimos que todos deben alcanzar en cada nivel, ya se está desvirtuando la esencia de la inclusión.
Ante lo contradictorio de la situación, en la que al final priman más los resultados que los procesos, se buscan todo tipo de fórmulas y de apaños, manteniendo la ilusión o la apariencia de que se atiende a la diversidad, cuando lo que se está practicando son distintas formas encubiertas de selección, acompañadas de una tendencia creciente hacia la igualación a la baja.
http://www.otraspoliticas.com/educacion/%C2%BFinclusion-o-seleccion

Los profesores deben proseguir estudiando constantemente, dedicar mucho tiempo a su trabajo, además de la oferta de calidad en el acto de encuentro que es el enseñar y aprender. El educarivo es un binomio: quien enseña y quien aprende. Los buenos resultados son de ambos, los malos también.
Para mejorar el sistema, debe partirse, a mi criterio, desde la cúspide de la pirámide: es decir, capacitar profundamente a los profesores, en lo científico, humanístico, social, cultural. Reforzar las vocaciones. Otorgar pagas acordes con la función, los educadores no deben pasar apremios económicos. Estas son sólo algunas sugerencias, habría muchas más, mejorar el sistema significa mejorar a todas las personas(actores) que forman parte de él: alumnos, maestros, familia.

Mucho blablabla, pero la educación española es una mierda, y dejémonos de buscar excusas abstractas y de escurrir el bulto porque los únicos culpables aquí han sido el PSOE y sus pedagogos, que no creen en el mérito ni en el esfuerzo; si a eso sumamos que los profesores de la escuela pública no son capaces de aprobar un examen de la ESO facilón, teniendo años para prepararse las oposiciones, más nos valdría echar todo el sistema abajo y empezar de nuevo.

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Sobre el autor

Carlos Arroyo

ha navegado profesionalmente entre las cuatro paredes de un aula, la redacción de EL PAÍS y la dirección del Instituto Universitario de Posgrado. Esa travesía le ha convencido de que educar bien a los hijos es saldar buena parte de la deuda con la vida. Es autor de Libro de Estilo Universitario y diversos libros de ayuda al estudiante.

Web: www.ayudaalestudiante.com
Correo: [email protected]

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