Si alguien te dice la
palabra ajedrez, a ver cómo evitas que te vengan a la mente ideas como inteligencia, talento, genio o alguna otra de ese campo semántico.
O a ver cómo impides que, aunque no hayas jugado al ajedrez desde que tenías
10 años, algunos de sus conceptos hayan impregnado tu lenguaje y, en
consecuencia, tu pensamiento: poner en jaque a alguien, mover pieza, enrocarse uno
en sus ideas, dejar una discusión en tablas, sacrificar a tus peones, poner
algo sobre el tablero, jugar a ciegas…
Si os preguntan si sabéis jugar, muchos responderéis, como yo: “Mmm… mover las piezas sí, porque lo aprendí de pequeño, pero tanto como jugar…”. Si no sabéis jugar y os preguntan si os parece un juego o un deporte, lo más probable es que respondáis “juego”. Pero si sabéis jugar, responderéis “deporte” y precisaréis “deporte mental”.
Dice el proverbio indio que el ajedrez es un mar en donde el mosquito puede beber y el elefante se puede bañar. Así que es un campo increíblemente fértil en metáforas de la vida y especialmente aplicable al campo de la educación, que es lo que de verdad interesa en este blog. ¿Es beneficioso el ajedrez? ¿Tiene valor educativo? ¿Sería bueno incluirlo en el currículum escolar? Si se incluyera, ¿mejor como materia optativa o como obligatoria?
Precisemos que no son preguntas retóricas o planteadas por pasar el rato, sino que están realmente sobre el tablero político del sistema educativo español. No sé si podrían generar cierto debate entre los profanos, pero, desde luego, tienen una respuesta clara y evidente para el Parlamento Europeo, que el año pasado recomendó su inclusión en los programas educativos, y para los expertos y aficionados que se reunieron la semana pasada en Buitrago de Lozoya (Madrid), en I Congreso de Pedagogía y Aplicaciones Sociales del Ajedrez, organizado por la Cooperativa de Educación Gredos San Diego (GSD) y la UNED. Fue la primera edición de un congreso que tiene la vocación de convertirse en referencia indiscutible del ajedrez educativo.
Los directores del congreso fueron el periodista Leontxo García, cuya excepcional reputación como comunicador y divulgador del ajedrez (especialmente en EL PAÍS y en Radio Nacional) no admite muchas comparaciones, y la vicedecana de Postgrados y Psicopedagogía de la UNED, doctora María José Albert.
Debo decir que escuchar a Leontxo García en público o en privado, hablando en general o de sus experiencias personales, es un verdadero privilegio. El hecho de ser un gran jugador de ajedrez, aunque no compita, le ha permitido alcanzar una profundidad en su comprensión de la naturaleza de este deporte mental que, sumada a su depurada capacidad dialéctica e intelectual, y a su permanente relación con los mejores ajedrecistas de todo el mundo de los últimos decenios lo convierten en una personalidad de referencia.
A aquellos que no hayan acercado mucho al ajedrez, quizá les impresione saber que Leontxo, a pesar de ser periodista, fue de las poquísimas personas recibida en privado, varias veces, por el mayor mito de la historia del ajedrez moderno. Sí, ese hombre cuya sola mención hace que tiemblen los tableros: Bobby Fischer, ajedrecista genial e inconcebible, y auténtico antimodelo educativo para nuestros estudiantes, como reconoce Leontxo.
El elenco de ponentes del
congreso fue de primerísima fila, empezando por José Antonio Marina, que abrió el congreso con
una gran conferencia; siguiendo con la primera mujer de la Historia en obtener la
puntuación necesaria para ganar el título de Gran Maestro, la húngara-norteamericana Susan Polgar, que puso en jaque
la estructura y organización machista del ajedrez, y a la que tuve la
oportunidad de hacer una amplia entrevista que he pensado reservaros para el
comienzo de curso (cuando estéis todos de vuelta), o el historiador del ajedrez
Joaquín Pérez de Arriaga, además de un listado de expertos españoles y
latinoamericanos cuya principal característica no es solo la de ser buenos jugadores de ajedrez, sino mejores monitores, pedagogos, historiadores e investigadores.
Aquí los tenéis: son personas apasionadas no solo por las piezas y los tableros, sino muy especialmente por el aprendizaje y el desarrollo de sus estudiantes. Su trabajo es increíble, y, por supuesto, están absolutamente dispuestos a compartir su experiencia: son misioneros del ajedrez, porque saben que hay mucho por hacer.
Tuve la suerte de ser invitado al congreso y, aunque solo pude asistir a la primera jornada (que me pareció apasionante), intenté compensarlo con interesantes y divertidísimas charlas con los ponentes en los pasillos y en los descansos.
Pero debo reconocer que el mejor resumen argumental sobre la utilidad pedagógica del ajedrez debe basarse en el extraordinario libro de Leontxo García Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas, recién publicado por Planeta en su editorial Crítica, y cuya lectura recomiendo fervorosamente tanto para los expertos como para los que no han tocado un alfil en su vida. Es un libro que te lleva de la mano y no te suelta. Un libro, prologado por José Antonio Marina, concebido para no dejar fuera a nadie, independientemente de su nivel de conocimiento.
Estas son, expresadas de
forma muy sintética, algunas de las conclusiones más relevantes sobre el
ajedrez y la educación:
1. Los niños que juegan al ajedrez desarrollan más su inteligencia y logran mejores resultados académicos, especialmente en matemáticas y lectura. En un estudio realizado en Alemania se concluyó que, incluso sustituyendo una hora de matemáticas por una hora de ajedrez, se mejoraban los resultados… ¡en matemáticas!
2. Entre las competencias y valores que se mejoran destacan la memoria, la concentración, el razonamiento lógico, la planificación, la previsión de consecuencias, la responsabilidad, la autocrítica, la motivación, la creatividad, la imaginación, la paciencia, la disciplina, el respeto a las reglas, el respeto a los demás… y así, hasta 25 capacidades de esta categoría. Pocas actividades tan pluridimensionales en sus efectos podremos encontrar.
3. De las ocho inteligencias o habilidades de Howard Gardner, el ajedrez desarrolla la lógico-matemática, la lingüística, la espacial, la intrapersonal y la interpersonal. (Quedan por relacionar la musical, la cinestésica y la naturalista).
4. El ajedrez puede activar principios de inteligencia abstracta en niños de solo dos y tres años (en lugar de los seis que se suele considerar), como ha demostrado Adriana Salazar en Preescolar Talento (Colombia).
5. La aplicación social del ajedrez en determinados entornos de gran complejidad (como centros escolares conflictivos, barrios difíciles o incluso centros carcelarios) ha sido especialmente exitosa por su eficacia integradora, al generar en las personas algo singularmente importante: la “transferencia” de habilidades y pautas del mundo del ajedrez al mundo exterior. Por poner un ejemplo, un recluso que no sabe respetar a los demás logra aprender a transferir a su vida diaria el escrupuloso respeto a las normas y a los adversarios que ha aprendido frente al tablero.
6. Aunque a algunos les pueda sorprender, en España ya hay 80 colegios que tienen el ajedrez como materia obligatoria y otros 1.000 en los que es optativa. En la inmensa mayoría de ellos se trabaja con dos ideas muy importantes: en primer lugar, que el objetivo fundamental no es crear grandes campeones (aunque tampoco lo es impedir que surjan, claro), sino ayudar a los chicos y chicas a mejorar sus capacidades y a lograr un mejor nivel de autosatisfacción. En segundo lugar, que el ajedrez tiene un gran potencial para la formación transversal (matemáticas, historia, ciencias, informática, arte…).
7. Una idea esencial que se impuso de manera absoluta en el congreso es que quienes tienen que enseñar a los niños en los centros no pueden ser ajedrecistas sin conocimientos docentes, sino docentes con conocimientos de ajedrez (incluso aunque no sean demasiado elevados, pero, eso sí, formados ad hoc). Es decir, que el gran reto es ahora formar a miles de monitores. A partir de cierto momento, los monitores (que pueden ser los propios tutores de los alumnos) se dan cuenta de que también es una buena idea que los alumnos aventajados ayuden a los más rezagados a asimilar el aprendizaje.
En el congreso, del que aquí habla Leontxo García en Radio Nacional, surgieron las críticas que determinados estudios sobre el ajedrez han recibido a causa de algunas carencias de naturaleza científica. La respuesta de Leontxo García a estas objeciones es clara, en el sentido de que aunque haya fallos metodológicos en algunos estudios, que los hay, es muy significativo que ni uno solo de quienes han investigado o practicado el ajedrez en el ámbito educativo haya sacado nunca conclusiones negativas. La unanimidad en lo positivo es plena. Que algo no esté demostrado según el método científico significa que no está bien demostrado, pero no que no sea real. Personalmente, debo decir que, aunque resulte esperable, en el Congreso no pude encontrar a nadie que pusiera en duda, ni siquiera mínimamente, los grandes efectos benéficos del ajedrez (y no solo para los jóvenes, pero esa es otra historia).
Así las cosas, quién sabe si el ajedrez podría convertirse por sorpresa en el único punto de consenso educativo en esta áspera situación que estamos viviendo. Por el momento, la disposición de las autoridades del Ministerio de Educación, al igual que los responsables del PSOE y de varios partidos nacionalistas o autonómicos, es claramente favorable a su integración educativa. Ahora necesitamos que los desacuerdos en el resto de las materias no aplacen la llegada del deporte mental por excelencia a las aulas.
Porque muevan blancas o muevan negras, con el ajedrez ganarán nuestros estudiantes. Así que no sería inteligente desaprovechar esta oportunidad única de consenso.
Hay 8 Comentarios
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Publicado por: Okoro Goodluck | 04/12/2018 17:38:09
Interesantísimo comentario de "tiemposdificiles". Los profesores-y padres- deben poder decidir qué tipo de introducción se hace del ajedrez en la escuela, sabiendo que deben ser los profesores (y no los monitores) los que lo hagan. Sus criterios deben ser por tanto educativos y el ajedrez debe ser sólo un medio, una herramienta más.
Generalizar la enseñanza del ajedrez en la escuela tendrá efectos positivos si se ofrece con una didáctica adecuada, si no se impone como una "María más", si se relaciona con la Inteligencia Emocional y se orienta al beneficio de los alumnos y no del ajedrez.
El Ajedrez es un juego, una herramienta, un elemento motivador, que debe ser introducido con acierto por los profesores, sin imposiciones, paso a paso. Es fundamental que en las Escuelas de formación del profesorado se aborde de un modo serio, y se rompa cualquier vínculo entre el mundo de las federaciones de ajedrez con esta iniciativa para que sea creible.
Publicado por: Julian Pérez | 16/07/2014 18:43:27
Buen comentario de tiempos dificiles:
Soy ajedrecista , lo aprendí como los 7 años y es mi pasatiempo favorito, me llevo horas detrás del tablero, estudiando Fischer, Lasker. En mi experiencia personal, me ofrecido voluntario al desarrollo de este juego-ciencia, pero me asombra como la mayoria de la gente de nuestro país no le interesa, he ofrecido mi casa , tablero y mi tiempo, aún no llegan. Crecimos con la misma posiblidad de aprenderlo con mis hermanos. Aún así no lo juegan. No puede caer un pérdida de tiempo, dinero, y muchas cosas ...de manera que si se va a promover el ajedrez que sea un juego atractivo, divertido que despierte la curiosidad de los niños y le ayude hasta en las matematicas.
Publicado por: esteban | 26/02/2014 2:54:27
Hola,
Me gustaría saber si hay algún sitio en el que pueda encontrar los nombres de los "80 colegios que tienen el ajedrez como materia obligatoria y otros 1.000 en los que es optativa".
Muchas gracias
Publicado por: Juancho Yáñez | 21/01/2014 16:19:21
En el texto se dice que "aunque haya fallos metodológicos en algunos estudios, que los hay, es muy significativo que ni uno solo de quienes han investigado o practicado el ajedrez en el ámbito educativo haya sacado nunca conclusiones negativas. La unanimidad en lo positivo es plena. Que algo no esté demostrado según el método científico significa que no está bien demostrado, pero no que no sea real."
Me parece triste que se suspenda el pensamiento crítico cuando lo que se demuestra no está de acuerdo con lo que uno cree. Así se acaba creyendo en el horóscopo o en los unicornios rosas. Puede que sean reales y que no esté bien demostrado
Que los estudiosos (y supongo que parte interesada) no hayan sacado conclusiones negativas tampoco parece un logro: seguro que el hecho de practicar fútbol, contorsionismo o globoflexia tampoco perjudica, pero eso no hace que debamos incluir esas materias en los planes de estudio...
Publicado por: dubitativo | 17/07/2013 22:20:38
Hace muchos años que el ajedrez me reconcilió con mi mente. Decidí ayudar desde un club muy pequeño para que sus beneficios alcanzaran a todos los que quisieran en esta pequeña ciudad. Ganamos respeto y admiración entre la comunidad pero no se entendió que era un proyecto educativo y no solo deportivo. El club desapareció. El éxito deportivo acabó hundiéndonos. Tuvimos que diferenciar lo deportivo y lo educativo y no pudimos. Cuando el proyecto deportivo bajó, arrastro al educativo y se fueron los dos.
Publicado por: andrés | 12/07/2013 11:06:42
Magnífico comentario, tiemposdifíciles
Publicado por: efejota | 02/07/2013 23:00:47
Llevo muchos años escuchando esta tesis, pero no he conocido ninguna aplicación práctica de la misma. Por tanto, desconozco de donde salen los datos, sobre todo porque la experiencia me dice que suelen serlos alumnos con mejores resultados lo que optan por el ajedrez, por lo que es lógico concluir que desarrollan más capacidades, pues ya lo hacen en la misma medida que mejoran sus resultados. La pescadilla que se muerde la cola, de momento.
No tengo nada en contra del uso del ajedrez en el aula, pero hay algo en el análisis que siempre se olvida: es un juego, y así lo perciben los alumnos. Es un momento de salir de la rutina y, además, permite competir, algo que en la infancia y adolescencia es una energía muy motivadora. ¿Y es competir el resultado? No queda claro en el artículo.
Y viene a cuento de que que existen múltiples juegos que pueden vehicular la adquisición de competencias, precisamente por su característica de juego y no de materia, como se apunta en el artículo. La cuestión es cómo integrarlo en el currículo, pero, por favor, dejen de hablar de tratar como materia porque corremos el riesgo de siempre, el que hemos vivido, por ejemplo, con la tecnología: ya me veo a los alumnos estudiando el catálogo de estrategias, jugadores y grandes partidas y realizando innúmeros exámenes sobre el tema para comprobar sus conocimientos. O lo seguimos manteniendo como un juego que ayuda a la reflexión y, por tanto, con horas extraordinarias, sin convertirlo en materia, o lo convertiremos en un aburrimiento más de los cientos con que castigamos a los alumnos.
Me da igual que jueguen al fútbol, al baloncesto o cualquier otro deporte, incluido el ajedrez, pero que se mantenga como juegos en que el educador o la educadora vayan introduciendo la reflexión (acompañada de conocimientos sobre reglas, tácticas y estrategias, un poco de historia por acullá y anécdotas por otro lado) sobre lo jugado, sobre cómo perfeccionar lo que se ha hecho, como mejorar la forma de organizar y articular el pensamiento y la vida.
Ya sabemos que la mayor fuente de aprendizaje de los mamíferos es el juego, en el que el adulto, y máxime un adulto preparado pedagógicamente, debe incluir la reflexión y aportar conocimiento, pero juego al fin y al cabo, algo lúdico y disfrutable antes de que se convierta en un calvario más o en una "maría" de las que abundan por nuestro currículo, que siguen sin escapar del academicismo..
Publicado por: tiemposdificiles | 01/07/2013 10:27:08