Post número 9 de la serie El mejor profesor de mi vida, escrita por los lectores del blog como homenaje a la profesión docente.
Autor invitado: CARLOS MARTÍNEZ AGUIRRE (Azuqueca de Henares, Guadalajara)
“Griega me dieron la lengua y una humilde casa en las arenas de Homero”, escribió el gran Odiseas Elytis.
Yo también puedo decir, como el poeta, que me dieron la lengua griega, con la convicción y pasión de quien siente que se trata de un don tan alto, de un amor tan intenso, que el recibirlo basta para justificar toda una existencia.
Y eso es algo que nunca habría llegado a suceder de no haber tenido la inmensa fortuna de toparme con una mistagogo de excepción, la que fue mi queridísima profesora de griego en el Instituto San Isidro de Madrid: Mª Ángeles Martín Sánchez.
Lo primero que me viene a la memoria de Mª Ángeles fue el comentario que sus alumnos hicimos después de nuestra primera clase con ella: “¡Impone!”
Y no es que hubiera pegado un solo grito o nos hubiese amenazado en ningún momento. Todo lo contrario: era una mujer enérgica, pero afable. Su pelo cortísimo y austera indumentaria bajo la ineludible bata blanca le daban un peculiar aire de rebeldía frente a las hombreras y los peinados laqueados del resto de profesoras del centro.
No, lo que hacía que aquella profesora impusiese era algo que no se puede describir con palabras o, más bien, algo para lo que solo encuentro una única palabra, y no en nuestra lengua, sino, cómo no, en griego: ἦθος. Significa algo así como comportamiento moral, con la ventaja de que, en griego, el étimo conserva hasta nuestros días toda su imponente fuerza y pureza frente a las connotaciones retorcidas con la que los abusos han contaminado moralidad en castellano.
Pues bien, aunque tardamos mucho en darnos cuenta, aquello era exactamente lo que hacía a aquella profesora especial, su ἦθος, por encima de sus extraordinarias dotes como pedagoga, que pronto pudimos comprobar, pues se trataba de la asignatura en la que mejor lo pasábamos y más aprendíamos. Y todo ello sin que el esfuerzo superase la justa medida: “nada en demasía” (μηδὲν ἄγαν). Ya lo dijeron los griegos.
Hay tres momentos que tengo grabados en mi memoria de aquellas clases de Griego en el instituto.
El primero son las proyecciones de diapositivas de obras de arte de tema mitológico de todos los tiempos. No sólo descubríamos el arte griego y occidental, sobre todo nos maravillábamos escuchando aquellos cuentos (y hay que aclarar que en griego la palabra para mito, cuento y fábula es exactamente la misma: μύθος) protagonizados por héroes que jugaban a los dados frente a ciudades sitiadas y princesas abandonadas por sus amantes y rescatadas por dioses que montaban carros tirados por panteras.
A pesar de lo revuelto de nuestras hormonas, de los recién cumplidos 16 años, de los primeros pitillos, besos con lengua, estúpidas borracheras, de todas nuestras ganas de dejar de ser críos, durante las sesiones de diapositivas y cuentos de la mitología, nos quedábamos pasmados, hechizados como los niños que éramos: soñando con monstruos, dioses y héroes, y con el maravilloso país de las islas, los mármoles y los olivos.
El segundo recuerdo fuerte que tengo de aquellas clases de griego es el de las dedicadas a la vida en Esparta.
Por aquel entonces comenzaba a formarse en mí eso que viene a llamarse “conciencia política” y a pesar de encontrarnos ya en los inicios de la perestroika y el principio del fin del paraíso socialista, a mí me dio por hacerme marxista-leninista y pasarme al lado izquierdo de la orilla, como decía Julio Anguita, orilla en la que he seguido hasta nuestros días, con más o menos escepticismo.
Pues bien, en aquel berenjenal que eran mis incipientes nociones sobre la lucha de clases, lo de la igualdad de los espartanos me produjo un verdadero flechazo ideológico. Aún no me explico por qué ignoré olímpicamente a los pobres periecos y a los aún más desgraciados ilotas, pero el hecho es que la vida y la educación espartanas me fascinaron.
Estoy seguro de que no era esa, ni mucho menos, la intención de Mª Ángeles al describirnos la sociedad de aquella especie de ciudad-cuartel que era todo lo opuesto a lo mejor que los ideales de la civilización helena ha dado a la humanidad, pero lo cierto es que yo terminé completamente enamorado de la constitución de Licurgo y convencido de que la historia se habría ahorrado 25 siglos de sufrimiento si los lacedemonios hubiesen llegado a imponer su delirante sistema de gobierno por todo el Mediterráneo.
Recordar ahora aquello me ayuda a no desesperar cuando mis dilectos alumnos me sorprenden en clase con algún disparate ideológico: mis majaderías de entonces todavía no las ha superado ninguno. Afortunadamente, no todas las enseñanzas que extraje de la clase de griego fueron tan distorsionadas como mi peculiar admiración por Leonidas & co.
El tercer momento importante que recuerdo de mis clases con Mª Ángeles fue la lectura comentada que hicimos de la Apología de Sócrates y, en general, todas las conclusiones que obtuve sobre el intelectualismo moral y hasta qué punto estas influyeron en mí, marcándome de por vida.
La sencilla idea de que la felicidad consiste en obrar conforme a nuestra conciencia, que lo contrario es el mayor mal que puede sucedernos y que más allá de ello no hay nada que debamos temer, se me presentó como una verdadera revelación del sentido de la existencia precisamente en ese momento crucial de la adolescencia en el que un día nos vamos a comer el mundo y al siguiente parece que todo se desmorona.
Descubrí que Sócrates era el auténtico héroe de la historia de Grecia. Un héroe feo y viejo como un Sileno, pero al que los jóvenes atenienses, con razón, amaron hasta los tuétanos.
No sé si de haber oído hablar por primera vez del verdadero y profundo sentido del idealismo griego a otro profesor me hubiera causado el mismo impacto. Lo que quiero decir es que si, en mi caso, la impresión que dejaron las ideas de Sócrates, Platón, Aristóteles y la Estoa fue tan profunda se debió en gran medida a que la persona que me las transmitió era también una mujer de una calidad moral tan extraordinaria y a la que todos respetábamos y queríamos tanto que, en sus labios, esas palabras no eran tan sólo apuntes aburridos sobre filósofos muertos, sino un ejemplo vivo de lo que cada uno de nosotros podía llegar a ser si era capaz de encontrar en sí mismo la constancia, la valentía, la fortaleza, la bondad y todos los atributos buenos y bellos con que la divinidad ha dotado a nuestra especie.
En todo ello nos enseñaba a creer Mª Ángeles. Y ahora sé que eso es lo más importante que puedo enseñar a mis alumnos. Ella también se convirtió para nosotros en un héroe, la clase de héroe a la que he intentado parecerme toda mi vida.
Nota sobre la serie El mejor profesor de mi vida
La idea de pedir la participación de los lectores para publicar esta serie surgió a finales de abril, cuando estaba retocando precisamente el post El mejor profesor de mi vida. La primera selección de testimonios de los lectores de este blog es muy emocionante. Comenzó a publicarse el pasado 4 de julio (con El milagro de Miss Phillips con la Historia) y continuará publicándose hasta primeros de septiembre.
Sería estupendo que siguieran llegando textos y fuéramos capaces de establecer un día fijo para publicar esos testimonios más adelante. Por eso animo a todos los lectores, y también a los jóvenes que aún están a diario en el aula, a enviarme sus textos.
Las normas son muy simples:
- Identificar al autor y al profesor con nombres y apellidos.
- Extensión: 500-1.000 palabras.
- Ubicación: ciudad actual del autor y ciudad en la que se produjo el encuentro con el profesor.
Espero nuevos testimonios. Creo que el reconocimiento a los grandes profesores es nuestra deuda moral como estudiantes y nos ennoblece como sociedad. Que falta nos hace.
Hay 3 Comentarios
GRACIAS A GREAT DR BAZ PARA SOLUCIONAR MIS PROBLEMAS SU CORREO ELECTRÓNICO ES ([email protected])
Mi nombre es Miss Fátima, yo estaba casada con mi marido durante 5 años que vivíamos felices juntos por estos años y no hasta que viajó a Australia para un viaje de negocios donde conoció a esta chica y desde entonces me odia a mí y los niños y el amor Ella solo Así que cuando mi marido regresó del viaje nos dijo que no quiere ver a mí ya mis hijos de nuevo, así que nos llevó fuera de la casa y ahora estaba a Australia para ver que otra mujer. Así que yo y mis hijos estaban ahora tan frustrados y yo estaba simplemente quedarse con mi madre y yo no estaba tratando bien porque mi madre se casó con otro hombre después de mi padre la muerte por lo que el hombre con el que se casó no estaba tratando bien, i Y mis hijos estaban tan confundidos y yo estaba buscando una manera de conseguir que mi marido regresara a casa porque lo amo y lo aprecio tanto, así que un día mientras estaba navegando en mi computadora vi un testimonio acerca de este conjurador DR BAZ, testimonios Compartido en el Internet por una señora y me impresiona tanto que también pienso en darle una oportunidad. Al principio tuve miedo, pero cuando pienso en lo que yo y mis hijos están pasando por lo que se puso en contacto con él y me dijo que para mantener la calma por sólo 24 horas que mi marido volverá a mí y para mi mejor sorpresa he recibido una llamada De mi marido en el segundo día preguntando después de los niños y yo llamamos DR BAZ y dijo que tus problemas se resuelven mi hijo. Así que esto era cómo consigo a mi familia detrás después de una tensión larga del freno para arriba por una señora malvada así que con toda esta ayuda de DR BAZ, quiero que todos ustedes en este foro se unan a mí para decir un enorme agradecimiento a DR Sunny y voy a También consejo para cualquiera en tales o problemas similares o cualquier tipo de problemas también debe ponerse en contacto con él su correo electrónico es) ([email protected]él) es la solución a todos sus problemas y predicaments en la vida. Una vez más su dirección de correo electrónico es ([email protected]
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(15) Detener su matrimonio o relación de romperse.
(16) si usted tiene alguna enfermedad como (H I V), (CÁNCER) o cualquier enfermedad.
(17) si necesita oraciones para la liberación de su hijo o de usted mismo.
Una vez más asegúrese de ponerse en contacto con él si tiene algún problema que le ayudará. Su dirección de correo electrónico es ([email protected]) en contacto con él inmediatamente ...
Publicado por: Rivera | 20/06/2017 0:50:15
Recomiendo el libro del profesor Martínez Aguirre "La extraña odisea. Confesiones de un filólogo clásico."
www.extrañaodisea.es
Publicado por: María Teresa | 11/08/2013 21:12:19
Si le pones a tus clases la mitad de pasión que le has puesto a este post, puedes estar seguro de que tus alumnos, o al menos una parte de ellos, estarán disfrutando de las clases de Mª Ángeles!
Por otro lado, esto me reafirma en mi creencia de que los niños tiene que aprender latín y griego (a ser posible así, tal y como lo hacía tu profesora...seguro que era de las antiguas catedráticas de instituto).
Mi conocimiento de las lenguas clásicas no va más allá que el latín de 2º, pero mi hermana pequeña siguió la senda de las letras puras y me daba envidia las cosas que me contaba de sus clases y las cosas que yo leía en sus libros.
Aún así, sentí que lo que griegos y latinos escribieron es todo lo que uno necesita saber para enfrentarse al mundo. Lo que se hizo después, no dejan de ser variaciones sobre el mismo tema.
Publicado por: Paz | 07/08/2013 14:16:11