Ayuda al Estudiante

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El ecosistema educativo tiene un triángulo esencial: estudiantes, padres y profesores. Lo demás es contexto. Si este se sitúa en el centro de gravedad, algo va mal. Los análisis sobre educación tienen un peligro casi invisible: la paralización fascinada por lo mal que estamos. Descalificar sin analizar es injusto y analizar sin proponer alternativas, estéril. Así que el propósito de este blog es claro: ayudar a estudiantes, padres y profesores a encontrar alternativas de mejora.

Habrá valido la pena si algún alumno me recuerda como yo a él

Por: | 15 de agosto de 2013

Post número 13 de la serie El mejor profesor de mi vida, escrita por los lectores del blog como homenaje a la profesión docente.


Autora invitada: ANA MARÍA RUANO (L'Hospitalet de Llobregat)

 

El  mejor profesor de mi vida se llamaba José Manuel, pero no consigo recordar su apellido. Lo recordé durante mucho tiempo y ahora, como tantas otras cosas, se ha borrado de mi memoria.

Lo tuve en los últimos cursos de la EGB, en el colegio Pau Esteve de L'Hospitalet de Llobregat, a mediados de los años 70.

Llevaba con una serenidad envidiable una clase de 63 chicos y chicas de 13 y 14 años, que escuchábamos embobados sus explicaciones. Nos hacía esquemas en la pizarra: con sus llaves, sus enlaces... Tardé mucho en saber que teníamos que llamarlos mapas conceptuales, pero me fueron útiles para toda la vida.

Algunos de los alumnos, yo entre ellos, preferíamos quedarnos a la hora del recreo hablando con él antes que bajar al patio.

Pero no, no estaba enamorada. Estaba encandilada por cómo hablaba, cómo nos llevaba de un asunto a otro, cómo me hacía creer que enseñar era el mejor trabajo del mundo.

Yo decidí que sería como él. Y ahora me dedico a lo mismo.

Ojalá algún día un alumno me recuerde de esta misma manera.

Entonces, todo habrá valido la pena.

 

Nota sobre la serie El mejor profesor de mi vida

La idea de pedir la participación de los lectores para publicar esta serie surgió a finales de abril, cuando estaba retocando precisamente el post El mejor profesor de mi vida. La primera selección de testimonios de los lectores de este blog es muy emocionante. Comenzó a publicarse el pasado 4 de julio (con El milagro de Miss Phillips con la Historia) y continuará publicándose hasta primeros de septiembre.

Sería estupendo que siguieran llegando textos y fuéramos capaces de establecer un día fijo para publicar esos testimonios más adelante. Por eso animo a todos los lectores, y también a los jóvenes que aún están a diario en el aula, a enviarme sus textos.

Las normas son muy simples:

- Identificar al autor y al profesor con nombres y apellidos.

- Extensión: 500-1.000 palabras.

- Ubicación: ciudad actual del autor y ciudad en la que se produjo el encuentro con el profesor.

Espero nuevos testimonios. Creo que el reconocimiento a los grandes profesores es nuestra deuda moral como estudiantes y nos ennoblece como sociedad. Que falta nos hace.


 

Hay 6 Comentarios

yo tambien termine en el 80, soy maite fernandez aunque todos me llamaban teresa, recuerdo al profesor angel blanco que nos imnotizaba las clases fumando como un carretero, pero era muy majo, cecilia era más seria y sobre todo recuerdo las clases de catlan de "estranquis" ya que estaba aun prohibido de la profesora paquita lladó

Yo termine la Egb en el Pau Esteve en 1980...no recuerdo ningun Jose Manuel pero si Victor..el.director..Cecilia Saura mi.maestra durante años y Angel Blanco...tambien tuve otro profe con.nombre compuesto pero no recuerdo como se llamaba...😞

El mejor profesor de cada una de las etapas de nuestra vida fueron muchos y muchas.
Empezando por nuestra madre. que paciente nos hacía merendar y luego aplicarnos en las tareas, las cuales mientras pudo repasaba.
El maestro del pueblo, enjuto, clásico, fumador, respetable y respetuoso D. Enrique Ayllón.
Sentó las bases en muchos de nosotros con aquella enciclopedia Álvarez tercer grado.
Un compendio de todo el saber básico bien articulado.
Aprendida de memoria y recitada.
La cultura entendida como un dogma en aquella época, como un honor y como un mérito a disposición de alguna gente solo.
En las clases enormes pero disciplinadas.
Destacar dos nombres que se quedaron en la memoria, D. Fernando y D. Faustino.
Cuando llevábamos un babi o guarda polvo blanco, bebiendo agua en aquellas cabezas de león de porcelana pegadas en la pared.
Los jueves por la tarde no se daban clases, pero acudíamos al centro y se cambiaban los tebeos, aquellos del Jabato, el Capitán Trueno, y Hazañas Bélicas.
Después vinieron otros y otras, todos ellos personas de categoría.
Destacaría una Sra. catedrática de literatura.
Dña. María Luisa Revuelta, que nos enseñó además de la asignatura, a entender lo leído y a escribir el pensamiento con soltura.
A todos ellos y a todas ellas, mi agradecimiento por su entrega y dedicación hacia personas jóvenes que apenas entendíamos el horizonte que se nos abría por delante de nuestras vidas.
Un ejemplo a seguir en cuanto al fundamento y en cuanto al concepto de la aplicación de la enseñanza en general al por mayor para la gente corriente.
Los mismos que después seríamos parte de la sociedad, colaborado desde nuestro trabajo y convivencia.

Gracias una vez más, por dignificar esta profesión tan maltratada.

Pues Lio, poco cerebro tienes entonces ...pobre

Pues yo la verdad que a profesores recuerdo a muy pocos, sin embargo tengo compañeras de clase que nunca olvidaré: http://xurl.es/nu51w

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Sobre el autor

Carlos Arroyo

ha navegado profesionalmente entre las cuatro paredes de un aula, la redacción de EL PAÍS y la dirección del Instituto Universitario de Posgrado. Esa travesía le ha convencido de que educar bien a los hijos es saldar buena parte de la deuda con la vida. Es autor de Libro de Estilo Universitario y diversos libros de ayuda al estudiante.

Web: www.ayudaalestudiante.com
Correo: [email protected]

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