Autor invitado: CARLOS MARTÍNEZ AGUIRRE, poeta, profesor de Latín y Griego de Secundaria, y autor de La extraña odisea. Confesiones de un filólogo clásico, de reciente publicación.
El mismísimo Baco en su carro de panteras parecía haber llegado a Almuñécar. O quizá un nuevo Hércules libertario dispuesto a romper las pesadas cadenas gramaticalistas que desde hace un siglo soportan los estudios latinos. Ocurrió a principios de abril del año 2005. El latinista danés Hans H. Ørberg pronunciaba una conferencia en la localidad granadina invitado por la Asociación Culturaclásica.com. Una entusiasta audiencia de profesores de Secundaria recibió y arropó al octogenario erudito con un cariño y admiración como pocas veces he visto en nuestra especialidad. Muy pocos profesores de Universidad aparecieron por el acto. Tan solo algún insigne heterodoxo como Ramón Irigoyen saludó la llegada del humilde sabio danés.
Y, sin embargo, la obra de Hans H. Ørberg ha supuesto en los últimos años una verdadera revolución en la enseñanza del latín en nuestro país. Estoy convencido de que merece la pena que los lectores que llevan años sin ningún contacto con el latín y el griego sigan leyendo este artículo, porque el de Ørberg es un caso muy interesante de éxito educativo en un ámbito, el de las lenguas clásicas, de gran complejidad y problemas estructurales. Su obra maestra de la didáctica, Lingua Latina per se illustrata, es a día de hoy empleada por más de 500 centros de Secundaria de España. Es el manual de latín más vendido en Italia desde hace una década y la referencia absoluta en la enseñanza autodidacta del latín en todo el mundo.
¿Pero qué hace tan especial el método Ørberg? Muy sencillo: recupera la tradición humanista de la enseñanza del latín a partir de la propia lengua. Es decir, con su método ya no se aprende el latín como si se tratase de un complejo ejercicio de lógica, sino mediante el uso de la lengua (como se hace en las lenguas vivas), empezando con diálogos y textos muy sencillos, y avanzando poco a poco, de forma que los alumnos aprenden a hablar y escribir en latín fácil en vez de enfrentarse a golpe de diccionario y reglas gramaticales a complejos textos literarios que tuvieran que descifrar como si se tratase de resolver un sudoku o un código secreto.
El método Ørberg supone para los profesores que se aventuran con él un auténtico reto; ante todo, por la dificultad del cambio de metodología. Aunque pueda resultar extraordinariamente llamativo para los profanos, los profesores de Clásicas generalmente no saben hablar latín. Comenzar a enseñar la lengua como si se tratase de eso (una lengua, y no un mero conjunto de reglas de morfología y sintaxis) exige un enorme esfuerzo de preparación, estudio y reciclaje por parte del profesorado.
Pero los resultados obtenidos merecen la pena: los alumnos que completan con éxito el primer volumen del método (algo perfectamente posible en dos cursos de Bachillerato bien aprovechados) adquieren tal soltura en la lectura de textos latinos que incluso son capaces de leer a autores como César de corrido y sin diccionario. He tenido alumnos que resolvían la traducción del examen de selectividad de un vistazo y en menos de cinco minutos. Esto, con la metodología de gramática y traducción es algo de lo que no son capaces ni nuestros licenciados universitarios.
Eso respecto a la enseñanza del latín. ¿Pero qué pasa con el griego? Muchos profesores de Secundaria partidarios de la renovación metodológica nos hemos propuesto buscar nuevas vías para revitalizar la enseñanza de una de las asignaturas más necesarias y, sin embargo, amenazadas del actual sistema educativo.
Por desgracia no existe ningún manual similar a Lingua Latina per se Illustrata para enseñar griego clásico. Lo más parecido es el método Athenaze en su versión italiana, una adaptación del Curso de griego de Oxford, pero ni su metodología ni sus resultados se pueden comparar a los del método Ørberg.
En mi opinión, la revolución que tiene que llegar a la enseñanza del griego en España debería plantearse en términos distintos a la que se está viviendo con el latín.
Decía que el método Ørberg supone una vuelta a la tradición humanista y renacentista de la enseñanza del latín. Pues eso mismo debería hacerse con el griego. ¿Y cómo aprendían griego los humanistas? Pues igual que el latín, es decir, como una lengua viva. Con la diferencia de que el griego realmente era (y es) una lengua viva. Es decir: los humanistas aprendían el griego de sus contemporáneos griegos venidos de Constantinopla.
Existe el equivocado prejuicio de que el griego moderno y el antiguo son lenguas distintas (algo así como el latín y el castellano). Esto no es verdad. Es cierto que existen importantes diferencias en la sintaxis, y algo menores en la morfología (no tantas en la forma más culta del griego moderno), pero lo fundamental es que el 60% del léxico griego actual es exactamente igual que el del griego clásico (más otro 20% de neologismos de raíz clásica, palabras del tipo teléfono...).
De esta forma, un alumno que domine el griego actual (incluyendo su forma culta, llamada Katharévusa) no tendrá casi ningún problema a la hora de leer textos clásicos en el original. Esa era la forma que tenían los humanistas de aprender griego, a través del moderno: empezando por la conversación sencilla en la lengua cotidiana, siguiendo por el aprendizaje de la lengua culta contemporánea y los textos evangélicos, y terminando con la lectura de los grandes clásicos de la antigüedad.
¿Por qué no emplear este sencillo método también en nuestros centros de Secundaria? No sólo daría una nueva utilidad y atractivo a nuestra materia, sino que recuperaría uno de los principales valores del estudio del griego. Un valor extraordinario que, inexplicablemente, la mayoría de los helenistas ignoran: el griego es la única lengua europea con más de 3.000 años de continuidad, y unidad histórica y literaria.
No se trata de convertir la clase de Griego del Bachillerato en un curso de griego moderno conversacional que sólo sirva para comprar un billete de autobús en Atenas, sino de mantener la enseñanza de la cultura y la civilización griega, pero accediendo a su lengua a través de la forma moderna, mucho más próxima y atractiva para nuestros alumnos de Secundaria. La experiencia me demuestra que incluso aquellos alumnos que van a estudiar Filología Clásica tienen una ventaja enorme si al comenzar la carrera cuentan con una buena base de griego moderno.
Ofertar el griego de esta manera, además, permitiría que fuese accesible también a los alumnos del Bachillerato científico (quienes, inexplicablemente, hoy no pueden cursar lengua griega a pesar de la evidente utilidad que supone el conocimiento de léxico griego para cualquier episteme) y permitiría añadir un atractivo innegable a nuestra materia para aquellos alumnos interesados en carreras de turismo, comercio, diplomacia, etc.
Estoy seguro de que en pocos años, igual que sucede ya en Francia y otros países de nuestro entorno, nuestros centros de Secundaria comenzarán a ampliar la oferta de segundas lenguas de forma considerable (alemán, chino, árabe, italiano...). Si para entonces los profesores de griego no hemos comenzado a tomar posición, habremos desperdiciado la última oportunidad de mantener la presencia de nuestra querida lengua en los institutos. En beneficio no ya de nosotros mismos, sino de nuestros estudiantes.
Nota sobre el autor
Carlos Martínez Aguirre es desde hace más de 10 años profesor de Griego y Latín en Enseñanza Secundaria. Además de su actividad docente, sus poemas han sido recogidos en antologías de poesía reciente y premiados en distintos certámenes.
Ha sido profesor de español en el Instituto Cervantes de Atenas y becario de investigación en el Instituto de Estudios Bizantinos de la misma ciudad. Durante dos cursos residió en París y Bretaña, donde trabajó como auxiliar de conversación de español.
Me envió un mensaje en el que se ofrecía a mandarme un libro que acababa de publicar: La extraña odisea. Confesiones de un filólogo clásico, Yo no lo conocía, pero me picó mucho la curiosidad que alguien se animara a publicar un libro tan fuera de la ola del momento. Me comprometí a leerlo y a decirle lo que me parecía. “Le felicito por haberlo publicado (ya escribirlo es muy meritorio, pero publicarlo en estos tiempos es casi imposible)”, le dije por mail. Me llegó un viernes y ese sábado por la mañana me dispuse a hojearlo, aunque en mi fuero interno solo me había comprometido a leerlo en los siguientes meses.
¿Hojearlo? No pude parar hasta el final. Me pareció una delicia. De gran interés y con un sentido del humor impresionante. En él vuelca con finura e ironía su profundo amor a la verdad y sus experiencias como alumno y profesor de lenguas clásicas. Además, refleja con lucidez la profesión docente, con sus luces y sus sombras. Así que le pedí que escribiera este post.
Os recomiendo de verdad que leáis el libro. Lo disfrutaréis, os reiréis y sentiréis la emoción del docente que se esfuerza en encontrar el mejor camino hacia el éxito de sus estudiantes.
Por cierto, en él habla de la mejor profesora de su vida, Mª Ángeles Martín Sánchez, por lo que le pedí que escribiera un post sobre ella para la serie El mejor profesor de mi vida. Aquí podéis leer su post del pasado verano, titulado Era el ejemplo vivo de las virtudes a las que debíamos aspirar.
Hay 13 Comentarios
Es un tema complejo que ciertamente requiere de cierta reflexión. Creo que una de las razones por las que es interesante aprender latín y griego es porque son la base de otras materias más "relevantes", como las ciencias o el estudio de lenguas.
Publicado por: academia latin | 18/04/2022 15:23:27
A mí me enseñaron inglés y no latín o griego. Quizás sería un buen tema para debatir: estudiar una lengua importante en el mundo globalizado (inglés) o estudiar las raíces de nuestro propio idioma. Sería mejor no tener que elegir.
Publicado por: Matesfacil | 20/08/2018 12:23:57
No están las cosas para quejarse. Yo me creía el último de una minoría sacerdotal, última promoción de griego en mi colegio. Ya entonces el examen de selectividad de latín estaba escasamente poblado; el de griego, desierto. Y hace cosa de una semana me encuentro rodeado en el autobús de estudiantes haciendo a última hora y con prisas la tarea de griego. Casi se me saltan las lagrimas. Que haya una voluntad de enseñar lenguas clásicas ya es un rayo de esperanza aunque los métodos de enseñanza no les permitan pasar del quosque tandem abutere...
“Nuestra nación está bautizada, pero todavía carece de maestros. No entendemos ni el griego ni el latín. [...] No entendemos los caracteres escritos ni su significado; enviadnos maestros que nos enseñen las palabras de las Escrituras y su sentido.” Ratislav I, príncipe de Moravia, 862
Publicado por: Macavity | 18/11/2016 0:27:26
Συμφωνώ απολύτως με αυτό το άρθρο.
Estoy totalmente de acuerdo con este artículo. Da gusto leer un texto que hubieras querido escribir tú mismo. Lo he compartido en mi página Facebook... y ya algunos han abierto fuego.
Si bien es verdad que el aprendizaje del latín puede pasar por la asimilación sistemática de la gramática, lógica y al fin y al cabo sencilla, no ocurre otro tanto con el griego clásico. Repito aquí, ya que, a juzgar por algunas intervenciones, no ha quedado claro del todo: la dimotikí actual y el griego de Platón son la misma lengua, una lengua cuyo sistema fonológico ha evolucionado, por supuesto, pero son la misma lengua. Una lengua ante todo intuitiva, que debes sentir en tus carnes, en tu mente, en tu sensibilidad, para dominarla por completo. Y existe tan sólo un método para ello: el contacto DIRECTO con la lengua, con los textos (tanto de Platón como de Karagátsis). No puedes pretender tragarte previamente una gramática tan compleja y saberla al dedillo, aprenderte los centenares de reglas, sus excepciones, las excepciones de las excepciones, etc, a no ser que te vaya el sado-masoquismo. O por lo menos, hay que saber dónde están las prioridades. Es como aprenderse las reglas de Química sin haber asegurado las bases. Misma pérdida de tiempo e inuntilidad. Más que nada, el griego necesita una INMERSIÓN. Inmersión en los textos, en la vida cotidiana, práctica diaria, y escuchar, escuchar, escuchar.
Lo he comprobado yo. El haberme metido de lleno en la lengua moderna, el haber conseguido domar esa lengua, el ser capaz ahora de leer la literatura, de expresarme perfectamente tanto oralmente como por escrito, ha hecho que me sea más fácil ahora la comprensión de la lengua clásica. Hasta prescindo del diccionario, cosa que hubiera sido impensable cuando pasé la Licenciatura.
Dejadme contar una anécdota. Empecé aprendiendo griego clásico y latín y como todos, empecé con la pronunciación erasmiana. Dejé los estudios durante años para dedicarme a otra cosa, y cuando los retomé, en el intervalo había empezado griego moderno, con lo cual me había vuelto INCAPAZ de leer un texto antiguo con la pronunciación erasmiana.
Cuando pasé la prueba oral y me tocó traducir un texto, leí el texto, pero con la pronunciación moderna. El examinador, bastante tonto, me sermoneó: "Usted se ve que no nació en Grecia, tiene que esforzarse por pronunciar como se exige en nuestras universidades, no puedo aceptar esto. Su traducción era correcta, pero le censuro por no querer adpatarse a los cánones, etc, etc. Y me bajó la nota.
Desde entonces, soy radical.
Y tres cuartos de lo mismo con el latín: aprender el latín sin respetar la acentuación y la prosodia es total y pe
Publicado por: Olivier Chauzu Fottorino | 17/05/2016 11:31:22
Karina, conozco bien la versión original de "A Greek boy at home" de Rouse, un texto muy interesante, pero con una progresión de nivel demasiado rápida. Me gusta mucho más la adaptación realizada por el profesor Mario Díaz "Aléxandros, to hellenikon paidion"que recomiendo vivamente: http://www.culturaclasica.com/lingualatina/linguagraeca.htm
Publicado por: Carlos M. Aguirre | 07/05/2016 0:12:02
Le has echado un vistazo al manual "Un niño griego en casa? En mi opinión, es bastante parecido a los cuadernillos del método Orberg
Publicado por: KARINA MESTRE | 17/11/2015 18:47:47
Por cierto, no se dice "dimotikón" , en todo caso sería demotiké (δημοτικὴ διάλεκτος)) o dimotikí (si usamos la pronunciación histórica).
Κατά τα άλλα εάν θέλετε μπορούμε να συνεχίσουμε την κουβέντα στα Ελληνικά (αρχαία ή νέα, όπως επιθυμητέ), αλλά εάν δεν μιλάτε την Ελληνική γλώσσα, καλύτερα να το αφήσουμε εδώ, δεν νομίζετε;
Publicado por: Carlos | 06/12/2013 23:07:37
Amigo Demetrio,
Por el carácter divulgativo del texto, algunas de las ideas que aquí expongo no están suficientemente matizadas: cuando digo que el griego actual y el clásico (entendiendo por éste el dialecto ático de los siglos IV y V a.C y su continuación como lengua literaria en la época helenística y bizantina) son la misma lengua, no me refiero a que un griego actual pueda comprender directamente a Platón o Plutarco -salvo aquellos que dominan la katharévusa-. Tampoco un español actual puede leer el Mio Cid, no nos engañemos, y eso no significa que en ambos casos no sea español; simplemente son dos épocas distintas de la misma lengua. En cualquier caso, si el griego actual y el clásico son dos formas distintas de una misma lengua (lo cual dicen la mayoría de los filólogos que se ocupan de la historia de la lengua griega, empezando por Adrados) o el moderno es "una lengua hija" del clásico, es más bien una cuestión semántica. De lo que trata el artículo es de otra cuestión: del valor "per se" del estudio del griego moderno como la mejor forma de despertar en nuestros alumnos de Secundaria el interés y el amor por la lengua y la cultura griega, καὶ ὁ ἔχων ὦτα ἀκούειν ἀκουέτω.
Publicado por: Carlos | 06/12/2013 22:53:28
- Oiga Carlitos, permitirme explicarle algo... El griego común de hoy es decir el Dimotikón o Demótico o como queramos llamarlo no es el mismo idioma que el Griego antiguo sabes?. Y esto por la sencilla razón de que el Griego actual, el de ahora, el del pueblo pues, es el mismo que se hablaba hace 2.000 años camarada en la calles de la Grecia Clásica, ¿ me vais entendiendo? Lo cual nos deja en la paradoja ...¿ Que carrizo hablaban los antiguos griegos? Pues hablaban en Demótico (por aquello de que las personas los entendieran ) pero eso sí, escribían en idioma Fino, es decir ese Griego que lo hablaban muy pocos y lo entendían muchos menos. Asi que no, NO, el griego de hoy y ayer nanay pero nanay que ver con ese Griego que usted se refiere. Que si esto que si aquello que si son muy parecidos y tal, como no, sí lo son pero el Griego de hoy es un idioma muy equilibrado -como pocos - así como lo ha sido durante dos mil años y lo único que se puede afirmar es que es el hijo de aquel y en eso si tendrá razón, pero de que sean lo mismo permitirme dudarlo..
Publicado por: Demetrios Kalabokis | 23/11/2013 2:01:22
Gracias, Mario. Nunca supuse que la fonética -ignoro si la grafía, supongo que sí- de semejante porcentaje del léxico griego es compartido por el clásico y el moderno. Me queda la duda, que de alguna manera resolveré, de si también conserva la flexión verbal, y no solo, o qué pasó con su sintaxis. Insisto, gracias.
Publicado por: Hanna | 10/10/2013 21:12:07
Como hablante de griego moderno con un nivel de C1 y buen conocedor del griego clásico -licenciado en Clásicas- respondo a la pregunta 1 de Cristina:
La diferencia entre el griego actual y el clásico es más o menos la misma que entre el español actual y el del Mio Cid ¿son la misma lengua? Sí, pero eso no quiere decir que un español actual pueda leer el Mio Cid así como así.
La frontera entre dos lenguas, sin embargo es muchas veces política, (como bien sabemos en España, por otra parte): un árabe de Marruecos y uno de Egipto no se entienden entre sí y, sin embargo, nadie habla e lengua marroquí o lengua egipcia, sino de variedades del árabe. Podría decirse lo inverso de las lenguas peninsulares romances, que son una misma lengua con distintas variedades. Es la voluntad política lo que determina que una variedad tome envergadura de lengua.
En el caso del latín y el castellano la comparación con el griego moderno y el antiguo no ha lugar. En griego moderno, como dice el autor, el 60% (yo diría que más) de las palabras son EXACTAMENTE iguales que en griego clásico, algo que, obviamente no sucede en español, donde son muy pocas las palabras que no han sufrido alguna evolución, y por mucho que lupus se pareza a lobo, para un hablante que no sepa algo de fonética histórica, es imposible identificarla, mientras que en griego se dice lykos, tanto en antiguo como en moderno, y así con miles de palabras.
Espero haber aclarado la duda.
Por cierto, enhorabuena por el artículo. 100% de acuerdo con el autor.
Publicado por: Mario | 10/10/2013 17:33:31
¡Ay, de los obsesos españolistas, incluso en un foro -o precisamente-, de estas características! En fin... Dos cositas:
Una). Aunque diría que estoy iniciada en ambas lenguas clásicas, latín y griego, no dejo de darle vueltas a este párrafo, sin llegar a comprenderlo de verdad, en todo su significado: "Existe el equivocado prejuicio de que el griego moderno y el antiguo son lenguas distintas (algo así como el latín y el castellano). Esto no es verdad. Es cierto que existen importantes diferencias en la sintaxis, y algo menores en la morfología (no tantas en la forma más culta del griego moderno), pero lo fundamental es que el 60% del léxico griego actual es exactamente igual que el del griego clásico (más otro 20% de neologismos de raíz clásica, palabras del tipo teléfono...)'. El castellano es, por su origen, un dialecto del latín (vulgar), como el resto de las lenguas románicas, por lo que, más de un 70% de su léxico 'es latín', aunque parte de ese 70%, sobre un 10% quizá, incorporado en su versión catalana, gallego-port, navarro-aragonesa, francesa o italiana; pero también lo es, latín. Obviamente, la fonética (y la grafía) cambió sensiblemente, pero con todo, cuando se examina la lengua, sus vocablos, en posesión de algunos conocimientos previos, 'uno ve', debajo del castellano el latín que fue, qué decir cuando los cultismos, aunque estos no puedan considerarse tan significativos como los términos patrimoniales en la cuestión que estoy tocando, 'van aparte'. La sintaxis es muy otro cantar, hemos perdido la flexión latina, desarrollado las preposiciones a cambio y ganado/ perdido en ordenación de elementos oracionales. Por todo esto, y aun con conocimientos básicos del griego clásico, soy incapaz de comprender en condiciones, la diferencia que, en comparación con la relación castellano/latín (y no solo, lengua románica en general), tiene el griego actual respecto al clásico, incluso al ordinario del que se hicieran servir los ciudadanos en la Grecia antigua. Quizá entre en el foro un experto que pueda arrojar alguna luz al respecto.
Dos). La anécdota simpática que querría dejar es que tengo un nieto de ocho años que aprende, y que va sabiendo, en Berlín -pero estas materias de la mano de su padre-, tanto latín como griego, con similar, si no el mismo, lo ignoro, método del profesor Hans H. Ørberg. Ahora le sigue el juego su hermanita de cuatro años, se celaba... Gracias.
Publicado por: Hanna | 10/10/2013 15:18:21
Creo que alguien debería preocuparse de por qué en Cataluña el castellano es sólo una asignatura y se prohíbe hasta poner carteles en castellano en los colegios: http://xurl.es/cui1v
Publicado por: Cristina | 10/10/2013 10:08:58