Ayuda al Estudiante

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El ecosistema educativo tiene un triángulo esencial: estudiantes, padres y profesores. Lo demás es contexto. Si este se sitúa en el centro de gravedad, algo va mal. Los análisis sobre educación tienen un peligro casi invisible: la paralización fascinada por lo mal que estamos. Descalificar sin analizar es injusto y analizar sin proponer alternativas, estéril. Así que el propósito de este blog es claro: ayudar a estudiantes, padres y profesores a encontrar alternativas de mejora.

Las mujeres hacen historia, pero desaparecen de la Historia

Por: | 24 de octubre de 2013

Autor invitado: MIGUEL MOYA GUIRADO, profesor de Geografía e Historia en el IES de Alhamilla de Almería y editor de Biografía de Mujeres Andaluzas. 

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La Revolución Francesa proclamó en 1789 “los derechos del hombre”. ¿Los derechos de todos los humanos de Francia? No. Las francesas no pudieron votar hasta 156 años después.

Si decimos que los campesinos eran la mayor parte de los trabajadores desde el Neolítico hasta la revolución industrial nos vienen a la imaginación miriadas de varones adultos trabajando la tierra. Imagen falsa: el trabajo en el agro era de toda la familia campesina desde la niñez. Y las mujeres asumían una parte principal en las labores más diversas.

Si no queremos que la mitad de la humanidad permanezca desaparecida de nuestras clases de Historia, tenemos que cambiar lo que enseñamos. Hacer visibles a las mujeres es mostrar una historia más rica y verosímil. No se trata de hacer una “historia de las mujeres” (cosa por otra parte muy necesaria), sino que la historia que vemos en las aulas refleje de verdad a quienes han intervenido en ella.

En esa línea hemos trabajado en el instituto Alhamilla, de Almería en tratar de hacerlas visibles. Y lo hemos hecho de este modo:

“Sus labores”, el trabajo invisible

Es importante que aparezcan en toda su complejidad, variedad e imprescindibilidad las actividades que se han considerado como “femeninas” y mayoritariamente desvalorizadas.

Refiriéndose a la prehistoria, María Encarna Sanahuja nos señala una serie que también podemos tomar como referencia también sobre otras épocas históricas: “La reproducción de nuevos cuerpos de hombres y mujeres, el cuidado y la socialización de niños y niñas, las atenciones a enfermos/as y ancianos/as, el mantenimiento del ajuar doméstico, el procesado de los alimentos, la consecución de madera o agua, la confección de prendas de vestir, la producción cerámica de tipo doméstico, la construcción de las viviendas, en una palabra, todo lo relacionado con el mantenimiento de la vida y de los objetos y, por lo tanto, básico para la reproducción social de cualquier grupo”.

Protagonistas discriminadas

Debemos recuperar a las mujeres que, por la razón que sea, han sido protagonistas en la historia. “Buenas” y “malas”, hayan representado un papel profeminista o tradicional, sean famosas partiendo de cero o gracias a sus relaciones familiares (circunstancia esta que se suele señalar para las mujeres, pero que se olvida con frecuencia para los varones, a pesar de que, por ejemplo, la mayoría de los reyes han logrado su puesto en la historia por ser “familiar de..”).

Mujeres que simbolizan una coyuntura histórica

Si tenemos que ejemplificar la represión en el primer tercio del XIX, podemos escoger perfectamente al personaje de Mariana Pineda. En el movimiento por la igualdad de derechos de la población afroamericana en los USA a Rosa Parks, etc.

La historia y lo privado

Cuando se estudia la vida de cualquier mujer, volvemos al ejemplo de Mariana Pineda, enseguida surgen ancestros (en este caso biológicos y adoptivos), marido, pretendientes, y descendientes. Cosa que no ocurre con igual énfasis en el caso análogo masculino (¿Quien sabe algo, a bote pronto, de las vicisitudes privadas y familiares de Torrijos). Eso hace que la vida de personajes femeninos aparezca más real y, por lo tanto, más histórica.

A la inversa, si descendemos desde el escenario iluminado de la “grandeza” (algo tremendamente parcial y, por tanto, antihistórico) a la complejidad de lo cotidiano, nos encontraremos, al chocar con la realidad, con las mujeres como sujetos históricos.

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El estudio de las edades

El capitán que luchó en Waterloo, dispuesto a morir junto a Napoleón, no nació adulto. Tuvo sus edades anteriores y, si sobrevivió, posteriores. En los libros de historia raramente aparecen las edades menores y superiores, y así se liquida un amplio porcentaje de la historia humana. Pero si traemos a primer plano esas edades, también aparecerá la historia de las mujeres. Y viceversa: al tratar del género femenino aparecen, casi necesariamente, las diferentes edades.

Trabajo femenino con etiqueta masculina

Al inicio nos referimos al campesinado preindustrial. Pero no solo al trabajo campesino. Habría otros muchos ejemplos: por ejemplo, se desconoce bastante la participación de las mujeres en los trabajos masculinos de la revolución industrial. Es importante realzar el femenino para que un pretendido masculino generalizador no oculte lo que normalmente no vemos.

 La infravaloración del trabajo de las mujeres

Las mujeres del textil catalán, la sevillanas del tabaco, las secretarias inglesas, las manipuladoras de los almacenes del milagro almeriense... se miran con cierta displicencia (o directamente ausencia) en nuestros libros escolares. Empezando desde atrás: la minusvaloración en el estudio de la prehistoria de la recolección de alimentos y otras actividades que estaban más ligadas a las mujeres.

La explotación de las mujeres

Además de la explotación económica sobre el conjunto de las clases trabajadoras que ha existido en todas las sociedades de clases, debemos señalar en nuestros materiales el plus que han sufrido las mujeres. Y para descubrirlo tomamos como guía lo que muy bien nos señala Trinidad Escoriza Mateu:

“En cualquier caso, hablaremos de explotación sobre el colectivo femenino cuando:

• La mayor parte de las cargas laborales corran a cargo de las mujeres, mientras lo producido beneficia a todo el grupo.

• O bien, si los tiempos de trabajo invertidos son desiguales y extenuantes para las mujeres y beneficiosos para los hombres.

• O incluso, si se constata la presencia de mecanismos que invisibilizan y ocultan el trabajo femenino como riqueza social acumulada, puntualmente y/o a lo largo del tiempo.”

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La lucha de las mujeres por sus derechos

Desde la antigüedad se pueden incluir los debates y luchas por los derechos de las mujeres: desde textos legales (Teodora) a religiosos, pasando por los grandes (en masculino) de la filosofía a favor (Averroes) o en contra (Aristoteles).

Y no hay que olvidar “La querella de las mujeres”, con Christine de Pisan y su revival en la Ilustración. Y ya, sin parar, las iniciativas feministas y aquellas otras que, sin aparecer en primer plano, redundaban en mejorar la situación de las mujeres.

El poder de las mujeres

Ha habido mujeres con poder oficial (abadesas,emperatrices...). La historiografía menudea en estudios serios (también en plan de cotilleo) sobre mujeres muy influyentes en la trastienda. El Poder de las mujeres, en todo caso, ha sido minoritario y la exigencia hacía la mujer poderosa ha sido, en general, mayor que para su homólogo masculino.

También debemos fijar la atención en mecanismos de poder más difuso. La misoginia literaria se ha ensañado contra mujeres que tenían un poder cotidiano. Y hay muchas formas de defensa o ataque que han utilizado las mujeres, también hay campos que han sido abandonados al dominio femenino.

Deberíamos partir de la idea de que el poder en mano de mujeres, sea macro o micro, no tiene por qué significar que vaya en beneficio del género femenino en su conjunto.

Los espacios femeninos

Son lugares ambivalentes, refugios, guetos, lugares de control y sometimiento o lugares de desarrollo. La casa, la cocina, el serrallo y la casa de mancebía, los lavaderos, los monasterios, los conventos o los mercados, etc.

Las imágenes y las cuotas

En la iconografía histórica de los libros de texto hallamos una plasmación objetiva de  cómo la ideología ha conseguido que se trate como “existentes” en la historia especialmente a los poderosos y vencedores, preferentemente masculinos. Si queremos ver una historia de la humanidad (y no relatos sobre élites que se sostienen en el aire), los materiales con imágenes  para el  alumnado deben representar también a las mujeres, y especialmente a las de las clases populares en su cotidianidad. Intentamos que las figuras femeninas representen al menos el 60% en los materiales que preparemos y, aun así, estaremos lejos de compensar la visión preponderantemente masculina del discurso histórico ambiental que llega al alumnado por doquier.

Libros sobre las mujeres

Es muy importante que encargemos a los alumnos la lectura de libros y documentos que traten sobre las mujeres o que hayan sido escritos por ellas en una medida significativa.

Historia oral

Cuando encargamos a los alumnos pequeñas investigaciones de historia oral, intentamos asegurarnos que entrevisten a mujeres y que pregunten diversos aspectos que permitan conocer la vida de las mujeres.

Integrando en el perfil académico

Para trabajar en la inclusión de las mujeres en nuestra asignatura de Historia, muchas veces hay que hacerlo desde fuera del libro de texto, pero hay que buscar las formas más integradoras posibles, para que no se convierta, a ojos de los alumnos, en un añadido molesto o insustancial.  

 

 

Nota sobre el autor invitado

Miguel Moya Guirado ([email protected]) es profesor de Geografía e Historia en el IES Alhamilla de Almería. Desde 1997 edita la página web en Biografía de Mujeres Andaluzas, en la que ido recopilando referencias sobre mujeres en Andalucía a lo largo de la historia.

 

Segunda nota (sobre las mujeres en nuestros programas educativos)

Este es el segundo post en el que los autores invitados del blog abordan el sangrante tema del silenciamiento de las mujeres en los programas educativos. El primero fue este artículo, Escritoras silenciadas en clase de Literatura, de Ana López Navajas, investigadora de la Universitat de València y profesora de Lengua y Literatura en el IES Vicente Gandía. Por cierto, un post que tuvo una difusión extraordinaria.

Es un asunto que no abandonaremos, "por una simple cuestión de simetría", como dijo Luis Martín Santos en su inolvidable Tiempo de silencio (aunque refiriéndose a otro asunto, obviamente). En las próximas semanas, tendremos a otra autora invitada con una perspectiva de sumo interés. Pero prefiero guardar la sorpresa.

 

Hay 8 Comentarios

Muy bien todo lo dicho, aunque deberíamos incluir también las historia de las mujeres que han oprimido, colaborado. enriquecido y callado con la esclavitud, el genocidio, la estafa, el asesinato, la corrupción, etct, etc. Los seres humanos son buenos y malos independientemente de su sexo. ( lo del género se lo dejamos a los ingleses)

Estoy convencida de que hay que nombrar también lo femenino: en el lenguaje y en el reconocimiento de los actos de las autoras, sino lo hacemos seguirá ahí oculto y siendo considerado como algo inherente (despreciable en la que no lo haga o siga) a la condición femenina. Tanto es así que desafortunadamente son las propias mujeres las principales ignoradoras de los méritos de sus compañeras y rápidas en salir corriendo a hacerlo cuando se trata de un hombre. Excelente aporte del compañero Miguel Moya.

Me ha alegrado mucho encontrar este artículo sobre la (in)visibilidad de las mujeres.

En su día, acabé por resumir todos estos siglos de historia de hombres en una breve disertación, en cierto blog que me ayudaba a pensar y sentir, sobre los genios. Sí, genios. La RAE no admite la palabra genia.

Reproduzco respuesta a mi pregunta, en su día, a la mencionada RAE:

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En relación con su consulta, le remitimos la siguiente información:

La voz genio es masculina con el sentido de 'inteligencia y originalidad extraordinarias' y 'capacidad y habilidad extraordinarias'; cuando se emplea en el sentido derivado de estas acepciones, referido a una persona que posee dicha capacidad extraordinaria, lo hace como epiceno masculino:

«La llevé con Lupe, mi modista, que era un genio» (Á. Mastretta Arráncame la vida [México 1990]);

«La beso con discreción ya instalados en el destartalado taxi, y le digo, amorcito sos un genio» (M. R. Barnatán Con la frente marchita[Argentina 1989]).

Cabe señalar, a este respecto, que su aparición como común en cuanto al género (la genio) resulta prácticamente inusitada, del mismo modo que no se documenta en la lengua culta general la forma flexionada genia.

Reciba un cordial saludo.
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Ciertamente, el lenguaje también es producto de una historia de hombres. Y si bien no estoy plenamente alineado con los niño/a, compañeros/as, todos/as, etc… - lo cual daría para horas de conversación - existen una cantidad de expresiones y palabras que en sí mismas denotan cómo este mundo está configurado en clave masculina.

Les dejo enlace a aquellas palabras, por si estiman pertinencia en su lectura: http://jarabedeluna.blogspot.com.es/2007/04/genios.html

Un gran saludo, y mi ánimo en vuestro quehacer con la Educación y su profesión.

Sobre lo que dice Paz.
No creo que se trate de utilizar un lenguaje "políticamente correcto", sino que en la enseñanza de la Historia cuando se generaliza, se llega a la falsedad con demasiada frecuencia. Y para que la realidad salga a la luz en uno casos habrá que nombrar a las mujeres y en otro resaltar su ausencia.
En estos días estoy "dando" las Cortes de Cádiz. Pues al hablar de su composición tan interesante como hablar de los vericuetos en la elección y los grupos socio-profesionales de los miembros que la forman es resaltar que no había ni una mujer, y (aunque nos salgamos de lo que estamos tratando, pero con un mismo fondo) nadie del campesinado.

La culpa es del supuesto "poder divino" que le arrancó una costilla a Adán para fabricar a Eva. Y para mas INRI no se sabe nada de las hijas que tuvieron Adán y Eva. Luego, la supuesta Humanidad, a partir de la pareja primordial, huele a incesto entre hermanos, salvo que el poder divino haya fabricado otros seres humanos para evitar el incesto. Como veis, hay gusto para todos. No sé si el machismo es la venganza de Adán al quedarse solo con 23 costillas. Tema aparte, resultó ser la costilla mas sabrosa de la creación.

"Al inicio nos referimos al campesinado preindustrial. Pero no solo al trabajo campesino. Habría otros muchos ejemplos: por ejemplo, se desconoce bastante la participación de las mujeres en los trabajos masculinos de la revolución industrial. Es importante realzar el femenino para que un pretendido masculino generalizador no oculte lo que normalmente no vemos."

Creo que ese afán diferenciador consigue justo lo contrario: se remarca demasiado lo masculino y cuando uno dice, por ejemplo, 'médicos' debe luego aclarar que son hombres y mujeres. Lo que se logrará finalmente es dejar de integrar en una misma palabra (economía de lenguaje) a hombres y mujeres y cuando se empleen (por economía de lenguaje) las mujeres ya no estarán incluidas, el lenguaje políticamente correcto las habrá expulsado, en contra de lo que supuestamente pretende.

Yo creo que es un problema de educación. Siempre nos han engañado sobre la mujer y aquí tenemos un ejemplo muy claro: http://xurl.es/v5xe8

Yo con mirar la perfecta dirección de la casa que llevaba mi madre, viudad joven y con cuatro hijos pequeños, sin ingresos ni recursos remarcables, ya me vale para ver la importancia de la mujer en el ámbito familiar. Y como creo que todo nade en la familia, a medida que me he ido incorporando a la sociedad, he ido viendo el trabajo increíble de las mujeres, sobre todo en los países pobres, donde la mayor parte de los negocios familiares son sujetados por ellas. Hay miles de historias que podría contar, quede como ejemplo la de mi madre.
http://interesproductivo.blogspot.com.es/

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Sobre el autor

Carlos Arroyo

ha navegado profesionalmente entre las cuatro paredes de un aula, la redacción de EL PAÍS y la dirección del Instituto Universitario de Posgrado. Esa travesía le ha convencido de que educar bien a los hijos es saldar buena parte de la deuda con la vida. Es autor de Libro de Estilo Universitario y diversos libros de ayuda al estudiante.

Web: www.ayudaalestudiante.com
Correo: [email protected]

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