Autor invitado: ÁNGEL CENAMOR, profesor de Geografía e Historia del IES Victoria Kent de Fuenlabrada (Madrid).
¡Cómo nos gusta ser exquisitos gourmets culturales y, de camino, pasárselo por la cara a nuestros chicos y chicas en clase! Si me dejáis exagerar un poco, diré que nos encanta transmitir a los alumnos nuestro legado. Y lo construimos combinando nuestra visión del mundo y nuestras verdades, de forma que, si no tenemos cuidado y apertura mental, generamos al final una mezcla indigesta de dogmas y prejuicios personales que no tienen en consideración a las personas a quiénes nos dirigimos.
¡Aún recuerdo los sudores fríos que sentí cuando un conocido me dijo que iba a ilustrar la revolución rusa con Octubre, de Eisenstein, con alumnos de 4º de ESO! Y no era Eisenstein el causante de mis escalofríos.
El cine es un poderoso instrumento para comunicar y organizar los saberes, favorecer la reflexión y generar recursos que ayudan a expresar emociones y opiniones. Pero cuando lo utilizamos en clase nos acechan posibles errores metodológicos. La buena noticia es que son perfectamente evitables.
¿Qué hacemos cuando no sabemos qué hacer? Exacto: poner una película. Y les ponemos cualquier cosa que tenemos a mano o, si estamos inspirados, la maravilla que vimos anteayer. A veces nos creemos que estamos ganando adeptos para nuestro exquisito buen gusto y no nos damos cuenta de la verdad: ¡No han entendido nada!
¿Cómo motivamos en ese fabuloso tema que tanto nos gusta y dominamos tan bien? Touché: les damos una de colorines, al final, una peli cualquiera que guarde alguna relación con el asunto, por aquello de facilitar las inferencias. Pero, ¡oh desolación!: no han relacionado nada.
En casos como estos hemos olvidado las pautas esenciales para antes de utilizar estos recursos (u otros cualesquiera):
1. Análisis previo. Antes del pase de la película tenemos que analizarla cinematográficamente y desmenuzarla para comprobar todas sus posibilidades (estrategias fílmicas, nudos temáticos, relación con la actividad) y para reunir la información necesaria (fichas técnicas, imágenes, críticas…).
2. Relación específica con los contenidos. ¿Qué uso le daremos? Queremos vehicular un conjunto de temas, un tema específico, un apartado concreto… o queremos usarla para motivar al estudio, al debate, a la reflexión…
3. Preparación de los materiales de trabajo. ¿Cómo la relacionamos con los objetivos y las actividades? Hay que reunir toda la información que pueda estar a nuestra disposición por diversos medios (fotocopias, libros, artículos, presentaciones, páginas webs…) o, en su caso, la elaboramos, según necesitemos ampliar o focalizar la mirada.
4. Definición de objetivos evaluables. Y sí, hay que evaluar y tienen que saber qué se espera de ellos y de ellas. ¡Qué feo eso que solemos hacer de ocultar lo que les requerimos!
Y una recomendación útil para que nuestros alumnos se sientan más en la onda: desapolillemos la estantería. Christopher Lee ya no es conocido por haber hecho de Drácula. Ni el cine acabó con El padrino.
Ahora veamos cómo podemos ayudarles a mirar, puesto que el cine tiene valor por sí mismo y vamos a acompañarlos en esa aventura.
1. Hacer apetecible la película. Un buen recurso es utilizar antes un tráiler, propio o ajeno, con momentos que la hagan interesante y la relacionen con lo que queremos trabajar. No nos olvidemos de hablar de él.
2. Inundarlo todo de imágenes. Buscar imágenes con ellos, decorar el aula, elaborar programas de mano... ¡Qué placer sentíamos al entrar con él al cine!
3. Vayamos por partes. Visionados de media hora, con una breve introducción para despistados y descreídos, y dejando el resto para analizar lo que se ha visto. Es muy interesante darles una secuenciación de la película para ir señalando nuestro avance. Y, por favor, en pantalla grande. Es por nuestra salud…
4. Buscar lo inesperado. Tras cada visionado, motivar el debate desde la película: qué ha llamado su atención, cómo lo relacionan con lo anterior... Para ayudarles a entender un guión, es interesante pedirles anticipaciones (¿qué pasará con este personaje, como terminará esta historia, morirá el malo o el bueno?) y tomar notas. ¡Qué sorpresas tendrán al contrastar lo esperado con lo sucedido!
5. Entender lo que se ha visto. Repetir algún pasaje corto y analizar, por ejemplo, usos intencionados del color o la luz, elementos simbólicos, construcción de personajes o relaciones con los temas que queremos tratar.
6. Reflexionar. Dedicar una sesión completa a los aspectos que han visto en la película, opiniones, acciones para dirigir el trabajo… Habrá que tener preparada alguna que otra secuencia por si es necesario revisar sus puntos de vista.
7. Y el colofón: ver la película completa, apreciarla en tu totalidad y en su complejidad para que revisen opiniones, reflexiones y trabajo realizado. Ayudarles a entender que siempre se nos escapa algo.
Mirar no es lo mismo que ver y debemos acompañarles, como docentes que somos, en las aventuras del arte y de la reflexión.
Y dado el país en que estamos, un penúltimo mensaje: nada de copias piratas ni de baja calidad. El atributo delincuente no consta en ningún currículo, y hoy tenemos muchas posibilidades baratas para acceder al cine (páginas web, ofertas, colecciones en prensa…).
Mi experiencia más penosa en ese sentido fue cuando mi hijo me hizo ver Troya en una copia pirata. Una tortura que subsané cuando la pude ver en HD en televisión y pude apreciar sus méritos cinematográficos y compartir con él análisis y opiniones.
Debo reconocer también que mi opinión era prejuiciosa contra Troya, pues antes de verla me salía rápidamente: ¡SACRILEGIO contra el ARTE de los CLÁSICOS! Cuando terminé de verla, no tuve más remedio que reconocer que había disfrutado de una bella película de aventuras, con una relectura muy interesante del clásico.
No hagáis como yo: no caigáis en los tópicos fáciles y los prejuicios del iniciado. Mirad y dejaos seducir. Vuestros alumnos os lo agradecerán.
Y ahora, ¿nos hacemos un cine?
Nota sobre el autor
Ángel Jaime Cenamor López es profesor de Geografía e Historia del IES Victoria Kent de Fuenlabrada (Madrid). Lleva 25 años utilizando el cine como recurso educativo en el aula. Y, como se puede aprecier en este artículo, se lo toma muy en serio.
A principios de los años ochenta participó en la creación de la Universidad Popular de Leganés y, a primeros de los noventa, en los grupos de trabajo en los que el Ministerio de Educación articuló el Proyecto de Renovación de la Formación Profesional.
Hay 2 Comentarios
Es una actividad divertida para los niños, pero soy de los que piensan que se puede hacer lo mismo con un libro y es mucho más beneficioso: a parte de todo lo expuesto, se fomenta la lectura y se aprende que la literatura es un mundo maravilloso.
https://www.problemasyecuaciones.com/
Publicado por: Ecuaciones explicadas | 03/09/2018 18:34:47
Las películas pueden ser una buena herramienta educativa: los alumnos se divierten viéndolas y posteriormente, puede trabajar sobre ella. Es una forma de aprender sin darse cuenta. Además del temario, analizar las películas ayuda a que los alumnos aprendan a pensar y a analizar.
Publicado por: Matesfacil | 20/08/2018 12:18:55