AUTOR INVITADO: CARLES MONEREO, doctor en Psicología y profesor titular de Psicología de la Educación de la Universitat Autònoma de Barcelona. Autor de Enseñando a enseñar en la universidad. La formación del profesorado en base a incidentes críticos, de próxima aparición.
“Es increíble: todos los padres quieren que sus hijos sean buenos estudiantes, sobre todo en Matemáticas. Yo soy muy bueno y me encantan las mates, y en cambio mi padre está obsesionado con que haga algún deporte y sea un musculitos de esos que no tienen cerebro. Siempre me dice aquello: ¡solo puede haber una mens sana si existe un corpore sano!...¡A mí la única gimnasia que me gusta es la que hago con Marc cuando jugamos con la Play! ¡Pues voy a ponerme enfermo cada vez que tenga clase de Educación Física! No, no, qué horror, este pensamiento no es digno de mi”.
Julio es un estudiante de cuarto curso de la ESO. Adora las matemáticas y, sin embargo detesta la Educación Física. A su padre, un ex atleta, le cuesta admitir que a su hijo le interesen tan poco los deportes. Su único contacto con algo parecido a los deportes es cuando juega con su amigo Marc, un friki de la informática, algún partido de fútbol con la Play.
Si analizamos el diálogo que Julio tiene consigo mismo, podemos identificar distintas voces. La de él mismo como buen estudiante de mates, la de su padre que invoca ("in-voca": llama y reproduce) para recordar esa frase que siempre le repite, también la voz del colegio que le obliga a realizar clases de Educación Física. Y de nuevo una voz propia, pero disonante, una voz que adopta una posición ética y le recuerda a Julio que hacer trampas no es propio, no es digno de un estudiante honesto como es él.
Y es que, después de respirar, lo primero que hacemos es dialogar. Primero lo hacemos con los demás, usualmente con nuestros padres, y progresivamente nos apropiamos de estos diálogos y hablamos con nosotros mismos, dicho de otro modo, empezamos a pensar, porque pensar es dialogar con uno mismo.
Lev Vigotsky explicó muy bien cómo el lenguaje tiene primero una función comunicativa y luego una función reguladora de nuestros pensamientos e ideas. Gracias a este lenguaje interno planificamos nuestras acciones, supervisamos nuestras decisiones y evaluamos nuestras ideas. ¿Pero con quién hablamos cuando hablamos con nosotros mismos.
Primero un especialista en literatura, Mijail Bajtin, y recientemente Hubert Hermans, han destacado que hablamos con distintas versiones de nosotros mismos, pero también con otros que están en nosotros: con las voces de otros que invocamos en nuestros diálogos internos.
Hermans, en su Teoría del yo dialógico (Dialogical Self Theory), afirma que nuestra mente es una sociedad en la que se producen discusiones, conflictos y consensos del mismo modo que ocurre en la sociedad del exterior. Si representamos gráficamente la “sociedad mental” de Julio, nos encontraríamos aproximadamente con esto:
Como podemos observar existirían al menos tres niveles de voces con las que dialogamos en nuestra mente:
1. El primero es un tipo de diálogos que consideramos conversaciones con nosotros mismos, en sentido estricto, y que el autor denomina I-positions (posiciones del yo). Un estudiante podría tener distintas posiciones como alumno de Matemáticas, de Historia o de Inglés, o como le ocurre a Julio, como estudiante honesto, o quizás a otro, como un alumno rebelde. Cada una de estas posiciones generará diálogos distintos con distintas consecuencias sobre su actitud hacia el aprendizaje, la escuela y sobre su rendimiento.
2. Un segundo tipo de diálogos se establece con otros cuyas voces reproducimos e interpretamos, pero que no consideramos nuestras. Son voces externas, que pueden pertenecer a personas conocidas, como padres, educadores, amigos o a autores que hemos leído (¡o también a personajes ficticios de novelas o películas que nos impactaron!).
3. Por último, existirían aún otras voces que provienen del exterior y que tienen que ver con las normas y reglas institucionales de cada escenario social en el que nos movemos (familia, escuela, trabajo, etc.).
A través de este diálogo interior, como hemos dicho, pensamos, pero también aprendemos.
El buen aprendiz dialoga con las voces de sus profesores y estudia de una manera o de otra un temario, siguiendo sus consejos. También el buen profesor, cuando prepara sus clases, invoca las voces de sus alumnos y establece un diálogo con ellas para decidir qué y cómo debe presentar un contenido.
Los psicólogos de la educación hemos considerado que la interacción social, el diálogo educativo entre profesores y alumnos o entre los propios alumnos, es la clave para una buena enseñanza y un buen aprendizaje. En buena parte es así, pero eso es solo una parte del proceso: la otra parte ocurre en la mente. Y lo que finalmente se aprenderá, con mayor o menor profundidad, será en último término el fruto de la calidad del diálogo interno que seamos capaces de poner en marcha.
Dicho de otro modo, la pertinencia de las voces que invoquemos y el nivel del diálogo que establezcamos en nuestra mente, determinará la calidad y potencialidad de lo que aprendamos.
Las consecuencias en el aprendizaje no serán las mismas cuando el estudiante se limite a leer, sin tratar de entender, una afirmación del profesor en clase, que cuando, a partir de esa afirmación, establezca un diálogo profundo con el profesor e invoque, además, otras voces competentes en el tema (otros profesores, autores, profesionales, etc.) y dialogue con ellas.
Esta constatación tiene consecuencias importantes sobre muchos de los tópicos que manejamos usualmente en educación:
1. Si pensar y aprender es dialogar, debemos admitir la idea de que nunca estamos solos. Tenemos voces en nuestra mente que siempre nos acompañan.
2. En consecuencia con lo anterior, ser autónomo no significa ser autodidacta, sino seguir los consejos de buenos maestros, de los que un día nos apropiamos, y que nos guían en nuestros aprendizajes.
3. Y por lo tanto, la clave es ser capaz de activar en cada ocasión las voces más genuinas y oportunas para dialogar con ellas y aprender de manera más significativa y compleja, o para tomar las decisiones y ejecutar las acciones más apropiadas o ajustadas a cada contexto de aprendizaje (o de enseñanza en el caso del profesor).
Siguiendo con el ejemplo de Julio, cambiar su aversión por la Educación Física, significaría modificar alguna de sus I-posiciones o favorecer la construcción de una nueva posición. En su diálogo aparecen, implícitamente, creencias y prejuicios (“las personas inteligentes saben Matemáticas y los que se dedican al deporte son menos inteligentes”), sentimientos (“a mi padre no le gusto porque me considera un enclenque”) y estrategias (“simularé estar enfermo para no ir a Educación Física”). Para modificar esas creencias, sentimientos y estrategias, además de apelar a su posición de estudiante honesto, es necesario provocar algún conflicto o incidente que le hagan re-plantear sus posiciones.
Por ejemplo, imaginemos que Julio debe participar en un campeonato escolar de Matemáticas. Podría tomar consciencia de que un buen estado físico mejoraría su concentración y su rendimiento. O, si juega a un videojuego de deportes con su amigo Marc, podría descubrir que los mejores deportistas, los que ganan los partidos, no siempre son los más musculosos, sino los que emplean mejores tácticas y, por lo tanto, son más inteligentes.
Este ejemplo demuestra que son los conflictos e incidentes los que mejor promueven cambios en las posiciones. Y ello tiene una notable consecuencia para los educadores: debemos aprovechar las situaciones conflictivas para introducir nuevas voces que, a su vez, promuevan nuevas I- posiciones
Esa ha sido mi intención al participar en la elaboración de algunos instrumentos educativos que pueden aprovechar situaciones de conflicto para sacarles partido y construir nuevas posiciones, como la Pauta para el Análisis de Incidentes Críticos (PANIC), o el libro Docentes en tránsito, que profundiza en este tipo de análisis en base a narraciones extraídas de situaciones reales de la vida escolar.
En definitiva ser un buen aprendiz, un aprendiz estratégico, supone ser capaz de activar la posición más adecuada, o si se prefiere, el diálogo mental más conveniente, de entre el repertorio de posiciones disponible, para lograr los objetivos perseguidos en unas condiciones específicas. Desde esta perspectiva, la función de la educación consistirá en promover diálogos públicos, ricos y diversos, y analizar los diálogos privados para introducir nuevas voces que optimicen los aprendizajes de nuestros estudiantes.
NOTA SOBRE EL AUTOR INVITADO
Carles Monereo es doctor en Psicología y profesor titular de Psicología de la Educación de la Universitat Autònoma de Barcelona. Es coordinador general del equipo de investigación consolidado SINTE y responsable de la consultoría de servicios educativos SINTE+d+i. Coordina el Doctorado Interuniversitario en Psicología de la Educación de su universidad y es codirector de Infancia y Aprendizaje, una de las revistas más prestigiosa en su área en lengua española.
Ha escrito más de 200 publicaciones, entre libros y artículos científicos, y ha pronunciado más de 300 comunicaciones científicas en el campo de la Psicología de la Educación en universidades españolas, latinoamericanas y europeas.
Su tesis doctoral, sobre Modelos, sistemas y técnicas de Integración escolar del alumno excepcional (1985), fue la primera que abordó en nuestro país la integración en la escuela ordinaria de los alumnos con necesidades educativas especiales. Su trabajo Instantáneas: proyectos para atender la diversidad educativa recibió en 1997 el Premio Rosa Sensat de Pedagogía.
Es autor, coautor o coordinador de libros como Estrategias de enseñanza y aprendizaje. Formación del profesorado y aplicación en la escuela (Graó), El asesoramiento psicopedagógico: una perspectiva profesional y constructivista (Alianza),Ser estratégico y autónomo aprendiendo. Unidades de enseñanza estratégica para la ESO (Graó), La universidad ante la nueva cultura educativa. Enseñar y aprender para la autonomía (Síntesis-ICE/UAB), Internet y competencias básicas (Graó), Psicología de la Educación Virtual (Morata), Pisa como excusa. Repensar la evaluación para cambiar la enseñanza (Graó), La identidad en Psicologia de la Educación: necesidad, utilidad y límites (Narcea), Docentes en tránsito. Análisis de incidentes críticos en secundaria (Graó), y está a punto de publicar Enseñando a enseñar en la universidad. La formación del profesorado en base a incidentes críticos (Octaedro; ICE-UB, IDES-UAB).
Su actividad docente se ha plasmado en la dirección de más de 50 tesis de licenciatura, trabajos de posgrado y tesis doctorales. Es un referente internacional en estrategias de aprendizaje, y se ha ocupado de temas como el asesoramiento psicopedagógico o el impacto de las TICs en la mente de los alumnos, la enseñanza y evaluación por competencias y la identidad docente del profesorado y su formación.
Podéis consultar su web y su perfil en Wikipedia. Y podéis ver en Youtube algunas de sus conferencias, como la que trata sobre evaluación auténtica de competencias.
Le propuse que escribiera un artículo cuando supe que últimamente se estaba concentrando en el análisis y tratamiento de los incidentes críticos en las aulas. Es un tema de gran importancia. Aunque su gran acumulación de trabajo me hizo esperar, la verdad es que las vacaciones navideñas tuvieron la virtud de hacerle un hueco. Afortunadamente, a ello se puso y aquí está. Espero que lo hayáis disfrutado.
Hay 5 Comentarios
La personalidad es el resultado de la interacción de los pensamientos internos con los estímulos externos. Al final, que un joven sea buen o mal estudiante depende, en gran medida, del entorno en el que vive: familia, compañeros de clase, profesores, etc. Por eso es importante la figura del profesor y la de los padres en la educación de los niños.
Publicado por: Matesfacil | 20/08/2018 11:57:52
Imaginemos que Julio, invita a su casa a su amigo (el friki de las consolas). Cuando el amigo entra en casa de Julio se encuentra con el padre de éste, el antiguo atleta de élite al que no conoce hasta ese momento. Si el padre de Julio, en un acto de cortesía, preguntara al amigo de su hijo “¿Quieres tomar algo?” Es posible que el amigo respondiese: “Sí, quisiera un vaso de agua gracias”. Mientras que si esa pregunta la realizase, en esa misma casa, Julio, su mejor amigo, él respondería: “Sí, quiero un vaso de agua”. Los tres actantes se encuentran en un mismo escenario, la casa de Julio. Y la elección, en este caso, no viene determinada por el espacio en el que se hallan, sino por la persona a la que se dirigen y la percepción que cada uno tiene del otro.
Soy profesora de lenguas extranjeras y hasta hace poco enseñaba a mis alumnos diferentes contenidos lingüísticos y culturales que los capacitaban para desarrollar una comunicarse eficaz en diferentes situaciones preconcebidas (entiéndase, “enfoque por tareas”), tales como: en el mercado, en casa, en la cafetería, de vacaciones, en el médico… No obstante, y al igual que el profesor Monereo señala, la experiencia me ha hecho percibir que más útil y significativo en el conocimiento de una lengua extranjera, resulta aprender a utilizar y movilizar los recursos y las estrategias de los que un aprendiente dispone en una situación real. Evidentemente, no se nace siendo estratégico, sino que a ser estratégico se aprende. De ahí la necesidad de que los profesores también enseñamos a utilizar las estrategias, a activar el discurso más adecuado, en nuestras clases.
Publicado por: Paula Reyes Álvarez | 01/02/2014 9:01:10
Un artículo muy interesante, nunca había pensado en las voces que me hablan y con las que hablo y me hablo (por lo menos nunca lo reconocí en público, por aquél cliché de los locos).
Me parece una buena manera de enfocar el tema del aprendizaje y sobre todo de dar voz a los estudiantes. Es realmente necesario "promover diálogos públicos, ricos y diversos" pero aún más escuchar "y analizar los diálogos privados" de los estudiantes para conocerlo nosotros y reconocerse ellos (y viceversa).
Publicado por: Anónimo | 19/01/2014 9:38:10
Estoy con Loyola.
En este mismo momento, a mis espaldas estan hablando "sobre la idoineidad de formación en delitos informáticos" para dar una charla a escolares de 12 años. Tela. Ojo, hay que entenderlo en su contexto, que no es sencillo.
Durante dias hemos tenido apuntado un artículo al respecto de un documental de Beeban Kidrom (...).
¿Horizontalidad en los nuevos dialogos?. ¿Tabla rasa con el registro, el interlocutor?. ¿Dialogos en formato chat (whatsapp)?
Vuelvo a estar con Loyola. La superficialidad se está adueñando del diálogo.
Publicado por: Iñigo | 17/01/2014 11:53:38
Hace poco los mecheros eran de gasolina, y hablar con la familia del pueblo requería poner una conferencia, que la daban cuando tocaba.
Hoy solo cincuenta años después la sociedad ha pegado un salto cualitativo inmenso.
Y la enseñanza también, los alumnos y los profesores.
Y el sistema educativo.
En la escuela privada y en la pública.
Y en la calle, la gente normal.
Muy diferentes, más preparados, más despiertos, más pasotas de ideas y de ideales.
Que se demostraron solo ideales o ideologías, no eran realidades para el común de la gente.
A socaire de que todo se ha de pagar por anticipado, enseñar desde el esternón, desde las vísceras se queda lejos de unos y otros.
Los diálogos son solo de salir al paso, mirando el reloj para salir zumbando.
Inseguros, sin continuidad, y en precario.
¿Mañana?
Quien sabe, donde estará el profesor o el alumno.
De este curso.
Siendo conscientes de ello, prefieren ser leales y mantenerse unos y otros en la periferia de la persona, en la superficie de la personalidad.
La mayoría.
Publicado por: Loyola | 16/01/2014 20:12:47