EL MÉTODO DE ESTUDIO IV
La película de la educación tiene varios protagonistas, y el principal eres tú, querido estudiante. Si renuncias al protagonismo, no hay película y todo queda en un mal guión abandonado. Hoy me centraré en cómo sacar partido a tu manera de entender a los profesores, unos coprotagonistas que, a diferencia de tus padres, van cambiando de vez en cuando. A lo largo de tu vida estudiantil los tendrás de todos los colores, pero en este artículo hablaré de ellos en singular, porque tu actuación debería seguir una estrategia singularmente adaptada a cada uno.
Si hicieras una supersíntesis para ponerle etiquetas a tu gama de actitudes frente al profesor con cinco adjetivos, más o menos abiertos y permeables por los flancos, podría salirte quizá algo parecido a esto: fascinada, constructiva, indiferente, reticente u hostil. Es probable que la distribución sea bastante menos frecuente por los extremos y más por el centro (es decir, gaussiana), y los adjetivos evocarán sumariamente todo lo que lleva dentro una relación profesor-alumno, pero no te costará encontrar la etiqueta adecuada para definir tu actitud con este o con aquel profesor.
Las actitudes incluyen un notable ingrediente emocional (no siempre consciente ni controlable, aunque ahora no lo analizaremos), pero te vendrá bien saber que la parte no positiva, es decir, la indiferencia, la reticencia y la hostilidad, conlleva el riesgo de salir perjudicado como estudiante. No es una valoración, es un comentario práctico. Te diré por qué.
No es una regla infalible, pero suele ocurrir que cuando alguien no te cae bien, te deja de interesar al poco tiempo (salvo que se trate de un Hannibal Lecter cualquiera: esos siempre captan nuestra atención). Lo que suele pasar en clase es que, si pierdes el interés por tu profesor, peor para ti. No hablo de si el profesor merece o no tu interés, sino de a quién perjudica el desinterés: siempre a ti.
¿Por qué? Por cuatro razones generales y una muy específica, que es a la que te quiero llevar. Las generales son:
1. Porque el profesor intenta enseñarte.
2. Porque el profesor intenta motivarte para que aprendas, con él y por tu cuenta.
3. Porque la actitud del profesor tiene cierto influjo en tu imagen pública.
4. Porque el profesor es precisamente quien te evalúa y determina tu promoción académica.
La específica, que es a la que vamos, es que, a lo largo del curso, el profesor da decenas de pistas y orientaciones que te pueden ayudar a sacar mejores resultados. Son una especie de claves secretas a la vista de todos. Mejor dicho, de quienes en clase tienen la mente bien despierta. Los buenos estudiantes (o los astutos, no sabría diferenciarlos demasiado bien) están sumamente atentos y las aprovechan.
Si me pides que cuantifique la mejora que puede generarte la astucia responsable (estar atento a pistas y claves), la situaría entre uno y dos puntos en la nota. Esa mejora no será por el morro, de acuerdo, pero sí se consigue con bastante menos esfuerzo que la típica sobredosis de estudio. No es lo mismo conectar el radar en clase para luego estudiar mejor que estudiar una pila de horas.
La idea de la astucia responsable no es nada complicada: se trata de captar la personalidad del profesor. Es decir, exagerando un poco, de conocerlo casi como a ti mismo. No da tanto trabajo y resulta más que rentable. Piensa que las notas no son siempre fáciles de establecer con estricta justicia, y no las determina un mecanismo objetivo ni una máquina, sino una persona con criterios, ideas y singularidades. Y, a veces, con fallos de apreciación. Así que es buena idea atender a sus preferencias.
Estas son algunas preguntas que pueden guiarte en tus esfuerzos por conocerlo mejor.
Partiendo de una idea general del respeto debido al profesor, hay varias preguntas que debes hacerte sobre él, porque las respuestas que te des pueden condicionar tu manera de afrontar la materia y el curso.
1. ¿Tiene una personalidad rígida o flexible? Las personalidades rígidas buscan un aprendizaje más memorístico, lo que exige más repetición y repaso de lo normal.
2. ¿Es inaccesible o dialogante? Si es inaccesible te será más complicado hacerle preguntas, consultarle dudas y pedirle ayuda, luego la atención debe ser extrema. La mayoría de tus dudas deberás resolverlas con otras ayudas. Si es dialogante, lo tendrás a tu plena disposición.
3. ¿Le da mucha trascendencia a su asignatura o la relativiza en el conjunto del curso? Si considera su asignatura algo único y especial, no permitirá retrasos en los tareas ni trabajos, y se tomará a mal cualquier pequeño despiste.
4. ¿Tiene un gran dominio de la materia o no tanto? Los que no dominan la materia suelen limitarse al libro, luego habrá que trabajarlo con precisión memorística.
5. ¿Tiene seguridad en sí mismo o se le ve inseguro? Los inseguros tienen episodios de arbitrariedad, y debes tenerlo en cuenta. Son susceptibles e inestables en el trato.
6. ¿Disfruta en clase o todo lo contrario? Si un profesor disfruta en clase, tienes una oportunidad de oro para hacerlo tú también como alumno, interesándote en la materia, participando y compartiendo el gusto por la materia. Ese profesor es un tesoro.
7. ¿Es creativo e independiente o se ciñe al libro? Si es creativo, sus explicaciones y comentarios son tan importantes como el libro a la hora de estudiar.
8. ¿Es un profesor exclusivamente centrado en el contenido o le da importancia al hecho de ser didáctico, de hacer que todos los alumnos lo entiendan? Tener un profesor con poco espíritu didáctico es una auténtica desgracia, pero deberás superarla con ayuda del libro de texto.
¿Cómo actúa mi profesor?
Las anteriores cuestiones no siempre son de respuestas demasiado explícitas o claras, pero irás aprendiendo a descubrirlas al interactuar con el profesor, para luego ir tomando decisiones sobre cómo organizarte y estudiar. Hay otras pautas más concretas, que el profesor va mostrando con su comportamiento en clase.
1. ¿Encarga muchos deberes y trabajos? ¿Los corrige con nota y los revisa en clase? Si es así, el trabajo diario es importante para la evaluación, y no solo los exámenes.
2. ¿Avisa con tiempo sobre el calendario de exámenes y trabajos? Si es así, tienes la gran oportunidad de ir anticipándote para que no se te acumule todo en los últimos días. Reconozco mi escepticismo general sobre la capacidad de anticipación de los jóvenes (¿o debería decir también de los adultos)?.
4. ¿Anuncia qué tipo de exámenes va a poner? Parece mentira, pero hay estudiantes que no ajustan su forma de estudiar al tipo de exámenes que ya saben, con toda seguridad, que van a tener. Ni es lo mismo un test que un examen de respuesta larga, ni uno de ejercicios que otro teórico. Y hay que actuar en consecuencia por anticipado.
5. ¿Te has interesado por saber qué tipo de profesor es y qué tipo de exámenes suele poner por otros cursos anteriores? Elemental, pero infrecuente.
6. ¿Has estado atento durante sus explicaciones a qué aspectos resalta más con su entonación, sus comentarios o el simple tiempo dedicado?
7. ¿Ha anunciado que esta o aquella es pregunta de examen? ¿Y tú lo has anotado?
8. ¿Has analizado su reacción cuando hay despistes o desórdenes? ¿Actúas en consecuencia?
9. ¿Hace comentarios expresos sobre su disponibilidad para dudas o consultas? ¿Hace recomendaciones sobre materiales complementarios? Si es así, es un profesor que no solo se queda en el libro, y le gusta cierto nivel de reelaboración y pensamiento personal.
10. Cuando encarga trabajos opcionales, ¿les da importancia o los considera tareas menores? No siempre los trabajos de libre elaboración son de menor importancia, porque hay profesores que los tienen en cuenta para subir nota.
Todas estas son preguntas importantes para llegar a conocer a un profesor, aunque, obviamente, su personalidad no podrá reducirse a las respuestas que te des a ti mismo. Algunos estudiantes se quedan en un facebookiano me gusta o no me gusta tal o cual profesor, pero tú puedes ir más allá y proponerte conocerlo mejor para sacar ventaja. En ello te juegas algún que otro punto gratuito.
Los artículos sobre el método de estudio son:
1. El método de estudio: pínchalo en tu tablón de corcho.
2. Aprovechar o no 20.000 horas de clase, esa es la cuestión.
3. ¿Tomar apuntes o copiarle al profesor hasta los estornudos?
4. Conoce a tu profesor como a ti mismo (o casi).
5. ¿En tu habitación o en la mía?
6. El horario de estudio como antídoto de la desmotivación.
7. Tres maneras de leer para estudiar mejor.
8. El subrayado, un arte en el que menos es más.
9. En síntesis, tu documento personal de estudio.
10. El sobresaliente te espera entre mapas, esquemas y resúmenes.
11. La memorización y la "burocracia del aprobado".
12. El repaso, una herramienta definitiva contra el olvido.
13. Los exámenes en 40 pautas.
Hay 9 Comentarios
Hay que hacerles saber a los niños que sus profesores sólo quieren enseñarles para que tengan más facilidades en el futuro. No son su enemigo.
https://www.problemasyecuaciones.com/
Publicado por: Fracciones equivalentes | 02/09/2018 9:32:25
Son muy buenos consejos. La verdad es que los alumnos normalmente ven al profesor como a un enemigo.
Conocer al profesor nos da pistas. Por ejemplo, las cosas que le parecen importantes son las que suelen entrar en el examen o las que va a puntuar positivamente.
https://www.matesfacil.com/
Publicado por: Matesfacil | 27/08/2018 9:40:57
Excelente artículo en el que como para casi todo en la vida, si utilizamos el sentido común y no nos dejamos llevar por las sensaciones o sensaciones que nos produce el profesor , siempre conseguiremos extraer lo mejor de él para beneficio nuestro.
Publicado por: José Luis | 27/03/2014 13:39:27
Andaya irrespetuos@. Contra los sociolog@s no tengo nada, los tengo en su sitio, bien puestos, gracias.
Publicado por: Iñigo | 24/03/2014 12:49:19
Iñigo te veo el típico lameculos, anda ya. Además, ¿que tienes contra los sociólogos? . Otra cosa, las lecciones que da Bourdieu no las entiendes.
Publicado por: anda ya | 21/03/2014 15:01:30
Jimena estoy en tus antípodas. Tu primera frase y educación no me casan por ninguna parte, cierto es que le tengo un repelús tremendo y cada dia más a lo de producto fabricado, calidad de materia prima y ese tipo de términos cuando hablamos de personas. Ese punto de vista muy materialista obvia, punto por punto, un enfoque humanista de lo ha sido una buena educación. Si queremos olvidarnos de ello por superfluo, dificil de evaluar, catalogar u objetivar y dejarlo en pos del producto vamos a errar no solo el tiro sino la diana.
ANDA YA. Sobradit@ te veo. Deja al amigo Pierre en paz que no deja de ser un sociólogo (de referencia, pero sociólogo) y metiendo el dedo en el ojo, como ese ministro tertuliano (éste sin ser referente de ... ). Pierre se afana en dar herramientas y no lecciones.
Por mi parte, clarisimo, HAY QUE MIRAR Y OBSERVAR SIEMPRE a quien tiene la sartén por el mango. En un velero y cuando cambia el viento el pesimista se queja, el optimista espera a que vuelva el buen viento y el realista plega velas.
Publicado por: Iñigo | 21/03/2014 10:56:03
Estudiar para aprobar o estudiar para aprender, tus consejos sirven solo para lo primero. Lo único que conseguirás con esto son alumnos lameculos, catetos y acomodatícios. Vaya, futuros profesores perfectos para la reproducción de un sistema nefasto. Léete a Bourdieu un rato,anda.
Publicado por: anda ya | 21/03/2014 9:54:44
No será porque no se lo tengo advertido a mis hijos, incluso ayudándoles con preguntas sobre su actividad en el aula. ¿Qué pide, cómo se comportan, a qué da importancia, cómo organiza los exámenes,...? Por desgracia, no es fácil acertar y sueles encontrar demasiada arbitrariedad en muchos comportamientos docentes, muy preocupados por el "que no me engañen" más que por otros parámetros.
Los que más me molestan son los que piden trabajos voluntarios que luego no valoran o los que piden libros que luego no trabajan en clase. Si no lo vas a evaluar, por favor, no les hagas perder el tiempo.
En el fondo, es una pena que una parte sustancial de la nota dependa de la personalidad, que no filosofía pedagógica, de un profesor o profesora. Deberíamos los docentes estudiar cómo limitar este impacto y hacer crecer la importancia de la evolución del alumno o de la alumna.
No obstante, eso no quitará que todos los docentes podamos encontrarnos en las categorías o ser identificados por las preguntas que plantea Carlos Arroyo y siempre va a influir en la evaluación, por lo que el texto me parece muy útil.
Publicado por: tiemposdificiles | 17/03/2014 20:32:29
Como en a empresa privada, como con los productos fabricados, como pasa con las grandes marcas.
La calidad de la materia prima es la base.
La preparación técnica del personal empleado, la ciencia y la tecnología, los procesos de fabricación.
La distribución, la red comercial, y el marketing.
Un trabajo bien hecho, es la suma de todo un seguido de responsabilidades.
Compartidas obedientes a un principio o fundamento.
El alumnado, el profesorado, el plan de estudios, el orden y soporte social.
Y el valor que represente y tenga el objetivo.
Así el resultado.
Publicado por: Jimena | 17/03/2014 11:58:30