EL MÉTODO DE ESTUDIO VII
Siempre me ha sorprendido cómo se agitan los sismógrafos cuando se habla del papel de la lectura en el aprendizaje. En algunos entornos, parece como si realzar su trascendencia fuera proponer una especie de regresión. Llevado al extremo, como si ya no fuera moderno leer. Pero yo no conozco ningún método que permita difundir el conocimiento de un modo más efectivo, sistemático y universal.
Lo nuevo en dosis masivas suele generar entre muchas personas un papanatismo que separa el mundo en dos mitades cortadas como por láser. Una división bastante burda que la realidad desmiente a cada paso. Aunque las denominadas nuevas tecnologías han perdido su adjetivo por el camino, al menos para las generaciones estudiantiles, no es difícil encontrar a jóvenes (y adultos) que siguen oponiendo lectura a nuevas tecnologías, como si fueran subconjuntos disjuntos del conocimiento y hubiera que elegir (y descartar) forzosamente uno.
Lo cierto es que no deberían estar enfrentadas, sino más bien lo contrario, porque comparten buena parte de territorio común. Como imagino que una mayoría de los lectores de este blog compartirán esta elemental idea, pasaré rápidamente por ella para insistir en lo que me parece esencial: es imposible estudiar sin leer. Y eso tiene sus consecuencias en el método de estudio.