El Palomero

Felicidades

Por: EL PAÍS

24 dic 2009


Celebremos haber llegado hasta aquí y sobre todo, brindemos por lo que viene. Buen final de año para todos y mejor 2010. Os deseo tanta felicidad como la que había en el momento de esta foto. En mitad de la nada polaca, con un buen jamón y unos amigos. No nos olvidemos lo que decía el personaje ese que tengo a mi lado: La vida puede ser maravillosa. En su honor, hagamos lo posible para que así sea.

Carta a Silvio B.

Por: EL PAÍS

20 dic 2009

Querido Silvio B.:

  • Antes que nada, espero que te encuentres bien después del desgraciado e indeseable acto de vandalismo que sufriste hace bien poco. Nada justifica la violencia y menos hacia ti, un adalid del pacifismo. Sabiendo tu experiencia en cirugía plástica, estoy seguro que dentro de muy poco aparecerás con la misma cara de siempre y por supuesto con esa expresión simpática y entrañable, dispuesto como lo estás en cualquier momento a gastar ingeniosas bromas sobre cualquier tema o en cualquier foro, por importante o dramático que sea. A veces la gente no te entiende, pero eso es porque tienen poco sentido del humor.
  • El motivo de mi carta es mostrarte mi entusiasmo por la fusión de tu tele con la del grupo al que pertenece este periódico. Algunos dicen que no ha sido fusión, sino compra, pero ¿dónde llegaríamos si nos creyésemos todo lo que se dice por ahí? Mira tu caso. La cantidad de cosas que se han llegado a afirmar sobre tu persona. Que si eres un mafias, que si cambias las leyes a tu antojo, que si pasas por caja para ligar en tus fiestas, que si manipulas todo lo manipulable, etc. Una mentira tras otra, seguro.
  • Aquí en España se ha armado un pequeño revuelo sobre este asunto de la fusión, sobre todo por lo de las diferentes ideologías y formas de ver (desde la tele en particular hasta el mundo en general) de unos y otros. Y digo yo. ¿Todavía hay gente que cree en estas cosas?. ¿Cómo hay que explicarles que lo primero son los negocios, lo segundo son los negocios, y lo tercero son los negocios?. ¿No estamos dispuestos a cargarnos el planeta porque no nos ponemos de acuerdo, y no nos ponemos de acuerdo por cuestiones que tienen que ver con los negocios? Pues eso.
  • ¿Sabes lo que pasa? Que al pueblo llano le cuesta entender estas cosas. Son un poco duritos de entendederas. No comprenden como una empresa con vocación histórica progresista, que tiene una televisión que ha apostado por una programación sin caspa ni bronca, se termine metiendo en la cama (es una forma de hablar que yo sé que a ti te gusta) con un holding empresarial, el tuyo, cuya afinidad política está digamos al fondo a la (muy) derecha y cuya cadena televisiva española se nutre de asuntos, personajes y tratamientos vomitivos en muchos de sus programas. ¿Pero por qué si en la música está tan bien visto las fusiones y los mestizajes, en este caso no se entiende? ¿O nadie ve como lo vemos tú y yo que Iñaki y Jorge Javier hacen una pareja genial? ¿Acaso no están encantados los Manolos sabiendo que en breve se va a sentar entre los dos Sara Carbonero?.
  • Te quería dar un consejo, si me permites la osadía. Y es que después del tema de las fotos de tus inocentes veladas en las villas que tan honestamente te has ganado, igual algún trabajador de este periódico puede sentirse amenazado por artículo, comentario o chiste que haya podido hacer sobre tí. No sólo eso, sino que con los rumores que corren sobre que todos tus medios de comunicación están a tu servicio,puede que en Cuatro haya quien piense que ya no van a poder hacer información crítica hacia ti o tus intereses. Sí, ya sé que son unos exagerados y que no hay motivos para la alarma. Pero quizás una declaración tipo “el espejo de la objetividad donde me miro es Telemadrid” o parecida, tranquilizaría los ánimos.
  • Bueno, no te quiero molestar más pues tendrás que descansar. Ardo en deseos que cuanto antes se empiece a ver tu mano y la de tu gente en las nuevas cadenas fusionadas. Y por supuesto que desmentiré a todo el que se atreva a decir que consideras un triunfo el haber llevado a tu corral a los que hasta hace bien poco han tratado de perjudicarte. Pero fíjate tus primeras declaraciones de ayer mismo. “Seguiré adelante por el bien del País”. Vaya guiño más bueno. Eres un crack. Incomprendido por aquí, pero un crack.
Se despide atentamente uno que nunca te ha criticado, se ha reído de todos tus chistes, y al que espero des trabajo de presentador próximamente. Ah y recuerdos a Ronaldinho. ¡Como le sigue echando de menos el Barça!

Memorias de Japón 2006 (I)

Por: EL PAÍS

17 dic 2009

El sorteo del Mundial de baloncesto me ha puesto nostálgico. Mirando hacia delante, mi memoria se ha ido hacia atrás. Analizando los posibles caminos y rivales que nos vamos a encontrar dentro de unos meses y buscando una guía turística de Esmirna, sede de España el próximo verano, mis pensamientos han viajado hasta Japón. El Mundial de 2006 fue mi particular cuadratura del círculo en cuanto a experiencia vital se refiere. Comenzó días antes de viajar hasta allá lejos, cuando en el torneo de preparación celebrado en Madrid, Andrés y yo retransmitimos, 25 años después de conocernos, nuestro primer partido juntos. Era algo que siempre comentábamos cuando nos veíamos pero nunca cuajaba. Al terminar el partido nos dimos la mano y le solté un “por fin” al que me contestó con lo que luego se convertiría en un clásico: “Iturriaga, no sabes la suerte que has tenido al conocerme”.
De Madrid viajé a Singapur, donde me junté con el lagarto De la Cruz y Antonio Esteva (Montes iba directo a Japón, era ya una estrella). Allí, tuvo lugar un acontecimiento crucial para la historia de la selección española. Me compré la mítica plancha, que con el paso del tiempo y las victorias se convirtió en auténtico objeto de culto. Durante dos años la llevé a todos los partidos, hasta que un día se me olvidó. No le di mayor importancia hasta que Gasol falló el último tiro y Rusia nos birló el oro. Soy 0% supersticioso, pero joder, ¡vaya casualidad!.
En Singapur empezamos a cimentar dos costumbres que se consolidarían poco a poco en las retransmisiones. Primera. Si antes, durante o en medio de un comentario sobre el partido le podías meter un viaje a alguno de los que tenías a tu lado, perfecto. Segunda, tirarte un pegote (soltar una bola o inventarte una historia) e intentar que colase. Un ejemplo: En el último partido del torneo preparatorio hizo el saque de honor un tipo del que no sabíamos nada, salvo que era oriental (por cuestiones físicas obvias). Antonio Esteva, el narrador, no pudo dar más información que suponer que era un tío conocido por esos lares. “Sí hombre sí” salté de repente, “este es un campeón del mundo de ping pong muy famoso por aquí”. Lo dije con tanta seguridad que mi afirmación entró sin calzador. Al terminar el partido, el supuesto campeón de ping pong volvió a entrar en la cancha para entregar los trofeos. ¿Y dices que es campeón del mundo? me preguntó Juanito De la Cruz. “Sí, sí” iba a responder, pero en su lugar me salió una carcajada desde fondo de mi alma. “!Lo sabía, lo sabía, no tienes ni idea de quién es!” gritó el Lagarto. Pero ya era tarde (Juanito se vengó unos días más tarde engañándome con el motivo por el que le llamaban el oveja al entrenador argentino. Pero eso es otra historia).
La fase de grupo se desarrolló en Hiroshima. Lo primero que me llamó la atención fue lo poco introducido que estaba el inglés, lo que hacía difícil la comunicación con el personal nativo. Sobre todo en los taxis, que dicho sea de paso tenían una inequívoca afición por el ganchillo. Reposacabezas de ganchillo, cojines de ganchillo y hasta cubre volantes de ganchillo. Lo segundo, que el japonés aprovecha cualquier momento para echarse una cabezadita. Te metías en el metro, y la mitad del vagón iba frito. En el pabellón pasaba lo mismo. Salvo en los partidos de Japón, cualquier barrido de la cámara daba sin buscarlo demasiado planos de gente planchando la oreja sin ningún rubor.
Los primeros días íbamos de sorpresa en sorpresa. Algunas ciertamente chocantes y hasta incómodas, como que las camareras del restaurante que había en la planta superior del hotel se pusiesen de rodillas delante de tí para tomar la comanda. Si juntamos su poco dominio del inglés con lo enrevesado de ciertas peticiones de Andrés (la más habitual era el agua con hielo, guater wiz ais, el agua sin gas, wiz no gas, pero el hielo en otro vaso, in another glass, con mucho hielo, mucho ais) no solíamos ser de los que cenábamos más rápidamente.
Pero a los pocos días ya estábamos imbuidos totalmente del espíritu japonés. Íbamos regularmente a casas de baños, comíamos cosas rarísimas y hasta encontramos un garito de un rockero donde nos poníamos a gustito (como Ortega Cano) una noche sí y otra también hasta terminar confraternizando con todo tipo de personajes nocturnos, cada cual con una historia más rocambolesca. Visitamos el museo dedicado al lanzamiento de la bomba atómica, un lugar sobrecogedor donde comprendes en toda su magnitud la tragedia provocada y hasta nos daba tiempo para ir a hacer nuestro trabajo, a veces complicado porque dado que la Sexta retransmitía todos los partidos (salvo los de España) en formato carrusel, nos hacían comentar los tres diarios. Algunos eran excitantes a más no poder como cualquier enfrentamiento entre tres potencias baloncestísticas como son Japón, Nueva Zelanda y Panamá.
España ganó todos sus partidos de grupo jugando de cine. Ya en la preparación había mostrado su potencial venciendo a todo el que se puso por delante, Argentina y Lituania incluidas, y en los cinco partidos del grupo siguió con la misma dinámica. Ni la Alemania de Nowitsky les hizo sombra. El ambiente era excelente, Pepu había encajado a las mil maravillas y aunque no se pensaba específicamente en el oro, empezamos a creer que algo grande podía pasar. Con ese pensamiento volamos de Hiroshima a Tokio. Lo mejor estaba por llegar.
(Continuará)

Triste posdata.- El martes falleció en absurdo accidente de tráfico Carlos García. El nombre no os dirá nada a la mayoría, pero fue jugador del Madrid en categorías inferiores (en la foto de la final de Copa del 89 ganada por el Madrid es el que está arrodillado al lado de Petrovic) y habitual en los entrenamientos y partidos de los veteranos madridistas. Carlitos amaba el baloncesto. Por encima de no haber hecho carrera con él, no fallaba nunca a las citas porque su pasión por el juego y por sus compañeros de juego estaba por encima de todo. Era silencioso y discreto, un buen chaval al que todos los que conocimos le teníamos muchísimo cariño. Le echaremos de menos. Ya le estamos echando de menos.

Frases traicioneras

Por: EL PAÍS

13 dic 2009

Las frases son como las armas, las carga el diablo. Su potencial es indiscutible, y de ahí que haya ciertos colectivos, como los políticos o los publicistas (pensándolo bien, se trata de dos profesiones tremendamente parecidas) que se mueren por pillar una buena que les dé prestigio, poder, dinero o votantes. Pero a veces nos olvidamos de su capacidad potencial, bien por desinterés, arrogancia o simplemente olvido. Sólo así se puede entender que personajes públicos digan las cosas que dicen de vez en cuando. Hoy, en este blog de vocación didáctica, vamos a estudiar cinco tipos de frases muy traicioneras, de esas que al final llevan a su creador por caminos no deseados.
Tipo 1. Cuando intentando ensalzar a uno, mosqueas a los demás.
“Rafa, Rafa, te queremos. Te quieren todos los españoles, eres un magnifico símbolo y embajador de cómo hacer las cosas, de cómo ser un gran deportista y una gran persona”.
Jose Luis Rodriguez Zapatero, presidente del gobierno español.

Seguro que el presidente no cayó en la cuenta, pero con su frase tocó un callo del pie de nuestros tenistas, que no tardaron mucho en reconocer la incomodidad que les produjo esta declaración de amor hacia Nadal. La lectura de la jugada no fue buena, pues ZP no entendió lo difícil que resulta en ocasiones para el resto (aunque se afanen en no darle mucha importancia) el vivir al lado de un personaje de la dimensión del mallorquín, con todo lo que absorbe (sin querer o buscarlo). Precisamente uno de los grandes logros del equipo de Copa Davis es haberse hecho inmune a la ausencia de Rafa. Si está, fantástico, pero si no, han demostrado el seguir siendo competitivos. Después de ganar en Argentina el año pasado sin Nadal y repetir este año con su ausencia en varias eliminatorias y una final donde todos contribuyeron, el encontrarse con esta alabanza individual estaba fuera de lugar y entiendo el enfado (disimulado) de Feliciano, Ferrer o Verdasco.
Recuerdo que Antonio Díaz Miguel, técnico avanzado a su tiempo y personaje de importancia capital en la historia del baloncesto español, caía a veces (sin darse cuenta, como Zapatero) en esta discriminación. Una vez, en Colombia, íbamos a entrenar a las 10 de la mañana. Estábamos ya todos metidos en el autobús cuando subió Antonio. De píe en medio del pasillo empezó a preguntar: Epi, ¿cómo estás?; Fernando (Martín), ¿has dormido bien?; Chico (Sibilio) ¿todo bien?; Juanito (Corbalán) ¿todo en orden?; Fernando (Romay) ¿preparado?. Una vez que respondieron todos verbalmente o con signos (Chicho no era muy sociable hasta las 12 de la mañana) Antonio dio la orden al conductor de irnos. Casualmente su interés se había centrado únicamente en el quinteto titular. Sobra decir que yo estaba al fondo del autobús encantado de la vida.
Tipo 2. Cuando intentas decir lo mismo de otra forma y metes la pata
“Si hacemos el estilo del Barça nos llevamos una pitada del Bernabéu a los diez minutos”.
Manuel Pellegrini, entrenador del Real Madrid

Después de llevar bostezando en el Bernabeu desde hace demasiado tiempo (incluso con algún título incluido) y flipar con lo que ocurría en el otro lado de la rivalidad, una frase así debería poner en duda el criterio y la capacidad de análisis de Pellegrini. Pero hay que entenderle. Está hasta el gorro que le hablen de lo bien que juega el Barça en comparación a su equipo. Lo ha explicado un montón de veces. El Madrid busca otra cosa, una forma de jugar más directa, menos elaborada pero también fiel a un supuesto estilo histórico del Madrid, bla, bla, bla.. ¿Qué pasa? Pues que llega un momento que se aburre y busca otra manera de decir lo mismo. Y le sale una frase como esa, un atentado al gusto futbolístico de los aficionados del Real Madrid. Esos mismos que por cierto presumen y jalean a la selección española. Y mete la pata hasta el fondo. Su penitencia será llevar la frasecita encima por el resto de sus días, para utilización, generalmente en su contra (¡menuda es la prensa!) de las circunstancias que se puedan producir en un futuro.
Tipo 3. Cuando se usa el victimismo dramático y no cuela.
“Están matando a Cataluña y tenemos que reaccionar”.
Joan Laporta, presidente del Barça.

¿Por qué me recuerda esta frase a las de la época pre-Cruyff, donde todo lo que pasaba, todas las derrotas, todos los títulos perdidos, eran por culpa del centralismo y ese concepto comodín que resulta Madrid en abstracto? Afortunadamente el gran Johan terminó con todo esto, el Barça se dejó (generalmente) de estas historias de afrentas y se dedicó a otras cuestiones mucho más edificantes, como construir dos equipos históricos (el Dream Team y el Guardiola´s Team). El victimismo, arma ya de por sí de dudosa eficacia, pierde todo su posible fundamento cuando cae en la exageración. Como bien se ha demostrado en los últimos años, somos ya un país maduro(o un país de países) en los que las soflamas apocalípticas sirven para bien poco. Afortunadamente.

Tipo 4. Cuando salirse del guión te acaba dando dolor de cabeza.
“Veo al Barça bien, pero por suerte por el retrovisor”.
Iker Casillas, portero del Real Madrid.

Iker se sale del habitualmente soporífico mundo de las declaraciones previas a un gran partido y suelta esta metáfora automovilística que no pretende ir más allá del simpático guiño lingüístico. El Madrid pierde el liderato y anda que no se habrá arrepentido veces de su ocurrencia. Se lo han preguntado mil veces, y ha sido motivo de chistes y comentarios de todo tipo. Y luego nos extrañamos que respondan como robots la mayoría de las veces.
Tipo 5. Cuando la tierra te va tragando poco a poco y no te me ocurre nada mejor. O también, cuando le pides a tu publicista que te la escriba.
“Tras mucha introspección, he decidido tomarme un descanso indefinido del golf profesional. Necesito centrar mi atención en ser mejor marido, mejor padre y mejor persona”.
Tiger Woods, golfista y aficionado a las rubias, anunciando su retirada temporal.

Es el tema del momento. Auna todos los condimentos precisos para que la ensalada de sexo, fama, dinero y morbo resulte irresistible. Además el tema se ha convertido en una especie de juego de la oca de las amantes. Primero salió un uno, luego otro uno, de repente un tres, más tarde un cinco y así hasta la casilla número 12 (de puente a puente y tiro porque me lleva la corriente, qué gran metáfora de este caso) en la que nos encontramos en estos momentos, pero puede que para cuando publique este post sean más. No sería de extrañar, pues tal y como parece que se las gastaba el angelito, la docena parece un número irrisorio. Dejando a un lado cuestiones que van desde el irritante puritanismo de cierta parte de la sociedad americana al clásico y recurrente donde las dan las toman (si has vendido una imagen perfecta, pagarás el doble si resulta que no lo es) pasando por la increíble torpeza de Tiger en la cobertura de sus infidelidades (está claro que no ve la serie Mad Men) observo que debido precisamente al shock en el que se debe encontrar, sigue cometiendo el mismo error. Me explico. Sus declaraciones, todas a través de comunicados como la de la retirada temporal, insiste en el modelo Tiger Woods, basado en la perfección. Cuando das un comunicado, lo haces para poder elegir con tiempo las frases, los adjetivos, los puntos y las comas. Quieres que resulte perfecto, que no te pillen, no decir más de lo que quieres ni menos de lo estrictamente necesario. Pero por muchos términos como mejor marido, padre y persona, u otros dramáticos como decepción, arrepentimiento y dolor, todo es muy frío y distante como para que logre ninguna corriente positiva para él. Sólo cuando se presente en público y se pueda observar si todo esto es cierto, podrá comenzar su reconstrucción.
Posdata.- Alguno podrá echar en falta la frase del año, el “Que la chupen, que la sigan chupando” de Mamadona, pero aquello no entra dentro de esta clasificación de frases traicioneras. Aquello fue otra cosa. Fue ver como en su condición de ser una divinidad, dijo exactamente lo que pensaba en ese momento. Sin trabas, sin análisis, sin condicionantes por lo políticamente correcto o las posibles consecuencias. Fue una declaración pura, purísima, sin contaminantes de ningún tipo. Sonó fuerte, pero si pudiésemos escuchar los pensamientos de muchos entrenadores en las ruedas de prensa ante determinadas preguntas o situaciones………..

Existo, luego opino

Por: EL PAÍS

09 dic 2009

Tres reflexiones y una historia
1.El deporte es junto a la política, uno de terrenos más fértiles para que todo pichichi tenga su opinión. De alguna forma es el sumun de la democracia, pues, como para votar, no hace falta ningún requisito especial para ejercer el derecho a opinar. Ni estar formado, ni tampoco informado. Una persona, una opinión. También tiene su lógica si nos fijamos, por ejemplo, en los medios de comunicación. De todo lo que se habla o escribe de política o deporte, ¿cuánto es información y cuánto opinión? ¿25%-75%?. Creo que me quedo corto en la diferencia. Si tenemos en cuenta que nuestras opiniones están influenciadas por lo que creemos puras y simples informaciones, y resulta que estas contienen en su composición tres cuartas partes de opinión, nuestras opiniones se convierten en opiniones al cuadrado. Establecido este enrevesado punto de partida de la reflexión (vivimos en un mundo de opinión, no de información) lo interesante es saber qué parámetros utilizamos para crear las nuestras, pues cada una de ellas se basa en un juicio con veredicto. Somos como los jurados que salen en las pelis de tribunales. Vemos, escuchamos y sentimos, nos fiamos de nuestro instinto o intuición, y de otras muchas cosas para luego decidir cuál es nuestra postura.
2. El deportista es cuerpo, alma y camiseta. Dicho de otra forma más entendible, su imagen se compone de cuestiones tangibles (lo que hace, sus aptitudes), intangibles (lo que transmite a través de sus actitudes) y cuando se trata de deportes de equipo, los asuntos históricas (sus colores). Tomemos ejemplos de nombres y hombres ilustres. Casillas, o Xavi, son dos artistas y juegan (o paran) como los ángeles. Además, tienen una imagen de buenos chicos y están íntimamente unidos a unos colores, blancos y blaugranas respectivamente. Pau Gasol es el mayor talento que ha dado el baloncesto español en su historia pero reconozcamos que se le ve de forma muy distinta ahora con la camiseta de los Lakers que antes con la de los Grizzlies. Rafa Nadal juega muy bien al tenis, representa unos valores tan saludables como la constancia en el esfuerzo, la humanidad en la victoria o la derrota, y como demostró este pasado fin de semana, su capacidad para ceder el protagonismo si lo cree justo. Fernando Alonso es muy probablemente uno de los dos-tres mejores pilotos del mundo. Transmite una imagen compleja, no del todo amable, con dudas hacia su capacidad para hacerse querer. El Madrid no fichó a Ronaldinho por cuestiones de ortodoncia. Beckham no sería Beckham si tuviese mi cara, por ejemplo (esto es para que os cebéis en vuestros comentarios). Magic Johnson no hubiese significado lo que significó sin esa sonrisa llena de dientes blancos y relucientes. Hay jugadores populistas, de esos que hacen apología del esfuerzo, aunque sea inútil, porque saben del aprecio popular a esos gestos. Otros están bajo lupa por no hacerlos. Las poses de Cristiano Ronaldo mediatizan en muchas ocasiones el juicio sobre valor como deportista. La sencillez de Messi añade valor a su inmenso talento. Muchas de estas cosas no tienen que ver con lo puramente deportivo, pero no por ello dejan de intervenir en el juicio como prueba pertinente. Todas estas cuestiones cuentan cuando nos disponemos a ejercer nuestro derecho a opinar y valorar.
3. Entre los deportistas (ya sea de forma individual o colectiva) y sus espectadores/seguidores se crean conexiones de dos tipos: La intelectual y la emocional. La primera basada en aspectos relacionados con el puro desempeño de su profesión. La segunda fundamenta en cuestiones emparentadas con los sentimientos. Hay jugadores y equipos capaces de ganar, en principio el objetivo principal. Y algunos de ellos consiguen la cuadratura del círculo cuando además de ganar, nos satisfacen por su forma de ganar. Nuestras actuales selecciones de baloncesto y futbol pueden ser dos buenos ejemplos. Los mejores y más conocidos. Desde el domingo habría que añadir al equipo de Copa Davis, que conecta con los dos citados no sólo por los éxitos, sino por un sentido muy parecido de entender lo que es un equipo. Se han convertido en un colectivo que además de su valía como tenistas han añadido una estructura, una forma de comportamiento, una cohesión humana, un respeto hacia sus predecesores y una sencillez que termina por ganarte para su causa. Nos atraen por lo que hacen y por cómo lo hacen. Por eso les doy mi más sincera felicitación. Por la segunda Davis consecutiva y por haber sido capaces de mostrar lo bonito que es cuando un grupo de personas se convierte en un auténtico equipo.
Y la historia de la foto. Como muchos habéis reconocido, el de la foto es Mike Davis , jugador con el que tuve mis más y mis menos en un partido Madrid-Barça de hace un montón de años, y en que si no llega a ser por Fernando Martín, mi cabeza estaría ahora despegada de mi cuerpo. Pero el tiempo lo cura todo, sobre todo cuando había bien poco que curar. Hace un par de años, el Barça, con 15 años de retraso, homenajeó al gran Iñaki Solozábal. Nos invitaron a algunos de sus más ilustres compañeros y adversarios. Después nos llevaron a todos al SALON PARIS del Nou Camp. Se llama así en memoria de la Champions ganada en el 2006, y una foto enorme, que es la que se ve en la foto que colgué, ocupa casi toda una pared. En ese idílico entorno para alguien que jugó 12 años en el Madrid, se produjo el reencuentro. Mike Davis, en aquella época un personaje muy dado al cortocircuito cerebral (que se lo pregunten también a Matraco Margall) ahora se ha convertido en un tipo entrañable. Vive (¡alucina!) en la Rivera Maya de Mexico, cerca de Cancún, donde tiene un chiringuito (al que por supuesto nos invitó) donde se escucha mucho música reggae y se hace lo que se hace en los sitios donde se escucha mucha música reggae. Vive como dios, reparte abrazos a diestro y siniestro y no se le quita la sonrisa de la boca. Un pedazo de crack. Voy a tener que ir a visitarle.

Cerrado por puente

Por: EL PAÍS

01 dic 2009







De todas formas, por si a alguien le sobra el tiempo, un acertijo






¿A quien está haciendo daño (otra vez) el palomero?
Y más difícil, ¿donde se encuentran ambos?.










































































Solución, el jueves.

10 escenas del 10

Por: EL PAÍS

01 dic 2009


A mí Fernando Martín no me caía bien. He tardado mucho tiempo en reconocerlo, pero puede que este vigésimo aniversario de su muerte sea el momento para ser sincero. Me refiero a cuando estaba en el Estudiantes, claro, aquella temporada que con Vicente Gil, Sapo Lopez Rodriguez, Alfonsito Del Corral, Slab Jones fueron subcampeones de liga detrás del Barça y los del Madrid tuvimos que soportar una y mil veces que nos cantasen “somos el primer equipo de Madrid”. Ese cuerpo, ese ir más derecho que una vela, esa envergadura descomunal, ese descaro reflejado en una mirada desafiante, esa pelliza que me llevaba… No sé, me pareció un pijito madrileño de 2,05. Entonces le fichó el Madrid, se hizo compañero y pude cambiar de opinión al conocerle de verdad. Bueno, todo lo que Fernando dejaba que le conocieses, que costaba, pues tampoco se puede decir que fuese un libro abierto ni mucho menos.

Se cumplen veinte años y como corresponde a tal efemérides, se suceden homenajes, recuerdos y análisis de lo que supuso Fernando en nuestro deporte. La verdad es que a mí, hoy, no me apetece nada teorizar sobre su persona. Ya lo he hecho en varias ocasiones y luego al final, por si os apetece, os pondré dos enlaces a dos artículos que en su momento escribí sobre él. He pensado que lo que realmente me pide el cuerpo es compartir su recuerdo a través de algunas de las escenas que suelen saltar a primer plano en mi cabeza cada vez que por el motivo que sea, me acuerdo del añorado Fernando.

-Pabellón del Real Madrid. Vestuario del equipo local, o sea, el nuestro. Estamos los dos sentados mientras se oye fuera a Mike Davis pegar gritos: “Martini, Martini, sal”. Los tres hemos sido expulsados (por mi culpa) de un Madrid-Barça final de liga. En un momento Fernando se gira y me suelta: "¿Ves lo que has hecho? Mira en qué lío me he metido por defenderte. La próxima vez te arreglas tú solito". El y yo sabíamos que era mentira.


-Discoteca Pachá. Un grupo de amigos estamos intentado hacer la envolvente a base de incontenible parloteo a unas modelos que andaban por allí. Bueno, todos menos uno. Fernando está de pie, apoyado en una pared, con un refresco en la mano y con cara de medio aburrimiento, supuestamente ajeno a todo, música, mujeres, charlas. Su aparente desinterés causa estragos en la población femenina y no tarda en desaparecer muy bien acompañado. Un crack.

-Noviembre de 1989. La última vez que vi a Fernando. Estaba en el CajaBilbao y jugamos contra el Madrid en el Palacio. Fernando andaba lesionado y después del partido, mientras salía buscando el autobús, me lo encontré. Le pregunté qué tal estaba y cuando iba a volver a jugar. Me dijo que iba bien y que le faltaba ya poco para reaparecer. Y me lo dijo de una forma distinta a la rutinaria, con un brillo de ilusión que me dejó pensativo. Desde su vuelta de la NBA no andaba muy boyante de ánimo, y me alegré de que su disposición fuese positiva. Desgraciadamente no tuvo tiempo para confirmar mi sospecha

-Pabellón del Madrid. Partido de vuelta frente la Cibona, sin Drazen Petrovic pero con Alexander, su hermanito. En el partido de ida decidimos que había que darle un buen mamporro por las putadas que nos había hecho en Zagreb. Todo iba bien, ganábamos de veinte, estábamos clasificados y faltaba menos de un minuto para terminar. Sacan los croatas de banda, corta Alexander por mitad de la zona, se encuentra con Fernando y este, ni corto ni perezoso, le mete un viaje que lo manda diez metros fuera del campo. Todos nos quedamos sorprendidos. Antes de que le dijésemos algo soltó. “¿Pero no habíamos quedado?”. A todos se nos había olvidado el asunto. A él no.

-Madrid. En la calle donde tenía el chalet su familia. Fernando y yo nos compramos unas motos. La mía era una BMW de 1000 cc y la suya una Yamaha 1100. Dos tiros, vamos. Lo habíamos hecho de espaldas al club, pues estaba prohibido, y el padre de Fernando no lo veía claro (el mío, que vivía en Bilbao, no lo supo nunca). En esto nos fuimos a dar una vuelta a Navacerrada y a la vuelta comimos en su casa. Al terminar, toda la familia Martín salió a despedirme. Agarré mi moto, me pasé de darle gas a la salida y terminé cayéndome enfrente de todos. El padre de Fernando se metió en casa rápidamente y tuve que aguantar un chorreo descomunal. “Joder tío, después de lo que me ha costado convencerle, vienes tú y te das una hostia aquí mismo”.

-Milán. Dino Meneghin consigue, con sus tretas de perro viejo, sacarle de sus casillas a Fernando y lograr que le piten tres faltas de ataque en los primeros minutos de juego. Ciego de ira se tiene que ir al banquillo aguantándose las lágrimas de rabia. Aquel viejales no podía hacerle eso. Pepito Grillo Corbalán intenta hacerle entender que el suceso no es más que una lección que podía ser muy beneficiosa para su aprendizaje. En aquel momento era como hablar con una pared, pero sin duda lo asimiló, y Dino ya no se lo pudo hacer otra vez.

-Navacerrada. Noche cerrada. Esta no es una vivencia, sino una visión, pues nunca estuve presente. Fernando está tumbado en mitad del campo, mirando las estrellas al raso y metido en un saco con la cremallera subida hasta arriba. Sólo se le ve la cara. Esto, según él, era lo más. Allí dejaba de ser Fernando Martín, allí no le agobiaba nada. ¡Anda que no nos descojonamos de sus noches en saco de dormir durante años!.

-Colegio SEK. Madrid. Biriukov y yo hacíamos un campus de baloncesto en verano. Le invitamos para jugar un partidito entre amigos. Txetxu y yo ganamos, el perdió. Al terminar nos fuimos a dar un baño a la piscina. En un momento Fernando agarró a Dani (sí, el Dani de Emilio Aragón y el Vip) que había jugado en su equipo, y le dijo que habían perdido por su culpa. No sólo eso, sino que cogiéndole por el cuello, le metió debajo del agua. Ja, ja, ja, todos reímos. Hasta que a la cuarta aguadilla consecutiva vimos la cara de susto que llevaba Dani y le pedimos que parase. ¡Que poco le gustaba perder!.



- Hotel Calderón. Barcelona. El año de Petrovic. Nos encontramos allí y quedé con mis excompañeros para vernos después de cenar y echar un pitillo socializador. Les pregunté qué tal iban con el niño y Fernando me dejó sorprendido: “Nosotros lo que tenemos que hacer es llegar a dos minutos del final del partido igualados. Entonces se la damos a ese, y ya está, ganamos”. El asumir por parte de Fernando un papel secundario en los momentos decisivos me llamó la atención. Pero al final la cosa terminó mal, el equipo se rompió después de los 62 puntos de Petrovic en la final de la Korac y después de ir 5-0 con el Barça en temporada, el Madrid perdió la liga 3-2 frente al Barça y Neyro. Dos gallos en el mismo corral. Mal asunto

-Cualquier campo. Cualquier partido. Fernando en las letras. Pidiendo el balón. No, no lo pide, lo exige. Te mira como diciendo “o me la pasas o te vas a arrepentir. ¿No ves que este que tengo detrás no puede conmigo?. ¡Dámela coño! Y claro, se la dabas. Por miedo y sobre todo porque sabías que aquellas eran unas buenas manos para depositar nuestra suerte.






Todo esto y mucho más era Fernando Martin. Un personaje peculiar, todo lo alejado que se puede estar de producir indiferencia. Un atleta superlativo, un competidor extraordinario. Un pionero y a la vez un hombre abrumado a veces por el significado que llegó a tener. Un tipo al que la suerte puso en mi camino.









Artículos sobre Fernando.




Si alguno está interesado, os dejo dos enlaces. Uno es un artículo que escribí dos días después de su accidente. El abrazo del oso




El otro, en el 2000, a los once años de su muerte. El ejemplo de Fernando









Sobre el blog

El palomerismo es toda una filosofía de vida que se basa, como la termodinámica, en tres principios. El de la eficiencia: “Mínimo esfuerzo, máximo rendimiento”. El del aprovechamiento. “Si alguien quiere hacer tu trabajo, hacerte un regalo o invitarte a comer, dejale”. Y el de la duda: “Desconfía de los que no dudan. La certeza es el principio de la tiranía”. A partir de ahí, a divertirse, que la seriedad es algo que ahora mismo, no nos podemos permitir.

Sobre el autor

Juanma López Iturriaga

Básicamente me considero un impostor. Engañé durante 14 años haciendo creer que era un buen jugador de baloncesto y llevo más de 30 años logrando que este periódico piense que merece la pena que escriba sobre lo que me dé la gana. Canales de televisión, emisoras de radio y publicaciones varias se cuentan entre mis víctimas, he logrado convencer a muchos lectores para que comprasen mis libros y a un montón de empresas que me llaman para impartir conferencias. Sé que algún día me descubrirán, pero mientras tanto, ¡que siga la fiesta!

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