No me resulta fácil cumplir años. Lo digo sin dramatismos tipo “un año menos” y alejado ya de la crisis existencial que sufrí cuando me acercaba a las 50 primaveras. Pero es un día raro, la verdad. Esperas mucho y a la vez no esperas nada. A ratos celebras el puro y simple hecho de haber disfrutado de la vida 365 días más y por otro no te importaría que tu cumpleaños siempre fuese mañana. Te felicita gente suficiente como para sentirte querido (muchas gracias a todos los que lo habéis hecho a través del blog) pero no siempre te llama TODA la gente que te gustaría. Lo disfrutas con gente a la que quieres pero siempre falta alguien del que te acuerdas en estos momentos. Supongo que al final los cumpleaños son como la vida, donde nada es todo.
Pero siguiendo el camino que elegí desde hace un tiempo, me quedo con lo bueno y desprecio lo demás. Y tengo tanto de lo primero que sería estúpido por mi parte dedicar no mas de un pensamiento fugaz a las sombras que sobrevuelan mi vida, seguro que iguales o parecidas a las de la mayoría. Estoy en Israel con un grupo de amiguetes pasándolo bomba, mi familia está perfectamente representada por mi mujer y mi hermana Begoña, nos están tratando a cuerpo de reyes y encima, y aquí viene la gran noticia, ¡HEMOS GANADO! Es más, ¡HE METIDO UN TRIPLE Y HE HECHO UNA PALOMERADA!. De lo primero hay documento, de lo segundo no porque ha sido tan fugaz (como en los mejores tiempos) que al cámara no le ha dado tiempo a pillarla. Pero ha tenido todo lo que se le supone a un palomero. Anticipación, rapidez y buena ejecución final (vamos, que no he bajado una vez a defender, hemos robado el balón y estaba solo debajo de la canasta).
Seguro que mañana no vendrá en ningún medio de comunicación pero eso nos da igual. Teníamos una espina clavada por las dos ultimas derrotas ante el Maccabi y nos hemos vengado. 72-60 ha sido el resultado final, y también nos hemos llevado el MVP (Arlauckas) y el trofeo al máximo encestador (Jerónimo Bucero). Incluso al final y en un momento muy emotivo, han salido a jugar un par de minutitos Rafa Rullán y Vicente Paniagua, viejos legionarios, entrañables compañeros y educadores, junto a gente como Vicente Ramos o Cristóbal, de la generación a la que pertenezco.
Es curioso como hay cosas que el tiempo no cambia. Hace muuuuuuuuuuucho tiempo que nos retiramos pero a pesar de que el cuerpo no es el de antes, mantenemos intacto nuestro espíritu competitivo. Y no nos gusta perder ni a las canicas. Y más cosas, como comer pasta, no andar mucho que eso no viene nada bien y echarse una siesta antes del partido. Tics de veinteañeros profesionales en cuerpos de cuarentones retirados (los más afortunados). Pero es una gozada volverte a sentirte jugador por un par de horitas. Porque aunque puede parecer que nos lo tomemos un poco a cachondeo, al repetir rituales de antaño de alguna forma recuperas algunas sensaciones olvidadas y que dicho de forma coloquial, te ponen.
Total, que aquí estoy, con agujetas pues con el libro y demás llevaba una temporada no muy activa y esperando la hora de la cena. Desde la mesa donde he desplegado la colección de gaddgets electrónicos que me acompañan habitualmente veo a algunos de mis compañeros Internet a tope o simplemente de charlita dejando el tiempo pasar y amigos. Otros están de sauna y piscina y alguno echando una siesta tardía, que aquí cada uno es de su padre y de su madre.
Nos queda mañana, con un trayecto Eilat-Tel Aviv en autobús para poder hacer dos paraditas en el Mar Muerto y en Jerusalem. Un remate feliz para un viaje feliz donde he celebrado un cumpleaños feliz. ¡Que más se puede pedir!.
Postdata.- Como muchos de vosotros me habéis pedido imágenes en juego, aquí va un pequeño resumen del partido de ayer. Esta hecho con un iphone, y la grabación y los comentarios son de mi mujer y de mi hermana (dato necesario para entenderlo). Ha sido editado de prisa y corriendo, pero para hacerse una idea de lo ocurrido creo que va bien. Y lo de mi camiseta con el numero 15 es un homenaje a Beirán, que se ha pasado el pobre todo el viaje tumbado en la cama. !Qué menos por un compañero!. Eso sí, no se me pegó su mágica muñeca.