El Palomero

Entre Bielsa y Karanka

Por: Juanma Iturriaga

30 abr 2012

Guardi

Se marcha Guardiola y cada cual hace inevitablemente su reflexión al respecto, pues no es noticia por la que se pueda pasar por encima. De las muchas expuestas, tomemos dos que representan probablemente los extremos de todo el espectro posible de opinión. Como si fuese un ring de boxeo, a un lado Marcelo Bielsa, al otro, Aitor Karanka. 

Bielsa dijo: “La pérdida de Guardiola es mayúscula para el fútbol”.  

Se puede decir más alto pero no más claro. Bielsa abandona lecturas locales y coloca a Guardiola a otro nivel, el de aquellas personas cuya trascendencia va más allá de unos colores determinados y se traslada a terrenos globales. El problema no es ya del Barcelona, ni siquiera de la liga española. Su posible ausencia, de tiempo indeterminado, es una muy mala noticia para el fútbol. Tan mala como para catalogarla de mayúscula. De esta forma Bielsa homenajea a uno de sus fans declarados situándole en la exclusiva nómina de personajes cuyo legado trasciende un momento determinado y un equipo concreto. Hay gente que pasa a la historia de un club. Otros, a la del fútbol. Para Bielsa, Pep es uno de ellos. 

Karanka, por su parte, dijo: “Creo que la Liga española ha existido sin Guardiola y existirá sin Guardiola. Es verdad que sus títulos están ahí durante los últimos cuatro años, pero como ya he dicho, con o sin él, con o sin Karanka y con o sin Mourinho, la Liga seguirá existiendo”. 

Sin entrar en que sabiendo que se lo iban a preguntar, podía haberse preparado un discurso algo más elaborado, Karanka no hizo otra cosa que practicar uno de nuestro deportes nacionales: el ninguneo. Ningunean la mayoría de los políticos, incapaces de decir ni una sola cosa buena de cualquiera que no combata en su misma trinchera y dedicados en cuerpo y alma a tirarse los trastos a la menor oportunidad, sin importarles un huevo donde nos lleve esta espiral de descalificaciones. Ningunean muchos de los periódicos y radios, volcados con lo suyo, rindiendo pleitesías ideológicas y empresariales, mientras se dan cera a la menor ocasión sin saber que el desprestigio de la competencia es su propio desprestigio. Ningunean casi todas las cadenas de televisión, donde solo existe lo propio, su gente, sus programas, los deportes cuyos derechos poseen y donde no hay cabida para otra cosa que no sea mirarse bien el ombligo. Y también, por supuesto, se ningunea en el universo deportivo, aunque eso signifique traicionar el fair play y otros cuantos valores normalmente asociados al deporte. ¿Títulos, reconocimiento mundial, germen inicial de la selección campeona del mundo, constante evolución táctica, jugadores dando su mejor versión durante una eternidad? Bah, eso ni es nada, ni merece nada. Además, la Liga ha existido antes y existirá después. Menos mal que era una pregunta esperada, que si llega a ser una sorpresa, vete tú a saber por donde sale.  

Eso sí, se podrá decir muchas cosas de la lastimosa actuación de Karanka, pero de lo que no se le puede criticar es de falta de coherencia. Si durante los dos últimos años has puesto en duda todo lo conseguido por el Barcelona, si sus títulos los has achacado a los árbitros, la federación española, la UEFA, el calendario, la potra o lo que hiciese falta, es normal que no des la más mínima importancia ni a su entrenador ni a su marcha. En ese aspecto, trayectoria irreprochable. (Afortunadamente en el Madrid no todos piensan así y se han podido escuchar otras voces más lógicas, como las de Casillas y Butragueño. Por no hablar de la de Raúl, que aunque le quieran nacionalizar alemán, siempre será referente blanco)

Un ejemplo. Supongamos que Djokovic o Federer deciden retirarse esta temporada. ¿Se imaginan a Rafa Nadal no deshaciéndose en elogios del que le ha derrotado en unas cuantas ocasiones y diciendo que bueno, el tenis estaba antes y estará después? ¿O a Magic ninguneando a Bird? ¿Tan difícil es reconocer los méritos ajenos, aunque sean de nuestros rivales? ¿Por qué el cuerpo técnico del Real Madrid sigue en esta línea tan penosa? 

N_f_c_barcelona_josep_guardiola-1221037Desde luego que mi opinión está mucho más cerca de la de Bielsa que de la de Karanka. Guardiola siempre gozó de mis simpatías desde su etapa de jugador. Por su inteligencia, claridad de ideas y capacidad de liderazgo. Pero no sólo eso. Recuerdo esta foto de Pep con Kiko en uno de esos espectaculares Barça-Atlético de Madrid de aquellos años. Fue después de una viva discusión entre compañeros y amigos, que terminó con este abrazo. Pura pasión deportiva. Como entrenador, me limito a lo obvio. El Barça de su mano, ha sido un equipo imperial, en lo práctico y en lo estético y se le reconoce mundialmente como uno de los mejores equipos de la historia (para mí desde luego, el que mejor he visto jugar a fútbol). Y en su discurso y comportamiento, en el que algunos ven falsedad, yo he visto casi siempre sensatez, coherencia, respeto y espíritu deportivo. Sí, creo firmemente que ni el Barça, ni el futbol, ni el deporte andarán nunca sobrados de personajes como él (sospecho que este tipo de opiniones son las que me convierten en un pseudomadridista)

Termino enviando a Guardiola una sugerencia para su vuelta: ¿Qué tal el Athletic post-Bielsa? Si no nos alcanzan los euros, pagamos en chuletones. 

Esa cara que se te queda

Por: Juanma Iturriaga

26 abr 2012

XX

Durante mi etapa en el Madrid, había una frase que solíamos repetir cuando perdíamos algún partido de forma inesperada, aparentemente injusta o simplemente en una resolución de última hora (afortunadamente no la tuvimos que usar mucho). “Lo peor no es perder, sino la cara de gilipollas que se te queda”, nos decíamos para buscar un punto de humor en la desgracia. Bien, hoy es jueves y ya llevo dos noches con esa cara (abstenerse chistes sobre si igual son más de dos y la llevo toda la vida sin darme cuenta). Los motivos son diferentes. La del martes surgía de mi afición al fútbol por encima de los colores. Me gusta la propuesta futbolística del Barcelona, como me gusta la de la selección española. Todo lo contrario que la del Chelsea, tan esforzada como rácana en elementos que al menos para mí, hacen del fútbol un deporte hermoso. No pretendo quitar méritos a los ingleses, que quizás plantearon la batalla de la única forma en la que podían tener esperanzas de éxito. Pero no puede contar con mi simpatía y ni mucho menos con mi alegría en su triunfo (gran palomerada de Torres, por cierto) aunque haya sido ante el sempiterno rival azulgrana.

La de ayer, aunque terminase con parecida expresión facial, vino por otros territorios emocionales. Aunque Mou diga que los pseudomadridistas nos entristecimos el sábado y nos alegramos el miércoles (qué insistencia en el “estás conmigo o estás contra mí"), la derrota ante el Bayern fue de las que hacen mucha pupa a todos los que (de diferentes formas, seguro) sienten este club. La oportunidad de la Décima estaba aparentemente servida en bandeja. Venir de ganar una Liga en el Camp Nou, tener que remontar un accesible 2-1 en casa y de lograrlo, disputar la final con un Chelsea de nivel futbolístico por debajo de los otros tres semifinalistas (y disminuido por numerosas bajas) daba a entender que los hados se habían vestido de blanco. La euforia era indisimulada, y no te digo con el 2-0 al cuarto de hora. Reconozco que con el segundo de Ronaldo envié un mensaje a un amigo pronosticando 4 ó 5 goles en la portería alemana (quizás debería plantearme dejar de hacer pronósticos).

Pero se me olvidó que enfrente estaba uno de los pocos equipos a los que el Bernabéu no asusta, uno de los pocos a los que “90 minuti no son molto longos”. Dicen que las estadísticas están para romperlas, pero también para estudiarlas, pues no surgen de la nada y detrás de los números se esconden siempre razones a tener en cuenta. Y las estadísticas decían, como se volvió a demostrar, que el Bayern es un dolor de cabeza histórico para el Madrid (se puede cambiar Madrid por Barça y Bayern por Chelsea). Este tipo de cuestiones, aunque no lo parezca, se terminan instalando en las cabezas de los jugadores, que acuden a esos campos “favorables” con una dosis de confianza extra y así lo declararon explícitamente los jugadores del Bayern, incluso después del 2-1 de Múnich.

Sería un error por parte de Barcelona y Real Madrid limitar su análisis sobre lo ocurrido a cuestiones relacionadas con la diosa fortuna, pues eso limitaría la necesaria autocrítica, condición previa para la mejora. Pareció esquiva con el Barça, al que solo dio la impresión de faltarle puntería, como si esta fuese simple cuestión de suerte, y también con el Madrid, pues como muchos han dicho ya, los penaltis son una lotería. Pero estoy seguro que la razón de su eliminación va algo más allá. Coinciden ambos entrenadores (¡albricias!) en que no podían pedir más a sus jugadores de lo que dieron. No dudo que lo dieron todo, pero eso no exime al colectivo de cometer fallos o lucir carencias que convendría estudiar. El Barça ha llegado demasiado apagado, excesivamente messidependiente y sin un plan b de urgencia. El Madrid, por su parte, se echó atrás justo cuando empató en Múnich y lo volvió a hacer en el Bernabéu con la eliminatoria en ventaja, ahondando en lo que parece la asignatura pendiente para poder dar el próximo salto de calidad: el control de los partidos, que normalmente se hace en el centro del campo. El Madrid es como era Mike Tyson, un noqueador casi infalible. Casi. Cuando no logra el K.O., cuando se trata de ganar a los puntos, con un poco más de paciencia, pasa más problemas, lo que por otro lado no le ha impedido ganar justa y brillantemente la Liga.

Total, ninguno de los dos mejores equipos del mundo jugarán la final. ¿O no son los dos mejores equipos del mundo? Yo creo que sí, creo que en una liga, competición más justa que otra de eliminación directa, el Chelsea o el Bayern quedarían no a 30 puntos, pero sí a una buena distancia (bueno, quizás el Chelsea sí quedaría a 30). Pero eso ahora ni cuenta ni consuela. Alrededor de la rivalidad Madrid-Barça se suele decir que la risa va por barrios. Aunque no seamos muy proclives a compartir destino, en 24 horas la Champions ha colocado a ambas aficiones en el mismo sitio. Un lugar triste donde reina el desencanto, el recuerdo de las oportunidades perdidas, el lamento por la mala suerte. Un lugar donde puede aparecer un compañero como los que yo tuve y decirte: "Lo peor no es haber perdido, sino la cara que se te queda”. Y encima tener razón.

Eso sí, la tierra no ha dejado de girar.

Postdata.- Escribo desde Bilbao, a poco más de cuatro horas del Athletic-Sporting, enorme oportunidad de llegar a la segunda final europea de su centenaria historia. Espero que a las 11 de la noche no tenga que mirarme al espejo.

Estimado Florentino (2º intento)

Por: Juanma Iturriaga

23 abr 2012


CartaAntes de nada, quiero felicitarle por el triunfo del sábado y la ya prácticamente ganada liga. El fútbol tiene una capacidad inigualable de repartir felicidad, y el universo madridista se levantó ayer con una sonrisa en la cara que seguro seguirá luciendo hoy, aliviado por fin después de una travesía del desierto que ha durado tres años. Sí, ya sé que para usted la Copa del año pasado fue la mejor copa de la historia, pero esperando que no se me enfade, eso no lo convierte en un trofeo de caza mayor como lo son la Liga y la Champions. Ya ve, han sido solo tres años sin ganar la Liga. Lo digo porque a veces ha habido comportamientos que sugerían tres décadas, más que tres años.

Le imagino orgulloso, pues no es para menos. Esa utopía que parecía hasta hace bien poco el alcanzar a uno de los mejores equipo de la historia se ha convertido en realidad. Como demostró el sábado, el Madrid está ya en condiciones de discutir competitivamente cualquier título, una vez que la última frontera, la psicológica, debió de caer con el triunfo de anteayer. Con su estilo tan directo, demoledor en su pegada y a veces tan poco masticado ofensivamente. Con su orden defensivo capaz de ahogar una máquina de hacer fútbol tan precisa como la azulgrana. En distancias cortas y también en las largas. Nada debería impedir ya que se abra una nueva era. No quiero decir con esto que el Madrid vaya a ganar por decreto todo lo que juegue, empezando por el de este miércoles (esto es deporte, no ciencias exactas) pero sí que derribada la ascendencia mental, su apasionante rivalidad con el eterno rival entre en una nueva dimensión.

Sobran pues, motivos para que tenga un buen estado de ánimo, y esta es una de las principales razones para esta segunda carta que le envío. De la primera no tuve acuse de recibo, pero lo entiendo, pues dirigir ACS y el Madrid no debe dejar mucho tiempo para ocuparse de temas menores como estas comunicaciones. Pero yo insisto, que nunca se sabe. Decía que, animado por el buen ánimo, me gustaría que reconsiderara una cosita.

Conquistada la Liga (quién sabe si no será el único y último título de la temporada) y espero que liberados para siempre del complejo (de intensidad variable dependiendo de cada uno) de barcelonitis que había provocado tantos reveses con los azulgranas, le quiero animar a dedicar el esfuerzo que sea necesario para recomponer otra cosa que quizás no considere tan importante como un campeonato, pero yo que usted no lo desestimaría. Me refiero a la imagen del club fuera del madridismo más militante y alineado con la doctrina oficial de los últimos tiempos.

En Barcelona se volvió a demostrar que no hay mejor Madrid que el que se dedica únicamente a jugar a fútbol. El que se presenta en un terreno tan exigente como el Camp Nou a disputar una competición deportiva, no una guerra santa. El que tiene claro que los únicos que tienen la misión de impedírselo son los jugadores del equipo contrario. El que argumenta con estrategias, talentos y valores deportivos. El que mantiene, dentro de lo posible, su sistema nervioso dentro de parámetros lógicos alejados de cortocircuitos. El que habla despues del partido de lo felices que son, de lo solidariamente que han defendido, del golazo de Ronaldo, de lo buenos que son los del otro lado, lo que hace más meritoria su victoria. En Barcelona se demostró que el Madrid puede perfectamente ganar una Liga, y puede ganar en el Camp Nou, lo que me va a permitir que le diga, contradice algunas de las declaraciones y líneas de opinión que se han escuchado en los últimos tiempos. Yo le diría que simplemente en esta Liga ha ocurrido algo que no ocurrió en las tres precedentes: que el Madrid ha sido mejor que el Barcelona, más constante, con menos fallos y sin salir tan dañado de sus enfrentamientos particulares.

Estoy casi seguro de que usted piensa que son los títulos y solo los títulos los que hacen grande y admirada a una institución. Yo creo que no. Por eso le pediría que ahora que ha llegado (prácticamente) un gran título, se acompañe con unas buenas maneras. Que aliviada la ansiedad por la sequía, se dejen definitivamente de lado elucubraciones y crispaciones innecesarias. Que si bien, y permítame la crítica, en más de una ocasión no se ha sabido perder, ahora se sepa ganar. Que su entrenador deje de comportarse como un niño malcriado siempre dispuesto a una buena rabieta y a echar la culpa al empedrado (mire el último párrafo de este artículo de John Carlin) y se dedique a entrenar, lo que según muchos expertos, hace más que bien. Le recomendaría incluso que, bajo el pretexto de que así va a vivir más tranquilo, le animaría a no hacer más declaraciones (las multas de la Champions correrían a cargo del club). No sé si se habrá dado cuenta, pero el equipo juega mejor cuando él está callado y el resto no tenemos que desayunar cicuta. Y para asegurarse definitivamente la tranquilidad, que Karanka no diga más eso de “ya lo ha visto todo el mundo”. Que incluso desaparezca el pseudomadridismo del diccionario o que la próxima vez que le pidan jugar la final en el Bernabéu, diga que sí, independientemente de los equipos que lleguen. 10.000 aficionados del Athletic que no podrán asistir a la de este año por su negación se lo agradecerían. En definitiva, que esa imagen de club malhumorado y proclive al estado de crispación deje paso a otra cosa mucho más natural, positiva y deportiva.

En fin, no le ocupo más tiempo pues la semana viene muy cargada. Reitero mi enhorabuena que espero haga llegar a todos los miembros del equipo. Llegan los alemanes, que no son de fiar, y si todo va como esperamos, el día 19 de mayo podremos disfrutar (siempre que no vaya más allá de lo que realmente es, un gran partido de fútbol) de otro apasionante duelo entre los dos mejores equipos del mundo. Todo un deleite para los millones de aficionados a este deporte.

Atentamente, un pseudomadridista que aspira a dejar de serlo.

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Cuando uno hace un cambio y el resultado se transforma de favorable en desfavorable, uno conjetura sobre si el cambio fue el motivo del desequilibrio negativo

Marcelo Bielsa, después del Sporting de Lisboa-Athletic

 "Cuando salgo de viaje para seguir a mi equipo, me suelo pasar el día haciendo conjeturas sobre el futuro inmediato y depende de mi grado de optimismo, me inclino sobre determinadas opciones que me producen diferentes sensaciones". 

El Palomero, en declaraciones a la revista "Afición"

Jueves 19 de Abril de 2012.

Conjeturo recien levantado sobre si me dará tiempo a hacer todas las cosas que tengo que hacer antes de las 14.50, entre ellas encontrar las entradas que parecen haberse volatizado de tu cartera y que finalmente, despues de diez minutos de pánico, aparecen donde ya he mirado anteriormente en varias ocasiones.  

Conjeturo mientras corro del parking a la terminal (y me pregunto si no debería hacer un poco más de deporte) sobre si, despues de ir toda la mañana “como puta por rastrojo” (y perdón por la expresión) al buscar la puerta de embarque veré en la pantalla al lado de tu vuelo la palabra “atrasado”, lo que me provocará dos reacciones. Una, maldeciré por enésima vez los viajes en avión, que se han convertido en todo menos agradables, y por otro lo agradeceré, pues tendré tiempo para meterme un buen bocata de jamón y una cerveza que me llenarán de paz corporal y espiritual.

Conjeturo llegando a Lisboa y ante la visión aérea del campo del Sporting sobre su belleza o fealdad. Pero para eso están varios aficionados embutidos en camisetas rojiblancas que no conjeturan: “Ufff, que feo” o “donde esté San Mamés” terminan con mi debate interior. 

Conjeturo en el taxi que me lleva al hotel sobre si existe un patrón mundial taxista, es decir, si en el clásico “todos los taxistas son iguales”, el todos abarca la población taxista mundial o simplemente la igualdad se circunscribe a una determinada ciudad. La duda se hace relevante una vez que el hijo de su madre me intenta cobrar 25 euros por un trayecto que no debería sobrepasar los 8, pues no es lo mismo pensar que "todos los taxistas de Lisboa son unos chorizos” a que “todos los taxistas del mundo son unos chorizos”. Concluyo que las generalizaciones son injustas y lo dejo en que “hay un taxista en Lisboa que es un chorizo

IMG_1357Conjeturo en el metro sobre si la Plaza Rossio será el lugar de encuentro de la marea rojiblanca como lo fue la noria de Manchester. No será la primera comparación entre un viaje y otro, y tampoco la primera vez que te das cuenta que lo de la excursión al corazón futbolístico de Inglaterra es imposible de repetir por lo perfecto. La plaza es suficientemente grande como para que la peña quede algo repartida y no como en la lata de sardinas donde nos apiñamos ante la estupefacta mirada de los mancunianos (¡toma gentilicio!) hace poco más de un mes. Los lisboetas, por eso de tenernos cerca, creo que nos conocen mejor y no se sorprenden tanto, aunque la octogenaria camarera de una cafetería no termina de acostumbrarse a que cada dos minutos alguien se arranque con un Atleeeeeetic contestado entre bocado y bocado por un riauuuuu que hace temblar un poco las paredes. 


IMG_1356Conjeturo (una vez que he tenido un encuentro en la tercera fase con la mítica Otxoa, personaje bilbaino imprescindible, y recordamos su impactante actuación en El Friki, un programa de ¿fútbol? que hice en mis orígenes televisivos en Telemadrid y donde tenía cabida hasta una actuación suya) sobre si acabo de conocer al PEOR CAMARERO DEL MUNDO, que nos ha servido el PEOR VODKA TONIC DEL MUNDO.  Intento recordar algo parecido, pero me cuesta encontrar tamaño despropósito. No, no era una cuestión de interés, pues el hombre lo ponía, pero cada movimiento empeoraba el anterior. Traía una cosa, se confundía, la dejaba encima de la mesa, iba a por otra, se volvía a confundir, se llevaba lo que no tenía que llevarse…. Eso sí, la tónica, el vodka y un buen vaso con hielo, nunca coincidieron en espacio y tiempo. Por momentos me recordó el acertijo del barquero que tiene que transportar en una barca una oveja, un lobo y una lechuga. Finalmente y con ayuda de uno de los acompañantes de la Otxoa que hizo las veces de camarero, mi amigo Txus (yo ya había decidido como una media hora antes el pasarme a algo más sencillo, una cerveza) pudo ¿degustar? un desangeladísimo vodka tonic. 

Conjeturo de vuelta al metro y ya camino del estadio sobre si nuestra afición resulta especial o si todas las aficiones son especiales mientras me saco fotos en un abarrotado vagón, me cantan que me ponga una bufanda y una chica me enseña los últimos chistes gráficos sobre el rey cazador y Froilan el cazado. Y me dice con pena que el rey no vaya a ir a la final de Madrid, pues tenía ilusión de cantarle lo de “un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña”.  Y me habla de Patxi Lo, que al principio creo que es un hermano vasco de Jennifer Lo, pero resulta que es el lehendakari. Y otro dice que si se clasifica el Atletico de Madrid en la otra semifinal (lo nuestro se da por hecho) se debería jugar en Lerma en lugar de Bucarest, que está más cerca y tiene un cordero y un cochinillo de levantar la boina. Y entre una cosa y otra llegamos a la estación del estadio y a una hora del partido retumbaba con Athleeeeeetics y riauuuuuuuus agrandados sonoramente por pasillos y tuneles. Y concluyo que sí, que somos diferentes, pero ni mejores ni peores, sino distintos. 

Vanessa-oliveira-3Conjeturo ya en el campo sobre lo meramente deportivo mientras en el video marcador aparece Vanessa Oliveira y se me va un poco el santo al cielo. Me imagino que debe ser alguien conocida pues levanta murmullos que se convierte en aullidos cuando se quita la chaqueta y enseña hombro (que fino me he puesto). Uno, que es un profesional de la información, le busca en Internet y aumenta su cultura. Eso sí, su Sporrrrrting con el que intentó animar a sus compatriotas antes del partido quedó a unos miles de decibelios de cualquier Athleeeeeeetic. Cuerpo, belleza y voz, es que no se puede tener todo. 

Conjeturo durante todo el primer tiempo sobre si es el peor Athletic que he visto esta temporada. Empanada general, Muniaín desaparecido, Susaeta y De Marco imprecisos hasta la desesperación, Llorente maniatado… O quizás juega en su contra los excelsos partidos con que nos ha deleitado esta temporada que hacen que cualquier bajada de pistón parezca un bajonazo. En el descanso no tengo dudas. Será difícil jugar peor. 

Conjeturo durante el segundo tiempo sobre si me he equivocado en la anterior solución de conjetura. Sí, se puede jugar peor, y ahí están los últimos veinte minutos, donde el Sporting nos pasa por encima y si no nos caen más es porque San Mamés debía estar de guardia. Diego Capel parece Maradona y Danone piensa en nuestra defensa para su próximo anuncio de flan. Sólo el pitido final termina con la conjetura de cuando nos va a caer el tercero. El resoplido de alivio de más de cuatro mil personas se oye en la cima del Gorbea. 

Conjeturo sobre el partido de vuelta en San Mames cuando la afición rojiblanca vuelve a corear el nombre de Iñigo y repite en un escalofriante grito un sentido “es por ti”. Un homenaje más (la aficion del Sporting tambien se acordó de él) hacia un chaval cuya muerte entra dentro del terreno de lo incomprensible, absurdo, innecesario y evitable, y que (aunque no sea lo más probable) no debería quedar sin consecuencias para sus responsables. 

Conjeturo de vuelta sobre los por qués de la derrota y me ronda sin parar el nombre de Ander Herrera. Fue demasiado evidente que en cuanto se marchó al banquillo, el panorama cambió. Saber hasta que punto no fue consecuencia o simple casualidad entra dentro del terreno de la opinión, por lo que acudo a sabias fuentes como la de periodistas como Eduardo Rodrigálvarez o Jon Rivas, que no se pierden una, y coinciden en mis sospechas. Lo que me lleva a una nueva conjetura, esta vez sobre qué dirá mi admirado Bielsa ante la gran sospecha de un error decisivo. El loco está a la altura, explicando y analizando el por qué lo hizo y asumiendo que su decisión tuvo las consecuencias contrarias que las que perseguía, asumiendo su error, lo que me hace descubrirme de nuevo ante este personaje singular. De todas formas, siempre he creido que la crítica sobre la toma de decisiones ha de ser doble. Por un lado la decisión en sí. Por el otro, el resultado de la decisión. Juzgarlo todo a tenor del resultado puede quedar incompleto y su simplismo llevar a conclusiones equívocas. Es muy posible que en dos situaciones parecidas, la misma decisión tenga resultados diferentes. ¿Es posible que la decisión sea buena y mala a la vez?. Solución: introducir un nuevo e imprevisible actor, el contrario. 

La conjetura de Bielsa y su debate posterior cierra el día en Lisboa. Queda un último acto, pero ante un buen chuletón, no hay conjeturas que valgan y las que valen, podemos dejarlas para el jueves que viene en San Mamés

 

"Tú, hijo, vé, pásalo bien y no te preocupes por mí"

Maria Carmen Iturriaga, madre (y entre otras muchas cosas cocinera de primera) a sus hijos en muchas ocasiones durante su vida 

 

Crónicas ejemplares

Por: Juanma Iturriaga

11 abr 2012

 “Hasta ese momento (el mundial de Argentina) había escrito ya un buen número de artículos, pero siempre como analista de apoyo (o columnista, que suena mejor) nunca como cronista. Siendo los dos estilos muy personales, en la crónica además de opinión debe haber una buena dosis de información. Se trata de contar el partido, de la forma que quieras pero intentando completar un panorama lo más amplio posible que explique lo que pasó y por qué pasó. El columnista, en cambio, se puede permitir visiones más cerradas. Hablar de un detalle, de un jugador, de una jugada concreta que crea tener relevancia. El cronista pinta el cuadro del partido. El columnista explica alguna de sus partes. Los exdeportistas normalmente ejercen de analistas pues en esas pinturas pueden ver cosas que el común de los mortales igual no se fija. El haber sido parte de ellos les confiere una visión cualificada para explicar sus claves. Pero rara vez atraviesan la valla y se convierten en cronistas. Yo lo hice porque me gustaba y me sigue gustando este género. No solo en lo que se refiere al mundo del deporte. Es más, mi ídolo en estas lides no escribía sobre futbol, baloncesto o tenis, sino de toros. Joaquín Vidal consiguió algo impensable y solo al alcance de muy pocos. Contarte una corrida de toros y lograr que sin interesarte lo más mínimo ese universo, disfrutarlo con su particular estilo, sus expresiones, su peculiar sentido del humor y sus devastadoras metáforas.  Vidal se convirtió en mi referencia utópica. Conseguir que sin que te gustase el baloncesto, pudieses leer y disfrutar con una crónica bien escrita”.

Ayer martes se cumplieron 10 años de la muerte de Joaquín Vidal, que como ya descubrí en ese clásico instantáneo de la literatura en que se convirtió mi libro Antes de que se me olvide, fue mi ídolo y aspiración inalcanzable desde que me inicié en el apasionante mundo de las crónicas. Esta efemérides me dió la excusa perfecta para volver a leer unas cuantas crónicas del especial que le dedicaron en estos parajes cibernéticos. 

Como no podía ser de otra forma, los textos no han perdido un ápice de su fuerza. Da igual que hayan pasado décadas, siguen teniendo esa difícil capacidad de trascender a la actualidad para convertirse en pedazos literarios que mantienen una frescura y vigencia sorprendente. En todos y cada uno de ellos, Joaquín Vidal conseguía el que, creo, debe ser el ideal de un cronista, atraer la atención del lector independientemente de su interés determinado por el tema que se trata, por lo que no excluía a nadie y el espectro de sus seguidores lo cubría todo. Desde el entendido más exigente hasta el que no distinguía una verónica de un pase de pecho. 

Yo era uno de los muchos lectores que creo que tenía Vidal al que el mundo de los toros le importaba un carajo. Es más, incluso alguno de sus rituales, ambientes, supersticiones  y religiosidades me producían hasta rechazo. Pero nada de eso impedía que disfrutase leyendo a Joaquín Vidal. Que la llegada, por ejemplo, de la Feria de San Isidro, supusiese todo un deleite para mí, no basado ni mucho menos por las corridas en sí o los toreros, y mucho menos por la feria de vanidades que transcurre alrededor de la propia feria taurina. Mi gozo radicaba en saber que durante muchos días tendría mi ración diaria del gran Joaquín Vidal. 

Había otra cosa que me encantaba de Vidal. Todos los años frecuentaba Pamplona, Sevilla, Bilbao y por supuesto Madrid, y a pequeños detalles, sin entrar en grandes profundidades sociológicas, simplemente a través de sus crónicas taurinas, entendías perfectamente la idiosincrasia de cada público, la lógica de sus reacciones, el porqué de sus aplausos o protestas. Y todo encajaba perfectamente. 

Pocos géneros me atraen más que el de las crónicas. Es posible que se deba a que el universo deportivo resulta espacio ideal para que gente con talento aproveche sus sugerentes elementos (épica, enganche social, mitología, debates eternos, historia, política o economía) para meterlos en una batidora y con el aderezo de la pura actualidad, lograr concentrarlo de forma adecuada, sugerente, analítica y sin dejar de ser pasional. Todo esto a la carrera y en unos pocos folios. Es más, creo que si hace un montón de años me enganché a El País, una de las razones básicas fue por sus cronistas deportivos. Y me viene a la cabeza, por orden cronológico, el Alfredo Relaño pre-villarato, Alex Martínez Roig o Luis Gómez, el que dijo que a un Madrid-Barcelona de baloncesto solo le faltó sexo, o conseguía hacer interesante la crónica de una etapa llana del Tour de Francia donde no había pasado nada de nada (Carlos Arribas logra lo mismo, tuvo buen maestro). Y por supuesto Santi Segurola, cuya crónica de la final de cien metros de los Juegos de Seúl, la de Ben Johnson y Carl Lewis, todavía guardo en la memoria. ¡Qué decir de Ramón Besa, o Pepe Sámano, que, como los buenos vinos, siguen ganando con el paso del tiempo.  Seguro que me olvido de más de uno (que no se lo tomen a mal). Algunos siguen por el periódico, otros no. Intenté e intento aprender de todos ellos. 

Para terminar, una última observación sobre Joaquín Vidal. Siendo bueno alabando, era único criticando negativamente. No es fácil hacerlo sin caer en el recurso fácil de la descalificación grosera, el hostiazo sin más, un navajazo a traición o la venganza basada en la antipatía personal (buena parte del periodismo deportivo se juega con estas reglas).  Para muestra, este botón. Así pone de elegantemente de vuelta y media a los tres toreros en una corrida de la Feria de Bilbao. 

Contemplada así la lidia y la fiesta de los toros, excepto en esa estocada de Joselito y algún detallito más, ayer no hubo toreo ninguno en la bilbaína plaza de Vista Alegre. Pues nadie diría que torear consiste en pegar un pase anunciándolo como si fuera a suceder allí mismo la invención del toreo, darlo relamido, rectificar precipitadamente al rematarlo e irse a otro terreno para iniciar el siguiente. Así toreó Roberto Domínguez. Tampoco es torear tomarse toda suerte de precauciones merodeando sigilosamente alrededor del toro, pegarle un mantazo si va y cuando va entre mortecino, aborregado y santo, al estilo del precioso salpicao que salió en sexto lugar, darle medios pases o manoletinas mirando al tendido. Así toreó Litri. Ni es torear en sentido estricto, abrir desmesuradamente el compás citando con el pico, ejecutar el pase con la suerte descargada templándolo apenas y pasarse 10 minutos de reloj con el mismo asunto. Así toreó Joselito

Joaquin Vidal, un cronista ejemplar que hizo que sus lectores sacásemos en innumerables ocasiones el pañuelo para pedir para él las dos orejas y el rabo. 

Síndrome de Blitz

Por: Juanma Iturriaga

09 abr 2012

En el capítulo titulado Blitzgiving (6ª temporada, 10º episodio) de la serie Cómo conocí a vuestra madre, tiene una aparición estelar Jorge García, más conocido por todos como Hugo Reyes, personaje de la añorada Lost. En esta ocasión el voluminoso actor es el Blitz, persona poseída por un espíritu algo cabroncete que hace que ocurran cosas soprendentes cuando no está presente. Este espíritu puede ir de una persona a otra, para desesperación del nuevo receptor y alivio del antiguo Blitz. De hecho, Hugo consigue traspasárselo al impagable Barney Stinton, personaje que por sí mismo justifica el seguir la serie. Pero Barney siempre termina triunfando.

 

Pues bien, vuelvo a la actividad con la mosca detrás de la oreja. Ya sé que solo he estado fuera de circulación física, mental e informativa dos semanas, pero no sé, a veces te da la sensación de que las cosas importantes están esperando a que te ausentes para ocurrir, que eres un Blitz sin quizás darte cuenta. Sé que es un pensamiento algo victimista, carente de lógica y bastante pretencioso, pues el universo no suele estar pendiente de las circunstancias de un insignificante ser humano, que bastante tiene con lo suyo. Pero entonces, ¿por qué una de las frases más populares de nuestra lengua es el '¡no sabes lo que te has perdido!'? Para espantar el síndrome de Blitz, cojo calendario, periódicos e internet a mano, y veamos qué me he perdido en estas dos semanas.

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Sobre el blog

El palomerismo es toda una filosofía de vida que se basa, como la termodinámica, en tres principios. El de la eficiencia: “Mínimo esfuerzo, máximo rendimiento”. El del aprovechamiento. “Si alguien quiere hacer tu trabajo, hacerte un regalo o invitarte a comer, dejale”. Y el de la duda: “Desconfía de los que no dudan. La certeza es el principio de la tiranía”. A partir de ahí, a divertirse, que la seriedad es algo que ahora mismo, no nos podemos permitir.

Sobre el autor

Juanma López Iturriaga

Básicamente me considero un impostor. Engañé durante 14 años haciendo creer que era un buen jugador de baloncesto y llevo más de 30 años logrando que este periódico piense que merece la pena que escriba sobre lo que me dé la gana. Canales de televisión, emisoras de radio y publicaciones varias se cuentan entre mis víctimas, he logrado convencer a muchos lectores para que comprasen mis libros y a un montón de empresas que me llaman para impartir conferencias. Sé que algún día me descubrirán, pero mientras tanto, ¡que siga la fiesta!

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