Holaaaaa. Tal y como prometi, y mira que tampoco soy muy fiable, aquí estoy de vuelta. Bueno, no va a ser exactamente aquí, sino en otra dirección del inabarcable universo bloguero. Mas concretamente en ESTA Eso sí, va a ser temporal y en cuanto acaben los Juegos, aquí volveremos. Es que hay que estar a la moda, y ahora la moda es lo temporal. Subidas de impuestos, recortes de pensiones, despariciones de pagas, TODO es temporal y en cuanto salga un poco el sol, ya lo veremos.
Antes de empezar el diario olímpico y por si a alguien le puede interesar la información, he estado un par de semanas recorriendo en coche la provincia de Cadiz y de ahí a Portugal. De Cadiz poco se puede decir que no se haya dicho. Se está que te mueres, aunque de los siete días, en tres sopló un levante que limitó las posibilidades de playa, más que nada por cuestión de aglomeraciones en las que se podía estar. Pero por lo que cuentan por ahí, eso es lo normal. A Portugal entré por el sur, pasé como un ciclón por la parte más turística del Algarve no vaya a ser que me invitasen a la inauguración de la discoteca de Cristiano Ronaldo y me fuí hasta la punta más sudeste, hasta Sagres. Alrededor de este pequeño pueblito, playas para dar y regalar, en las que el sentido del viento resulta fundamental para la elección de la idónea. La de Beliche me encantó. Eso sí, porque soy de Bilbao, que si no palmo al entrar en el agua.
El siguiente paso fue Aljevir. Más playas como del Norte, larrrrrgas, muy laaaargas, con mucha gente jugando a pala, que a eso principalmente se va a la playa, y tiempo del Sur. Cordoama, Arrifana o Odeceixe merecen la pena. Eso sí, lo mejor, una taberna llamada Ruth, creo que en honor a mi mujer, en la entrada del pueblo, con precios imbatibles para la calidad del pescado y marisco. Tan bueno que repetimos dos noches seguidas. De ahí para arriba hasta Comporta y Troia. La playa de Comporta, tipo la Lanzada gallega, es espectacular pero en cambio Troia me dejó un poco frío. Demasiado preparadito y turístico. Eso sí, de metros de playa van sobrados. Terminamos con un doblete Sintra/Lisboa, que algo de visita cultural no viene mal. Lo de los castillos de Sintra merecía algo más de tiempo, pero todo no se puede. En Lisboa tuve grandes recuerdos del peregrinaje athletic-rojiblanco de Mayo (no se olvidan de nosotros) y rematé faena en la cervecería Ramiro, parada casi obligatoria. De precio, la parte hasta Troia, competitivos 100% y bastante alejados de los sablazos a los que se acostumbra en ciertas zonas playeras. El personal discreto y agradable y el servicio no ganaría la competición de rapidez, pero la cerveza siempre estaba fría, y así la espera resultaba soportable.
Pues hecho el informe para viajeros, a darle a los Juegos.