Esta noche comienza la nueva temporada de la NBA y como siempre lo hace anunciando que es Big, Fantastic, Where things happen o cualquiera de los lemas que utiliza para promocionarse, donde son unos expertos. Hace ya muchos años que esta competición entendió que, además de equipos, jugadores, entrenadores, dueños, árbitros, aficionados y asombrosos campos, hacen falta buenos lemas, frases, guiones... Y a ello se han aplicado en los últimos tiempos. Prácticamente detrás de cada llamativa situación deportiva emerge su historia e imágenes correspondientes para ir un poco más allá y convertir lo concreto en algo más general, y de esta forma intentar extender el interés de lo que ocurre en la Liga, más allá de los más fieles seguidores. Seguramente lo descubrieron cuando Magic Johnson y Larry Bird ingresaron en una competición agonizante como la NBA de los finales de los setenta.
A priori podía haberse limitado el asunto a una rivalidad deportiva como otras anteriores entre dos jóvenes y extraordinarios jugadores. Pero fue mucho más allá. Blanco vs. Negro, Introvertido vs. Extrovertido, Showtime vs Sobriedad, Celtics vs Lakers, Boston vs. Los Ángeles, Este vs. Oeste. Sus enfrentamientos traspasaban lo puramente deportivo hasta convertirse en otra cosa que mezclaba deportes, razas, caracteres, estilos de vida, ciudades, costas, etc. De esta forma, con debates como este, la atención hacia la NBA no solo se limitaba a los amantes del deporte, sino que alcanzaba otros sectores. A caballo de Magic y Bird la NBA comenzó a galopar, renovando y puliendo sus historias. Aparecieron, entre otras, la de los Bad Boys, mucho más que un simple equipo de baloncesto, un tal Michael Jordan, paradigma de la transversalidad, Kobe y Shaquille libraron una gran batalla de egos, explotó el fenómeno LeBron y, como último ejemplo, la Lin-manía de la pasada temporada. Historias en su origen deportivas y en su desarrollo mucho más generalistas. Historias sugerentes y escritas a medias entre los propios protagonistas, unos buenos guionistas y algún que otro avispado experto en mercadotecnia. El éxito de tal estrategia no tiene dudas y las historias continuan.
En el capítulo anterior asistimos por fin al encumbramiento del hasta entonces rey sin corona. Teniendo en cuenta que a LeBron le acompañan las trompetas mucho antes de su ingreso en la Liga, la investidura se hizo esperar varias temporadas y el camino hacia el Trono estuvo plagado alternativamente de episodios de admiración y también de desafecto. Su historia tiene todo lo necesario para engancharte a ella, traición incluida, como cuando cambió de ejército hace dos años, pasándose a los Lannister. Perdón, a los Heat de Miami.
Cómodamente instalado en su sillón, ahora quiere perpetuarse en él (“mi objetivo es ser el mejor de la historia, es así de simple”, ha dicho recientemente en un nuevo alarde de su ya conocida modestia) y a la vista del rearme de algunos de sus más encarnizados rivales, se ha llevado al Ray Allen de Boston a zonas más calidas, al que seguramente no le harán la ola cuando vaya a la guarida de los Celtics.
Si LeBron no ganaría el título a Mr. Simpatía, Kevin Durant sí. Ante el comportamiento tipo Joffrey Lannister que a veces tiene L. James, Kevin Durant es el chico bueno e impecable. Tanto que ni se tatúa y besa a su madre después de cada partido. El año pasado se quedó a las puertas del triunfo y esta temporada vuelve a la carga. A su lado el lugarteniente Westbrook, portento físico con una notable tendencia al cortocircuito; y ya no contarán con Mr. Harden, la barba más famosa de toda la NBA, uno de esos cambios de cromos que genera dudas. Pero la gran amenaza no parece llegar de las praderas de Oklahoma, sino del Pacífico. Los desesperantes, agonizantes y derrotados Lakers se han rearmado de golpe con cerebro (Nash) y músculo (Howard). La apuesta es de las grandes y le coloca en su tesitura habitual. Todo lo que no sea un anillo será un fiasco. La NBA se frota las manos, pues con unos Lakers tristones como los del año pasado eran toda una rémora para el prestigio y la propaganda de la competición.
Más historias. La de Nueva York. El mercado número uno del universo baloncestístico vuelve a intentarlo. Que no sea por dinero, por fichajes, por afición. Pero dicen que hay una maldición. Algunos le ponen nombre (Carmelo), otros simplemente lo atribuyen a una bruja. Pero año tras año la maquinaria mediática se pone en marcha para avisar que los Knicks están ahí. La misma maquinaria que destrozará al equipo en cuanto se peguen un nuevo batacazo. Encima hay un ruso de nombre Prokhorov dispuesto a entonar con los ex New Yersey Nets, ahora Brooklin Nets, el “Somos el mejor equipo de Madrid” versión Nueva York. Otro buen conflicto donde se trasciende lo deportivo para meterse en otras harinas. La vuelta de Rose con Chicago o Ricky con Minnesota, los últimos cartuchos de gente como Garnett, Pierce y Nowiztky, o los vuelos sin motor de Griffin en los Clippers son algunos atractivos más para que la cosa luzca y el relato se enriquezca.
¿Y los nuestros? Pues cada uno con su historia y objetivos particulares como bien cuentan en este artículo. Después de sobrevivir al corte, Pau parece que va a disfrutar de un equipo donde los fichajes de Nash y Howard pueden abrirle nuevos horizontes a su juego y el equipo podrá aprovechar mejor su talento. Marc a lo suyo, que no es otra cosa que ser el pilar donde se asienta el entramado de los Grizzlies, a los que ya se les pide mucho. Ibaka estrenando contratazo, que suele (aunque él diga lo contrario) llevar consigo un muy probable ascenso en la jerarquía de Thunder. Vamos, que le dejarán tirar más. Ricky Rubio, otra vez el chico maravilla, mientras tanto, tendrá que completar su recuperación. Y para cerrar el quinteto del Oeste, en una esquina del mapa debutará Víctor Claver, al que no sabemos todavía si le van a dar mucha bola, al menos al principio. Valentía no le ha faltado al dar el salto y ojalá a su talento le acompañe el ánimo y la suerte. Por su parte, al hombre solitario del Este, Jose Manuel Calderón, le deseamos un traspaso lo antes posible. Su contrato no ayuda, pero sería una gran noticia que llevamos esperando algunos ya varias temporadas.
Se abre temporada y vistos los trailers, llegan las películas. Habrá comedia, drama y tragedia. Algunos saltarán al estrellato y otros se estrellarán. Pero, pase lo que pase, no debemos preocuparnos. En lo bueno y en lo malo siempre habrá un jugador, un equipo, un entrenador o incluso un dueño que escribirá casi todas las noches un capítulo de una historia que nos la contarán muy bien. Fundamentada o ficticia, pero siempre de calidad.