El Palomero

Espartaco cumple 12.000

Por: Juanma Iturriaga

25 feb 2013

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La RAE, en su tercera acepción del término Histórico, dice: Digno, por la trascendencia que se le atribuye, de figurar en la historia. Al ser la atribución una cuestión subjetiva, la ACB decidió objetivarla con números colocando diferentes listones en cada uno de los apartados más importantes del juego. Minutos (12.000) puntos (6.000) rebotes (2.500) asistencias (1.500) triples (650) tapones (600) y recuperaciones (750). Ayer Felipe Reyes traspasó una de estas barreras, la de los minutos, y diríamos que se convirtió en histórico si no fuese porque hace ya tiempo que hizo lo mismo con la de los rebotes, en la actualidad es el jugador en activo con un mayor número de partidos disputados y tiene una hoja de servicios espectacular tanto en el Real Madrid como en la selección, donde lleva años ejerciendo un papel imprescindible en la mejor generación de la historia del baloncesto español. Vamos, que en lo subjetivo y en lo objetivo, su trascendencia y la justicia de figurar en la historia resulta incuestionable desde hace ya tiempo. 

Eso no deja para que en momentos como estos y ante cifras tan llamativas como las de 12.000 minutos, sea un buen momento para dedicarle unas líneas. Como no son las primeras y seguramente tampoco serán las últimas, en esta ocasión quiero acudir a otro diccionario no tan sesudo ni académico como el de la RAE, pero igual de lúcido y explicativo. Me refiero al del añorado Andrés Montes, impagable biblia lingüística para cualquier aficionado al baloncesto y lugar en el que a cualquier jugador que se precie le gustaría tener su apodo. Porque (exagerando un poco) si no estás, no eres nadie. 

Que yo recuerde, Felipe comenzó siendo albañil en el universo de Andrés. Con Ron Harper de presidente Felipe hacía trabajos de todo tipo 24 horas al día. De esta forma tan certera se resaltaba la base del éxito de Reyes. Su constancia, su persistencia. La jornada laboral de FR no termina nunca y lo mismo esta para un roto que para un descosido. Desde la titularidad o desde la suplencia, en la juventud y en la veteranía, su actitud en la cancha siempre ha sido igual, la de un trabajador del parquet, un currante, un albañil que ladrillo a ladrillo termina por construir la pared. En un mundo donde habitualmente nos fijamos en los arquitectos e ingenieros, Felipe ha sabido construir una estupenda carrera a base de remangarse, embarrarse, pelearse y competir al máximo cada vez que sale a la cancha, con independencia de si lo que está en juego resulta más o menos lustroso. Su ética de trabajo resulta intachable, por encima que en momentos o épocas le acompañe más o menos el acierto. 

Evidentemente no le ha faltado nunca talento, pues no sólo con el sudor se pueden alcanzar estas cotas. Pero incluso eso se lo ha trabajado al máximo. Su progresión como jugador ha sido destacable y ha sabido ir adaptándose al paso del tiempo y la evolución del juego. Clave para esto resultó el momento en el que dejó de jugar de espaldas al aro para ir haciéndolo cada vez más de cara a la canasta. Su tiro de cuatro metros dio un salto cualitativo y gracias a él su juego adquirió otra necesaria dimensión para no perder ni relevancia ni efectividad. 

Si la de albañil es una referencia algo más difusa, el segundo apodo con el que bautizó Andrés a Felipe dio en el centro de la diana. 

 

Espartaco. Gladiador. Peleón. Inconformista. Referencia. A su llamada, todos son Espartaco. Mira que Montes tuvo muchos aciertos, pero este es de los mejores, pues clava al personaje. Felipe sale a la pista como si estuviese en un circo romano sabedor que uno de los dos contrincantes tiene que salir con los pies por delante y no quiere ser él. Y a ello se aplica con la determinación del que se está jugando algo más que un partido de baloncesto. El no va a hacer amigos, ni a caer bien. El va a competir y a sobrevivir, haciendo nula su concesión al artificio. Y claro, no es de extrañar que en más de un campo sea declarado persona non grata, aunque en el fondo a cualquier afición le gustaría tener un Felipe Reyes en sus filas. 

Como colofón, vuelvo otra vez al mundo montesiano con un momento que no sé si será histórico o no, pero que dejó una frase difícilmente olvidable

 

Se puede decir más alto (aunque es difícil por el grito que pega) pero no más claro. 534 partidos, 12.005 minutos, 5933 puntos (otro registro histórico a la vuelta de esquina) y 3486 rebotes merecen todo el reconocimiento. Y como dice la clasica canción de felicitación..”y que cumplas muchos más”. 

 

 

 

 

 

 

 

 

La crisis de Jordan

Por: Juanma Iturriaga

18 feb 2013

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Idolo: Persona o cosa amada o admirada con exaltación

Como muy bien explica su definición en la RAE, la idolatría tiene un punto de extremismo. Exaltación, lo llama. Y tambien necesita de distanciamiento. Para llegar a ese extremo de admiración, necesitamos poner kilómetros entre sujeto y objeto, saber que un universo casi infinito nos separa y de ahí la deseada ensoñación de que aunque sea por unos instantes, nos convertimos en “ellos”. Es muy difícil idolatrar a alguien similar o cercano a ti, pues nos llevaría a una dolorosa pregunta: ¿Por qué él y no yo?. Cuanto mayor es la dosis de imposibilidad, mayor es el sueño y más atractiva es la persona idolatrada. 

Ahora bien, de vez en cuando, estos ídolos se humanizan, lo que es lógico pues todavía no se ha demostrado que no sean de la misma especie que el más común de los mortales. Unas veces se humanizan para mal, y van y cogen unas escopeta y hacen una locura, se ponen hasta la bola de estupefacientes o montan un engaño a escala mundial. Pero tambien hay otras en las que su bajada a la tierra tiene consecuencias positivas. Hace unos meses, Cristiano declaró que no era feliz, y fue una gran noticia. No, no le deseo la tristeza a nadie, y menos al actual Ronaldo, metido en un interesante proceso de madurez. Era una gran noticia pues como ya expliqué, con su queja el portugues democratizaba la felicidad, pues la hacía independiente del dinero, la fama o el reconocimiento, cosas que hasta ahora habíamos pensado que eran necesarias para un suficiente grado de satisfacción personal. Pues no. Y claro, para la mayoría, que no tenemos tanto dinero, fama o reconocimiento como Cristiano, nos alegramos de que la felicidad esté en otros sitios o tenga otras claves. 

Ayer, Michael Jordan, el gran Michael Jordan, el (más que probablemente) mejor jugador de la historia del baloncesto, el jugador al que solo yo pude parar, ha cumplido 50 años. Ante tal efemerides hemos tenido la oportunidad de refrescar su figura, volver a ver sus hazañas y analizar el tremendo impacto que tuvo en la NBA, a la que le llevó como ningún otro a la globalizacion de su mercado y área de influencia. Jordan fue dios disfrazado de jugador de baloncesto (Bird dixit) y hay un A.J (antes de Jordan) y un D.J. (despues de Jordan).

 

Ahora bien, lo que creo que se ha pasado por alto, bien por desconocimiento, bien por querer preservar su aureola divina, es algo de lo que estoy tan seguro como que en los papeles de Barcenas el “salvo algunas cosas” va más allá de algunas cosas. Agarrarse. Michael Jordan tiene una hermosa y saludable crisis de los 50. Como la habrás tenido tú, lector o lectora que ya no podrías jugar un campeonato sub-50. O como la tendrás tú, lector o lectora al que te cuesta imaginarse con medio siglo a la espalda y que antes de que te des cuenta los tendras que celebrar. 

Como experto en el tema, he de decir que una de los sintomas de esta crisis, que por otro lado en la generación de nuestros padres se daba a los cuarenta (algo estamos avanzando) es el de la dificilmente evitable “añoranza del pasado”. Esta surge con la consciencia de que hay ciertas cosas que ya no vas a poder hacer más, básicamente porque tu cuerpo comienza a dar sintomas de no ser ni inmortal ni indeteriorable (esa palabra no existe pero ya se entiende). Ya no podré hacer esto… ya no podré hacer aquello…. En casos agudos incluso puedes tener añoranza de cosas que NUNCA has hecho. Yo por ejemplo, añoré el no poder hacer más el amor cinco veces en una noche, cosa que si la memoria no me falla, no hice nunca. 

Ante esta añoranza, tienes dos caminos. Metabolizarla correctamente, asumir la situación y centrarte en el presente. Y el otro camino es el de la negación. Me rebelo ante esto. Y entonces es cuando empiezas a hacer tonterías para “sentirte más joven”. Y te compras un descapotable, vas al gimnasio ese del que eres socio hace decadas y donde no te han visto el pelo, te separas y te lías con alguien con 20 años menos que tú, o te compras la ropa en la misma tienda que tu hijo adolescente. O bien, en el caso de Michael Jordan, envías señales de que te estás preparando para regresar a las canchas. Y te metes en una discusión con el rey actual, Lebron James. Y dejas que un joven jugador NBA diga que le has ganado en uno contra uno. Y se filtra que te has puesto a regimen.. Esta historia seguramente no llegará a ningun puerto, pero durante unos días se debate sobre el personaje y el tema, y no sería de extrañar que mucha gente piense que por supuesto, Michael Jordan podría jugar en la NBA. Lo que nos lleva de nuevo a la definición. Idolo, Persona admirada con exaltación

Pero a mí no me engañas Michael. Que yo te conozco bien. Que una vez me dijiste: “Well done Palomero”. Todo esto que te está ocurriendo o estás promoviendo tiene un único objetivo. Volverte a sentirse jugador. Retroceder en el tiempo. Convertir el pasado en presente para no sufrir de añoranza. Vamos, lo que en un momento u otro hacemos casi todos. Lo que me lleva a un cierre optimista. Lectores, lectoras, por muchas canastas, por muchos mates, por muchos anillos de campeón,por muchos millones de euros, Michael Jordan está pasando la crisis de los 50.Y si me apuras, hasta igual ya le está empezando a crecer la próstata. 

Si es que MJ es mucho más como nosotros de lo que pensamos. No me digais que no reconforta el comprobarlo. 

Unknown
Jordan instantes antes de que totalmente desconcertado por mi habilidad con el balón, me dijese "Well done Palomero"

Un Madrid para sacar pecho

Por: Juanma Iturriaga

04 feb 2013

Real_madrid_supercopa_endesa_baloncesto_2012

Yo dejé de pertenecer al Real Madrid hace ya veinticuatro años y medio. Ha llovido mucho desde entonces y como cronista o simplemente seguidor, he vistos muchos versiones posteriores a la mía. Desde el de Lolo Sáinz posterior a mi marcha hasta el de Messina, pasando por los dirigidos por unos cuantos entrenadores ilustres como George Karl, Obradovic, Luyk, Maljkovic, Scariolo o Joan Plaza. Ahora bien, si tuviese que elegir uno de estos equipos a tenor del grado de identificación que me produce y seduce, cuyo estilo de juego reconozco mejor pues se entronca con el que al menos hasta los 90 reinó en el Real Madrid, el que hace que, al ponerme delante del televisor, mis esperanzas de pasar un buen rato es mayor, este no es otro que el actual Real Madrid dirigido por Pablo Laso. 

Puede sonar hasta una herejía, pues en estos 24 años la plantilla del Real Madrid ha contado con grandes nombres como Petrovic, Fernando Martín, Biriukov, Arlauckas, Sabonis, Djordjevic, Herreros, Bullock y algunos más. Pero por unas cosas o por otras (la era Petrovic sólo duró un año, la última Euroliga se ganó con Obradovic pero el juego fue bastante aburrido, el buen comienzo de Plaza no tuvo continuidad, etc) los multiples proyectos, hasta aquellos que hicieron abrir la vitrina de trofeos, no terminaron de cuajar y es bien sabido los multiples vaivenes de directivos, entrenadores y jugadores que terminaron por desesperar a gran parte de los aficionados. Y en esas estábamos, con cinco ligas (ningún doblete consecutivo) y una Euroliga en las últimas 26 temporadas (la media es impropia, un título grande cada cinco años) cuando después de la mala experiencia con Ettore Messina, llegó al club Pablo Laso. No se le recibió con alfombra roja, no por nada personal, sino por cuestiones relacionadas con su escasa experiencia como técnico en equipos de relumbrón. Ha pasado año y medio, y el Real Madrid lo que creo que no ha tenido desde hace muuuuuucho tiempo. Presente y futuro, juego y resultados, y una afición que se enorgullece otra vez de un grupo joven, talentoso y capacitado para asaltar los objetivos más exigentes. 

No sé si lo he comentado ya, pero las pasadas navidades, en la cena de los veteranos del Madrid, tomó la palabra Rafa Rullán, presidente de la Asociación, y despues de repasar los puntos del dia, se dirigió personalmente a Pablo Laso, allí presente, para verbalizar el agradecimiento y sobre todo el orgullo de los veteranos por el equipo que dirige, por el estilo de su baloncesto, reconocible por todos y enraizado con los valores clásicos de esta histórica sección. El aplauso general que siguió a sus palabras corroboró que lo que decía Rafa era un sentir general. 

Los más resultadistas pueden aducir que vale, que este Madrid gusta y seduce, pero estamos hablando de un club donde por encima de todo se exige ganar. Y el Madrid de Laso todavía sólo puede presumir de una Copa del Rey, la ganada la temporada pasada. Cierto es, pero los que os acercáis a este rincón sabéis que el que suscribe da tanta importancia al cómo como al qué y que los trofeos no son fines en sí mismos, sino consecuencias de buenos trabajos previos. Que la gente, evidentemente, quiere que su equipo gane, pero tambien busca divertirse, vibrar, entender, identificar, sacar pecho y otras cuantas cosas más que no dependen, o que al menos no sólo dependen, del resultado final. 

El jueves comienza en Vitoria la Copa del Rey, la gran fiesta del baloncesto español. A ella acude el Madrid pletórico de juego, contundencia y confianza, despues de haber mostrado durante los más de cuatro meses que llevamos de curso que practica el mejor (y más bonito) baloncesto no ya de la Liga Endesa, sino de toda Europa. Con un colectivo donde todos suman, cada uno conoce su sitio y su tarea, no existe excesiva dependencia de ningún jugador (ayer arrasó en Bilbao con Rudy en el banquillo y versiones menores de Carroll o MIrotic) y la ética y estética de su trabajo resulta irreprochable. Esto, aunque le acerca, no le asegura ningún título, pues deberá corroborarlo ya mismo, en este fin de semana copero tan largo y exigente. Pero lo que ya no les puede quitar nadie es que definitivamente han recuperado el lugar que esta sección tuvo en otras epocas, la ilusión de sus seguidores, el respeto de sus contrarios, el orgullo, herido otras veces, de los que en algún momento llevamos esa camiseta, y la sensación general que este proyecto, construido sin atajos, no es flor de un día, sino que tiene recorrido mas allá de un par de temporadas. El futuro siempre resulta incierto, pero lo más lógico es que los títulos de relumbrón, más tarde o más temprano, terminarán cayendo. Mientras tanto, enhorabuena por lo conseguido hasta ahora. Que es mucho.  

Sobre el blog

El palomerismo es toda una filosofía de vida que se basa, como la termodinámica, en tres principios. El de la eficiencia: “Mínimo esfuerzo, máximo rendimiento”. El del aprovechamiento. “Si alguien quiere hacer tu trabajo, hacerte un regalo o invitarte a comer, dejale”. Y el de la duda: “Desconfía de los que no dudan. La certeza es el principio de la tiranía”. A partir de ahí, a divertirse, que la seriedad es algo que ahora mismo, no nos podemos permitir.

Sobre el autor

Juanma López Iturriaga

Básicamente me considero un impostor. Engañé durante 14 años haciendo creer que era un buen jugador de baloncesto y llevo más de 30 años logrando que este periódico piense que merece la pena que escriba sobre lo que me dé la gana. Canales de televisión, emisoras de radio y publicaciones varias se cuentan entre mis víctimas, he logrado convencer a muchos lectores para que comprasen mis libros y a un montón de empresas que me llaman para impartir conferencias. Sé que algún día me descubrirán, pero mientras tanto, ¡que siga la fiesta!

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