A veces, el resultado es lo de menos. Lo vivido el domingo en Bilbao trascendió el entorno deportivo y en el pabellón de Miribilla tuvo lugar un estallido emocional. Por parte de los jugadores del Bilbao Basket, que 24 horas antes y en rueda de prensa escenificaron su frustración, su cansancio de promesas incumplidas, su hartazgo de una situación que no termina de solucionarse. Han aguantado lo que no está escrito, y su paciencia y cartera, al no ser infinita, les ha empujado a un huelga que no se sabe cuales serán sus consecuencias. Y también por parte del público, que asiste impotente a una deriva que amenaza con terminar de mala manera y hacer retroceder al baloncesto bilbaíno a épocas donde su papel e incidencia eran secundarios.
Todo lo acontecido deja un poso de tristeza y alguna que otra gota de indignación. Tristeza por las caras llorosas de jugadores y aficionados, emocionalmente difíciles de digerir. Tristeza por ver como un proyecto que ha logrado enraizarse en Bilbao de una forma no vista antes, con una afición fiel, un campo estupendo y unas cuantas temporadas deportivas sobresalientes, se está hundiendo y no se encuentra el flotador. Tristeza ya mezclada con irritación por observar que o bien no se supo, o bien no se quiso hacer caso de las alarmas y como es muy de nuestra idiosincrasia, se cerraron lo ojos y el club se lanzó por un camino que no podía terminar de otra forma que como ha terminado. Y mosqueo puro y duro al comprobar la parte de trampa que ha tenido esta nueva burbuja deportiva.
No me cabe casi ninguna duda que finalmente la cosa se arreglará. Ya hoy mismo se habla de un principio de acuerdo entre el llamado grupo alternativo y el controvertido (por no decir criticado a la vista de lo oído en Miribilla) Gorka Arrinda, máximo accionista del Bilbao Basket a la vez que representante de varios de sus jugadores, para comenzar una nueva época lo que se ha traducido en el traslado de una oferta a los jugadores para que este fin de semana viajen y jueguen en Barcelona. Viendo el histórico reciente, cualquier noticia de este tipo ha de cogerse con papel de fumar, pues son ya muchos los casi. Pero lo que está claro es que el club deberá redimensionarse ateniéndose a sus actuales circunstancias económicas y sociales que entre otras cosas, han hecho disminuir enormemente las posibilidades de patrocinio y las ayudas institucionales, en otro tiempo soporte básico. No podía ser de otra forma, pues aunque a algunos dirigentes les cueste comprender, hay cosas más importantes, necesarias y urgentes que un equipo profesional en la élite del deporte.
Aunque la crisis vale de posible coartada para casi todo, la situación a la que se ha llegado en demasiados lugares y que mantiene colgados de un hilo a muchas entidades deportivas se explica también a través de deficientes gestiones económico-deportivas, por lo que convendría delimitar bien las responsabilidades de cada cual. Si le echamos toda la culpa al bajonazo económico, una vez que esa luz al final de túnel que por ahora sólo ve Rajoy y sus ministros, se haga realidad, volveremos a las andadas. Se ha pecado de optimismo (ya se arreglarán o nos lo arreglaran los políticos apremiados por la masa social, ya ganaremos, ya conseguiremos patrocinios) populismo (no seré yo quien desencante a la afición) y por qué no decirlo y sin señalar a nadie, a veces de trinquismo (palabra inexistente que surge del verbo trincar).
Optimismo, populismo y trinquismo. Esta trilogía, puesta en el orden y dando a cada una peso que se quiera darle, es la misma que llevó a muchos políticos a embarcarse en aventuras que el tiempo ha demostrado irracionales e insostenibles (la última, lo de las autopistas) animó a la banca a prestar más dinero que el que se iba a poder devolver a poco que se torciesen las cosas y logró que nadie hiciese nada ante la amenaza de la explosión de la burbuja inmobiliaria, anunciada por todos pero no tenida en cuenta por nadie. Por tanto no debe extrañar que en el terreno deportivo se hayan dado procesos de recorrido y fundamentación parecida donde cobran significado frases del tipo huir hacia delante o la clásica de vivir por encima de nuestras posibilidades. Una frase, por cierto, con la que se ha querido retratar a todos, en un intento de hacer tabla rasa con las responsabilidades y cuya generalización evidentemente no responde a la realidad. Pero tampoco podemos decir que esta forma de funcionamiento haya sido aislada u ocasional sino todo un reflejo de unos determinados tiempos que por lo visto no han terminado. El ejemplo del Bilbao Basket es el último en el deporte, y todo apunta a que todavía quedan por ahí algunas burbujas a punto de explotar.