El Palomero

Obsesiones

Por: Juanma Iturriaga

26 may 2014

Satellite

El Madrid es otra vez campeón de Europa. Me llevé un alegrón, sólo mitigado por la empatía que siento hacia el Atlético de Madrid actual, heroico y capaz, de pelear, con unos mimbres mucho menos sonoros, con lo más lujoso del continente. Su ejemplo es un magnífico exponente de lo que un grupo es capaz cuando tiene ideas, disposición, actitud, ambición y confianza, cosas que no siempre se compran en el mercado. Me alegré del resultado por mis indisimuladas simpatías hacia el club donde crecí y me formé, aunque mis divergencias hacia su gestión y maneras me colocasen en el pseudomadridismo hoy afortunadamente en vías de extinción. Y me reconfortó también que con su triunfo, pasa a la historia el tema de la tan traída, llevada y cacareada décima, lo que le tiene que permitir al Madrid el competir de una forma más natural. 

Dice el diccionario que obsesión, en su segunda acepción, es una perturbación anímica producida por una idea fija. Al madridismo, en su versión futbolera, la persecución de la décima le ha hecho más mal que bien, pues ha sido grande la perturbación anímica. Sin nada que reprochar a su vocación europeísta y a las obligaciones que trae su condición de primer referente de esa competición, la fijación con la obtención de una nueva Copa de Europa que hiciese traspasar su historial a los dos dígitos llegó a tales extremos que durante 12 años ha supuesto una pesadísima carga. Todos estos años, todas estas temporadas, desde el primer día de entrenamientos salía la palabra décima. La queremos, la perseguimos, la prometemos. Jugadores y técnicos, independientemente del tiempo que llevase en el club, se abrazaban inmediatamente a la cruzada. Y claro, por si no fuera suficiente lo difícil que es alcanzar una final y ganarla, pues depende de un montón de factores, algunos incluso aleatorios e incontrolables, el Madrid añadía algo que los demás no llevaban en su mochila: su obsesión por ella. 

Cada año que pasaba, la presión era mayor. Los fracasos se iban sucediendo, las decepciones aumentando y la mitificación no paraba de crecer. El Madrid peleaba con los contrarios y contra ellos mismos. No es de extrañar entonces que haya costado tanto conseguirla.

Pues la décima ya está en las vitrinas del Bernabéu, para disfrute de todos, incluido Florentino Pérez, uno de los más obsesionados con ella en su afán de pasar a la historia. Aunque el presidente del Real Madrid habló nada más terminar el partido sobre lo exigente de la afición blanca y que seguro que ahora piden la once, la doce y a trece (no le salía undécima, duodécima y decimo tercera, supongo que de la emoción) estoy convencido que no será igual. Por supuesto que en el Real Madrid el segundo puesto seguirá siendo una mala posición, y cada futuro traspiés será recibido con decepción, pero no tendrá el enorme significado que durante más de una década se ha dado a ese bonito número.

Algo parecido ocurrió también hace ahora 16 años, cuando terminó el otro gran referente numérico: la séptima. El siete no es un número especial, pero se convirtió en el santo grial porque el Real Madrid llevaba 32 años sin levantar la orejona. Liberados de esa enorme presión con el gol de Mijatovic (98), llegaron casi inmediatamente la octava (2000) y la novena (2002), en las que el Madrid simplemente peleó con ahínco por el título más importante del mundo versión clubes, y no contra una maldición. No digo que vaya a ocurrir esto ahora y que la undécima y duodécima caerán en breve, pero sí que para el Madrid y sus jugadores, el alivio les tiene que conducir a una aproximación a esta competición un poco más sana, alejada de tanta tensión y peleando con lo que tienen delante, los mejores equipos del continente, no con fantasmas en forma de números.

ImagesHablando de obsesiones, la de Diego Costa le puede costar más cara todavía, con su participación en el Mundial pendiendo de un hilo. En el difícil equilibrio creado entre las infinitas ganas de jugar un partido tan importante y la realidad de su lesión, Costa terminó eligiendo mal por segunda vez, perjudicando finalmente a su equipo. Hay un tópico que dice que la última palabra para saltar a la cancha la tiene el jugador, que es el que mejor sabe el estado en que se encuentra. Yo no estoy del todo de acuerdo con esto, sobre todo en las grandes ocasiones, donde el criterio del jugador está muy mediatizado por no querer dejar pasar una oportunidad que se presenta pocas veces en la vida. Y Costa ya demostró en el Camp Nou que sus sensaciones no se correspondían con su verdadero estado. Aun así, Diego Simeone, uno de los grandes triunfadores de la temporada, se volvió a fiar de él. Y pasó lo que pasó. Responsable de un sin fin de buenas decisiones durante este curso, el Cholo se equivocó al no leer entre líneas, a creer más en los milagros que en la ciencia, a no recordar que cuando eres jugador, a veces lo individual prevalece sobre lo colectivo. Cuando Diego Costa se dio cuenta que no podía, le volvió la conciencia colectiva y pidió rápidamente el cambio. Pero ya era tarde, pues el daño en forma de un futuro cambio desaprovechado ya estaba hecho. Y bien que al Atleti le hubiese venido de perlas cuando la gasolina fue menguando.

Posdata.- Estimado Cristiano, ¿era necesario el show final? Ya te contesto yo: Para nada. 

Felicidades a todo el madridismo y un cariñoso recuerdo para una persona a la que estas cosas no le impresionaban, pues que el Madrid fuese campeón, era lo más normal del mundo. 

 

 

 

 

 

Reflexiones para cerrar una gran decepción

Por: Juanma Iturriaga

22 may 2014

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Pasados los días de luto riguroso y a punto de comenzar los playoffs de la Liga, habrá que dar por cerrado el capitulo de la Final Four con algunas reflexiones, una vez que la intensidad emocional ha descendido lo suficiente como para pensar sin demasiados estorbos. 

El Maccabi fue el mejor, cosa que reconocieron vencedores y vencidos. Supo jugar con maestría sus cartas, sus tácticas se pusieron en práctica con más eficacia, tuvo mejor ánimo, contó con un jugador iluminado de nombre Rice y encima se encontró impulsado por su multitudinaria afición. Reconocimos siempre al Maccabi en su juego habitual, cosa que no ocurrió con los otros tres equipos. Llegaron cuatro equipos y ganó el que fue superior durante más tiempo. Y punto, que diría aquel.

David Platt es un artista. El entrenador campeón dio todo un clinic de conocimiento del juego, estudio de sus rivales, manejo de su plantilla y capacidad motivadora. Con unos mimbres inferiores a los de los otros contendientes, movió sus piezas con precisión, tendió trampas muy efectivas, fue intercalando el CON y el SIN Schortianitis en los momentos oportunos (a pesar del descontrol con el que juega el descomunal griego) y aunque el MVP fue para Rice, yo se lo hubiese dado a él

El ritmo de juego volvió a resultar concluyente. La semifinal se jugó en condiciones ideales para el Madrid y en la final, los blancos jugaron a remolque salvo el final del primer cuarto e inicio del segundo. Cuando el ritmo lo llevan los rivales, el Madrid sufre, no plasma su superioridad y llegan los finales apretados. Todo le cuesta más y sobre todo pasa de su versión festiva a una más industrial, donde sus talentos lucen menos. Entre lo que propuso el Maccabi para pararle y la propia tensión por estar ante una gran oportunidad, jugó demasiado atenazado y encorsetado.

El Barcelona parecía haber resuelto el delicado momento físico de Navarro, del que ha tenido que prescindir durante buena parte de la temporada. Pero quizás era un espejismo. Llegado el momento cumbre, cuando el Madrid se lanzó a la yugular, el no poder contar con el Navarro habitual dejó huérfano al Barça de su mejor antídoto para los momentos difíciles. Como ninguno de sus compañeros cogió la bandera que habitualmente enarbola Juanqui, los azulgranas entraron en barrena sin ningún salvador que les hiciese volver al partido y terminaron despeñándose.  Navarro, estando y no estando, sigue siendo fundamental.

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El baloncesto es un juego de equipo donde al final decide la suma de aportaciones individuales. Al Maccabi le salió mejor porque tuvo más elementos productivos que el Madrid, al que penalizó mucho el mal partido de Llull, los problemas de Mirotic, las faltas de Sergio Rodríguez y el descenso de actividad de Rudy según iba avanzando el partido. Sus tres jugadores principales sobre los que ha edificado muchas de sus victorias no tuvieron una noche afortunada, todo lo contrario que los jugadores israleitas, que en su mayoría estuvieron a la altura del partido.

Si hubo un jugador del que me acordé, fue de Draper. Esto entra dentro del terreno de la suposición, pero tengo la sensación que podía haber sido una buena solución para limitar los daños que provocó Rice, amo y señor, sobre todo en el terreno de la definición. Insisto, esto es pura teoría, pero quizás con su presencia también se hubiese podido proteger mejor a Sergio Rodríguez, al que Rice metió en problemas de faltas que terminaron por alterar su rendimiento.

Es cierto que antes de un partido, un pabellón lleno de aficionados del equipo rival puede resultar retador y estimulante. Pero también es verdad que en determinados momentos de los partidos, puede resulta intimidante. Creo que la caldera amarilla no sólo dio empuje al Maccabi, sino que en los momentos críticos terminó por afectar a los jugadores del Madrid, a los que no concedieron tregua. En los momentos donde se atascó, se encontró con el trabajo añadido de recomponerse en mitad del griterío. No lo consiguió, lo que confirma que por mucha experiencia que atesores, nadie es inmune a sus efectos en un determinado momento.

Por mucho que los resultadistas opinen lo contrario, un mal desenlace no echa por tierra toda la aventura. La del Madrid este año ha sido espectacular, llena de momentos para el disfrute, y eso nadie lo debería minusvalorar.  ¿Cambiaría un título por una temporada de indiferencia?. Dicho de otra forma. ¿Es mejor una película aburrida con un final espectacular o una pelicular espectacular con un final decepcionante?. ¿Si el Barcelona hubiese ganado la liga de fútbol, el balance de la temporada hubiese sido más gratificante siendo del Atleti o del Barça?. ¿La no obtención de un objetivo empequeñece el camino recorrido? Mi respuesta sigue siendo que no.

¿Y ahora qué? ¿Qué es lo que tiene que hacer el Madrid para ganar una Euroliga? Pues pocas cosas más se pueden hacer, además de seguir intentándolo. Hay equipo, estilo, afición, presente y futuro. Todo es mejorable, evidentemente, y seguro que veremos alguna cara nueva la temporada que viene, sobre todo si Mirotic se va a la NBA, cosa que no veo muy clara por varias razones. Le falta un punto de cocción y le costará un pico de euros desligarse del Madrid. Pero el proyecto sigue teniendo la misma vigencia que la que tenía antes de la final. Los pasos, retoques y experiencias para asaltar con garantías un título como este se han cumplido escrupulosamente, pero estamos hablando de un juego donde nada lo tienes asegurado. Eso sí, el trabajo bien hecho, como lo ha sido, te asegura seguir teniendo oportunidades. Y si no se tuerce el camino, las habrá. Seguro.

 

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Cuesta trabajo afirmar quien ha salido más dañado moralmente, blancos o azulgranas. Mi conclusión es que para ambos, la decepción ha sido mayúscula. El Barcelona por el tremendo varapalo que se llevó, difícilmente explicable por lo excesivo en formas y números. El Madrid porque parecía que el momento era inmejorable, la preparación perfecta y el poderío más que suficiente. El trabajo sicológico para superarlo no será fácil, pero sí necesario para afrontar un final de liga donde se decidirán las notas del curso.

Algo obvio para terminar, pero que conviene recordar. Ganar una Euroliga es muy difícil. Más de lo que a veces puede parecer. Comienzan 24 equipos y sólo uno se lleva el trofeo a casa. No sólo eso, sino que el sistema posibilita que no la gane el mejor equipo, cosa que ocurriría si estuviésemos hablando de una liga o de unos playoffs a cinco o siete partidos. El formato Final Four obliga sobre todo a ser el mejor durante 48 horas, las que van desde la semifinal a la final. Esto explica que los dos mejores equipos de la competición durante todo el curso, por resultados y juego, fuesen el Barcelona y el Real Madrid, y los dos se marcharon escaldados de Milán.

En fin, ahora que la Euroliga ha finalizado, pues que vivan los playoffs.

 

 

 

Si fuera hincha del…..

Por: Juanma Iturriaga

12 may 2014

Atlético de Madrid

Intentaría no pensar en fatalismos. Sí, es cierto que la historia rojiblanca está plagada de sucesos que podrían defender la idoneidad del apodo del Pupas, es verdad que aquel gol del alemán de nombre impronunciable en la Final de la Copa de Europa del 74 nunca tuvo que subir al marcador, y también lo es que la parada de Willy Caballero a tiro de Adrián, un tiro que valía una liga, merecía acabar dentro y celebrar la liga en el Calderón como merecía la ocasión.  Pero cualquier pensamiento alrededor de un futuro ya escrito iría en contra del cholismo ilustrado. También ejercitaría el “que nos quiten lo bailao”. Ninguna afición ha disfrutado más en los últimos 8 meses que la rojiblanca. Ninguna afición se ha sentido más orgullosa de su equipo que la rojiblanca. Ningún estadio ha vivido tantas fiestas como el Vicente Calderón. Esto, me diría al espejo, ya no hay nadie que lo pueda robar, pase lo que pase el sábado en Barcelona.  Y por último revisaría uno por uno los videos de los cinco partidos que culés y colchoneros han jugado este curso, actividad ideal para desterrar todo tipo de miedos.

 

Barcelona

Si fuese culé, estaría un poco desconcertado. Llevaría de duelo desde hace varias semanas y ahora me dicen que el muerto está vivo, y que hay una posible fiesta este finde. Además estaría un poco decepcionado con todo lo ocurrido, pues no ha sido satisfactorio ni el juego, ese estilo que hizo historia y del que hoy en día quedan pocos rastros, y tampoco los resultados. Ha sido un annus horribilus, donde se fugó el presidente, se trajo un entrenador que a día de hoy no se sabe bien cómo respira, hubo conflictos de todo tipo y los jugadores dijeron adiós a la liga varias veces. Por no hablar de la muerte de Tito Vilanova, una enorme desgracia. Pero bueno, es la liga, y está al alcance. O sea, que hay que rearmarse moralmente y dar el último empujón a un equipo que parece desenganchado, peleado con el gol y con algunos jugadores recogiendo sus taquillas. No va a ser fácil olvidar todo y si finalmente la liga cae, celebrarlo a lo grande. Y encima viene el Aleti, esos a los que no les hemos ganado este año. Ufff.

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Real Madrid

Tendría la cabeza como la locomotora de un tren de vapor. ¿Qué ha sido de la cofradía del clavo ardiendo, de ser irreductibles como los del pueblo de Astérix y Obelix, de no dar nada por perdido hasta que las matemáticas digan lo contrario, todas ellas señas de identidad del madridismo?. ¿Qué ha pasado con el equipo imperial que arrasó al Bayern y a Guardiola? ¿Cómo se han perdido 7 puntos en una semana ante Valencia, Valladolid y Celta? Solo pensar que con un pleno estaría el Madrid líder y dependiendo de sí mismo se le pone a uno mal cuerpo ¿Merecerá la pena la dimisión liguera por una décima que todavía hay que ganar?. ¿Este todo o nada, tendrá sentido el próximo día 24?  No me queda otra que respirar profundo y hacer una visualización. La de Casillas levantando la orejona. Porque como no lo haga, el verano va a  ser movidito y algunos deberían dar más de una explicación.

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Real Madrid (de baloncesto)

Estaría diciéndome como si fuese una beata rezando un rosario o Bart Simpson escribiendo en la pizarra en la cabecera de su serie, lo del Palau del sábado pasado no es significativo, lo del Palau del sábado pasado no es significativo. Incluso me disfrazaría de jugador de póker y reconocería la jugada maestra de dejarse ganar la mano que no importa para que el Barcelona llegue a Milán relajado y entonces sacar la escalera de color. También me pondría en la tele una y otra vez la canasta de Sergio Llull de la Copa del Rey o una selección de maravillas del otro Sergio o de Rudy. Y confiaría en un equipo con el que lo hemos pasado tan bien este año y que ha demostrado estar prácticamente siempre a la altura de las circunstancias. Además, Mirotic se ha estado reservando para dar lo mejor de sí mismo en Italia.

 

Barcelona (de baloncesto)

No tendría más motivos de preocupación que saber que estamos hablando de un juego, y como tal, la seguridad total no existe. Pero ¡cómo están jugando!. Ese Tomic imperial, que decían que era un blando ¡vaya regalo nos hicieron! Y Marcelinho, un crack. Se ha recuperado Lorbek, Nachbar las enchufa todas, Oleson es el mejor anti-Carroll que hay y hasta Abrines y Papanikolau están que se salen. En la Copa el Madrid tuvo suerte, pero esta se le ha acabado. Si hasta no se está echando a faltar a Navarro. Nada, este año toca. Vaya fin de semana nos espera, el viernes cae el Madrid, el sábado la liga de fútbol y el domingo la Euroliga. Hay que irse para arrriba y ver otra vez el triple de Solozábal. 

 

Rafa Nadal

Uf, menos mal que el japonés se lesionó. Cuesta trabajo ver a Rafa como un ser humano con dudas después de tantos años siendo infalible salvo por las lesiones. Pero bueno, después de la putada de la final del Open de Australia, la suerte le debía una. Hala, otro Master 1.000 al zurrón. Y van 27.  Ahora a Roma y luego a París. No está del todo fino, pero si miramos a Djokovic con su lesión, Federer con su paternidad, Murray con su alergia a tierra batida y Ferrer que tampoco está pitando mucho, habrá que concluir que no es descabellado pensar en hacer hueco al noveno Roland Garros. 

 

Fernando Alonso

Mi estado de ánimo sería el de totalmente desesperado. ¿Cómo es posible que Ferrari no consiga hacer un gran coche? Primero fue Red Bull, ahora Mercedes, pero los de rojo, nada de nada. Pasan los años y cada curso la misma canción. Este año sí, bueno espera a China donde llevará mejoras, y luego serán en Europa, y luego se terminará el campeonato casi sin oler un pódium. Y claro, si ya de por sí la Formula 1 no es un dechado de emoción, y encima existen las mismas posibilidades de una victoria de Alonso que de que Rajoy no diga durante un año su famoso “mire usted”, pues me motiva más la final de curling mixto que una carrera en cualquier circuito.

 

Athletic

Recomendaría a los hinchas del Atletico de Madrid, el Barcelona, el Madrid, los de baloncesto y a los de Rafa Nadal o Fernando Alonso que se hiciesen también del Athletic. Gran temporada, objetivos ya alcanzados y el próximo año la Champions. La invasión de Bucarest o Manchester va a ser un juego de niños. Y todo con gente con ocho apellidos vascos. Por lo menos. 

 

 

 

Dicho todo esto, que la fuerza acompañe a todos. Y ya sabéis que pase lo que pase, la tierra seguirá girando el lunes próximo  

Tres reflexiones sobre la tolerancia

Por: Juanma Iturriaga

06 may 2014

Al racismo

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La semana pasada comenzó con el racismo como tema estrella. La pillada al dueño de los Clippers, soltando por esa bocaza que tiene toda clase de majaderías y el plátano que lanzaron a Dani Alves y al que él respondió comiéndoselo abrieron de nuevo el debate. Ambos representaron en un corto espacio de tiempo lo reprobable y lo destacable. El caso de Sterling tiene todas las connotaciones posibles para producir un rechazo inmediato. Por lo que dijo y por el agravante de ser dueño de un equipo de la NBA, donde el 80% de jugadores son negros, lo que nos hace imaginar que la visión de su negocio estaba más cerca de una plantación de algodón en el siglo XIX que de un club de baloncesto. La reacción de Alves, en cambio, estuvo más que bien, fuese planeada o no. Al desprecio hacia el color de su piel que encerraba el acto del que le lanzó el plátano, Alves respondió con el desprecio de no hacer aprecio que dice el refrán. 

Es imposible evitar totalmente comportamientos de este tipo. Lo mismo que es imposible evitar comportamientos machistas o de otros muchos tipos donde de una manera o de otra se menosprecia (y en muchos casos se ataca no sólo verbal, sino físicamente) a otros seres humanos por la simple razón de ser diferentes en sexo, raza, nación, religión, orientación sexual o lo que sea. Esto ha ocurrido siempre y me temo que seguirá ocurriendo. Ahora bien, otra cuestión es la reacción que debemos tener ante estos hechos. La tolerancia, la falta de una reacción inmediata y contundente, implica una comprensión que no debería existir. Sólo desde esa famosa tolerancia cero llegaremos a lanzar mensajes ejemplarizantes. Sólo desde la tolerancia cero será posible un cambio educacional en estos temas, que bien que nos hace falta. Y ahí el papel de las instituciones resulta fundamental, mas allá del valor de los gestos individuales, que sin duda lo tienen. Por eso, la sanción de por vida que le ha impuesto la NBA resulta gratificante.

Ciñéndonos a nuestro país, el camino a recorrer es larguísimo. Venimos de tiempos oscuros donde la tolerancia hacia, por ejemplo, la discriminación de la mujer, el escarnio del homosexual o el desprecio hacia el “moro” (una chica me contaba que su padre, para que se portase bien, le amenazaba con que iba a venderle al moro) ha sido muy laxa. Los chistes, comentarios o actuaciones denigrantes sobre mujeres, negros, mariquitas o maricones, gangosos, disminuidos y otros colectivos desprotegidos han formado parte del paisaje social. Afortunadamente y como dice la canción, algo hemos cambiado. Pero ateniéndonos a comportamientos y reacciones que frecuentemente podemos observar, no sé si tanto como deberíamos. 

Al éxito ajeno

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Existen muchas voces que sitúan la envidia como uno de nuestros rasgos como país. “Es la íntima gangrena del alma española” dijo Unamuno. No sé si habrá más o menos que en otros lados, pero sí creo que existe una corriente bastante extendida de desconfianza hacia el que triunfa en cualquier ámbito de la sociedad, que nace en la necesidad que a veces tenemos de explicarnos lo que pasa de formas y maneras que nos consuelen más que que nos duelan. Si alguien triunfa y tu no, el que el otro sea mejor o haya hecho mejor las cosas es la última cosa que nuestro corazón dolido quiere admitir, por lo que de entrada intentaremos poner en duda el éxito ajeno. No solo eso, sino que cuando tropiece, pues no hay éxito que 100 años dure, saldremos a proclamar que teníamos razón. 

A pesar de estar ya curado de espanto, me ha llamado la atención la virulencia de los ataques y descalificaciones hacia Pep Guardiola después de su eliminación de la Champions a manos de un gran Real Madrid. Han sido tantos y variados que me invitan a pensar en que además de lo puntual (su responsabilidad como entrenador de un gran fracaso) unos cuantos han aprovechado para ajustar cuentas con él. Al fin y al cabo, tantos años esperando tener una oportunidad que hasta ahora había sido negada por lo ininterrumpido de sus éxitos, bien merecía unos buenos palos. Y si pueden abarcar todo, mejor que mejor. Él, su estilo futbolístico, su discurso, sus ideas políticas e incluso su forma de vestir. Abierto el pim, pam, fuego, leña al mono. Además de la animadversión hacia él por el simple hecho de ser del equipo rival, sólo desde la escasa tolerancia al éxito ajeno y la irritación que provoca puedo explicar tamaña cacería. 

Al fracaso

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El deporte es caerse y levantarse. Extensible a la vida en general, esta frase la acaba de decir Rafa Nadal, que de caerse y levantarse sabe un montón. La tolerancia a la derrota es una de las grandes claves para sobrellevar bien una exigente carrera deportiva. Porque caerte te vas a caer. Tarde o temprano. Y las caídas generan tristeza, dudas, frustración, ansiedad y prisas. Todas estas emociones son lógicas y algunas hasta necesarias, pero deben ser controladas adecuadamente. Nos movemos entre la autoexigencia y la autoindulgencia y ambas son necesarias. La primera nos tensa y nos moviliza, la segunda nos permite perdonarnos y digerir los fracasos sin rasgarnos las vestiduras, sin castigarnos más de lo necesario. Evidentemente las dosis no son las mismas. Es más, la exigencia debería ser entre mucho mayor que la indulgencia, pero no hasta el punto de fagocitarla. Rafa Nadal nos lo recuerda con su comprensión y asimilación de una realidad contra la que es muy difícil luchar. La consciencia de que la derrota existe. Pero ante eso tienes dos opciones: Quedarte tumbado en la pista rumiando tus penas o ponerte de pie y seguir peleando. Está claro la que él ha elegido. 

 

 

 

 

 

 

Sobre el blog

El palomerismo es toda una filosofía de vida que se basa, como la termodinámica, en tres principios. El de la eficiencia: “Mínimo esfuerzo, máximo rendimiento”. El del aprovechamiento. “Si alguien quiere hacer tu trabajo, hacerte un regalo o invitarte a comer, dejale”. Y el de la duda: “Desconfía de los que no dudan. La certeza es el principio de la tiranía”. A partir de ahí, a divertirse, que la seriedad es algo que ahora mismo, no nos podemos permitir.

Sobre el autor

Juanma López Iturriaga

Básicamente me considero un impostor. Engañé durante 14 años haciendo creer que era un buen jugador de baloncesto y llevo más de 30 años logrando que este periódico piense que merece la pena que escriba sobre lo que me dé la gana. Canales de televisión, emisoras de radio y publicaciones varias se cuentan entre mis víctimas, he logrado convencer a muchos lectores para que comprasen mis libros y a un montón de empresas que me llaman para impartir conferencias. Sé que algún día me descubrirán, pero mientras tanto, ¡que siga la fiesta!

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