El Palomero

Hasta en Liberia

Por: Juanma Iturriaga

21 mar 2016

Real Madrid Barça


Os pongo en situación. Estoy en Liberia. Aunque seguro que vuestro conocimiento sobre este país es exhaustivo (como lo era el mío hasta hace mes y medio) por si acaso suelto algunos datos. Se encuentra en la zona oeste de África, entre Sierra Leona y Costa de Marfil si sigues la costa hacia el sur. Liberia es uno de los países más pobres del mundo (anda por el 170 en la clasificación mundial) o sea que estamos hablando de pobreza extrema. No cuenta con recursos naturales llamativos, tampoco es importante geopolíticamente y a una guerra civil que duró 14 años y desangró el país a finales del siglo XX, se le ha unido la crisis del Ébola de 2014. Ni siquiera son muchos, poco más de cuatro millones, que esto en momentos complicados puede conseguir llamar la atención.

De Liberia recibimos pocas noticias durante su larga guerra (fue de 1989 a 2003) y alguna más en la, como dicen ellos, Ebola situation. ¿Y que hago yo aquí? Pues me he venido con UNICEF para ver su trabajo y luego volver a España y convencer a todo el que pueda de que hay una buena forma de echar una mano a una población infantil como la liberiana, que tiene que lidiar con circunstancias adversas de todo tipo. Desnutrición aguda, salud y condiciones higiénicas precarias, violencia y todas las penalidades que te puedes imaginar. ¿Cómo? Pues legando parte de la herencia.

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Pero esto es un blog de deporte (casi siempre) y de lo que yo quiero hablar es de otra cosa. (Bueno, que si quieres saber algo más de lo del testamento, os animo a visitar esta página de UNICEF). Durante los días que llevo aquí he visto la miseria en su diferentes expresiones. He hablando con hombres, mujeres y niños que o bien las están pasando canutas o están dando su tiempo y su vida para que otros dejen de estarlo. He visto hacinamiento en dosis difícilmente tolerables, niños desnutridos, madres desesperadas, adolescentes maltratadas, comunidades estigmatizadas por el simple hecho de haber padecido el azote del Ebola. En un primer contacto, me han mirado, sobre todo los niños, como un bicho raro. No me extraña. Soy blanco, alto (altísimo para los estándares liberianos) y con barba de Papá Noel, lo que ha provocado que algún niño se haya echado a llorar al acercarme.

Yo me presentaba, decía que me llamaba Juan y que venía de España. Si nosotros tenemos dificultades para ubicar correctamente a Liberia en el mapa, imaginaos el conocimiento que tienen de España. Eso sí, tardé muy poco en descubrir la mejor forma de que perdiesen toda prevención hacia mi persona. Sólo tenía que hacer una pregunta: ¿De qué equipo eres, del Madrid o del Barcelona?

Así es, queridos lectores. Donde no llegan las ayudas suficientes, donde campan desastres de todo tipo, donde la esperanza de tener una vida mínimamente digna es remota, donde los televisores son habas contadas, en mitad de una calle o sentados a la solanera, de forma educada o a grito pelado, se discute sobre el Madrid y el Barcelona, sobre Messi y Ronaldo, como si estuviésemos en un bar de nuestro país. Y sin tener que ser muy observador, te vas dando cuenta que un buen número de gente lleva camisetas blancas o blaugranas, la mayoría desgastadas hasta casi la desintegración después de no quitársela seguramente en meses. O te das de bruces paredes de cemento o adobo de casas (bueno, casi casas) decoradas con un enorme escudo de uno de los dos equipos y donde vive gente apiñada como sardinas en lata.

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Ante tamaña demostración de alcance e implantación del fútbol en el mundo actual, dos pensamientos contradictorios me vienen a la cabeza. Uno, positivo. Los sueños son necesarios, más en lugares como este y sobre todo a edades tempranas. El fútbol tiene una capacidad de ensoñación inigualable, solo necesita un balón (o algo que se le parezca) y cuatro piedras para montar un partido y como juego que es, resulta muy beneficioso para generar disfrute, establecer relaciones y complicidades y también aliviar penas. Cualquier niño, y siendo de países como Liberia más si cabe, tiene todo el derecho del mundo para al menos durante unos minutos u horas, abandonar su complicada realidad y sentirse una gran estrella del balón.

Pero por otro lado, me molesta un poco la, para mi gusto, excesiva relevancia adquirida en los últimos tiempos por el fútbol. Me inquieta que los grandes clubes sean venerados hasta extremos insospechados, que las superestrellas futboleras sean los Beatles del siglo XXI, que los anhelos de los niños estén tan monopolizados por aquellos cuyo gran mérito es saber dar bien a una pelota con el pie. Me pregunto si el fÚtbol es diversión o distracción mas o menos programada sobre otros aspectos de este mundo a los que deberíamos prestar más atención. Si todos ellos, los que dirigen y los que juegan, son conscientes de su impacto (no me refiero al económico, que seguro que lo saben y bien que lo contabilizan). Si el modelo que transmiten es recomendable, si el mundo sería un lugar mejor con Ronaldos o Messis como grandes personajes a imitar. En fin, cosas que te pasan por la cabeza mientras intentas digerir todo lo que has visto, todo lo que pasa en un rincón del mundo desolador en demasiados aspectos. Tengan o tengan sustancia mis dudas, las cosas son como son y aunque ya no estaré por aquí el sábado próximo, puedo asegurar que el clásico, aunque esté más descafeinado que nunca, también se jugará en Liberia, y será seguido con gran pasión. 

Eso sí, en algunos lugares, pocos, como en esta escuela que he visitado, tenían dos canastas en buenas condiciones, hasta con redes. Y claro, la cabra tira el monte. Y me puse a jugar un rato con ellos. Aquí les tenéis, mas majos que las pesetas

Equipo baloncesto

 

Posdata. Si te interesan otras reflexiones sobre mi viaje, te invito a leer lo que he escrito para la web de UNICEF

 

Hay 5 Comentarios

Todo es empezar, también como en el deporte, con la siempre más que necesaria solidaridad ante los muchos ejemplos de injusticia de siempre y de hoy en día que todavía desgraciadamente aún vivimos y que aún existen a pesar de todo nuestro progreso social y cultural de estas últimas décadas y con todos los necesitados como en los de este mismo ejemplo.

Hola. Ya hemos visto por las noticias que por fortuna no te ha pasado nada en el atentado de Bruselas. Espero que una vez pasado el susto, no tengas demasiado problemas para alojarte y poder volver a casa, ya que supongo que tras los atentados, Bruselas debe ser lo más parecido a un caos para alguien que se haya quedado "varado" en esa ciudad. Animo.

Es la sociedad entera la que está podrida, da igual que sea fútbol, música o moda. Los ricos cada día más ricos y los pobres cada día más pobres e idolatrando a los ricos y luchando por ser como ellos en lugar de luchar por un mundo más justo, así nos va

Por otra parte Sergio,tampoco creo que los jugadores sean culpable de ello.Si se piensa eso,creo yo,más culpa tienes tú por haber ido.
Es que como cuando van a la rotonda de Valdebebas y no paran.No se pueden parar todos los días(es lógico)y más tonto es uno que va.
En resumidas cuentas,la veneraciones las justas

Ojalá utilizaran esa influencia y veneración que sienten hacia ellos para cosas que les sirvan, pero es mejor hacer negocios con jeques. En cuanto a los jugadores, no necesitan irse tan lejos. en mi familia hay dos abonados al Madrid y de vez en cuando voy al estadio, incluso he llevado a mis hijos. Sólo tendrían que ver a algunos niños que se morirían por ir a ver un partido, cualqueira, los de las drogas y esas cosas les sirven, y no pueden porque la broma de ir a ver al Madrid te sale por 150 pavos en cuanto rte descuides y no quieras llevar al niño solo. A mi me pasó un día de Champions, jugaban contra el Olimpic de Lyon, un día de esos que ves que no juegan porque no les apetece. Delante mio había un padre con dos niños, tenían toda la pinta del típico público de Champions, algunos no son ni de Madrid, no habñian ido muchas veces, por no decir ninguna, imaginad la ilusión de los niños y la pasta que se habría dejado el padre. Pues ahí los tenías a los de blanco, sin hacer nada, sin que los niños ni siquiera pudieran decir que habían visto ganar al Madrid. El día que no fueran convocados deberían ponerlos en la grada disfrazados y que observaran, que vieran a gente que gana 800 euros al mes y que se gastan una de esas mensualidades en ir a verles jugar, niños que llevan años en algunos casos para ir a ver un partido, y muchos otros casos. A lo mejor se tomaban su profesión con otro espíritu.

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Sobre el blog

El palomerismo es toda una filosofía de vida que se basa, como la termodinámica, en tres principios. El de la eficiencia: “Mínimo esfuerzo, máximo rendimiento”. El del aprovechamiento. “Si alguien quiere hacer tu trabajo, hacerte un regalo o invitarte a comer, dejale”. Y el de la duda: “Desconfía de los que no dudan. La certeza es el principio de la tiranía”. A partir de ahí, a divertirse, que la seriedad es algo que ahora mismo, no nos podemos permitir.

Sobre el autor

Juanma López Iturriaga

Básicamente me considero un impostor. Engañé durante 14 años haciendo creer que era un buen jugador de baloncesto y llevo más de 30 años logrando que este periódico piense que merece la pena que escriba sobre lo que me dé la gana. Canales de televisión, emisoras de radio y publicaciones varias se cuentan entre mis víctimas, he logrado convencer a muchos lectores para que comprasen mis libros y a un montón de empresas que me llaman para impartir conferencias. Sé que algún día me descubrirán, pero mientras tanto, ¡que siga la fiesta!

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