El Palomero

Así compite el Madrid

Por: Juanma Iturriaga

23 jun 2016

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El deporte no es una ciencia exacta, pues nada te asegura el éxito. Afortunadamente. Puedes hacerlo muy bien y terminar en la lona de la misma manera que en otras ocasiones y con rendimientos menos lucidos, alcanzar tus objetivos. En un momento puntual, la diferencia entre las risas y los llantos puede quedar depositada en un lanzamiento, un balón que escupe el aro, tropieza en un poste o termina besando las redes. Ahora bien, siendo imposible cualquier ecuación que garantice los títulos, también es comprobable que existen algunos caminos por los que las posibilidades de tocar cima se acrecientan.

Para distinguir la casualidad de la consecuencia, la prueba del algodón es la continuidad. A lo largo de la historia ha habido campeones producto de un trabajo bien hecho pero también otros más ocasionales, que basaron sus triunfos en conjunciones planetarias puntuales. Lo difícil no es llegar sino mantenerse, por eso estos últimos aparecieron para seguidamente no saber de ellos en un tiempo. En cambio, los primeros, para los que el triunfo no es un fin sino una consecuencia, suelen llegar para quedarse un rato.

El Madrid es de nuevo campeón de liga y ha completado un lustro, coincidente con la llegada de Pablo Laso al banquillo, donde la cosecha ha sido tal que para encontrar algo parecido en la casa blanca hay que remontarse a cuando Internet era cosa de películas de ciencia ficción. En estos cinco años ha habido de todo. En el primero se empezó a construir el edificio poco a poco. Se intuyeron ideas e intenciones y del pesimismo almacenado en años y años de decepciones se pasó a ver la luz al final del túnel. El saldo en títulos fue escaso, una Copa del Rey, pero el ambiente había cambiado por completo. En el segundo dio un paso más hacia delante, apuntalando su estilo e incorporando jugadores acordes con la filosofía que se quería imponer. Resultados, final de la Euroliga y primer título de Liga.

En el tercer curso de la era Laso se tocó el cielo en cuanto a juego. El Palacio de los Deportes se convirtió en un parque de atracciones donde cada partido era una fiesta. Pocas veces antes un equipo había llegado a combinar de una manera tan atractiva estética, velocidad y eficacia. Las victorias iban cayendo una a una hasta batir records. Pero llegó la final de la Euroliga después de apabullar al Barcelona en semifinales y el Maccabi le dio un portazo en todas narices. El daño fue descomunal, tan grande que dejó al equipo sonado para los restos, que fueron que el Barça se hiciese con la liga. Llegamos al año 4, y todo encaja a la perfección. El juego, los fichajes, el ánimo y las victorias. Se gana cuando se tiene que ganar, el equipo llega fresco a los momentos álgidos de la temporada y uno por uno aterrizan en el salón a Madrid todos los títulos posibles, incluido la ansiada Euroliga. En la quinta temporada, desde el principio el Madrid va con el agua al cuello, lo que no le permite tomarse ni un respiro. La Euroliga es una agonía constante y aunque se reivindica en la Copa, no alcanza ni siquiera la Final a Cuatro. Esta vez el varapalo no pasa de ser lógico y el equipo se rearma una vez más para pasar como un ciclón por los playoffs y entonar de nuevo lo de Campeones, Campeones.

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Expuestos los datos, vayamos con las conclusiones. Y la más importante es que por encima de que en unos años la recogida de galardones haya sido mayor que en otros, que en determinados momentos se haya jugado mejor o menos bien, lo que sí ha hecho el Madrid siempre ha sido competir de forma extraordinaria. Y para ello ha tenido que construir, pulir, restaurar y completar para no perder nunca nervio competitivo. Eso sí, siempre sin renunciar a aquellas ideas que se empezaron a poner en práctica hace cinco años. Entonces se apostó por un determinado estilo de juego, españolizar en todo lo posible al equipo, divertir al público a partir del divertimento de los propios jugadores, recuperar la irreductibilidad que ha anidado siempre en el ADN de este club. Ideas, paciencia, mejora, colmillo.

Hasta el comienzo de esta nueva era, la historia de la sección del Real Madrid era una sucesión de chispazos. Se ganó una Liga con Maljkovic, otra con Scariolo, otra con Plaza…. Pero se apagaban rápidamente. La gran lección del Madrid dirigido por Juan Carlos Sánchez y Alberto Herreros en los despachos y Pablo Laso en el banquillo es que cuando las cosas están bien hechas, cuando detrás de las decisiones no hay caprichos ni ventoleras sino coherencia, cuando se comprende que la derrota no es una enmienda a la totalidad y la victoria tampoco lo valida todo, cuando se asume que Zamora no se ganó en una hora, el resultado suele tener una solidez y vigencia que va más allá de un éxito puntual. Estos últimos cinco años pueden dar fe de ello.

Algo más que un empate a uno

Por: Juanma Iturriaga

19 jun 2016

1-1

Empecemos con los datos. El Barcelona venció por 100-99 en el primer acto de la final de la Liga Endesa. Fue un partido espectacular, impecable, donde por encima de afinidades, disfrutamos como niños de ese tipo de baloncesto que a todos gusta. Bueno, salvo a aquellos que piensan que una canasta siempre es un error del defensor y no un acierto del atacante. El Madrid lo tuvo en la mano, pero se lo robó Perperoglou cuando ya paladeaban recuperar la ventaja de cambio a la primera oportunidad. 48 horas después, no hubo emoción ni dramatismo. El Madrid, desde el salto inicial, fue un martillo pilón que no dejó casi en ningún momento de machacar la canasta y la moral del Barça. Cuando todavía faltaba algún espectador del Palau en llegar a su asiento, la diferencia era ya respetable, y a cada intento de reacción azulgrana, el Madrid respondía con un par de mandobles tipo “ni se os pase por la cabeza que vais a poder remontar”. Total, 20 puntos de diferencia y la serie empatada de vuelta a Madrid.

¿Empatada? No del todo. Primero porque ahora los chicos de Pablo Laso tienen ventaja al poder cerrar el playoff a favor de ambiente. Y más allá de esto, porque sospecho que la ascendencia sicológica está su lado. En la extensa previa que dedicó Movistar + antes del segundo partido, pudimos escuchar a unos cuantos protagonistas de ambos equipos. Y curiosamente (creo que lo comentaron y coincido plenamente) a pesar de haber logrado la primera victoria, los azulgranas parecían más preocupados que los madridistas, que eran los que estaban obligados a una victoria si querían seguir vivos. Con lo que decían y cómo lo decían, daba la sensación de que a pesar de haber salvado una situación muy, pero que muy complicada, el Madrid les había metido el miedo en el cuerpo, dejando claro que iban a necesitar más de lo que habían dado para aguantar las embestidas de una maquinaria ofensiva en estado de máxima fluidez y acierto. Algo menos de dos horas después, los temores mostrados se confirmaron. El Madrid volvió a irse a noventa puntos y esta vez no hubo respuesta.

Dado que las cosas en una serie como esta pueden cambiar de un día para otro y lo que podamos escribir un domingo o un lunes por la mañana corre el peligro de venirse abajo un lunes por la noche, cualquier opinión resulta arriesgada, por lo que sólo se puede hablar de sensaciones, de tendencias, válidas hasta que no se demuestre lo contrario. Y la de esta serie es que el Madrid tiene la sartén por el mango del juego, algo casi tan importante como lo que puedan decir los resultados. Tanto el miércoles como el viernes, los partidos han ido por caminos más deseados por los blancos que por los blaugranas. No dudo que estos son capaces de jugar de muchas formas, pero no tengo tan claro que puedan aguantar tempos de juego muy altos durante mucho tiempo. Por lo que preveo que su respuesta a la derrota en el segundo partido va a ir más por intentar enfriar un poco el ritmo que por seguir jugando a altas revoluciones.

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El baloncesto es un juego de equipo, pero existen cuestiones individuales que lo condicionan. Y el Barcelona no ha solucionado todavía el factor Carroll, una de las claves de esta final. El norteamericano está de dulce y ya no es sólo lo que produce, sino que la atención que el Barça está obligado a dedicarle si no quiere que le acribille, está posibilitando la apertura de espacios donde otros se benefician. Si a esto sumamos que el volcán Llull anda en erupción, Ayón de MVP, Rudy a rachas pero qué rachas y un buen tono general, la ecuación defensiva culé no ha tenido por ahora solución. Y eso que Sergio Rodríguez no esta teniendo el protagonismo habitual.

En un playoff largo, se dice que son los perdedores los obligados a mover ficha. Lo hizo el Madrid en el segundo, manteniendo lo que había hecho bien en el primero (un ataque demoledor) y mejorando su eficacia defensiva, rebotes, intimidación y defensa de los pick and roll. Para el tercero el Barça deberá hacer algo distinto, recuperar una iniciativa que a unas cuantas horas de un partido crucial, parece en manos del Real Madrid.

Cuando termine el encuentro, pues una de dos. O bien tiramos todo lo dicho anteriormente a la basura, o entonamos un “ya lo había avisado”. Pase lo que pase, seguirá quedando trecho que recorrer y serie que disfrutar.

Mientras tanto, en EEUU.....

 

 

Decíamos ayer

Por: Juanma Iturriaga

15 jun 2016

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Lo intentaron Valencia Basket y Laboral Kutxa, pero finalmente tuvieron que claudicar ante los mayores recursos, pujanza y fuerzas de Madrid y Barça. Se cumplió la lógica, esa que tanto nos gustaría que fuese modificada con sorprendentes puntos de giro, pero que año tras año y pase lo que pase entre octubre y mayo, termina con una final entre azulgranas y madridistas en junio. Así ha sido en las últimas cinco temporadas y como dice la coletilla, “y lo que te rondaré morena”.

En contrapartida, se hace difícil imaginar un cierre de curso más estimulante que una nueva edición de la sempiterna lucha entre los dos gigantes del baloncesto español. Ambos llegan con muchos kilómetros recorridos, pero su eliminación en los playoffs de Euroliga les ha permitido coger aire y por lo visto en las series semifinales, han recuperado la chispa perdida.

Ambos están exigidos, pues aunque el Madrid pueda exhibir su título copero, ya se sabe que una temporada sin pillar cacho en Liga ni Euroliga, suele resultar frustrante para cualquiera de los dos. Eso sí, a los blancos les sigue respaldando la inmaculada temporada 14/15, donde lo ganaron todo. Para Xavi Pascual, en cambio, de fracasar, serían ya dos años en blanco, lo que seguro provocaría un temblor de tierra en el Palau Blaugrana.

Antes de comenzar los playoffs, habría apostado por el Madrid. Ahora no lo tengo tan claro. Sobre todo porque he visto en los últimos quince día un Barça muy poderoso, en plan tanqueta que quizás no ganaría un concurso de finura, pero que le sobra contundencia. No siempre la mega-rotación que practica da una buena suma, pero últimamente parece que el encaje se ha afinado, muchos jugadores tienen espacio suficiente para aportar y sobre todo defensivamente, tanto personal disponible permite una intensidad sobresaliente.

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Necesitará todo eso para enfrentarse a un Madrid que quizás vive su mejor momento de la temporada. Después de ir con la lengua fuera desde finales de octubre y tras seis meses en perpetua agonía, ha recuperado el resuello y también a Rudy, cuentan con un buen número de jugadores en forma y mantienen una gran capacidad para resolver partidos que se deciden por el bigote de una gamba.

Decía Nocioni que lo de la ventaja de campo tendría importancia si estuviésemos hablando de la liga argentina. Seguro que no es tan decisiva como si se jugase en Buenos Aires y Mendoza, pero la historia nos cuenta que sí cuenta. De las cuatro finales anteriores entre estos dos equipos, sólo en una el factor cancha no se impuso.

¿Qué tipo de partidos veremos? ¿A meter o a que no metan? ¿Decidirán los rebotes o el acierto en el triple? ¿Quién ganará la serie y en cuantos partidos? ¿Quién se llevará el MVP?  ¿Se llenará el Palau? ¿No podría dejar de hacer preguntas, esperar unas horas y recoger respuestas?

La verdad es que no tengo ni la más remota idea de lo que pueda pasar. Por eso y para variar, voy a ordenar mis pronósticos

  1. Barça en 4
  2. Madrid en 4
  3. Barça en 5
  4. Barça en 3
  5. Madrid en 5

Mientras tanto, en EEUU….

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Cleveland, cuando ya le estaban tomando medidas para el ataúd, dio un puñetazo en la mesa y alargó una serie que estaba llamada a cerrar la persiana. Su victoria comenzó a gestarse en los despachos, cuando la NBA suspendió a Draymond Green y le planteó un problema de difícil resolución a la elegante pareja Steve Kerr-Luke Walton. La sombra de Green revoloteó durante toda la madrugada y la lesión de Bogut hizo ya imposible la estrategia. Más si en el otro lado hay dos malas bestias metiéndolo todo. La exhibición conjunta de Irving y Lebron fue histórica, demoledora, definitiva. Y aunque no tengo un poster de Lebron en mi habitación, terminé rendido a su poderío y su indomable voluntad para sacar lo mejor en las circunstancias más adversas.

La final sigue, cada vez más caliente, con más asuntos individuales pendientes, con mujeres de jugadores metiéndose en líos, con Green de vuelta, Bogut sospecho que fuera y dos posible partidos a cara de perro. Los Warriors siguen teniendo ventaja, pero no sé ya que pensar. ¿Remontada brutal? ¿Vuelta de Green y cierre? ¿Cardíaco séptimo?

Lo dicho antes, más preguntas que respuestas.

 

Pues no estaban tan sobaos

Por: Juanma Iturriaga

09 jun 2016

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Pues no, ni Valencia, ni Baskonia ni tampoco los Cleveland Cavaliers estaban tan sobaos  como parecía (expresión utilizada por Guillermo Giménez, el mejor narrador de la NBA desde Andrés Montes). Advertía el lunes que a pesar de mi decepción por como habían ido los dos primeros partidos de estas tres series, había que abrir una puerta a la esperanza. Era más una ilusión que otra cosa, pues lo visto en la cancha no invitaba al optimismo, pero si por algo tiene el deporte, cualquier deporte, es que su capacidad de sorprender es inagotable, de ahí su encanto.

El cambio de viento comenzó el martes en Valencia, donde los chavales dirigidos por Pedro Martínez dieron una lección de orgullo y capacidad para sobreponerse a todos los contratiempos posibles. Cada partido pierden un jugador, arrastran la pesada losa de ver como su mejor hombre en la temporada regular, Hamilton (elegido en el primer quinteto de la liga), está desaparecido en combate, y encima se encontraron con la resurrección de Rudy Fernández, imperial como no se le había visto desde antes de su operación. A todo tuvieron que atender con lo que les queda en un ejercicio de supervivencia extraordinario. Cierto que el último lanzamiento de Guillem Vives no fue lo que se dice ortodoxo y pareció guiado por la diosa fortuna, pero fue justo premio por haber llegado hasta allí con posibilidades. Si en otras ocasiones y ante el mismo rival habían sufrido en sus propias carnes que te la claven de la forma menos imaginable posible, no está mal que la balanza se haya equilibrado.

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Si lo del Valencia tuvo mérito, qué decir del Laboral Kutxa, que a falta de pocos minutos para acabar el partido olía a muerto que echaba para atrás. Tanto que estaba viendo el partido con mi hijo Mikel y se fue a la cama pensando que aquello no daba más de sí. Minuto y medio después le tuve que llamar porque entre James y Bourousis (¡joder, qué le han dado en Vitoria a este hombre!) aquello empezaba a oler a milagrosa resurrección. Supongo que me lo agradecerá toda su vida, pues así pudo asistir en directo a uno de esos momentos maravillosos donde lo imposible se hace posible. Como a esta hora ya todo el mundo habrá visto la jugada, no queda mucho más que decir, salvo si alguien quiere volver a ponerse a discutir sobre la blandura de Tomic.

Habrá quien achaque las dos derrotas de los favoritos a su incapacidad por cerrar partidos que tenían en el bote. Pero prefiero pensar en que los responsables de lo que pasó fueron valencianos y vitorianos, que no han querido irse de vacaciones a las primeras de cambio. Con su porfía se abre un nuevo horizonte, donde a partir de esta noche empezaremos a observar los efectos de lo ocurrido. El subidón en Valencia y Vitoria ha sido enorme, y ya se sabe como son estas cosas del ánimo, que termina metiendo muchas canastas. Está claro que Madrid y Barça siguen teniendo la sartén por el mango, pero tendrán que asimilar rápidamente el haberse visto en la final para un instante después darse cuenta que deben seguir remando.

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Lo de Cleveland no tuvo la emoción de lo visto por aquí, pero el efecto es el mismo. Una serie agonizante, revive al menos momentáneamente. En esta ocasión los que se pasaron casi todo el partido sobaos fueron los Warriors, con Curry irreconocible y sufriendo las iras de Lebron e Irving, tremendos ambos. Volvieron los Cavs de Oakland desconcertados, pues habían parado a los Splash Brothers y habían perdido los dos partidos de forma clara. Parece que han entendido el mensaje, y esta vez se aplicaron sobre todos. A Golden State no se le gana intercambiando canastas, donde no hay quien les tosa, sino dándoles cera defensivamente. A eso se aplicaron desde el minuto 1, y el posible tormento se transformó casi desde el inicio en baño y masaje para la dañada autoestima de Cleveland.

Total, que cuento las horas para que se reanuden las hostilidades. Por si alguno anda perdido, hoy jueves Valencia-Real Madrid a las 21.00 por el plus, mañana viernes Laboral-Barça a las 20.30 en Teledeporte y horas después, a las 3 de la mañana, Cavs-Warriors.

Perderse alguno de ellos creo que sería peligroso, pues igual pasa algo grande otra vez.

Que no cunda el pánico (todavía)

Por: Juanma Iturriaga

06 jun 2016

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Que no cunda el pánico. No toquemos el botón rojo todavía. Sí, ya sé que la cosa tiene mala pinta, que las ilusiones que teníamos en ver unos playoffs apasionantes no se han cumplido ni de lejos, que dice la historia que un 2-0 no lo levanta ni un costalero cachas, que el juguete que creíamos tener entre manos para pasarlo bien durante quince días igual lo compraron en un chino y su caducidad es mucho menor. Pero no olvidemos que esto es deporte, y siempre hay que estar atento no vaya a ser que te pierdas algo grande. 

Bien, hecho este ejercicio de auto convencimiento que no sé ni si yo mismo me lo llego a creer, pasemos repaso a como están las cosas por aquí y por allí

Real Madrid-Valencia. 2-0.

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El Madrid puede viajar a La Fonteta tranquilo. La serie frente a UCAM Murcia no dejó buen sabor de boca y llegaba un contundente y recuperado Valencia con ganas de devolverle alguno de los golpes recibidos en los últimos tiempos. Dos partidos después, la cosa pinta blanca, blanquísima, tanto que cuesta hasta trabajo pensar que pueda volver a Madrid. La superioridad ha sido manifiesta, aunque también es verdad que los valencianos han ido de menos a más, pero otra vez brilló la gran diferencia que existe entre los que terminan ganando casi siempre y los que siguen aspirando: el quehacer en el territorio de definición.

Una cosa es plantar cara, y otra cosa es rematar las faenas. Y estás se deciden en los últimos cuartos, en los últimos minutos, en las últimas jugadas. Tanto el jueves como el sábado, el Madrid ha estado demoledor en ese territorio, de la misma manera que al Valencia le ha faltado espíritu en el primero y cuajo en el segundo. Basta con mirar la estadística de los dos partidos. Resultado al final del tercer cuarto: 47-42 y 62-63 respectivamente. Parciales en el último cuarto: 35-15 y 35-25. ¡35 puntos en cada uno de los 4os cuartos! Y claro, pretender ganar en Madrid llevándose un chaparrón en momentos tan importantes es más complicado que ilusionarse con la próxima campaña electoral.

El Madrid ha recuperado sensaciones, llega a este final de temporada con gente muy fina como Llull, Ayón, Carroll o Felipe, han refrescado mentes y piernas y su maquinaria tanto ofensiva como defensiva parece muy bien engrasada. Al Valencia, en cambio, le vino muy grande el primer partido, donde naufragó por su mala puntería y en el segundo, porfiando mucho mejor, le faltó algo más de consistencia en los momentos clave, donde precisamente se crecen gente como Llull, que terminó dinamitando el encuentro.

El jueves aposté por un 3-2 del Madrid. Muchas me parecen ahora dos victorias del Valencia, pero no tiro la toalla

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La segunda semifinal, cronológicamente hablando, presenta similitudes con lo ocurrido en la otra. Para empezar, un primer partido casi inexistente, dado el que el Baskonia no se personó. En la duda de si afectaría más la presión al Barcelona o la relajación a los vitorianos, el primer acto no arrojó dudas. Los azulgranas salieron a por todo y los de Perasovic no estaban para nada. Cualquier parecido con lo visto durante la temporada era pura coincidencia y para el descanso ya no había debate alguno.

Eso sí, afortunadamente todo cambió en el segundo, pues otro encuentro como el inaugural no era de recibo para un equipo que ha hecho de su resistencia una de sus mejores virtudes. Volvieron a aparecer la santísima trinidad baskonista formada por Adams, James y Bourousis y el partido tuvo empaque y emoción. Pudo llegarse al empate en la eliminatoria, pero el Barcelona tiene tal arsenal en cancha y banquillo que en una de esas decenas de entradas y salidas de jugadores, uno puede encontrar el oremus. Lo hizo ayer Perperoglou, del que hay que decir que no se corta ni afeitándose y menos cuando se viste con el disfraz de salvador. Pero el triunfo culé fue más de grupo que de nombres propios. Algunos datos esclarecedores. Máximo encestador: Perperoglou con 11 puntos. Jugadores con dobles dígitos. 2.. El griego y Doellman con 10. Máximo reboteador, Tomic con 5. Jugadores entre 17 y 23 minutos en pista: 9. Vamos, que el Barça, de poquitos en poquitos, sumando casi todos, terminó remontando un partido complicado y acaricia, como el Madrid, la enésima final conjunta.

Dicen que de valientes están llenos los cementerios. Si ser tan dramático, mi apuesta de Laboral en 4 (ya imposible de cumplirse) me parece ahora una alucinación transitoria o simplemente mi amor al riesgo. Dudo mucho que la serie vuelva a Barcelona pero confiemos en el amor propio baskonista para que la serie no se nos vaya en un suspiro

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Decía el gran Antoni Daimiel en plan de broma que vistos los resultados de estos tres playoffs, parece que hay gente que se quiere ir de vacaciones. El caso es que EL GRAN DUELO, por ahora, está siendo un fiasco. Sobre todo por el naufragio de Cleveland, al que viéndole jugar contra sus rivales del Este parecía algo, pero al lado de los Warriors, al menos en estos dos primeros partidos, se ha quedado en nada. Lebron enfadado, Irving a lo suyo, Love blando otra vez, J.R Smith desaparecido y un banquillo que aporta muchísimo menos que el de sus rivales. Nunca se había producido una diferencia conjunta tan grande en los dos primeros partidos y si el acto inaugural sembró dudas, la falta de reacción de los Cavs en el segundo fue más descorazonadora.

Todo esto está pasando con los Splash Brothers intrascendentes en el primero y haciendo lo justo en el segundo, muy lejos de lo que hemos visto una noche sí y otra también desde hace dos años. No hace falta mucha imaginación para pensar que en cuanto calienten la muñeca esto va a ser la Matanza de Texas versión baloncestística. Quedan cinco posibles partidos y Golden State debería perder cuatro, o sea, que le basta con un 40% de victorias (2-3) para revalidar anillo. Teniendo en cuenta que su record en temporada regular fue de 73-9 (89% de triunfos) en playoffs lleva 14-5 (73%) y un total en el curso de 87-14 (86%) ………. 

Visto lo cual, pensar en acertar mi apuesta inicial, Cavs en 6, entra en el terreno de la demencia. Ahora creo que esto se liquida en cinco para los Warriors. Pero con la racha que llevo.....

Así están las cosas, pero ahora se empieza a jugar en Valencia, Vitoria y Cleveland. Iba a escribir que cosas más difíciles se han visto, pero en lo que se refiere a nuestra liga, sería mentira pues nadie ha logrado tamaña remontada. En la NBA, sin ser imposible, sí es improbable, o al menos así lo dice el hecho que de 31 veces que se ha empezado con un 2-0, sólo en tres se produjo el vuelco.

Pero bueno, acudamos a la filosofía más de moda en los últimos tiempos en el universo deportivo: el cholismo. O sea, vayamos partido a partido. Pueden ser 4 entre las tres series, pero podrían llegar hasta 11. Y si alguien quiere forrarse, pues que apueste a los que ahora parecen a punto de derrumbarse definitivamente.

¡Hagan hueco que vienen dos semanas de vértigo! El baloncesto reclama su espacio con la mejor oferta que puede ofrecer en estos momentos. A un lado del Atlántico, Warriors frente a Cavaliers. Curry frente a Lebron. Como decía mi abuelo, no era nada lo del ojo y lo tenía en la mano. Al otro, el nuestro, semifinales de la Liga Endesa entre los cuatro mejores equipos de la competición con unas cuantas cuentas pendientes entre ellos. No va más, pero como dijo Jack el destripador, vayamos por partes.

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Tengo que reconocer una cosa. He seguido la semifinal de la Conferencia Oeste entre Golden State y Oklahoma con el corazón en un puño por dos motivos. Uno. Soy muy de los Warriors. Dos, deseaba una repetición de la final del año pasado. Con el 1-3 pensé que mi anhelo estaba más complicado que lograr que un político español no suene a disco rallado. Pero afortunadamente me equivoqué. Al borde del abismo los Warriors volvieron a ser reconocibles, y los Thunder cayeron en pecados que pensábamos olvidados. Total, remontada al canto. Y aquí estamos, a pocas horas del comienzo de un apasionante choque de trenes. Uno ligero y elegante, otro de mercancías pesadas.

Hace muchos años la rivalidad entre los Celtics y los Lakers (y quien dice eso dice entre Bird y Magic) iba mucho más allá de los terrenos de juego. Si Larry y Magic no se parecían ni en lo blanco de los ojos, lo mismo se podía decir de Boston y Los Ángeles, de la costa este y la oeste. Cada equipo representaban estilos, filosofías, culturas, músicas y ciudades radicalmente distintas. Sin llegar a comparar, pues estamos hablando de una de las grandes rivalidades de la historia deportiva, sí detecto similitudes en este nuevo duelo entre Warriors y Cavaliers, la floreciente Bahía y con la oscura Cleveland, el chico bueno que parece no haber roto ni un plato con el Terminator despiadado.

Pero no hagamos un tratado sociológico sino ciñámonos a lo deportivo. De entrada a nadie debe sorprender los contendientes. El dominio de Cleveland en el Este estaba más que cantado, y viendo el rodillo amarillo durante la temporada regular, apostar por los Warriors en el Oeste era jugada ganadora (aunque Oklahoma, cargándose a los Spurs y poniendo contra las cuerdas a los campeones, haya alterado el guión previsto aunque no el desenlace). Y aquí están, doce meses después. Muchas cosas no han cambiado, sobre todo por parte de los que defienden anillo. Mantienen sus señas de identidad, esas que llevan camino de cambiar el baloncesto, su primer anillo no les sació el estómago y cuando Curry o Thompson sienten el picorcito (gráfica expresión del gran Guillermo Giménez en sus impagables retransmisiones) apaga y vámonos. Las mayores novedades vienen del otro lado. La temporada pasada Cleveland no pudo contar ni con Kyle Irving ni con Kevin Love, mucha tralla como para no tenerla en cuenta. Y parece que han cambiado su modelo superestrella+currantes en algo más equilibrado y democrático dentro de la tiranía James.

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Luego está el asunto Curry vs. Lebron. No tengo ninguna duda que Lebron le tiene muchas ganas. ¿Quién se cree este chavalito para venir aquí y sacarme a triples y jugadas imposibles del trono? Y sospecho, aunque su carita y su forma de jugar pueda mostrar lo contrario, que a Curry tampoco le hace mucha gracia Lebron. Tirrias aparte, ver a dos jugadores superlativos liderando a sus extraordinarios equipos va a ser apasionante. Uno, talento natural, baloncesto con tintes circenses, modesto en apariencia pero despiadado en su contundencia. El otro, físico descomunal, capaz de mover una apisonadora a la velocidad de un deportivo, imagen de engreído que esconde un competidor excelso. Dos superclases que en breve colisionaran sin que sepamos todavía quien sobrevivirá.

Como me cuesta mucho NO apostar, aquí va mi pronóstico. Aunque me duela, y ojalá me equivoque, Cleveland en seis. Les veo más frescos y con mayor poderío físico, fundamental a estas alturas de la temporada. 

Semis de nuestra liga

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Si la batalla por el anillo resulta incierta, lo mismo se puede decir de las semis de nuestra liga. Barcelona-Laboral y Real Madrid-Valencia suenan más que bien, pues han sido, de largo, los cuatro mejores equipos de la temporada. El Valencia comenzó de record, en Febrero llegó la Copa donde el Madrid sacó lo mejor de si mismo, en Marzo y Abril Euroliga encumbró al Laboral, único que logró alcanzar la F4, y el Barcelona parece que ha llegado muy bien al último mes de competición.

La primera semifinal que comienza hoy enfrenta a dos extremos emocionales. Los azulgranas son los más exigidos, pues corren el peligro de sumar dos temporadas consecutivas sin un título de enjundia que llevarse al zurrón. Todo lo contrario que sus rivales, el Laboral, que a estas alturas ya han sobrepasado todo lo inimaginable en octubre. Como todo es según el color del cristal con que se mire, tanto la presión como la posible relajación pueden ser amigas o enemigas, dependiendo de la gestión que se haga de ello. Las dos plantillas son profundas y poderosas, pero atención a los tres vértices principales de cada equipo. Al del Barcelona formado por Satoransky, Doellman y Tomic. Y sobre todo al del Baskonia, con sus imprevisibles e indetectables Adams y James a los que intenta dirigir el MVP Bourousis.

La segunda no le anda a la zaga en atractivos. Llevamos ya varias temporada en las que los Real Madrid-Valencia tiene mucha tela que cortar. Hay rivalidad en la pista y en las gradas y los termómetros se suelen disparar a poco que la cosa se encone un poco. El Madrid venía lanzado después de que su eliminación europea le posibilitase descansar un poco, pero los tres partidos ante el UCAM Murcia no han sido tan satisfactorios. El Valencia, por su parte, parece haberse rehecho después del bajón post-record y su playoff frente a Unicaja ha sido muy convincente. Tiene de todo y lo tiene bueno, por dentro y por fuera, un entrenador competente y muchas, muchas ganas de pintarle la cara al Madrid.

Dicho todo esto, llega el momento de mojarse. Para el Barça-Laboral, depende del momento en el que lo piense, me salen casi todos los resultados posibles. Pero eso sería escapismo, por lo que ahí va. Toda una enmienda a la totalidad. Laboral en 4

En la otra veo al Madrid finalista, pero sudando tinta. Tanta que creo que se llegará también al quinto. O sea, Madrid en 5.

 

Sea como sea y pase lo que pase, a disfrutar de tanto y tan buen baloncesto.

Sobre el blog

El palomerismo es toda una filosofía de vida que se basa, como la termodinámica, en tres principios. El de la eficiencia: “Mínimo esfuerzo, máximo rendimiento”. El del aprovechamiento. “Si alguien quiere hacer tu trabajo, hacerte un regalo o invitarte a comer, dejale”. Y el de la duda: “Desconfía de los que no dudan. La certeza es el principio de la tiranía”. A partir de ahí, a divertirse, que la seriedad es algo que ahora mismo, no nos podemos permitir.

Sobre el autor

Juanma López Iturriaga

Básicamente me considero un impostor. Engañé durante 14 años haciendo creer que era un buen jugador de baloncesto y llevo más de 30 años logrando que este periódico piense que merece la pena que escriba sobre lo que me dé la gana. Canales de televisión, emisoras de radio y publicaciones varias se cuentan entre mis víctimas, he logrado convencer a muchos lectores para que comprasen mis libros y a un montón de empresas que me llaman para impartir conferencias. Sé que algún día me descubrirán, pero mientras tanto, ¡que siga la fiesta!

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