Una película que se precie necesita un buen final. La de la generación de los 80, juniors de oro, conjunción astral o como se le quiera llamar, está muy cerca de conseguirlo. Una vez masacrada de nuevo Francia, la selección masculina de baloncesto, el mejor equipo español de la historia de cualquier disciplina por logros y permanencia en el éxito, va a contar con dos oportunidades para subirse al cajón y cerrar una época maravillosa e irrepetible y así despedir con honores y como merecen a algunos de sus nombres más ilustres, cosa que, por ejemplo, no han podido hacer ni Argentina ni Francia. El colofón está a la altura de la leyenda de un colectivo que no deja nunca de sorprendernos, a pesar de que su trayectoria está plagada de cimas alcanzadas. Llegó a Brasil con muchas dudas, anunciando un estado de forma embrionario, la pifió doblemente, pero a la hora de la verdad, ha hecho lo de siempre. Aguantar la presión de un mal inicio, no perder nunca el oremus, no enredarse con cuestiones menores, mantener el foco en lo importante, pulir defectos, recuperar ánimos y terminar convirtiéndose en un rodillo al que nadie pone freno. Lo que se suele conocer como competir ferozmente. Tocó corneta el día de Lituania, confirmó sensaciones ante Argentina y lo bordó ante unos franceses aturdidos una vez más ante Gasol y compañía, su sempiterna pesadilla y causantes directos de la mayoría de decepciones.
El varapalo se inició ya sin vuelta atrás de la mano de Mirotic, inmaculado, omnipresente y demoledor, cuyo salto cualitativo entre el Europeo del año pasado y estos juegos ha sido descomunal. Su descaro en el ataque y la sintonía con Pau, cimentada en sus años juntos en los Bulls, ha convertido a Mirotic en un jugador capaz de haber mejorado sus virtudes y simultáneamente pulido sus defectos hasta convertirse en un jugador crucial en el entramado español. En un día donde Pau, lastrado por sus molestias en el gemelo, se dedicó a tareas de intendencia y poner un muro debajo del aro donde chocaban una y otra vez los atribulados franceses, Mirotic tomó el mando de las operaciones ofensivas y con esa muñeca que le ha dado la naturaleza y esas esquinas donde parece casi imposible verle fallar, dinamitó el partido desde el comienzo y destruyo la poca confianza con la que se presentaron Parker y compañía.
Visto lo ocurrido, cada vez tengo más claro que cuando España encuentra su camino, el resto de equipos se ponen a temblar y llegan ya medio derrotados. No es casual la cantidad de veces hemos comprobado como conjuntos de entidad terminan abrasados, recibiendo palizas, bajando la cabeza, dejando a nuestro equipo por imposible, reconociendo que cuando se ponen en modo competición, no hay nada que hacer para parar el huracán.
Volviendo a lo del guión de la película, llega el gran duelo. No es la última escena, pero sí la GRAN escena. Tampoco tiene mayor importancia que se produzca en semifinales y no en la final, pues sólo el oro puede saciar la ambición española, y para ello tarde o temprano había que dar cuenta de los mejores. Además, de producirse una derrota, habrá otra oportunidad para alcanzar el segundo objetivo, estar en el pódium. Con dos platas ya en el zurrón, a falta de oro un bronce seguiría siendo un gran cierre.
Hubiese sido un fiasco para todos, jugadores españoles incluidos, no haber tenido la oportunidad de verse por tercera vez con los dominadores de este deporte. No hace falta contar lo ocurrido en la dos primeras, recuerdos eternos para todos. España llega como nunca (en Londres y Pekín sus actuaciones previas no fueron tan convincentes como las de este año) y los norteamericanos han pasado más apuros de los previstos. Pero vete a saber si estas indicaciones tienen importancia una vez que la pelota se ponga en circulación. Más incidencia podría tener el factor Gasol y la gestión de su estado físico, teniendo en cuenta que hay dos partidos en el horizonte.
El reto es mayúsculo, de esos que enciende los deseos de un grupo que hace ya mucho tiempo sólo le interesan los grandes días. Este lo es, por lo que lo que no hay duda es que a poco que le dejen, España se va a tirar a la yugular norteamericana. Hasta que la realidad ponga a cada uno en su sitio, si algo nos han regalado estos chicos es el derecho a soñar, sea quien sea el que esté enfrente. Quizás este sea su gran legado.
Hay 1 Comentarios
Me quito el sombrero con estos tíos. Cada partido mejor y llegando a semis a tope de confianza. USA es el 'malo del final del juego' (aunque luego quedara la final). Pero no son imbatibles. Es posible. I want to believe!
Publicado por: Tiro a tabla | 18/08/2016 19:50:10