El Palomero

5 reflexiones olímpicas para cerrar

Por: Juanma Iturriaga

25 ago 2016

Hoy es jueves y clausurados los Juegos, analizados los resultados, recibidos los atletas de vuelta a casa, paseados los más mediáticos por radios y teles y celebrados los homenajes a aquellos paisanos que triunfaron, a otra cosa mariposa. Pero antes de cerrar la tienda, dejadme hacer cinco reflexiones sobre todo este tinglado olímpico

Medallero-olimpico_OLEIMA20160806_0110_28

-Conclusión equivocada. A pesar de resultar, como se ha explicado por activa y por pasiva, un método nada fiable, el asunto del medallero ha estado presente durante toda la competición. Como España fue de menos a más y los últimos días se recogió una buena cosecha, pues oye, grandes juegos que hemos hecho. Además, se igualó lo de Londres y con más oros. Total, que estamos bien, incluso mejor que hace cuatro años. Pues mira, va a ser que no. La situación de nuestro deporte y deportistas es bastante peor en la mayoría de los casos. La crisis económica ha limitado ayudas y el ejercicio de voluntarismo que tienen que hacer incluso alguno de los que ahora tiene una medalla expuesta en su salón, es tan admirable como frustrante. Buena parte de los éxitos que hemos celebrado no tienen nada que ver con planes, proyectos o un buen sistema de ayuda y apoyo institucional, sino con el empecinamiento de unos deportistas capaces de superar cualquier obstáculo.

606790_940

-Esas gradas. Se ha hablado de unos Juegos maravillosos. Supongo que se referían a lo ocurrido en las pistas, piscinas, estadios o pabellones, donde hemos asistido a momentos mágicos, actuaciones heroicas, despedidas olímpicas inmejorables como las de Phelps, Bolt o Pau Gasol. Ahora bien, todo esto, al menos televisivamente, quedaba deslucido por la imagen que llegaba desde la grada. Los asientos vacíos hacían daño a la vista y no se entiende muy bien el por qué. Que si los patrocinadores que luego no van, que si las entradas caras, el caso es que el COI, entre comida y comida, debería darle una pensada a este tema.

 

-Histerismo sonoro. El deporte es pasión y emoción. Sin duda. Ahora bien, he estado diecisiete días preguntándome si era necesario esas retransmisiones al borde de una ataque de nervios, esos gritos incontrolados, esos ¡vamos! que ponían a prueba las cuerdas vocales de los narradores. Lo entendería si se encargase de las narraciones a los familiares o amigos de los participantes pero no es el caso. El griterío radiofónico futbolístico está invadiendo todos los espacios y da igual que haya imagen por medio o no. Hay que hablar sin parar, como si te hubieses tomado cinco cafés y a un tono entre alto y altísimo, como si estuvieses hablando en una discoteca. Luego hay que animar como un hincha, por tu familia, por España, por diosssss. Y si ganamos, ufff, ahí entramos en concurso de frases, adjetivos, parabienes, invocaciones al olimpo y lo que haga falta. Dicen que es porque hay que trasmitir la emoción. Pues vale.

000

-¿Se retiran o no? Hace dos años, con motivo del Mundial, se empezó a hablar de la ultima carga de la generación baloncestística del 80. Pasó lo que pasó, y entonces se puso el foco en Río. Ahora, transcurridos los Juegos, nuestros ilustres se resisten a poner fecha a su despedida. Les preguntan y contestan con un ya veremos. Este mutis nos muestra una de los secretos de este equipo, que no es otra que el placer que experimentan en reunirse, entrenar, cenar, jugar a las cartas y finalmente competir. La selección es un juguete que reciben todos los veranos con ilusión y que se resisten a abandonarlo. Ahora bien, no todos llevan igual los 36 años, por lo que no me cuesta trabajo visualizar de nuevo a Pau (¿un último torneo junto a su hermano Marc?) y a Felipe (que batiría el record de Epi) y no tanto a Calderón y Navarro, mucho más castigados físicamente que los otros dos.

Mujeres-garantia-medalla-Espana-Rio_940717111_110757071_667x375

-A ver si es verdad. Una vez más, las españolas han dado el callo y han aportado buena parte de los grandes momentos vividos. Mireia Belmonte, Ruth Beitia, Carolina Marín, Maialen Chorraut, Lidia Valentín, las jugadoras de baloncesto, el equipo de gimnasia rítmica, son algunos de los focos más importantes que han dado luz y energía a nuestra participación. ¡Como las hemos jaleado! ¡Qué orgullosos hemos estado de ellas!. Pues bien, a todas ellas y a las que vengan, les vendría muy bien que todo este reconocimiento no caiga en el olvido hasta dentro de cuatro años, que se ayude más y se discrimine menos, que se mantenga la atención a sus logros, que los seguirán teniendo. Ah, y de paso a ver si nos liberamos de esa caspa machista que en cuanto nos descuidamos, aparece (estos Juegos han sido un claro ejemplo de ello con sus noticias, titulares, comentarios y chascarrillos impresentables).

Pues nada, dicho esto, viva Japón 2020

La guinda adecuada

Por: Juanma Iturriaga

22 ago 2016

Espana-australia-bronce-U10494095347csH--620x349@abc

No debía ser de otra forma. Después de un partido agónico, duro como el pedernal, taquicárdico hasta el final, España pudo poner la guinda que buscaba al historial olímpico de la mejor generación de su historia. No ha sido su mejor torneo, tardó algo más de lo recomendable en ajustarse, pudo, quizás, con un mejor rendimiento, derrotar por fin a EEUU y ante Australia sufrió de lo lindo. Pero al final, ahí están, colgándose de nuevo otra medalla al cuello. Porque en las duras y en las maduras, España siempre compite, siempre está ahí. Desde 2006 y salvo en los Mundiales de Turquía 2010 (sin Pau) o España 2014 (el único gran borrón) nuestra selección no ha faltado nunca a su cita en semifinales. 9 de 11. Asombroso.

Esto es lo realmente difícil y lo que hace grande, enorme, a este grupo. El haber podido mantener durante tanto tiempo el compromiso, la tensión, el hambre, las buenas relaciones, la gestión de los egos, la conciencia colectiva. No sólo esto, sino que lo han logrado cuando el catálogo de parabienes casi se ha agotado, encumbrados deportivo y socialmente y con las cuentas corrientes gozando de excelente salud.

El éxito tiene sus peligros y su digestión no siempre es la correcta. A este colectivo, cada triunfo, cada objetivo conseguido les ha hecho más sabios, más competitivos, más ambiciosos. Muchas veces todo ha cuadrado y se ha tocado techo. En otras, nos hemos quedado a un pasito o nos hemos tenido que conformar con un el segundo objetivo. Pero como todos deberíamos saber, el ganar y hacerlo casi siempre, es muy, pero que muy difícil.

El partido ante Australia fue un buen ejemplo de la capacidad de la selección para sobrevivir en las condiciones más extremas. Sobre todo a partir de que los australianos subieron su agresividad defensiva un par de peldaños y España se atragantó perdiendo doce puntos de ventaja. Los rebotes fueron otra vez un quebradero de cabeza, y Mills, al que maldecimos unas veinte veces durante el encuentro, pareció capaz en un determinado momento de ganar él solo el partido a pesar de dedicarle toda la atención del mundo por parte de Llull, Ricky, Claver o quien fuese.

Cdn1.uvnimg

Se puso tan complicado el partido que Scariolo tuvo que tirar la calculadora de minutos de Pau a la basura, manteniéndole en pista a riesgo de que llegase agotado al tramo final. Menos mal, porque lo que volvió a hacer Gasol fue inconmensurable. Su caudillaje resulto abrumador, echándose al equipo a la espalda por enésima vez. Si alguien simboliza la capacidad competitiva de esta selección es Pau. No porque sea un talento estratosférico, que también lo es, no porque se le caigan los puntos de las manos, que se le caen, sino porque cuesta trabajo recordar una noche de enjundia en el que no haya estado a la altura.

Con el partido en el alambre, se llegó a esos momentos donde todo el trabajo, el esfuerzo, las ilusiones, se dirimen en un par de jugadas. Esta vez salió bien. Sergio Rodríguez metió los dos tiros libres y Ricky y Claver tocaron un balón por el que les tendrían que poner una calle en su pueblo. Decir que España se lo merecía igual es mucho decir, pues también Australia hizo méritos suficientes. Pero lo que si es indiscutible que una trayectoria como la española a lo largo de más de una década pedía cerrar esta página con una sonrisa.

Se cierra exitosamente la travesía olímpica de unos jugadores emblemáticos e inolvidables que comenzó hace 16 años en Sidney, donde dieron sus primeros pasos unos imberbes pero ya atrevidos Navarro y Raúl López, que en aquellos tiempos eran los estandartes de aquel grupo. Cuatro años después en Atenas, y ya incorporados Felipe, Pau y Calderón, aprendieron la impagable lección de que en estos campeonatos lo importante no es el grupo (terminaron primeros ganando a Argentina e Italia, finalmente oro y plata) sino el cruce (derrota ante una EEUU menor). Ya como campeones del mundo y en plena madurez, asombraron en Pekín y Londres, asustando a la galaxia NBA. Por último, más cerca de los cuarenta que de los treinta y junto a otros chavales que aprendieron de baloncesto y de valores a su sombra, cierran el álbum de fotos subidos de nuevo a un cajón, con una medalla en el pecho, enlazadas las manos, disfrutando y haciéndonos disfrutar. El futuro traerá lo que sea, pero mientras tanto que nos quiten lo bailado. Que ha sido mucho y bueno.

1471773449_216702_1471815642_sumario_normal

El casi menos casi

Por: Juanma Iturriaga

20 ago 2016

3698558

En la pelea de los refranes, el de “a la tercera fue la vencida” ganó al “no hay dos sin tres”. Estados Unidos se volvió a salir con la suya en un partido bien diferente a los dos anteriores y que curiosamente dejó una impresión digamos que extraña. Por inevitable comparación, todos, jugadores españoles incluidos, vieron las puertas de un posible triunfo más abiertas que nunca. Este equipo norteamericano, plagado de nombres ilustres, queda algo distante de las dos versiones que estuvieron presentes en Pekín o Londres. Siguen siendo muy buenos, buenísimos, tienen físicos potentes, potentísimos, alguna muñeca, como la de Thompson, para conservarla en formol, y cuando uno no está de dulce siempre aparece otro para coger el relevo pues el fondo de armario es largo y profundo. Pero como se ha demostrado a lo largo de estos juegos, donde han pasado dificultades en demasiados de sus partidos, su talento, descomunal en muchos de sus hombres, no llega a las constelaciones interplanetarias vistas en China o Inglaterra.

Por lo tanto, estábamos antes la Estados Unidos más vulnerable de los últimos tiempos, sensación confirmada durante casi todo el partido. Ahora bien, jugando dignamente, no dejando que los norteamericanos rompieran el partido a base de controlar el ritmo de las idas y vueltas, y complicándoles la vida muchísimo en defensa dejándoles en 82 puntos y limitando al mínimo a sus dos grandes puñales, Durant y Anthony, España, no logró crear esos momentos que se vivieron en los dos anteriores Juegos, donde hubo arreones que hicieron palpables la posibilidad de un triunfo histórico.

Espana-eeuu-3

Esta vez no, esta vez España hizo la goma, no dejó nunca de dar la cara, pero le faltó punch, energía, fuerza física, puntería más afinada, unos cuantos rebotes mejor cerrados (qué pesadilla), menos técnicas señaladas, no sé, algo de esto o un poco de cada cosa. Siendo su comportamiento otra vez admirable, faltaron cosas relacionadas directamente con el juego que no con la ambición. España necesitaba hacer un partido sobresaliente y se quedó en el notable, lo que provocó que las olas que pudo levantar en sus mejores momentos nunca tuvieran la altura suficiente para hacer creer a sus rivales que el barco podía irse a pique. Aunque el marcador pueda decir lo contrario pues la diferencia fue la menor, la sensación fue que el tercer casi fue el menos casi de todos. Metiendo todo en una coctelera, entiendo el grado de frustración mostrado por los jugadores españoles después del partido y supongo que compartido por la afición. Ellos mejor que nadie saben que esta vez sí hay una parte de la derrota responsabilidad directa de un rendimiento mejorable. En anteriores ocasiones, no hubo ni un pero que poner. 

Con lamentos o sin ellos, no hay tiempo para mucha cháchara, pues esto no se ha acabado y lo que queda en juego es extremadamente importante. Son los últimos Juegos de Pau, Navarro, Felipe o Calderón. No sé, a tenor de sus declaraciones, si será la última vez que les veamos con la camiseta roja, pero por cuestiones lógicas, ninguno estará en Japón, la próxima cita del más importante torneo que se celebra, allí donde cimentaron gran parte de su leyenda. Por eso lo de Australia vale su peso no en bronce, sino en oro. Verles subirse al cajón, aunque sea en el escalón más bajo, es la última foto casi perfecta de su álbum. No va a ser fácil, pues aunque en el día más importante los australianos dieron el cante, su comportamiento en esta competición es digno de elogio.

1316376699_extras_mosaico_noticia_1_0

Solía decir Raimundo Saporta, personaje capital en la historia del baloncesto español, que era mejor quedar tercero que segundo, pues te ibas a casa después de una victoria y no de una derrota. Parece más consuelo que teoría sostenible, pues nadie cambiaría una cosa por la otra, pero en esta ocasión, el valor simbólico que tendría el que finalmente España consiguiese pillar metal hace del partido una cita de importancia capital. Esperemos que como lo ha hecho siempre, la selección esté a la altura, supere su posible malestar, recupere el aliento, las piernas y la puntería y termine una maravillosa travesía de más de tres lustros con una gran actuación que le lleve hasta el pódium olímpico. Se lo merecen de sobra.

Derecho a soñar

Por: Juanma Iturriaga

18 ago 2016

1471477178861

Una película que se precie necesita un buen final. La de la generación de los 80, juniors de oro, conjunción astral o como se le quiera llamar, está muy cerca de conseguirlo. Una vez masacrada de nuevo Francia, la selección masculina de baloncesto, el mejor equipo español de la historia de cualquier disciplina por logros y permanencia en el éxito, va a contar con dos oportunidades para subirse al cajón y cerrar una época maravillosa e irrepetible y así despedir con honores y como merecen a algunos de sus nombres más ilustres, cosa que, por ejemplo, no han podido hacer ni Argentina ni Francia. El colofón está a la altura de la leyenda de un colectivo que no deja nunca de sorprendernos, a pesar de que su trayectoria está plagada de cimas alcanzadas. Llegó a Brasil con muchas dudas, anunciando un estado de forma embrionario, la pifió doblemente, pero a la hora de la verdad, ha hecho lo de siempre. Aguantar la presión de un mal inicio, no perder nunca el oremus, no enredarse con cuestiones menores, mantener el foco en lo importante, pulir defectos, recuperar ánimos y terminar convirtiéndose en un rodillo al que nadie pone freno. Lo que se suele conocer como competir ferozmente. Tocó corneta el día de Lituania, confirmó sensaciones ante Argentina y lo bordó ante unos franceses aturdidos una vez más ante Gasol y compañía, su sempiterna pesadilla y causantes directos de la mayoría de decepciones.

El varapalo se inició ya sin vuelta atrás de la mano de Mirotic, inmaculado, omnipresente y demoledor, cuyo salto cualitativo entre el Europeo del año pasado y estos juegos ha sido descomunal. Su descaro en el ataque y la sintonía con Pau, cimentada en sus años juntos en los Bulls, ha convertido a Mirotic en un jugador capaz de haber mejorado sus virtudes y simultáneamente pulido sus defectos hasta convertirse en un jugador crucial en el entramado español. En un día donde Pau, lastrado por sus molestias en el gemelo, se dedicó a tareas de intendencia y poner un muro debajo del aro donde chocaban una y otra vez los atribulados franceses, Mirotic tomó el mando de las operaciones ofensivas y con esa muñeca que le ha dado la naturaleza y esas esquinas donde parece casi imposible verle fallar, dinamitó el partido desde el comienzo y destruyo la poca confianza con la que se presentaron Parker y compañía.

Visto lo ocurrido, cada vez tengo más claro que cuando España encuentra su camino, el resto de equipos se ponen a temblar y llegan ya medio derrotados. No es casual la cantidad de veces hemos comprobado como conjuntos de entidad terminan abrasados, recibiendo palizas, bajando la cabeza, dejando a nuestro equipo por imposible, reconociendo que cuando se ponen en modo competición, no hay nada que hacer para parar el huracán.

12055262w

Volviendo a lo del guión de la película, llega el gran duelo. No es la última escena, pero sí la GRAN escena. Tampoco tiene mayor importancia que se produzca en semifinales y no en la final, pues sólo el oro puede saciar la ambición española, y para ello tarde o temprano había que dar cuenta de los mejores. Además, de producirse una derrota, habrá otra oportunidad para alcanzar el segundo objetivo, estar en el pódium. Con dos platas ya en el zurrón, a falta de oro un bronce seguiría siendo un gran cierre.

Hubiese sido un fiasco para todos, jugadores españoles incluidos, no haber tenido la oportunidad de verse por tercera vez con los dominadores de este deporte. No hace falta contar lo ocurrido en la dos primeras, recuerdos eternos para todos. España llega como nunca (en Londres y Pekín sus actuaciones previas no fueron tan convincentes como las de este año) y los norteamericanos han pasado más apuros de los previstos. Pero vete a saber si estas indicaciones tienen importancia una vez que la pelota se ponga en circulación. Más incidencia podría tener el factor Gasol y la gestión de su estado físico, teniendo en cuenta que hay dos partidos en el horizonte.

El reto es mayúsculo, de esos que enciende los deseos de un grupo que hace ya mucho tiempo sólo le interesan los grandes días. Este lo es, por lo que lo que no hay duda es que a poco que le dejen, España se va a tirar a la yugular norteamericana. Hasta que la realidad ponga a cada uno en su sitio, si algo nos han regalado estos chicos es el derecho a soñar, sea quien sea el que esté enfrente. Quizás este sea su gran legado.

Y una vez más, Francia en el camino

Por: Juanma Iturriaga

16 ago 2016

La selección confirmó en su pelea con Argentina que su mejora exponencial ante Lituania no fue fruto de un día afortunado, sino de su nuevo estado de confianza y acierto. El domino del complicado escenario (una derrota le mandaba a casa) fue total y una vez que se repuso de los dos triples iniciales que le endosó Ginobili, machacó sin piedad a un equipo argentino al que le pesan los años de sus grandes referentes, de los que hubo pocas noticias. Scola anduvo enredado toda la noche, Nocioni lo intentó pero quedó muy lejos de su acierto ante Brasil y el gran Ginobili ya no está para echarse el equipo a la espalda durante todo un partido. Ahora lo intentan Campazzo y Laprovittola, pero no es lo mismo.

1912835-40252461-2560-1440

Comandados por un Rudy espectacular, que estuvo en lo grueso y en lo fino hasta completar un partido para enmarcar, la selección dio una gran sensación de seguridad, como si el mecanismo de su funcionamiento hubiese encajado ya de modo satisfactorio para todos. El juego fluye, no existen esos altibajos cuando los jugadores importantes abandonan la cancha, los buenos movimientos de balón permiten encontrar posiciones de tiro desahogadas y como le ocurre, por ejemplo, al Real Madrid, este colectivo defiende mejor cuanto mejor ataca. Sólo hubo un momento de confusión allá por mitad del tercer cuarto, cuando Argentina tiró por la calle de en medio a la vista de que en un desarrollo más ortodoxo, se estaban llevando un carro. Campazzo y Laprovittola son dos agitadores de categoría, y durante unos minutos convirtieron el partido en una cosa loca, un ir y venir sin control, que por momentos contagiaron al hasta entonces impecable equipo español. Tampoco ayudó la expulsión de Navarro, pero la cosa no llegó a nada preocupante. Más si se tiene en cuenta que hasta que se tuvo que ir al vestuario, el capitán aportó minutos de calidad, como pasó después con otro ilustre, Jose Manuel Calderón.

Terminada la fase de grupos, España ha cumplido con los deberes de clasificarse y ponerse a punto. El único pesar es que resulta difícil, viendo como ha quedado el cuadro, no acordarse de los partidos ante Croacia y Brasil, donde a poco que el rendimiento hubiese sido algo más acorde, nuestra selección disfrutaría de un camino más despejado. Pero las cosas son como son y el arranque dubitativo español lleva posible penitencia en semifinales. Pero antes hay un plato de complicada digestión que impide ver más allá. El de todos los años. Francia.   

Por séptima vez en los últimos ocho torneos internacionales, se repite emparejamiento. Ya sea en cuartos (Polonia 2009, Londres 2012, Madrid 2014) semifinales (Eslovenia 2013, Lille 2015) o en la final (Lituania 2011) parece que no puede haber torneo que no termine con estos dos grandes equipos jugándoselo a todo o nada. Una rivalidad mayúscula que hay que recordar que nació cuando Francia decidió copiar el modelo español y formó un núcleo de jugadores comprometidos que acudían gustosos a la llamada de la selección. Alrededor del interés y talento de los Parker, Diaw o Batum, los franceses hicieron piña, aparcaron egoísmos y terminaron recogiendo frutos, que hubiesen sido unos cuantos más si no llega a ser por España

20150917-635781287829163236_20150917232303-kKgG--911x683@MundoDeportivo-Web

Basta recordar los dos últimos y dramáticos actos de este drama para que te suba la adrenalina. En el Mundial español, los franceses causaron la mayor decepción de la historia de nuestra gran generación. La revancha española estuvo a altura de la afrenta y un año después, en el inolvidable europeo del año pasado, aguaron la fiesta a sus archienemigos en su propio terreno el día que Gasol fue Superman. Ya puestos, se podría sumar lo ocurrido en los Juegos de Londres, donde el partido terminó como el rosario de la aurora, tangana final incluida.

Estamos, por tanto, ante una nueva edición de una rivalidad deportiva plagada de historia, pasión, encontronazos y cuentas pendientes que pasan de un bando a otro constantemente. Un partido a la altura de lo que está en juego, un último escalón antes de pelear por las medallas.

 

De cero a cien en 40 minutos

Por: Juanma Iturriaga

14 ago 2016

1471135662_756549_1471135797_miniatura_normal

Una vez más, y van ni se sabe, la selección española de baloncesto se puso el traje de competir en el momento justo, exigido por los números y seguramente espoleado por las críticas a sus rendimientos anteriores. No fue sólo un clic al encajar las piezas, sino que fue enorme, de esos que abren las puertas más complicadas, pues lo consiguió de una forma ruidosa, inesperada si tenemos en cuenta cómo jugó ante Lituania y lo comparamos con las tres citas anteriores. El salto de calidad, acierto y ánimo fue estratosférico y de golpe y porrazo, donde había dudas aparecieron certezas.

La lista de déficits mostrados eran numerosa. Pues bien, para casi todas las inquietudes hubo respuesta. Empezando por la enésima demostración de liderazgo del mariscal Gasol. Quizás hubiese sido suficiente simplemente haber resuelto dos o tres problemáticas para doblegar a una Lituania menor (absurdo el rumor de una derrota interesada pues no podían saber qué ocurriría en el Croacia-Nigeria jugado posteriormente) . Más estabilidad durante todo el partido, una puntería más afinada, mejor mantenimiento de ventajas, entrada en juego de algunos jugadores como Ricky o Llull, aumento de prestaciones de la segunda unidad o un mejor ánimo para enfrentarse a los momentos complicados del partido. Pero aprovechando que todo se puso de cara desde el inicio y se mantuvo el tiempo suficiente para poner el encuentro a salvo con muchos minutos por jugar, España lo aprovechó para darse un atracón que le sirve tanto para seguir en la carrera como para darse un banquete de autoestima, si es que la necesitaban.

Aunque en el fondo sea la misma historia, el devenir de nuestra selección en estos juegos tiene sus particularidades. Se habló después del partido de Nigeria que nunca antes España había encadenado tres partidos seguidos tan preocupantes. El golpe en la mesa dado ante Lituania aporta otra novedad. La puesta en marcha ha sido instantánea, la mejora, exponencial, la distancia entre un conjunto apocado y atormentado a otro exultante, sideral. Otra veces el tránsito entre ambas versiones llevaba dos o tres partidos. En esta ocasión, de cero a cien en cuarenta minutos.

Llegados a este punto, la pregunta es inevitable. ¿Cómo lo hacen? ¿Cómo lo repiten año tras año? ¿Cómo son capaces de reservar sus mejores prestaciones para los momentos donde la mayoría de equipos y jugadores se derriten? La respuestas es muy clara: confianza. En ellos mismos, en sus compañeros y en el poder de un buen trabajo colectivo. Esa clase de confianza que te da el haberte visto en este tipo de situación unas cuantas veces y haber salido indemne en su mayoría. De la misma manera que no hay mejor receta que ganar hoy para seguir ganando mañana, cada vez que la selección española libra un situación límite, aumenta las posibilidades de que lo vuelva a hacer en la siguiente ocasión, importando cada vez menos lo ocurrido hasta ese día clave. Observando el histórico, el número de pelotas de partido salvadas son tantas que la firmeza de su pisada al borde del precipicio resulta ya casi inigualable.

Como somos como somos y conocemos películas anteriores, una vez que el coche se ha arrancado, podríamos irnos hasta el otro extremo, abrazar el optimismo desmesurado y pensar que esto ya está casi hecho. Pero la situación ha mejorado más en la apreciación que en la clasificación, pues una derrota en el último encuentro del grupo y la (supuesta) victoria de Brasil ante Nigeria nos mandaría a casa. La victoria tiene una única consecuencia. Segunda de grupo y seguramente Francia y EEUU en el camino hacia la final. Casi nada. Afortunadamente ya conocemos que este equipo era ya cholista antes incluso de que Simeone hiciese suyo el mantra de partido a partido, y lo primero es lo primero. O sea, los argentinos, otros que tal bailan. Pasan los años y ahí siguen los Scola, Nocioni o Ginobili, jugadores sobrados de talento pero sobre todo y por encima de todo, gente de una raza competitiva muy especial. De haber nacido en España, hubiesen encajado como un guante en nuestra exitosa selección.

Eso sí,después de una semana complicada y ahora que hemos evitado el síndrome Carlos Sáinz al arrancar el coche a tiempo y saber que tiene una gran velocidad punta, permitámonos, equipo y afición, 48 horas de confiada espera.

Esperando el click

Por: Juanma Iturriaga

12 ago 2016

1906847-40132721-2560-1440

Finiquitada Nigeria en un partido que desde luego, no sirvió para tranquilizar a la hinchada, se terminó la espera. El día D, (esperemos que sea el primero y no el último) adelantado a tenor de los tropiezos, ha llegado. Una vez que se dispute el partido contra Lituania ya no habrá resquicio para la elucubración de si estamos bien, mal o regular, si lo visto hasta ahora ha sido simplemente tres entrenamientos no muy bien resueltos o si las enormes dudas surgidas tras los partidos ante Croacia, Brasil y Nigeria eran diagnósticos reales de donde y cómo estamos.

Mientras tanto, seguimos agarrados al pasado para mantener la esperanza en el futuro, intentando convencernos de que en cualquier momento (o sea, ante Lituania) España se pondrá definitivamente en modo campeonato, cosa que hasta ahora no ha ocurrido. Pero como se ha dicho hasta la saciedad, este colectivo se ha ganado de sobra el derecho a que mantengamos la esperanza hasta que las matemáticas no digan lo contrario.

Hasta ahora (volvemos a hablar del pasado) jugar entre la espada y la pared solía tener efectos beneficiosos. Pero también es verdad que en esos comienzos dubitativos, ahora tan recordados, se fueron alternando empujones y frenazos. En ninguno de esos campeonatos España hilvanó tres actuaciones seguidas tan poco convincentes, lo que puede alimentar el pesimismo. Como sólo podemos hablar de lo ya visto, nuestra selección se la juega ante los lituanos con el rompecabezas casi recién salido de la caja, con muy pocas piezas unidas y sobre todo con una sensación de fragilidad inaudita. Resulta desconcertante, por lo irreconocible, observar que basta que las cosas se tuerzan un poco, que un jugador contrario meta dos triples seguidos o que se pierdan dos pases absurdos para que al equipo le entre el tembleque. Ocurrió ante Croacia, se repitió ante Brasil, se confirmó ante Nigeria.

Ahora bien, si es palpable que los rendimientos observados distan mucho de ser satisfactorios, habría que recordar que los equipos y sus trayectorias a veces son como esas cajas con mecanismos de apertura complejos con las que te vuelves loco buscando su truco hasta que un día, incluso puede que sin saber muy bien qué has hecho, escuchas un click y logras que se abra. Después de 120 minutos, España no ha hecho click, lo que tampoco significa que en los siguientes cuarenta no lo pueda lograr.

Podría ser que por un día, el equipo dejase de jugar a rachas y tuviese un rendimiento más estable. Podría ser que Ricky metiese dos triples seguidos, o que Pau fuese más Pau, o que Navarro volviese a ser Robin, o que se completase un buen partido defensivo. Podría ser que apareciese la puntería y que entrasen los tiros que hasta ahora no entran. O simplemente que incluso después de un mal partido, no hubiese un tapón o un mal cierre de rebote en la jugada definitiva. El margen de mejora es tan grande y abarca tantas áreas que las posibilidades son numerosas. En definitiva, se trata de que pase algo que todavía no ha ocurrido para que el equipo deje de aparentar tortura para encontrar algo de felicidad que les impulse definitivamente. 

Por ahora, casi todo lo que podía ir mal ha ido mal o por lo menos regular. Incluso España ya no depende de sí mismo para entrar entre los tres primeros de grupo pues incluso ganando los dos partidos que le quedan, existen combinaciones nada descabelladas que le colocarían en el fatídico cuarto lugar que te cruza con EEUU. Pero ese es un análisis que debe ser aplazado hasta la madrugada del domingo, donde o bien se oye un click muy sonoro, o la enorme, descomunal carrera internacional de esta mítica generación del 80 terminará con un doloroso revés.

La cosa se pone fea (¿o bonita?)

Por: Juanma Iturriaga

10 ago 2016

 

3688993
La cosa se ha puesto definitivamente fea para España. O puede que todo lo contrario si nos atenemos a la querencia de esta selección a situaciones complicadas. Si antes de empezar el reto era de envergadura, a la altura de su historia, transcurridas dos jornadas (antes incluso que en ocasiones anteriores) se han acabado los comodines y mañana se empieza a jugar a todo o nada. En los últimos años la llegada a la zona donde te quitan la red suponía el comienzo de la diversión de nuestros chicos. Pero claro, eso lo aprendíamos a posteriori. Por eso, a día de hoy, lo único que sabemos con certeza es que ni el juego ni los resultados están siendo mínimamente satisfactorios. Y claro, no nos queda otra que agarrarnos a lo ocurrido en el pasado para que se haga algo de luz en el presente

Se podría argumentar que lo mismo que el equipo español va 0-2, podría ir perfectamente 2-0. Quitas el domingo el tapón de Saric a Pau y le sumas el martes un buen cierre de rebote de Mirotic y la historia sería radicalmente distinta. Y son dos jugadas únicamente. Suele pasar que a veces las buenas resoluciones enmascaran malos partidos. Pero en estos juegos no está siendo el caso y cuando te falla la coartada del resultado, sólo te queda el juego, y ahí tampoco sale bien parada.

Porque intentar ser optimista con lo visto ante Croacia y Brasil no es tarea fácil. El equipo ha estado huérfano de un juego estable, poco fluido ofensivamente, con una rotación que a las primeras de cambio se ha limitado en exceso y sin poder imponer los ritmos de partido que más le conviene. Hasta parece que le ha abandonado el ángel en los finales de partido, donde todo lo que puede ir mal, termina yendo mal. La secuencia de los últimos veintitrés segundos ante los anfitriones fue una rara cadena de errores, impropios en un colectivo repleto de ganadores compulsivos. Comenzando por Pau, que completó un día horrible en la línea de tiros libres fallando los dos últimos que nos hubiesen puesto casi en casa. En el ataque decisivo de los brasileños, Mirotic no cerró el rebote como debía y permitió que Marquinhos entrase como pedro por su casa y subsanase el tiro fallado por Marcelinho. Finalmente, después de un tiempo muerto y con cinco segundos para armar una última jugada, lo único que se consiguió fue un pésimo y desesperado tiro de Llull.

En líneas generales, tengo la sensación que a la selección le está fallando esa talento tan propio suyo que les hacía elegir adecuadamente entre arrancar o parar, atacar o templar, aguantar o golpear, manejar velocidades y jugar con las emociones para finalmente llevarte a su terreno y salir victorioso. Por ahora se les ve confusos, como si les costase más de lo habitual el leer correctamente los partidos. Ante Croacia, dio su amplia ventaja por definitiva todavía con demasiado tiempo para que pudiese ocurrir lo que finalmente ocurrió. Y ante Brasil, después de una interesante remontada, le faltó poner ese lazo al encuentro al que nos han tenido acostumbrados durante tanto tiempo.

Afp_20160809_184132215

Total, que aquí estamos de nuevo, en pleno deja vu con España asomada al precipicio nada más iniciado el torneo. Afortunadamente ahora toca Nigeria, un teórico respiro que debería servir para ganar confianza, mostrar alguna sonrisa que se ha echado en falta, recuperar a algún jugador ofuscado y coger aliento antes de afrontar a Lituania y Argentina. Si la previsión hablaba de encarar los cuartos de final en las mejores condiciones, ese día se ha adelantado, por lo que no quedan ya medias tintas. O arranca el coche ya, o nos volvemos para casa antes de tiempo. 

El primer análisis no salió muy lucido

Por: Juanma Iturriaga

08 ago 2016

1470586757_891616_1470616704_noticia_normal

Después de hacerse unos cuantos autochequeos, la selección española fue a ver por primera vez al médico y este le dijo que todavía le queda mucho para tener la salud adecuada para escalar altas montañas. Supongo que no les sorprendió el diagnóstico, pues curtida como está en estos menesteres, son ellos mismos los que mejor conocen su estado. Es más, desde dentro ya nos lo advirtieron, repitiendo como letanía en los días previos, que llegaban cortos de casi todo, que van poco a poco, que la idea, ya testada en otros campeonatos, no es deslumbrar en los inicios sino competir cuando ya no se dan segundas oportunidades. Hasta ahí, todo en orden, pues el primer partido simplemente confirmó las sensaciones ya expuestas. No todas, pues mucho se había elucubrado sobre Pau Gasol y su finura competitiva y nuestro santo y seña estuvo un punto por encima de lo esperado, lo que siempre es una buena noticia.

Además de la derrota, que quieras o no añade algo de presión para los próximos partidos, empezando por el siguiente ante los anfitriones, el partido ante Croacia deja una larga lista de aspectos para mejorar. España jugó de forma ciclotímica, con buenos arranques de partido y tercer cuarto y nefastos minutos posteriores, sobre todo en el tramo final, donde además de cometer errores impropios como el balón perdido del Chacho, pecó en exceso de tener a Pau como única solución buscada. Si lo comparamos con los inicios del europeo del año pasado, defensivamente hubo más tensión y coordinación, lo que no impidió que se abrieran dos grietas por donde Croacia se vino arriba. Bodganovic, imperial y decisivo para que los croatas no se fueran del partido en los mejores momentos de nuestro equipo, y los rebotes, algo que sospecho puede ser una constante en este torneo, pues andamos un poco cortos de potencia física interior.

Si al quinteto formado por los dos Sergios, Rudy, Mirotic y Pau se le vio relativamente solvente (salvo al final) más preocupante fue observar que del resto no tuvimos casi noticias quitando un momento de inspiración de Felipe en el primer tiempo. A Ricky se le fundieron los plomos cuando tuvo que sufrir la afrenta de ver como le invitaban descaradamente a tirar mientras su defensor se incrustaba en la mitad de la zona a molestar. La táctica funcionó pues le sacó del partido al intentarlo tres veces sin éxito, y quien sabe si esto se va a convertir en algo habitual. A Navarro le hicieron todo lo contrario que a Rubio, perseguirle con saña, y la cosa se saldo con un par de mandarinas y otro jugador sin aportar mínimamente, lo mismo que se puede decir de Claver o Hernángomez. Tanta distancia entre unos y otros hizo que las rotaciones, numerosas en los dos primeros cuartos, fueran poco a poco limitándose (Pau y Mirotic sobrepasaron los 30 minutos de juego, Rudy y el Chacho se quedaron cerca) y puede que se llegase algo justo de fuerzas y claridad a los minutos de definición.

587139252_20160808021615-kcOF--980x554@MundoDeportivo-Web

Como esto es un juego entre dos equipos, hay que darle el mérito que tiene a Croacia. Por primera vez en muchos años, a su talento natural ha añadido colmillo competitivo. Ya no es un grupo que se derrumba en cuanto las cosas no le salen bien. Recordando cómo era de jugador su actual entrenador Aleksandar Petrovic, no bajó nunca los brazos, peleó con fiereza, nadie hizo la guerra por su cuenta y todos entendimos mejor como fue capaz de cargarse a Italia en un preolímpico jugado en ambiente adverso.

Viendo el histórico de nuestra selección, sería aventurado ir mucho más allá en el análisis de sus primeros cuarenta minutos de una larga travesía, por muchas dudas que haya dejado. Cierto que siendo el objetivo quedar entre los tres primeros del grupo para no tener a EEUU enfrente en cuartos de final, la derrota limita los márgenes de error que todo equipo tiene en esta primera fase. Pero aunque la confianza tarde mucho en lograrse y poco en desvanecerse, la contrastada capacidad de este colectivo en ir creciendo durante el campeonato hace que, a la espera de las próximas entregas, lo de ayer no vaya más allá de un primer análisis clínico que no salió muy lucido.

Y pasaron cuatro años….

Por: Juanma Iturriaga

05 ago 2016

1470340030_412202_1470340190_noticia_normal_recorte1

Y aquí están de nuevo los Juegos Olímpicos. Si veinte años no son nada, que cantaba Gardel, no es de extrañar que cuatro se nos hayan pasando volando. O puede que no, pues son tiempos duros para mucha gente. El caso es que nos aprestamos a una nueva dosis cuatrienal de deporte en dosis masivas, algo más de dos semanas donde dejaremos de vivir en futbolandia (salvo en aquellos medios donde un estornudo de Ronaldo o Messi merece más espacio e interés que lo que ocurra en Río) y se abrirán espacios para otras especialidades, deportistas e historias que no tengan como protagonistas las andanzas de esos personajes elevados a la categoría de semidioses mediáticos y cuyo seguimiento roza a veces lo absurdo y hasta paranoico, y que a título personal, me tiene hasta la coronilla. Pero eso es otra historia.

Iba a decir que todo está preparado, pero claro, uno pega un repaso a las informaciones que llegan desde Brasil y te hablan de fontaneros, desagües malolientes, aguas fecales, huidas a hoteles, etc. por lo que la frase se puede quedar un poco desfasada. No hay que alarmarse, pues tirando de hemeroteca, no hay Juegos que se salven de este tipo de noticias en los días previos. Es un clásico. La espera se hace larga y todos estos asuntos no dejan de ser un chau chau que terminará (esperamos) cuando de comienzo la competición.

Otro tema recurrente (que seguro que se alargará) es el de las medallas. Que si diecisiete, que si veinte, que si catorce. Aunque no por repetido, habrá que recordar a los amantes de este tipo de elucubraciones, que evaluar la actuación de un país por su número de medallas no es el mejor patrón. Entre otras cosas, porque en la piscina o en el estadio olímpico se reparten tropecientas, en Taekwondo, boxeo, halterofilia o yudo otro porrón, y en deportes de equipo tres en cada uno. O que cinco cuartos puestos cuentan menos que un tercero. Un ejemplo de la sinrazón del medallero. Es posible que Jamaica, sólo ganando medallas en atletismo, vuelva a quedar por encima de España como ocurrió en Londres. Yo no sé si alguien lo habrá hecho ya (igual no me he enterado) pero con tanto estudio que se hace por ahí, no estaría de más dar con una vara de medir que tuviese en cuenta más factores que el simple pódium e incluyese otras variables para dar con una clasificación del, llamémosle “estado deportivo” de cada país, más fiable.

Cox4fNdXEAAhRvG

Foto publicada en Twitter por @23Llull

Como la cabra siempre tira al monte, mi foco de atención principal (que no único ni mucho menos) será seguir las evoluciones de nuestros chicos de baloncesto (sin perder de vista al equipo femenino, que se merece por trayectoria un alegrón). La cosa no está nada fácil. Un grupo de aupa, alguna ausencia que ha hecho pupa como la de Marc Gasol, una preparación algo caótica con equipos de medio pelo, muchas idas y venidas a Estados Unidos de algunos de sus componentes y la generación del 80 con muuuuuchos kilómetros recorridos. Por si fuera poco, el listón está en la estratosfera. No sólo en la final, sino en una final donde volver a hacer sudar sangre a los galácticos de la NBA como se logró en Pekín y Londres.

Afortunadamente y como bien dijo Scariolo, el secreto de este equipo no está en las piernas, sino en la cabeza. Son expertos en el arte de navegación por este tipo de campeonatos, dosificándose lo justo y necesario, sabiendo cuando hay que acelerar y en qué momento toca sacar la mejor versión. Por eso no descarto una fase de grupo con mar gruesa, alguna pérdida de agua, nervios en la afición y dudas en el futuro. Incluso puestos a elucubrar, no se me haría raro algún quiebro como el del partido ante Brasil en 2012 que evite lo que nadie quiere, verse con Durant y compañía antes de la final. Eso sí, si algo se ha ganado este grupo para los restos es la confianza en que competirán como merece la ocasión.

No seamos ansiosos y disfrutemos del camino que comienza esta madrugada. Son diecisiete días apasionantes en los que no daremos abasto para llegar a todo, verlo todo, disfrutarlo todo. Grandes nombres se confirmarán, otros se pegarán batacazos, aparecerán nuevas estrellas, recordaremos lo maravillosas que son muchas especialidades deportivas de las que sólo nos acordamos cada cuatro años, nos contarán preciosas historias sobre ganadores y perdedores, compartiremos lágrimas con los que suben al pódium y con los que se quedan a un paso, confirmaremos (o no) el ascenso de nuestro deporte femenino, diremos adiós (o no) a algunas de nuestras míticas figuras …

En definitiva, lo que viene a ser unos Juegos Olímpicos. Estando ya la afición y los deportistas preparados, pues eso, que comience la fiesta.

 

Sobre el blog

El palomerismo es toda una filosofía de vida que se basa, como la termodinámica, en tres principios. El de la eficiencia: “Mínimo esfuerzo, máximo rendimiento”. El del aprovechamiento. “Si alguien quiere hacer tu trabajo, hacerte un regalo o invitarte a comer, dejale”. Y el de la duda: “Desconfía de los que no dudan. La certeza es el principio de la tiranía”. A partir de ahí, a divertirse, que la seriedad es algo que ahora mismo, no nos podemos permitir.

Sobre el autor

Juanma López Iturriaga

Básicamente me considero un impostor. Engañé durante 14 años haciendo creer que era un buen jugador de baloncesto y llevo más de 30 años logrando que este periódico piense que merece la pena que escriba sobre lo que me dé la gana. Canales de televisión, emisoras de radio y publicaciones varias se cuentan entre mis víctimas, he logrado convencer a muchos lectores para que comprasen mis libros y a un montón de empresas que me llaman para impartir conferencias. Sé que algún día me descubrirán, pero mientras tanto, ¡que siga la fiesta!

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal