Hoy es jueves y clausurados los Juegos, analizados los resultados, recibidos los atletas de vuelta a casa, paseados los más mediáticos por radios y teles y celebrados los homenajes a aquellos paisanos que triunfaron, a otra cosa mariposa. Pero antes de cerrar la tienda, dejadme hacer cinco reflexiones sobre todo este tinglado olímpico
-Conclusión equivocada. A pesar de resultar, como se ha explicado por activa y por pasiva, un método nada fiable, el asunto del medallero ha estado presente durante toda la competición. Como España fue de menos a más y los últimos días se recogió una buena cosecha, pues oye, grandes juegos que hemos hecho. Además, se igualó lo de Londres y con más oros. Total, que estamos bien, incluso mejor que hace cuatro años. Pues mira, va a ser que no. La situación de nuestro deporte y deportistas es bastante peor en la mayoría de los casos. La crisis económica ha limitado ayudas y el ejercicio de voluntarismo que tienen que hacer incluso alguno de los que ahora tiene una medalla expuesta en su salón, es tan admirable como frustrante. Buena parte de los éxitos que hemos celebrado no tienen nada que ver con planes, proyectos o un buen sistema de ayuda y apoyo institucional, sino con el empecinamiento de unos deportistas capaces de superar cualquier obstáculo.
-Esas gradas. Se ha hablado de unos Juegos maravillosos. Supongo que se referían a lo ocurrido en las pistas, piscinas, estadios o pabellones, donde hemos asistido a momentos mágicos, actuaciones heroicas, despedidas olímpicas inmejorables como las de Phelps, Bolt o Pau Gasol. Ahora bien, todo esto, al menos televisivamente, quedaba deslucido por la imagen que llegaba desde la grada. Los asientos vacíos hacían daño a la vista y no se entiende muy bien el por qué. Que si los patrocinadores que luego no van, que si las entradas caras, el caso es que el COI, entre comida y comida, debería darle una pensada a este tema.
-Histerismo sonoro. El deporte es pasión y emoción. Sin duda. Ahora bien, he estado diecisiete días preguntándome si era necesario esas retransmisiones al borde de una ataque de nervios, esos gritos incontrolados, esos ¡vamos! que ponían a prueba las cuerdas vocales de los narradores. Lo entendería si se encargase de las narraciones a los familiares o amigos de los participantes pero no es el caso. El griterío radiofónico futbolístico está invadiendo todos los espacios y da igual que haya imagen por medio o no. Hay que hablar sin parar, como si te hubieses tomado cinco cafés y a un tono entre alto y altísimo, como si estuvieses hablando en una discoteca. Luego hay que animar como un hincha, por tu familia, por España, por diosssss. Y si ganamos, ufff, ahí entramos en concurso de frases, adjetivos, parabienes, invocaciones al olimpo y lo que haga falta. Dicen que es porque hay que trasmitir la emoción. Pues vale.
-¿Se retiran o no? Hace dos años, con motivo del Mundial, se empezó a hablar de la ultima carga de la generación baloncestística del 80. Pasó lo que pasó, y entonces se puso el foco en Río. Ahora, transcurridos los Juegos, nuestros ilustres se resisten a poner fecha a su despedida. Les preguntan y contestan con un ya veremos. Este mutis nos muestra una de los secretos de este equipo, que no es otra que el placer que experimentan en reunirse, entrenar, cenar, jugar a las cartas y finalmente competir. La selección es un juguete que reciben todos los veranos con ilusión y que se resisten a abandonarlo. Ahora bien, no todos llevan igual los 36 años, por lo que no me cuesta trabajo visualizar de nuevo a Pau (¿un último torneo junto a su hermano Marc?) y a Felipe (que batiría el record de Epi) y no tanto a Calderón y Navarro, mucho más castigados físicamente que los otros dos.
-A ver si es verdad. Una vez más, las españolas han dado el callo y han aportado buena parte de los grandes momentos vividos. Mireia Belmonte, Ruth Beitia, Carolina Marín, Maialen Chorraut, Lidia Valentín, las jugadoras de baloncesto, el equipo de gimnasia rítmica, son algunos de los focos más importantes que han dado luz y energía a nuestra participación. ¡Como las hemos jaleado! ¡Qué orgullosos hemos estado de ellas!. Pues bien, a todas ellas y a las que vengan, les vendría muy bien que todo este reconocimiento no caiga en el olvido hasta dentro de cuatro años, que se ayude más y se discrimine menos, que se mantenga la atención a sus logros, que los seguirán teniendo. Ah, y de paso a ver si nos liberamos de esa caspa machista que en cuanto nos descuidamos, aparece (estos Juegos han sido un claro ejemplo de ello con sus noticias, titulares, comentarios y chascarrillos impresentables).
Pues nada, dicho esto, viva Japón 2020