El Palomero

Y una vez más, Francia en el camino

Por: Juanma Iturriaga

16 ago 2016

La selección confirmó en su pelea con Argentina que su mejora exponencial ante Lituania no fue fruto de un día afortunado, sino de su nuevo estado de confianza y acierto. El domino del complicado escenario (una derrota le mandaba a casa) fue total y una vez que se repuso de los dos triples iniciales que le endosó Ginobili, machacó sin piedad a un equipo argentino al que le pesan los años de sus grandes referentes, de los que hubo pocas noticias. Scola anduvo enredado toda la noche, Nocioni lo intentó pero quedó muy lejos de su acierto ante Brasil y el gran Ginobili ya no está para echarse el equipo a la espalda durante todo un partido. Ahora lo intentan Campazzo y Laprovittola, pero no es lo mismo.

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Comandados por un Rudy espectacular, que estuvo en lo grueso y en lo fino hasta completar un partido para enmarcar, la selección dio una gran sensación de seguridad, como si el mecanismo de su funcionamiento hubiese encajado ya de modo satisfactorio para todos. El juego fluye, no existen esos altibajos cuando los jugadores importantes abandonan la cancha, los buenos movimientos de balón permiten encontrar posiciones de tiro desahogadas y como le ocurre, por ejemplo, al Real Madrid, este colectivo defiende mejor cuanto mejor ataca. Sólo hubo un momento de confusión allá por mitad del tercer cuarto, cuando Argentina tiró por la calle de en medio a la vista de que en un desarrollo más ortodoxo, se estaban llevando un carro. Campazzo y Laprovittola son dos agitadores de categoría, y durante unos minutos convirtieron el partido en una cosa loca, un ir y venir sin control, que por momentos contagiaron al hasta entonces impecable equipo español. Tampoco ayudó la expulsión de Navarro, pero la cosa no llegó a nada preocupante. Más si se tiene en cuenta que hasta que se tuvo que ir al vestuario, el capitán aportó minutos de calidad, como pasó después con otro ilustre, Jose Manuel Calderón.

Terminada la fase de grupos, España ha cumplido con los deberes de clasificarse y ponerse a punto. El único pesar es que resulta difícil, viendo como ha quedado el cuadro, no acordarse de los partidos ante Croacia y Brasil, donde a poco que el rendimiento hubiese sido algo más acorde, nuestra selección disfrutaría de un camino más despejado. Pero las cosas son como son y el arranque dubitativo español lleva posible penitencia en semifinales. Pero antes hay un plato de complicada digestión que impide ver más allá. El de todos los años. Francia.   

Por séptima vez en los últimos ocho torneos internacionales, se repite emparejamiento. Ya sea en cuartos (Polonia 2009, Londres 2012, Madrid 2014) semifinales (Eslovenia 2013, Lille 2015) o en la final (Lituania 2011) parece que no puede haber torneo que no termine con estos dos grandes equipos jugándoselo a todo o nada. Una rivalidad mayúscula que hay que recordar que nació cuando Francia decidió copiar el modelo español y formó un núcleo de jugadores comprometidos que acudían gustosos a la llamada de la selección. Alrededor del interés y talento de los Parker, Diaw o Batum, los franceses hicieron piña, aparcaron egoísmos y terminaron recogiendo frutos, que hubiesen sido unos cuantos más si no llega a ser por España

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Basta recordar los dos últimos y dramáticos actos de este drama para que te suba la adrenalina. En el Mundial español, los franceses causaron la mayor decepción de la historia de nuestra gran generación. La revancha española estuvo a altura de la afrenta y un año después, en el inolvidable europeo del año pasado, aguaron la fiesta a sus archienemigos en su propio terreno el día que Gasol fue Superman. Ya puestos, se podría sumar lo ocurrido en los Juegos de Londres, donde el partido terminó como el rosario de la aurora, tangana final incluida.

Estamos, por tanto, ante una nueva edición de una rivalidad deportiva plagada de historia, pasión, encontronazos y cuentas pendientes que pasan de un bando a otro constantemente. Un partido a la altura de lo que está en juego, un último escalón antes de pelear por las medallas.

 

Hay 4 Comentarios

Fué como en el encuentro de todos los espectadres y aficionados de una maravillosa y mágnifica noche de verano más del mismo y cada vez mejor espectáculo del baskaet o del baloncesto.

Bueno, pues estos tíos nos la han vuelto a jugar. Se han quedado con nosotros. Empiezan el campeonato que parecen una banda sin entrenador y acaban la fase de grupos arrasando y sembrando el pánico entre los del otro grupo de cara a los cruces. Hay que confiar en ellos, responden siempre. Ahora bien, lo de esta tarde va a ser duro. El déjà vu habitual contra los franceses va a ser una vez más a cara de perro. Tienen gente en gran forma como De Colo y Gobert, Parker está descansado y gente como Lauvergne y Diot vienen con mucha hambre. Necesitamos al Rudy del otro día y a los mejores Llull, Ricky, Mirotic, etc. Sobre Pau no hay ninguna duda. A por ellos - vamos España!

¡Buena suerte espanoles ! Una vez mas, vamos a jugar contra vosotros, en partidos que son siempre muy especial, y quizas una competicion no podriá parecer perfecta sin este tipo de confrontacion estresante llenas de rivalidad. Deseo una partida de grande cualidad, y claro con una victoria francesa ;) (desculpame por mi espanol, no he hablado espanol desde hace un grande tiempo)

Bueno, querían el oro y para ello tienen que ganar a USA, así que da igual que sea en semifinales o en la final. Y yo creo que jugando como están jugando, les puede dar para ganar bien a Francia aunque va a ser un partido a cara de perro casi seguro. Veremos si Batum tiene que recurrir otra vez al boxeo...

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Sobre el blog

El palomerismo es toda una filosofía de vida que se basa, como la termodinámica, en tres principios. El de la eficiencia: “Mínimo esfuerzo, máximo rendimiento”. El del aprovechamiento. “Si alguien quiere hacer tu trabajo, hacerte un regalo o invitarte a comer, dejale”. Y el de la duda: “Desconfía de los que no dudan. La certeza es el principio de la tiranía”. A partir de ahí, a divertirse, que la seriedad es algo que ahora mismo, no nos podemos permitir.

Sobre el autor

Juanma López Iturriaga

Básicamente me considero un impostor. Engañé durante 14 años haciendo creer que era un buen jugador de baloncesto y llevo más de 30 años logrando que este periódico piense que merece la pena que escriba sobre lo que me dé la gana. Canales de televisión, emisoras de radio y publicaciones varias se cuentan entre mis víctimas, he logrado convencer a muchos lectores para que comprasen mis libros y a un montón de empresas que me llaman para impartir conferencias. Sé que algún día me descubrirán, pero mientras tanto, ¡que siga la fiesta!

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