El Palomero

Confianza extrema

Por: Juanma Iturriaga

23 nov 2016

Llull-2

Hace un par de semanas, Stephen Curry falló los diez triples que lanzó en un partido ante los Lakers y por primera vez en casi dos años, se marchó al vestuario sin hacer ni una sola vez chofffff desde más allá de los 7 metros. Tres días después, en el siguiente encuentro, batió el record de triples dejándolo en 13. Rendido al talento de su jugador, Steve Kerr, entrenador de los Warriors, dijo esto: “La autoconfianza de Curry solo la he visto en Michael Jordan”. Y yo me pregunto si Kerr ha seguido la carrera de Sergio Llull, porque de hacerlo, igual le metería junto a estos dos monstruos.

Vale, vale, no os calentéis ni gritéis, herejiiiia. No estoy diciendo que Llull esté a la altura del probablemente mejor jugador de la historia del baloncesto o de un hombre que está cambiando la forma de jugar a este deporte. Eso probablemente no lo piensen ni en su familia, que supongo que le querrán con locura. Les separan muchas cosas, por supuesto, pero les une una: la extrema confianza que tienen en ellos mismos. Porque Sergio no es Curry, ni Jordan, pero a veces su actitud en la cancha resulta muy parecida. Sobre todo cuando la cosa se pone calentita. Pide el balón, se lo queda casi en propiedad, se la termina jugando y en un buen número de ocasiones, la mete por lo civil o por lo militar, de una forma ortodoxa o rozando lo imposible.

Dejemos las comparaciones y centrémonos en Sergio Llull, el probablemente mejor jugador europeo en la actualidad. Un hombre al que aparte de sus piernas, dinamita pura, le ha catapultado hasta la élite una seguridad en sus capacidades que podríamos considerar hasta pasmosa. Llull se siente capaz de todo, y esto no es cosa de ahora o de hace dos o tres años. No, Sergio vino de serie así, y seguramente hay una jugada que en su momento provocó mucha controversia y visto desde ahora, fue toda una premonición. Me refiero a aquel día en Polonia, cuando una España todavía dubitativa necesitaba enderezar el rumbo cuanto antes. Era el primer partido de la segunda fase y teníamos enfrente a Turquía. El partido llegó vivo al final y todo se decidió en un saque de banda español después de un tiempo muerto. Cualquiera hubiese apostado que serían las manos de Pau Gasol o Juan Carlos Navarro las depositarias del futuro español. Pero la pelota le llegó a Llull, que debutaba ese verano en la selección, y ni corto ni perezoso se fue como un poseso hacia la canasta.

Es probable que hubiese falta, pero el caso es que falló y España perdió. Y por primera vez en muchos años, un jugador de la cuasiperfecta selección de baloncesto (Mar Gasol) hizo una crítica pública diciendo que no era de recibo que se la hubiese jugado un recién llegado. No se sabía si el reproche iba contra Llull, contra Scariolo o simplemente era un comentario desde el cabreo de la derrota. Afortunadamente, después de aquello España ya no volvió a caer y por primera vez en su historia logró el oro europeo.

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Aquello que vimos en Polonia lo hemos vuelto a ver cientos de veces. Y cada vez con un acierto mayor, hasta el punto de que su registro de jugadas llamémoslas milagrosas resulta impresionante. Pero son milagrosas para nosotros, no para Llull, que cada vez que se levanta, esté en la posición que esté, sea un buen tiro o una mandarina, a cuatro metros o a 20, da la sensación que la tira convencido de ser capaz de meterla. Sólo de esta forma se entiende tal cantidad de canastas para la historia.

Dicen que el juego es una cuestión de confianza. Sin duda, pero la confianza debe tener un nexo, una buena relación con la realidad. Porque si no, se convierte en temeridad. Nada hay más peligroso para un equipo que un jugador cuya confianza saque unas cuantas cabezas a su talento o porcentajes. Porque esto quizás le haga meterse en berenjenales para los que no está preparado, o para los que hay otros en mejor disposición. En el caso de Llull, la sintonía es perfecta. Todo lo que intenta hacer, incluso lo más descabellado o complejo, es factible de terminar con el balón besando las mallas, seguramente porque en su cabeza es capaz de visualizarlo.

Pero es que además, ahora ya no solo está para el milagro, sino para mantener más que nunca a su equipo. El hueco dejado por Sergio Rodríguez no era fácil de cubrir, pues no se trataba sólo de números, sino que su influencia iba mucho más allá. El asunto pedía un paso al frente, y el primero que lo ha dado ha sido Llull. Su figura se ha engrandecido, su autoridad en la cancha ha dado un salto cualitativo y ya nadie duda que la jerarquía del Madrid comienza por su persona.

Seguro que él lo sabe, y no le inquietará ni lo más mínimo. Al fin y al cabo, siempre se ha visto capaz de todo.

Hay 11 Comentarios

Alucinante la estadística esa de 28/238. Voy a suponer que es real. Eso es dedicarle tiempo a un tema. Dicho lo cual no creo que haya nadie con una estadística mejor.
A mí Llull me encanta, desde hace tiempo y cada vez más. Durante años tuvimos que escuchar eso de que no era un base. Y además tiene esa maravillosa pinta de tipo normal.

A mí Llull no me convencía, no entendía el empeño en ponerlo de base cuando me parecía que encajaba mucho más como escolta. Ahora me parece uno de los mejores de Europa en su puesto si no el mejor. Tiene autoconfianza a montones, pero afortunadamente no parece un creído, la sensación que da es que es un tío de lo más normal en el mejor de los sentidos. ¿Que falla muchos últimos tiros? Me gustaría saber los porcentajes de otros a los que no vemos jugar tan a menudo ni seguimos tan de cerca como a Llull. Hasta Michael Jordan fallaba más de lo que recordamos (al menos recordaba yo), este verano me he leído 'The Jordan rules' y me ha sorprendido cuantas veces falló últimos tiros esa temporada.

El metido contra Valencia vale por 219 fallados jaja

Hoy por hoy no le tose nadie en Europa. Y esta claro que problemas de autoestima no ha tenido nunca.

Final del tercer cuarto.
28/238

Ah, pensaba que eran sólo los tiros con España (28) y con el Madrid (237). Que sean los aciertos respecto del total no hace sino confirmar mi idea de que falla muchísimo como para hacerle la ola tanto como se le hace. Un buen jugador, sin más.

Ja, ja, ja. Leía el post y recordaba el seguimiento que le hacía José Ramón en este mismo blog hace unos años... y veo que lo ha seguido manteniendo.
Cierto es que sigue fallando muchos y que siempre se las quiere tirar él... pero la cosa (el porcentaje de aciertos) va mejorando (mucho con los años).

Dicho lo cual, coincido con El Palomero en casi todo lo que dice en este post (y soy muy de Navarro).

He puesto el acierto.
Ha metido 28 de 237.

Mi opinión es que en esto particular que comentas, Navarro era asi o mejor. Un saludo

Confianza extrema sí, ahora bien, acierto...No lo tengo nada claro. Está bien disponer del comentario del compañero José Ramón apuntando el número de últimos tiros lanzados por Llull desde 2009. Lo que sería mejor es saber cuántos metió. Lo digo porque me da la sensación de que el bueno de Sergio tiene muy buena prensa y sólo se acentúa su actuación cuando mete el último tiro. Cierto es que alguno de ellos ha sido asombroso (el de Valencia es apoteósico, eso es indudable), pero creo que se le da mucho bombo cuando acierta y se hace un silencio sepulcral cuando falla. Quizás si se viera una estadística del acierto se podría valorar si es tan mágico lo que hace o no.

Desde ese partido en el Eurobasket 2009.
Últimos tiros de cuarto.
(de todos los cuartos)
Con el Real Madrid y con España,
Llull: 28/237

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Sobre el blog

El palomerismo es toda una filosofía de vida que se basa, como la termodinámica, en tres principios. El de la eficiencia: “Mínimo esfuerzo, máximo rendimiento”. El del aprovechamiento. “Si alguien quiere hacer tu trabajo, hacerte un regalo o invitarte a comer, dejale”. Y el de la duda: “Desconfía de los que no dudan. La certeza es el principio de la tiranía”. A partir de ahí, a divertirse, que la seriedad es algo que ahora mismo, no nos podemos permitir.

Sobre el autor

Juanma López Iturriaga

Básicamente me considero un impostor. Engañé durante 14 años haciendo creer que era un buen jugador de baloncesto y llevo más de 30 años logrando que este periódico piense que merece la pena que escriba sobre lo que me dé la gana. Canales de televisión, emisoras de radio y publicaciones varias se cuentan entre mis víctimas, he logrado convencer a muchos lectores para que comprasen mis libros y a un montón de empresas que me llaman para impartir conferencias. Sé que algún día me descubrirán, pero mientras tanto, ¡que siga la fiesta!

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