David Alandete

Sobre el autor

es corresponsal del diario El País en Washington. En Estados Unidos ha cubierto asuntos como las elecciones presidenciales de 2008, el ascenso del movimiento del Tea Party o la guerra de Afganistán. Llegó a Washington en 2006, con una beca Fulbright para periodistas, a través de la cual se especializó en relaciones internacionales, conflictos armados y políticas antiterroristas.

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El honor de un marine

Por: | 30 de noviembre de 2011

Se nota en la foto. Cuando el 15 de septiembre, el presidente Barack Obama le concedió por primera vez en la historia de la guerra de Afganistán la Medalla al Honor a un marine, lo estaba haciendo a una persona atormentada. El sargento Dakota Meyer se había jugado la vida en la provincia de Kunar en 2009. Saltándose órdenes de sus superiores, se había subido a la torreta de un vehículo acorazado Humvee y, expuesto al fuego enemigo, había entrado cinco veces en una emboscada, para salvarle la vida a 36 soldados norteamericanos. A los 21 años, un héroe.

Dakota MeyerFoto: Casa Blanca, Pete Souza. 

Al regresar a su país, el sargento Meyer se quiso dedicar a aquello que sabía hacer: apoyar al ejército. Primero, entrenó a soldados a través de la empresa privada Ausgar Technologies. Su trabajo era enseñarles cómo detectar explosivos con dispositivos de visión nocturna. En marzo, cambió a la subcontrata de defensa BAE Systems, afincada en Reino Unido. Él, que se había jugado la vida por su patria en la frontera de Afganistán con Pakistán, palideció al enterarse de los planes comerciales de su nuevo empleador.

El sargento Meyer se enteró de que BAE Systems iba a vender mirillas de alta precisión para rifles al ejército paquistaní. Aquello le irritó profundamente. Meyer sabía perfectamente que la cúpula militar paquistaní protegía a operativos de los talibanes y Al Qaeda. Le mandó un correo a su superior, el también ex marine Bobby McCreight:

“Tomamos nuestros mejores equipos, la mejor tecnología que hay en el mercado hasta la fecha, y se la entregamos a unos tipos que sabemos que nos acuchillan por la espalda… Son los mismos que están matando a los nuestros”.

Aquello provocó una campaña de represalias por parte de McCreight, según una denuncia presentada por el sargento Meyer en Tejas, a la que ha tenido acceso el diario The Wall Street Journal. En un incidente que Meyer cita, McCreight se burló de él ante un directivo de la empresa para la que trabajaban. Entonces, el sargento ya había sido propuesto por sus superiores para recibir la Medalla  al Honor. “Este es una estrella en ciernes”, dijo, con sorna. Nada, ni los balazos que recibió en el brazo en Afganistán, le podía doler tanto a alguien como Meyer. 

Dakota MeyerEl sargento Meyer en 2009 en Kunar. Foto: Marines Magazine. 

Ante la presión, el sargento dejó la empresa. Quiso volver a su antiguo puesto en Ausgar Technologies. O pasar a formar parte de cualquier otra subcontrata del Pentágono. Pero pronto descubrió que se le cerraban, misteriosamente, todas las puertas. Finalmente, supo que su antiguo jefe, McCreight, había escrito a un director administrativo del Pentágono, diciendo de él que era “mentalmente inestable” y que tenía “un problema con la bebida”. En junio, el sargento Meyer denunció a McCreight por difamación. El pasado lunes amplió los términos de la demanda.

Durante el verano, la Casa Blanca notificó al sargento Meyer que se le había concedido la Medalla al Honor. Es un club muy exclusivo: sólo 3.475 soldados la han recibido en la historia de EE UU. En una ceremonia aquí en Washington, Obama recordó las vidas que salvo Meyer, y cómo, lanzándose a fuego enemigo cinco veces, logró recuperar cuatro cadáveres de soldados caídos, para poder entregárselos a sus familias :

“Al sargento Meyer le corroe la pena, porque dice que sus esfuerzos no lograron salvarle la vida a esos cuatro compañeros. Pero como tu comandante en jefe, y en representación de todos los americanos, te digo, Dakota, que eso no es cierto. Cumpliste con tu deber, manteniendo la fe en las más elevadas tradiciones del Cuerpo de Infantería de Marines, al que amas. Por tu sentido del honor, 36 personas están vivas hoy. Por tu coraje, los cuerpos de cuatro soldados caídos regresaron a casa… Con tu humilde ejemplo, los niños de nuestra nación, en cualquier lugar de América, saben que, de donde quiera que sean, pueden lograr grandes cosas, como ciudadanos y miembros de la gran familia americana”.

Dakota MeyerFoto: Fuerza Aérea, Sargento Jacob Bailey. 

El sargento Meyer, que ahora emplea su tiempo en labores humanitarias en beneficio de los veteranos de guerra, impuso una condición para aceptar la Medalla al Honor. Que cuando se la dieran, se levantaran los compañeros que lucharon con él, del Cuerpo de Marines, del Ejército de Tierra y de la Marina, para recibir un homenaje conjunto. También pidió que se leyera los nombres de los cuatro soldados a los que no pudo salvar. No dijo ni una palabra. Se quedó quieto, aceptando la medalla casi como una carga protocolaria. Insistía: no la merecía porque no salvó a los cuatro compañeros muertos. Y sufría en silencio la humillación de la campaña de represalias de sus antiguos jefes. 

Ahora, y muy a su pesar (porque él ha decidido no hablar con los medios) el sargento Meyer es, ante los ojos de la opinión pública norteamericana, un honorable David enfrentado a su anterior empresa, un Goliat británico de turbios negocios con Pakistán, una nación donde nada es lo que parece. Si bien es cierto que, formalmente, Islamabad es un aliado de Washington, los generales que manejan los hilos allí protegen a insurgentes talibanes y amparan ataques contra tropas norteamericanas.

Eso se sabe aquí en Washington, pero no se comenta abiertamente. Y al fin y al cabo, en algunas instancias, el gobierno de EE UU permite la venta de material bélico a Pakistán. En ese sentido, puede que el sargneto Meyer, abnegado e idealista, todo un héroe, no se enfrente sólo a una empresa, sino a todo un sistema de falsas apariencias diplomáticas. 

Washington ante ETA

Por: | 28 de noviembre de 2011

Ahora que la banda terrorista ETA asegura que ha abandonado la violencia, y que el gobierno español cambiará de manos muy pronto, una duda asalta a los expertos en política europea en el Departamento de Estado aquí en EE UU. ¿Qué hacer con la designación de grupo terrorista extranjero de la banda, en pie desde finales de los años 90, después de una laboriosa campaña de presión diplomática por parte del expresidente José María Aznar?

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Clinton y Rajoy en Madrid en julio. Foto: EFE.

 

Al grupo irlandés IRA, por ejemplo, se le iba a añadir en 1997. Pero el presidente Bill Clinton decidió no hacerlo in extremis, en 1998, cuando el IRA declaró su propio alto el fuego. En octubre, tuve la oportunidad de preguntarle sobre ello al portavoz del Departamento de Estado, Mark Toner. ¿Iba EE UU a seguir considerando oficialmente a ETA como una organización terrorista, hasta que quedara totalmente desmantelada, si se llegaba a dar el caso? Esta fue su respuesta:

“Hay un proceso muy deliberado para levantar ese tipo de designación, y no puedo decir si estamos aún en ese punto con ETA. De nuevo tenemos un anuncio de esa organización. No sabemos nada de la seriedad de ese anuncio o de cuáles son sus intenciones. Hemos visto anuncios similares en el pasado. Creo que vamos a esperar y ver cuál es la reacción del gobierno español. Vamos a trabajar en ello de forma muy estrecha con el Gobierno de España e iremos avanzando en esa dirección según evaluemos el asunto”.

Traduciendo de la jerga diplomática: EE UU, a sabiendas de que el ciclo político iba a cambiar en España, decidía esperar a ver qué tiene que decir Mariano Rajoy. Esa lista es el quién es quién del terrorismo internacional. Hay 49 miembros. Entre ellos, están Al Qaeda, Hezbollah, Hamas, el Frente de Liberación Palestina, las FARC colombianas y el llamado IRA Real, uno de los vestigios del radicalismo violento irlandés.

Cuando una organización entra en esa lista de grupos terroristas, se prohíbe a cualquier ciudadano norteamericano prestarle apoyo material o económico. A sus miembros se les deniega la entrada en suelo estadounidense y, en caso de hallarse en él, se les puede detener y deportar. Las instituciones financieras de EE UU que reciban fondos de esas organizaciones o sus miembros deberán congelarlos e informar de ellos al gobierno. La permanencia de una organización en la lista se reconsidera cada dos años.

La designación oficial de EE UU a ETA (se puede acceder a ella en este informe, publicado antes del alto el fuego) afecta oficialmente a las organizaciones Askatasuna, Batasuna, Ekin, Euskal Herritarrok, Euzkadi Ta Askatasuna, Herri Batasuna, Jarrai-Haika-Segi, K.A.S. y XAKI. Y destaca: “ETA financia sus actividades principalmente a través del soborno y la extorsión de negocios vascos. En el pasado, ha recibido entrenamiento en Libia y el Líbano, aunque no hay indicios de que dicha formación continúe. Se supone que algunos miembros de ETA han huido a Cuba y México, mientras que otros residen en América del Sur”.

AznarJosé María Aznar en una visita a la Casa Blanca en 2001. Foto: Eric Draper.

No es extraño que se elimine a un grupo de esa lista. Y es un procedimiento incluso habitual que se plantee esa eliminación cuando una banda anuncia formalmente su renuncia a la lucha armada y llega a un acuerdo de desarme con el gobierno respectivo (algo, esto último, que no se ha dado en el caso de ETA). Ha sucedido en el pasado con grupos que han dejado de cometer actos de violencia, como el llamado Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, en Perú, o el Ejército Rojo de Japón. Y aunque los 49 miembros en la lista son todos lo que están, no están todos los que son. Falta en ella el que el Pentágono considera ahora el peor enemigo de EE UU en Asia, la red Haqqani, responsable de los mayores ataques contra EE UU en Pakistán y Afganistán en los últimos meses.

Lo que ocurra a partir de ahora dependerá, por tanto, de Rajoy, de su Ministro de Exteriores y de quien éste elija como jefe de la misión diplomática aquí en Washington. La última vez que gobernó el PP, Aznar emprendió una esforzada campaña de concienciación de la ciudadanía norteamericana sobre la amenaza que ETA representaba en España. El expresidente protestó airadamente en numerosas ocasiones por la expresión que emplean comúnmente los diarios más prestigiosos de EE UU para referirse a ETA (algunos como The New York Times llaman a la banda “grupo separatista”) y logró que se incluyera en la lista de sanciones a numerosos jefes y operativos del grupo. En este asunto, como casi todo lo demás, los planes de Rajoy son aun un enigma.

Ave Fénix del Pentágono

Por: | 25 de noviembre de 2011

Se acercaba el 11 de septiembre. El secretario de Defensa, Leon Panetta, debía volar de la base de la Fuerza Aérea de Dover, en Pensilvania, a la Zona Cero. Rápido, y con la posibilidad de aterrizar en un estrecho helipuerto de Manhattan. Le esperaba el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg. A la hora estipulada para su llegada, en el cielo, se recortó una figura de infausto recuerdo: un V-22 Osprey, mitad avión, mitad helicóptero, con alas y hélices en extraña aleación. “¿Qué os parece el juguete?”, bromeó Panetta al aterrizar.

  Panetta en Nueva York

Panetta, en el centro. Foto: Sargento Jacob N. Baily de la Fza. Aérea

Ahora que el Pentágono debe cercenar 500.000 millones de dólares de gasto en los próximos diez años, debido a la incapacidad del Congreso de pactar recortes en otras partidas, el V-22 Osprey es un ejemplo del derroche desbocado del gran complejo militar de Estados Unidos. Cada convertiplano cuesta, de media, 67 millones de dólares. En total, se ha tardado 24 años en completar el proyecto, que incluye 458 aeronaves. La gran mayoría, 360, son propiedad del cuerpo de infantería de Marines, que ha convertido al V-22 Osprey es una bandera de guerra, que les ha llevado, en algunos momentos, al borde mismo de la insurrección.

Al V-22 Osprey se le ha criticado no sólo por su precio. Hubo un tiempo que en la prensa de aquí se le apodaba el “enviudador". En 1992, en una demostración ante una audiencia de congresistas en la base de Quantico, un fallo en la caja de cambios provocó que el avión cayera y se hundiera. Murieron siete personas. En abril de 2000, en unas pruebas en Arizona, un fallo de posición hizo que otro modelo se estrellara. De nuevo, 19 muertes. Un tercer accidente, en diciembre de 2000, en Carolina del Norte, causó otras cuatro muertes. En total, con estos y otros incidentes, son ya 32 los muertos a bordo de un V-22 Osprey.

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Dos V-22 Osprey parten en misión. Foto de la Fuerza Aérea, sargento Markus Maier.

¿Y por qué, con semejante historial, es el medio elegido por Panetta para volar a Nueva York, en un contexto de recortes? ¿Por qué se habla de él como una posible adición a la flota de aeronaves del mismísimo presidente? Eso es, principalmente, obra de los Marines, feroces no sólo en el campo de batalla, sino también en la defensa de sus intereses. Creado en el siglo XVIII, ese cuerpo de infantería nació para dar capacidad de combate en tierra firme a la Marina, y para poner orden en los barcos. Con los años se convirtió en un cuerpo de élite, con poco personal (149.999 soldados en activo, de un total de 1’47 millones) y un henchido orgullo. Antes de la Segunda Guerra Mundial se intentó, en muchas ocasiones, integrarlos en el Ejército de Tierra. 

Uno de sus peores enemigos fue el presidente Harry Truman, que en una carta a un congresista en 1950, dijo: “En lo que a mí respecta, son la policía de la Marina... El problema es que tienen una maquinaria de propaganda que parece la de Stalin”. Es cierto que los Marines son implacables en las trincheras de las relaciones públicas. Han sabido hacerse imprescindibles. En los años 80, cuando veían que su flota de helicópteros CH-46 envejecía, decidieron volver a reforzarse. Y ¿qué mejor que una remesa de modernas aeronaves; con capacidad para 22 soldados; velocidad de hasta 462 kilómetros por hora, y que vuelan como aviones y aterrizan como helicópteros? 

V-22 OspreyUn V-22 Osprey reposta en vuelo, en Florida. Foto de la Fuerza Aérea, Sargento Armando Carrión

“Si el cuerpo llegaba al punto de ser incapaz de colocar a sus tropas en una costa hostil, ¿quién sabe cuánto tiempo pasaría antes de que se volviera a hablar de nuevo de integrarlos en el Ejército de Tierra? Para asegurarse de que no fuera así, el cuerpo de Infantería de Marines necesitaba nuevos aviones de transporte de tropas, en 1991, a más tardar”, escribe Richard Whittle en el libro definitivo sobre el V-22 Osprey,The Dream Machine. “El futuro de los Marines dependía de ello”.

El caso es que una aeronave híbrida era un proyecto complejo. Su desarrollo ha tardado décadas. Lo fabrican las subcontratas Bell y Boeing. La inversión total, a día de hoy, es de 54.000 millones. Y los Marines han sabido derrotar a poderosos enemigos. Muy poderosos, de hecho. Dick Cheney se opuso ferozmente al proyecto cuando era Secretario de Defensa, en 1989, y de nuevo cuando volvió al gobierno, como vicepresidente, en 2001. En la primera ocasión, llegó a ordenar la eliminación del programa de forma inmediata. 

V-22 OspreyUn V-22 Osprey aterriza en unas pruebas en Mali. Foto de la Fuerza Aérea. Capt. Bryan Purtell

Los Marines comenzaron entonces a ejercer presión sobre el Congreso, explicando e insistiendo en cuánto necesitaban un vehículo aéreo como el V-22 Osprey. Contrataron a varios lobistas; se aliaron con los enemigos políticos de Cheney; organizaron viajes para la prensa en esos convertiplanos, y llegaron, en 1990, a aterrizar uno de ellos frente al Capitolio, algo nunca visto hasta entonces. Un general llegó a difundir rumores de que el Subsecretario de Defensa y mano derecha de Cheney, David Chu, era un operativo comunista chino tratando de minar los proyectos militares de América. El Congreso revocó la orden de Cheney, y el Osprey siguió su curso, lento y mortal.

Aun quedaba más de una década de experimentación. El V-22 Osprey debutó, finalmente, en Irak, en 2007. Desde entonces se usa con frecuencia en ese frente de guerra, ya casi abandonado, y en Afganistán. Ha tenido un papel protagonista en Libia. Y, de vez en cuando, se ha empleado también para transportar a políticos. En 2008, Barack Obama, cuando aun era candidato a la presidencia, llegó a bordo de uno de ellos a Jordania. Como senador se había opuesto al programa, por exorbitante. Pero los Marines se encargaron de recordarle que, si llegaba a presidente, debería hacer como todos sus predecesores. Callar discretamente y dejarles seguir llevando su V-22 Osprey adonde les diera la gana.

¿Qué esconde China en el desierto?

Por: | 22 de noviembre de 2011

Los servicios de espionaje de Estados Unidos andan estos días preocupados por una serie de imágenes que parecen creadas para alentar las teorías de la conspiración. Han aparecido en las fotografías vía satélite del programa Google Maps. Se hallan en pleno desierto de Gobi, en territorio chino. Son extrañas formaciones, muy diferentes entre sí. Algunas se asemejan a celosías con formas poligonales. Una de ellas muestra una serie de objetos dispuestos en círculos concéntricos, que recuerda a las ancestrales construcciones de Stonehenge en Inglaterra. Hay también una gigantesca rejilla de formas rectangulares. Y un cuadrado perfecto, formado por otros 16 cuadrados, casi perfectos.

ChinaFoto: Google Maps

¿Qué son? ¿Mensajes a posibles observadores estelares? ¿Lugares de experimentación nuclear? ¿Excavaciones secretas en el desierto chino? ¿Campos de pruebas militares? Todo tipo de medios norteamericanos, desde los más serios a los más iluminados, llevan días tratando el asunto y preguntándose por la naturaleza de esas extrañas geometrías. El asunto es también un pequeño dolor de cabeza para agencias como la CIA y la NSA, muy atentas últimamente a todo lo que sucede dentro de China. Estas son las coordenadas de las extrañas imágenes: 40.452107,93.742118 / 40.458679,93.31314 / 44 42'40.81"N 93 31'46.18"E / 40.41379,93.583741 / 40.458279,93.388681.

Tres de esas formaciones se hallan muy cerca unas de otras, en lo que parece ser una zona militar, en  una elevación aproximada de mil metros, a unos 400 kilómetros de distancia de la frontera con Mongolia. Algunas de esas rejillas en el desierto están excavadas cerca de un pequeño asentamiento de casas, que pueden ser residencias u oficinas. Dado el reflejo que muestran ante las cámaras de los satélites, es probable que estén recubiertas de metal, para reflejar la luz del sol.  El primer medio en descubrir estas formaciones fue un blog, en 2009. Recientemente se hizo eco de ello la revista online Viewzone. Posteriormente, Gizmodo publicó más detalles sobre el descubrimiento.

China 1Foto: Google Maps

Luego, para añadir más suspense al asunto, está lo que muestra la aplicación DigitalGlobe del programa Google Earth. DigitalGlobe es una empresa de Colorado que vende imágenes tomadas por vía satélite. A través de esa aplicación del programa Google Earth se sabe cuántas veces se ha comprado una foto de un lugar concreto, tomada y vendida por DigitalGlobe. Como se ve en la imagen siguiente, en la pasada década se han comprado muchas, muchas imágenes de este punto en el desierto de Gobi. (Cada cuadrado representa una foto).

UntitledFoto: Google Maps


La explicación más lógica, según diversos expertos, es la de que China usa esas grandes formaciones para calibrar sus satélites espías. Con esas formas, permite que las cámaras de los satélites se enfoquen y puedan fotografiar con precisión sus objetivos. No sería algo nuevo o extraño. Es sabido que China, EE UU y muchos otros países tienen satélites espías y calibrarlos rutinariamente es una necesidad. Esta imagen de Google Maps, correspondiente a Arizona, muestra una cruz de proporciones gigantescas empleada para calibrar los satélites de EE UU desde los años 60. (Sus coordenadas son 32° 48' 24.74" N, 111° 43' 21.30" W).

ArizonaFoto: Google Maps

El problema con las figuras chinas es que la mayoría no tienen la forma geométrica adecuada para calibrar un satélite. Una cruz, con aspas en disposición circular, como la de Arizona, puede calibrar una cámara. Celosías de líneas entramadas de forma caótica, como las de China, no cumplirían, según otros expertos, esa labor. Otra teoría es que esas instalaciones son campos de práctica para que los bombardeen aviones y misiles chinos en pruebas. No sería extraño, dado que ya en 2006 la revista Foreign Policy reveló que Pekín había construido una réplica exacta del plano de un aeropuerto taiwanés para practicar un posible bombardeo al objetivo real.  

China4Foto: Google Maps

Ante esa hipótesis, por supuesto, ya hay cientos de internautas comparando estas extrañas formaciones con mapas de ciudades de todo el mundo. Y como todas las carreteras de las teorías de la conspiración parecen llevar, ineludiblemente, a Washington, hay quienes han querido ver en esas extrañas formaciones mapas trazados a imitación  de las calles de la capital norteamericana. ¿China, entrenándose en el desierto de Gobi para un posible ataque a la capital de EE UU? Bueno, esa es la teoría citada por Fox News, un canal televisivo a veces dado a la exageración en el terreno de la política y la diplomacia. De momento, con las fuentes y evidencias en la mano, esa teoría se puede considerar tan en el género de la ciencia ficción como la de que son señales para extraterrestres. 

"Esta es mi Cuba libre"

Por: | 19 de noviembre de 2011

Aquí en la base naval de Guantánamo, los soldados vienen y se van. Pocos se quedan el tiempo suficiente para llamar a esta bahía su hogar. Pero de los 5.337 empleados de la base (2.103 militares, 3.234 civiles) hay 34 que consideran que este recinto de 11 hectáreas es el último reducto libre de su patria. Son ya ancianos, nacidos al otro lado de la valla, en Cuba. Después de la llegada al poder de la familia Castro decidieron pasar a la parte americana y esperar a que el comunismo cayera. Hoy, a pesar de que tienen pasaportes norteamericanos, siguen esperando. Y se niegan a marcharse.

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Entrada a Cuba desde la base de Guantánamo.

“¡Esta es mi Cuba libre!”, exclama Mirelia Greenough, de 73 años, 18 de los cuales los ha pasado en la base. Ha advertido de que no hablará de política. Pero para ella Cuba no es política: es su patria y su vida. Su esposo trabajaba aquí en la base de Guantánamo desde 1977. Cuatro años después decidió pedir asilo político. “En Cuba querían saber demasiado de lo que pasaba aquí dentro y él no quería decir nada”, añade Mirelia, que se le unió en 1994. Se trajo a un hijo. Meses después, otra hija y una nieta llegaron también a la base, pero por mar, miembros de la gran oleada de balseros (unos 34.000) que huyeron de Cuba en aquel año. Una tercera hija aun vive en Cuba.

“Para nosotros esto es un pedacito de nuestra tierra. Seguimos aquí y eso es un privilegio. Añoramos la otra Cuba, pero esta es la que tenemos, la que es libre”. Mirelia obtuvo su pasaporte en 2006 y va a Miami una media de tres veces al año. El viaje es largo: dura dos horas y media, porque las avionetas que cubren ese trayecto deben dar rodeos para evitar sobrevolar el espacio aéreo cubano.  A veces Mirelia aun visita Cuba. “Me duele el corazón de ver cómo está destruída y cómo se ha perdido. Se ha desmoronado todo, todos los valores, pero es mi tierra. Agradezco que EE UU me abriera los brazos, como una hija, pero yo soy y siempre seré cubana”.

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Mirelia Greenough en la base de Guantánamo. 

En su día hubo aquí 200 residentes cubanos. La mayoría ha fallecido. Sus hijos, muchos de ellos nacidos en esta base, emigraron a EE UU y son ahora tan norteamericanos como el que más. Aquí en la base, los que quedan no pagan alquiler ni seguro médico. “Estas personas apoyaron al gobierno de EEUU, aportando su trabajo en la base durante muchos años. Algunos son muy mayores”, explica el comandante de la base, capitán Kirk Hibbert. “¿Cómo se cuida de forma apropiada a aquellos que han ofrecido una buena parte de sus vidas a apoyar a nuestro gobierno? ¿Se les da la espalda? No. Lo adecuado y humanitario es cuidarles. Y eso es lo que el gobierno de EEUU hace. ¿Alojamiento? Desde luego. ¿Darles una oportunidad para integrarse en la población aquí? También. Es un trato humanitario”.

Para estos cubanos hay dos fechas grabadas en sus memorias a fuego. La primera es el año de 1959, el de la llegada de Fidel. La otra es 1994, el año del gran éxodo de balseros. Gloria Martínez, de 78 años, vive aquí en la base desde el 21 de marzo de 1961. Llegó en coche, siguiendo al que era su novio y sería su marido. Alegó persecución política. A su padre, que estaba en prisión, le decepcionó profundamente su huida. Ella, atormentada, no pidió la nacionalidad norteamericana hasta 1994. Y justo en aquel año, cuando regresaba de una visita al hospital militar en Washington, los vio. A miles. Llegando como podían

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 Gloria Martínez, en la comunidad cubana de la base. 

Eran miles y miles de balseros. Llegaban con lo que podían apañar: tablas de madera, pequeñas lanchas, colchonetas. “Los americanos les recogían, les salvaban. Era un éxodo, llegaban con perros, gallinas, pericos...”, recuerda Gloria. “Algunos venían enfermos. Nosotros les cuidábamos, les dábamos comida, ropa. Lo que fuera. Era nuestra obligación. Eran los nuestros, que huían de aquello que hay allí, al otro lado. Estuvieron aquí unos dos años. Luego el presidente Clinton les permitió ir allí a América”.

Si mañana cayera el régimen, estos exiliados serían los primeros en llegar a una nueva Cuba. Han soñado con ese momento durante medio siglo: aquel en el que puedan llegar a la frontera con su país, ahora guardada por los marines, sin temer represalias. Como sucede en el centro del exilio en Miami, parece que para ellos el mundo no haya cambiado excesivamente desde los duros años de la Guerra Fría. El comunismo sigue en pie. Los Castro siguen en su puesto. Si cabe, aquí la sensación es más intensa. Es lo que tiene vivir en una base militar norteamericana. 

Postales desde Guantánamo

Por: | 16 de noviembre de 2011

A uno de los 171 presos retenidos aquí en la prisión de Guantánamo, el saudí Mohammed al-Qahtani, se le sometió a una despiadada serie de interrogatorios entre noviembre de 2002 y enero de 2003. Algunos duraban 20 horas al día. Se le hacía quedarse, esposado de pies y manos, inmóvil, en una silla de metal durante horas. Se le despertaba a horas intempestivas y se le privaba de sus sentidos, para dejarle bien claro que él no era el dueño de su destino y de sus circunstancias.

 

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A los presos en Camp 6 se les premia su buena conducta dejándoles llevar el color blanco


En una ocasión se sacó a al-Qahtani al exterior de su celda, aquí en Camp Delta, un complejo de casuchas de madera y placas de metal, que arde aun ahora, en pleno noviembre, bajo un sol asfixiante. Según un informe secreto filtrado a los medios, se le llevó a ver a un grupo de jutías, un roedor propio del caribe. “Las jutías se movían en libertad, jugando, comiendo, cuidándose mutuamente”, dice el cable. “Al detenido se le comparó con la familia de jutías y se le hizo notar que los animales tenían más amor, libertad y cuidado mutuo que él. El detenido lloró”.

Bienvenidos a Guantánamo. Así es como la prisión más polémica del mundo se integra en su entorno, junto a un acantilado frente al mar Caribe, en un trozo de 116 kilómetros cuadrados en el sureste de la isla de Cuba. Bajo la brisa marina,entre cactus y largos días soleados, la alambrada de púas rodea y aisla al mundo de la detención sin fin, a los cautivos de la guerra contra el terror. Es cierto que las jutías, que están en peligro de extinción, tienen más libertad de movimiento que los detenidos. Al igual que las iguanas, como hizo notar en una visita aquí en 2006 mi compañera Yolanda Monge.


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Una iguana en Camp Delta

Las iguanas son un emblema de la Base de Guantánamo. Es imposible escapar de ellas. Entran y salen del recinto carcelario a su antojo. Atropellarlas se paga con una investigación y una posible multa de 10.000 dólares. El campo al que en su día se trasladó a los tres niños (de 10, 12 y 13 años) que pasaron por aquí como sospechosos de querer atentar contra EE UU, se llamaba y aun se llama Camp Iguana. Al otro lado de la valla, cuando los guardas acaban sus turnos de doce horas, tienen todo un pedazo de América del que disfrutar en la parte trasera de una isla comunista.

 

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Restaurantes de comida rápida en la base naval  

 

En la base de la Marina que alberga la prisión hay un restaurante MacDonald’s (cómo no) y una cafetería Starbucks. Hay hasta una radio, que emite música country y rock, y algunos programas de noticias en vivo. Su imagen corporativa la muestra esta camiseta: “Rock en el patio trasero de Fidel”.

 

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Una camiseta de Radio Guantánamo


Mientras, según me cuentan los guardas, a los presos se les colma con todo tipo de atenciones: gimnasio, televisión, dvd, consolas de videojuegos PSP y libros. Hay volúmenes literarios en 14 idiomas, desde el inglés o el francés al árabe, el pashto y el chino. Los libros se los censura previamente: los que contengan material polémico, que aliente el radicalismo, no se añaden a la biblioteca. Desde ese punto de vista, no es de extrañar que en un paseo por su biblioteca, lo primero que atrajera mi atención fuera este cómic: Superman en árabe. 

 

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Volúmenes en la biblioteca de la cárcel

Seguro que a esos presos no hay nada que les reconforte más que la idea de un héroe americano que pueda volar.

Camino a Guantánamo

Por: | 14 de noviembre de 2011

Esta semana visitaré la Base Naval de Guantánamo, en Cuba, donde se reanudaron la semana pasada los juicios militares. Creo que no puede haber un aniversario más significativo para visitar esas instalaciones. Se cumplieron ayer 10 años del día en que el presidente George W. Bush firmó un oscuro decreto cuya magnitud no se apreció entonces de forma inmediata, aún humeantes los escombros de las Torres Gemelas en Nueva York. Con los años, sin embargo, ese decreto crecería en importancia, con efectos muy reales, hasta dar lugar a uno de los mayores problemas actuales de Estados Unidos: una cárcel en la que aun permanecen encerrados 171 sospechosos de terrorismo, a la mayoría de los cuales no se ha acusado formalmente de nada, y a los que Washington no sabe exactamente cómo juzgar. 

Camp X RayCamp X Ray, en una foto del Pentágono de 2002, facilitada por Reuters

Decía Bush en aquella orden: “Para proteger a EE UU y a sus ciudadanos, y para el desarrollo adecuado de las operaciones militares y la prevención de ataques terroristas, es necesario que las personas sujetas a esta norma, en virtud de su artículo número dos, sean detenidas, y, cuando lo sean, sean juzgadas por violaciones de las leyes de guerra y otras normas aplicables por comisiones militares”. 

El decreto perfilaría la política antiterrorista norteamericana durante la próxima década. EE UU perseguiría a tantos integrantes de Al Qaeda como pudiera, en refugios que abarcarían desde el cuerno de África hasta el sureste asiático. A esos supuestos terroristas se les juzgaría en tribunales militares, por considerarles enemigos combatientes. No les aplicaría los Convenios de Ginebra, que protegen los derechos básicos de los prisioneros de guerra. La pena máxima sería la de muerte, sin posibilidad de apelación. Y probablemente se prohibiría a los presos la posibilidad de contar con un abogado defensor de elección propia.

Posteriormente, el Tribunal Supremo norteamericano declararía ilegales muchas de esas provisiones. Pero hasta que aquel momento llegó, en 2006, la administración de Bush se empleó a fondo en detener y encarcelar a tantos sospechosos de terrorismo como le fue posible. El enemigo ya no era alguien que hubiera atacado a EE UU: era alguien que podía llegar a hacerlo. Y en el frente afgano, Norteamérica encontró a muchos de aquellos posibles terroristas a los que andaba buscando. El problema era: ¿dónde colocarlos hasta que les llegara la hora de ser juzgados?

Camp X RayDos soldados trasladan a un preso en Camp X Ray, en una foto de 2002.

El 28 de diciembre de 2001, en rueda de prensa, el entonces Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld dio la solución:

Pregunta: Señor secretario, ¿está en sus planes usar la bahía de Guantánamo como un lugar para retener a los detenidos y, posiblemente, para albergar los tribunales militares?

Respuesta: Estamos planeando retener a los detenidos allí. No hemos decidido nada sobre celebrar allí los juicios. (...) Yo caracterizaría la Bahía de Guantánamo, en Cuba, como la mejor entre las opciones que tenemos. Tiene desventajas, como ustedes sugieren. Sin embargo, esas desventajas parecen ser modestas en relación con las alternativas existentes.

La base de Guantánamo es parte de un terreno de unos 116 kilómetros cuadrados, en Cuba, que pertenecía a España, y que quedó perdido muy pronto en la guerra de 1898 contra EE UU. El gobierno independiente cubano, liderado por Tomás Estrada Palma, alquiló el área a EE UU, entonces potencia aliada. El precio se estableció por el equivalente actual de unos 3.000 euros al año. El contrato sólo se podría romper de mutuo acuerdo, o si el Pentágono abandonaba la base militar. Desde la llegada de Fidel Castro al poder, en 1959, y con la ruptura de relaciones diplomáticas, La Habana sólo ha cobrado el cheque de alquiler en una ocasión.

Camp X Ray
Presos en Camp X Ray en en marzo de 2002, en una foto de AP.

Tras poner Guantánamo en el mapa diplomático internacional, Rumsfeld volvió a comparecer ante los medios el 11 de enero de 2002. La prisión ya estaba preparada, dentro de la base naval. Recibió el nombre provisional de Camp X Ray. “Hemos trasladado allí a los combatientes ilícitos”, dijo. En unos días, las primeras fotos de los presos en Guantánamo, que acompañan esta entrada, darían la vuelta al mundo: hombres maniatados, vestidos con monos de color naranja, arrodillados, encapuchados algunos, cubiertos con gafas oscuras otros, metidos en jaulas, al aire libre. 

Tal fue la indignación entre los aliados de EE UU, que Rumsfeld se vio obligado a volver a comparecer en el Pentágono dos semanas después, para declarar: “No he encontrado ni un ápice de información que sugiera que alguien ha sido tratado allí de un modo que no sea humano... Y que no quepa duda alguna: el tratamiento de los detenidos en la Bahía de Guantánamo es el adecuado. Es humano, es apropiado, y es plenamente compatible con las convenciones internacionales. Ningún detenido ha sido dañado. Ningún detenido ha sido maltratado de ninguna manera."

A tenor de los documentos publicados por EL PAÍS en abril, obtenidos por la página de revelación de secretos Wikileaks, o Rumsfeld no conocía el significado de la expresión “trato humano”, o no decía la verdad. A los presos se los intimidaba, se los agredía, se los sometía a situaciones psicológicas y físicas extremas, con el único objetivo de que se quebraran y confesaran. Que confesaran lo que fuera, pero que confesaran algo que permitiera mantenerlos allí. Tan grande sería el problema de Guantánamo, que, una década después, un presidente como Barack Obama, que prometió cerrar la cárcel, no sabe cómo hacerlo

(Seguiré actualizando este blog desde Guantánamo a lo largo de esta semana) 

Regreso emocional al campo de batalla

Por: | 11 de noviembre de 2011

Hoy Estados Unidos celebra el Día de los Veteranos, que instauró el presidente Woodrow Wilson en 1919, un año después de que se firmara el armisticio que acabó la Primera Guerra Mundial, para conmemorar a los veteranos de guerra que han luchado por su país, estén vivos o muertos. Los homenajes se sucederán, en cementerios militares, como el de Arlington, y en aquellos campos de batalla en los que las tropas ofrecieron sus mayores sacrificios, como las costas de Normandía, Pearl Harbor o Vietnam. 

Los soldados que viven con las secuelas de la guerra, sin embargo, necesitan más que un homenaje. A veces, de hecho, optan por enfrentarse de nuevo al lugar y el momento que cambiaron para siempre sus vidas. Ahora, algunos, emprenden ese viaje de dolor y catarsis.

Size0-army.mil-2007-09-14-145821El sargento Marco Robledo (Foto: US Army, Fred W. Baker III)

Es el caso, por ejemplo, del sargento del Ejército de Tierra Marco Robledo, de la Guardia Nacional de Arkansas, que regresó a casa con un brazo y una pierna amputados. En mayo de 2007 una bomba casera explotó y reventó el camión acorazado Humvee en el que Robledo viajaba, 32 kilómetros al norte de Bagdad. Pasó más de un año y medio en rehabilitación en el hospital militar Walter Reed, aquí en Washington. Y cuando recibió un brazo y una pierna ortopédicos, decidió emprender la parte más dura de su programa de recuperación: curarse las heridas emocionales y mentales.

Para eso, necesitaba revivir el ataque que le dejó tan graves secuelas. En 2009, el sargento Robledo regresó a Camp Liberty, a revivir aquel ataque, a conocer a los que tomaron el relevo y a lograr cierta paz interior al saber que su sacrificio, como muchos otros, ha ayudado a mejorar la seguridad en Irak. 

“Cuando vemos esto, nos damos cuenta de que nuestros sacrificios no fueron en vano”, dijo tras esa visita en una entrevista con oficiales del Ejército. “Es triste que hayamos perdido las extremidades, pero lo que hicimos, no fue un esfuerzo perdido, porque vemos mejoras, y menos violencia a diario”. Añadió: “El enemigo no me quitará esto. Y todos regresaremos a casa juntos. Poder regresar, y ver esto con tus propios ojos, es algo realmente bueno para nosotros”. 

Hasta la fecha, 68 veteranos han pasado por este programa creado en 2009 y bautizado como Operación Salida Adecuada. Se instauró a iniciativa de la Fundación Tropas Primero, creada por Rick Kell, un empresario que sirvió como voluntario en el hospital militar de Walter Reed. Allí vio cómo muchos de los soldados sufren, aparte de las secuelas físicas de los ataques, síndrome de estrés postraumático. El enfrentarse de nuevo a las situaciones en que fueron atacados, y confraternizar con los soldados que les tomaron el relevo, suele ayudarles a mejorar psicológicamente.

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El soldado Carlos Ortiz, a la izquierda, de regreso a Irak (Foto: US Army / Staff Sgt. Nathaniel Smith)

 

Hace un año, el soldado Carlos Ortiz, de Nueva Jersey, regresó también a Irak, donde vivió un grave accidente en noviembre de 2004. En una misión de respuesta a una emboscada, cerca de Kirkuk, el vehículo acorazado en el que viajaba volcó y cayó en una cuneta desde una altura de nueve metros. Uno de sus ocupantes murió. El resto, incluido Ortiz, resultaron heridos de consideración. Seis años después, se enfrentó de nuevo al mismo campo de batalla que le ha dejado marcado de por vida.

“Oí sobre este programa, y me pareció que era algo bueno, y decidí probarlo”, explicó. “Aunque hablara de aquella experiencia a menudo con mis amigos, siempre llegábamos a la conclusión de que sería algo muy bueno regresar a Irak durante una semana, en lugar de todo un año. Así que cuando me lo propusieron, dije que acudiría”. A los soldados que aun quedan en Irak (en diciembre se retirarán las tropas de EE UU totalmente) Ortiz les dio un mensaje muy personal: “No abandonéis. No os rindáis. Hacedlo lo mejor que podáis. Vuestro trabajo nos importa”. 

Size0-army.mil-60323-2009-12-31-061232El sargento Mike Schlitz, a la derecha, regreasa a Irak después de ser herido en 2007. En el ataque sufrió quemaduras en el 85% de su cuerpo. (Foto: Lee Craker, Multi-National Corps-Iraq Public Affairs Office)

 

“Le pasa a cualquier persona que haya pasado por una experiencia tan dura, o por algo así de trágico: hay días mejores y días peores”, explicó el veterano Joshua Joseph, de Indianapolis, oficial de infantería del Ejército de Tierra que quedó herido en 2005 en Mosul. Recibió una Medalla de Plata por arriesgar su vida para salvar a los demás soldados de su destacamento. Tuvo la oportunidad de regresar al campo de batalla, dentro de este programa, el pasado mes de junio. “Pensé que sería un buen modo de ver cómo están las cosas ahora en Irak. Te da la oportunidad de regresar y marcharte en tus propios términos. La última vez no lo puede hacer de ese modo”. 

Joseph, además, pudo encontrarse con su prometida, la sargento Felicya Adams, con la que sale desde hace cinco años, y que se encuentra destinada en Irak, donde sirve como oficial de comunicaciones en la base conjunta de Balad. 

Sacrilegio militar en la Fuerza Aérea

Por: | 09 de noviembre de 2011

Es uno de los lugares más lúgubres de las instalaciones militares norteamericanas. A la base de Dover llegan muchos de los féretros de los soldados caídos en el frente de guerra. Lo hacen en aviones de transporte de mercancías. Cuando el vientre de la aeronave se abre, grupos de siete soldados, con guantes blancos, descargan los ataúdes, cubiertos por una bandera norteamericana. El resto de las tropas presentes se cuadra. Un capellán rocía las cajas mortuorias con agua bendita. Las familias pueden estar presentes, sin abalanzarse para besar la caja, sin romper el protocolo.

La solemnidad en las formas, el sobrio homenaje a los héroes que han dado la vida en el frente, ha convivido, según se sabe ahora, con la mayor falta de respeto que se le puede dedicar a un soldado caído: cadáveres mutilados por los empleados de la morgue, partes de cuerpos perdidas en bolsas de plástico, engaño deliberado a las familias. El Pentágono admitió el martes que tres empleados de la Fuerza Aérea en Dover, delatados por otros tres trabajadores de la morgue, hicieron con los cuerpos lo que se les antojó, llegando a cortarle una extremidad a un marine para que cupiera dentro del ataúd.

Dover AFBEl cuerpo del marine Cpl. Lucas Pyeatt llega a Dover (Foto US Air Force / Roland Balik)

Una investigación interna de la Fuerza Aérea, que concluyó recientemente, ha revelado esas infracciones. Ahora, el Secretario de Defensa, Leon Panetta, ha ordenado una indagación más amplia en los protocolos de la base de Dover, que ha puesto en manos de un equipo independiente del ejército. "Una de las responsabilidades más sagradas de mi departamento es asegurarse de que los restos de nuestros héroes caídos son recuperados y devueltos a sus familias con el honor y la dignidad que merecen", dijo Panetta en un comunicado.

Los tres empleados que descubrieron el escándalo acusaron a sus superiores de “(1) preparación inadecuada de los restos de un marine fallecido, (2) transporte y manejo inapropiados de restos que se consideraban infecciosos, (3) transporte y cremación inadecuados de restos fetales de dependientes militares, y (4) falta a la hora de resolver los casos de partes no localizadas de cadáveres”, según un informe de la agencia federal que investiga los abusos por parte del gobierno. Hubo, al menos, 14 casos en que sus superiores cometieron faltas graves. 

   US Army

Lo restos de los soldados fallecidos en Fort Hood llegan a Dover en 2009 (Foto: US Army)

La Fuerza Aérea abrió una investigación, y amonestó a los tres responsables, pero no les despidió. El único militar en ese grupo, el coronel Robert H. Edmondson, comandante del Centro de Operaciones de la Morgue de la Fuerza Aérea, cambió de destino y se vio privado de cualquier ascenso inmediato. Su lugarteniente, el civil Trevor Dean, y el director da la morgue, Quinton Keel, cambiaron también de puesto de trabajo, pero siguieron empleados dentro de la base de Dover.

En el caso del cadáver del marine, el director Keel “determinó que los restos en el ataúd debían prepararse para ser expuestos, a pesar de la opinión de diversos empleados de la morgue de que no deberían exhibirse y deberían colocarse dentro de una funda que cubriera todo el cuerpo”, según el informe. “El Sr. Parsons determinó que aunque una funda de cuerpo completo sería necesaria, la cabeza y la cara del marine se hallaban en un buen estado, y deberían exhibirse para que los viera la familia”. 

“Cuando los embalsamadores no pudieron colocar el brazo izquierdo del marine para que le cupiera el uniforme, debido a las grandes heridas en ese área, el Sr. Keel les indicó que cortaran el hueso del brazo izquierdo y lo dejaran dentro de la pierna derecha del pantalón de uniforme”, explica el informe. En otros casos, la Fuerza Aérea admitió que sus empleados perdieron partes de cuerpos, como un pie, que habían dejado dentro de bolsas de plástico para su análisis forense.

ObamaObama, en agosto, recibiendo a los caídos en Afganistán, en Dover (Foto: Pete Souza, Casa Blanca)

La base de Dover es, junto al cementerio de Arlington, en Washington, uno de los lugares más solemnes para los soldados y sus familias. Por allí pasa ocasionalmente el presidente Barack Obama, para recibir los restos de las tropas a las que han enviado a morir al frente. Es un punto de peregrinaje para las apesadumbradas familias a las que les ha llegado la temida carta en la que se les notifica la muerte de un ser querido.

Hasta hace poco fue un lugar vetado a los medios. George W. Bush quiso evitar a toda costa que la nación viera los centenares de ataúdes que llegaban, como cargamento, en los aviones militares. Pensaba el anterior presidente que mermarían el apoyo popular a las dos guerras que comenzó, y que ya han matado a más de 6.300 soldados. Los periodistas no podíamos acceder a Dover hasta 2009, el año en que el Pentágono, a petición de Obama, levantó esa prohibición.

Obama promete más ayudas a los veteranos de guerra

Por: | 08 de noviembre de 2011

“La última cosa que deberían hacer los veteranos de guerra es pegarse por un trabajo cuando regresan a su país”. El presidente Barack Obama ha convertido en una prioridad rebajar el desempleo entre los hombres y mujeres que se reincorporan a la vida civil después de pasar por Irak o Afganistán. Ha presentado este lunes un paquete de incentivos fiscales para las empresas que les contraten. Y Google ha decidido implicarse, ofreciendo su tecnología para crear un buscador de ofertas de empleo para ellos.

ObamaObama con unos veteranos en la Casa Blanca (Foto AP / Charles Dharapak)

El desempleo en EE UU es del 9%. Esa cifra aumenta hasta el 12’1% entre los veteranos. En total, hay 850.000 sin trabajo. Otros se encuentran con que su preparación en la guerra no se traduce en un activo que las empresas consideren atractivo en un currículum. “Si una persona es capaz de salvar una vida en el campo de batalla, ¿no será capaz de salvarla también en una ambulancia?”, ha preguntado el presidente en un discurso pronunciado en la Casa Blanca este lunes.

Dentro de su propuesta de estímulo económico, el presidente la ha pedido al Senado que apruebe una de sus medidas más urgentes, por la cual, las empresas que contraten a veteranos del ejército se podrían beneficiar de deducciones fiscales de hasta 9.600 dólares (6.600 euros). El mes pasado, Obama anunció que había logrado el compromiso de 270 empresas para emplear a 250.000 veteranos en los próximos dos años. Google, por su parte, ha creado este portal desde el cual los empresarios pueden ofrecerles a los soldados retirados trabajo y ellos pueden encontrarlo de forma sencilla y rápida.

El del desempleo, y los problemas que conlleva en casos extremos, como la falta de hogar, son un problema común en EE UU. En este mismo blog entrevisté el mes pasado a un joven soldado que lleva más de un año a la búsqueda de un puesto de trabajo, sin suerte alguna. Políticos y empresarios repiten una y otra vez lo importante que es ayudarles a reinsertarse en la vida civil. Pocos hacen realmente algo.

Army.milUn soldado norteamericano, en una base en Italia. (Foto Ejército de Tierra)

[Mientras escribía estas líneas, en un tren de camino a Nueva York, mi compañero en la butaca del al lado me ha visto repasar las líneas del discurso de Obama y me ha comentado que él estaba presente en Washington cuando Obama las ha pronunciado. Ha sido una grata coincidencia, por partida doble. No sólo es alguien que está ayudado a la Casa Blanca a mejorar sus estrategias en las redes sociales para ayudar a más veteranos. Es, además, el fundador de Craigslist, una página de anuncios muy popular en EE UU. Se llama Craig Newmark, y durante su visita a la Casa Blanca ha respondido, a través de Twitter, a las preguntas de soldados y civiles sobre ayuda a los veteranos a través de la Red. Éste es su perfil en esa red social.]

El País

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