El Pentágono ha tratado de evitar, a toda costa, que las nuevas fotos de soldados norteamericanos posando junto a cadáveres de afganos llegaran a la prensa y dieran la vuelta al mundo, emponzoñando de nuevo las relaciones de Washington con Kabul.
Y a pesar de las advertencias de la cúpula militar contra el diario Los Angeles Times, éste ha optado por publicar dos. No sabemos si son las más cruentas o si son las más denigrantes. Esa es la justificación del periódico, enunciada por su director, Davan Maharaj.
Nuestro trabajo es publicar la información que nuestros lectores necesitan para tomar decisiones informadas. Tenemos el deber básico de informar con imparcialidad sobre todos los aspectos de la misión de EE UU en Afganistán. En este caso, nos pareció que el interés público se beneficiaba de la publicación de una muestra limitada de imágenes, aunque ésta es muy representativa
Fue un soldado anónimo quien dio las 18 imágenes al diario. En el pasado, han sido también soldados quienes han filtrado documentos gráficos o de vídeo que han dejado al desnudo los abusos de los soldados norteamericanos en el campo de batalla. Pero en esta ocasión hubo una diferencia: dio las fotos a un diario.
Éste las publicó ayer, y los demás diarios, por los problemas de los derechos de autor y la propiedad intelectual, las publicaron buscando vías indirectas, obtusas y enrevesadas.
Así lo daba esta mañana el New York Times:
Y así lo dimos ayer en El País, con una crónica del corresponsal jefe en EE UU Antonio Caño:
El caso es que considero que en este asunto no debería considerarse que haya propiedad intelectual sobre unas fotos privadas, sustraídas entre filas, que además son prueba de flagrante infracción de las leyes de la guerra. Que las tuviera el Times es una circunstancia puralmente casual. No son fruto de una labor de investigación sobre el terreno, sino documento que debería considerarse de interés general, para demostrar los estragos de una larga guerra, repleta de episodios penosos que sólo justifican lo que la Casa Blanca ya tiene en marcha: una retirada, cuanto más pronta, mejor. Y para eso, no debería haber leyes de propiedad intelectual, sino de trato digno.