La guerra de Afganistán se acerca a los 4.000 días y hasta la fecha han fallecido, según fuentes oficiales, 1.984 soldados norteamericanos en combate, casi un muerto de media por cada dos días. Lo que no han conseguido los talibanes lo está consiguiendo la desesperación causada por el combate. En este año de 2012, cada día, de media, ha muerto un soldado de su propia mano, según datos del Pentágono revelados por Associated Press. En 155 días, hasta el 4 de junio, hubo 154 suicidios.
Son un 50% más de las bajas experimentadas en el frente de guerra. Se producen en Afganistán, donde aun sigue viva la guerra y, sobre todo, cuando los soldados regresan a casa, y se enfrentan a una nueva vida en la que el Ejército ya no lo proporciona todo, y en la que el mercado laboral se les cierra, porque sufre aun los efectos de la reciente crisis económica. Junto con el suicidio, el abuso sexual, la agresión física y la drogodependencia asuelan a los castigados veteranos de guerra.
Los médicos y psiquiatras del Pentágono han intentado, durante décadas, dar con las razones para la elevada tasa de suicidios de soldados. Han encontrado motivos de sobra: ataques sufridos en el frente, trastorno por estrés postraumático, abuso de analgésicos y otros medicamentos y los problemas económicos que se encuentran al regresar a sus familias. Son mayoría, de hecho, los suicidios de soldados que han servido en el frente que los de aquellos que nunca han sido movilizados.
La cifra de 154 suicidios hasta el 4 de junio supone un incremento del 18% respecto a 2011 y del 25% respecto a 2010. El crecimiento es de por sí una mala noticia para el Departamento de Defensa, pero es todavía peor dado el hecho de que en 2008 y 2009 murieron en total también más soldados por suicidios que en el frente bélico de Afganistán. Hay, en total, en las fuerzas armadas norteamericanas, 1,4 millones de hombres y mujeres de uniforme.
Hay quien considera que las guerras son necesarias. Otros las consideran decisiones políticas. Los comandantes en jefe y presidentes las inician, las defienden, las critican o las dan por acabadas. En esos largos procesos, hay muchas víctimas civiles en los países invadidos, y mucho se habla, justamente, de ellas y su sufrimiento. Más en la sombra quedan los soldados que las libran -un millón de norteamericanos desde los ataques de 2001- y que acaban, a la larga, abandonados a su suerte. En total, la cifra de suicidios en las fuerzas armadas de EE UU es de 20 por cada 100.000, el doble que la de los suicidios de civiles.
(Iluatración: U.S. Air Force by Airman 1st Class Corey Hook)