David Alandete

Sobre el autor

es corresponsal del diario El País en Washington. En Estados Unidos ha cubierto asuntos como las elecciones presidenciales de 2008, el ascenso del movimiento del Tea Party o la guerra de Afganistán. Llegó a Washington en 2006, con una beca Fulbright para periodistas, a través de la cual se especializó en relaciones internacionales, conflictos armados y políticas antiterroristas.

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Mejor protección para las soldados

Por: | 20 de septiembre de 2012

Original

Mucho se ha avanzado en los últimos tiempos en el Ejército en materia de derechos civiles. Mucho, pero no tanto como para que las mujeres que prestan servicio en el frente lleven chalecos antibalas diseñados específicamente para su cuerpo. A fecha de hoy, las soldados en Afganistán lucen dispositivos de protección creados para la anatomía masculina. Alguien, por fin, en el Pentágono ha pensado que no es de recibo. Y un grupo de soldados mujeres, de la base del cuerpo de infantería de Fort Campbell, llegará pronto a Afganistán, ataviadas con chalecos diseñados sólo para ellas.

No es un asunto baladí. En Afganistán hay que llevar el chaleco en todas las instancias fuera de la base. Y el reciente incremento de ataques fratricidas, por parte de infiltrados en las tropas afganas y contra soldados extranjeros, ha creado recelos dentro de las mismas bases. Algunos soldados de EE UU optan por el chaleco aún en lugares hasta ahora considerados seguros. Esa suerte de armadura es pesada: los últimos modelos son de unos 15 kilogramos. Y todos los modelos de las fuerzas armadas de EE UU han estado diseñados, hasta ahora, para el cuerpo masculino: grandes, largos y sin oquedades en el pecho.

El martes, unos soldados mostraron los nuevos chalecos en un evento celebrado en Fort Campbell, en la frontera entre Tennessee y Kentucky. Son prototipos, aun en pruebas, pero un paso importante hacia una mayor comodidad de las soldados en el frente. Las mujeres soldado se quejan de lo dificultoso que es agacharse con los chalecos que se emplean ahora, y lo complicado que es colocar la culata de los rifles contra sus hombros, normalmente más pequeños que los de los varones. Con el modelo de siempre también les es más dificultoso entrar y salir de los vehículos acorazados.

La modificación principal ha sido la de acortar las placas del chaleco en el pecho y la espalda. También se reduce el material lateral, para permitir un fácil ajustamiento en cinturas y torsos más pequeños que los de los varones. En principio, el nuevo modelo lo emplearán 19 soldados mujeres en Afganistán. El Pentágono entonces hará un estudio sobre su uso, con sus virtudes y sus defectos, y mejorará el prototipo, para comenzar a distribuirlo posteriormente a gran escala.

Un 14% de los soldados de EE UU son mujeres. En 1948 se les permitió ingresar en filas, pero aun no se les permite entrar en operaciones de combate. Pero sus vidas también están en riesgo, y necesitan la misma protección que sus compañeros varones. De los más de 6,500 soldados fallecidos en Irak y Afganistán sólo 142 eran mujeres. En mayo, el Ejército abrió nuevos puestos de apoyo a operaciones de combate a las mujeres, pero aun no se les permite estar en la primera línea de fuego. Es algo para lo que el Pentágono  considera que las mujeres no están preparadas, al menos todavía.

FOTO: Megan Locke Simpson, Courier staff

El Ejército vuelve a Harvard

Por: | 11 de septiembre de 2012

Harvard-ROTC

Los ejercicios militares han vuelto, finalmente, a Harvard. Desaparecieron en 1969, cuando las protestas estudiantiles por la Guerra de Vietnam forzaron al rectorado a prohibirlos. Se mantuvieron fuera del campus debido a la prohibición a los gais de servir abiertamente en las fuerzas armadas. Y cuando esta se revocó, en 2011, Harvard decidió volver a abrirle la puerta a los militares.

Según el programa, denominado Reserve Officer Training Corps, las fuerzas armadas acuden a los campus de las universidades y entrenan a los estudiantes para que se conviertan en oficiales en el futuro. Estos reciben becas, y ayudas económicas, y a cambio se comprometen a pasar una época en el ejército, normalmente unos ocho años. Los ejercicios tienen lugar en el campus donde estudian.

En los años 60, ante la creciente impopularidad de Vietnam, los estudiantes obligaron a los rectores de muchas de las universidades de la prestigiosa Ivy League a expulsar a los militares. Entre ellas se hallaban Harvard, Yale, Brown y Columbia. En el caso de Harvard, le permitía a los estudiantes acudir a efectuar su entrenamiento al Massachusetts Institute of Technology, cuyo campus está cerca.

El Pentágono asegura que el programa de adiestramiento está presente en 1.000 universidades. A través de él ingresan en el Cuerpo de Infantería norteamericano el 70% de los nuevos oficiales. Posteriormente esos estudiantes ocupan puestos de responsabilidad dentro de las fuerzas armadas. Los graduados de Harvard, 17 han logrado la mayor condecoración militar de EE UU, la Medalla de Honor.

Sólo cuando el Pentágono permitió a los gais servir abiertamente entre sus rangos, la rectora de Harvard, Drew Faust, tomó las medidas necesarias para que el programa regresara al campus. No encontró oposición. “En Harvard tenemos una gran opinión del servicio militar como servicio público”, dijo en marzo Faust, en cnferencia de prensa. En esa universidad, el servicio de entrenamiento a soldados comenzó en 1916.

El lunes, al despuntar el alba, el programa de entrenamiento regresó al campus de Harvard, cuarenta años después. Son algo más de 20 alumnos, afiliados al Cuerpo de Infantería y a la Armada. Se les ve a diario, haga frío o calor, repitiendo flexiones, dominadas, abdominales y otros ejercicios. En sus horas extras amplían sus conocimientos del ejército. Se preparan para la guerra, como en cualquier academia militar. Pero estudian en una de las mejores universidades del mundo.

FOTO: El secretario de la Armada, Ray Mabus, junto a la rectora de Harvard, Drew Faust, al firmar el acuerdo que permitió que se vuelva a entrenar a futuros oficiales en el campus de Masachusetts. Kevin S. O’Brien

El País

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