Muchos de ellos se jugaron la vida por su patria. Votan normalmente a favor del aspirante republicano. Y ahora, por primera vez en ocho décadas, deben elegir entre dos candidaturas a la presidencia, la republicana y la demócrata, en las que no hay representado ni uno sólo de los suyos. Hay en Estados Unidos 22 millones de exmiembros de las fuerzas armadas. Y serán una fuerza política decisiva en dos Estados donde se decidirán las elecciones: Virginia y Florida.
Aquí en Virginia residen 822.000 veteranos de las fuerzas armadas. En Florida son 1,65 millones. Estas son unas elecciones anómalas para ellos. Desde que en 1932 se midieran en las urnas Franklin D. Roosevelt y Herbert Hoover, no ha habido una sola candidatura sin exmiembros del ejército. Es un gran contraste respecto a las pasadas elecciones presidenciales. John McCain, quien entonces era candidato republicano, es un héroe de guerra, un condecorado veterano de la Armada que llegó a pasar cinco años y medio como prisionero de guerra en Vietnam.
El servicio militar fue obligatorio en EE UU hasta 1973. A Mitt Romney le correspondía hacerlo por edad, pero se libró por motivos religiosos, para poder ir de misionero de la iglesia mormona a Francia. Al aspirante demócrata a la vicepresidencia, Joe Biden, también le hubiera tocado servir, pero se libró para poder estudiar, primero, y por padecer asma, después.
“Es una tendencia clara. Si uno mira al Congreso, pasa lo mismo. Estamos en el punto más bajo de legisladores que hayan servido previamente en el Ejército”, explica Art Mott, residente de Virginia de 65 años, que sirvió 10 años en el Cuerpo de Infantería. Como muchos otros veteranos, no apoyaba a Romney en las primarias, sino, en su caso, al expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich. Pero ahora cualquier opción es válida para sacar a Obama de la Casa Blanca.
“Barack Obama no sabe nada del ejército, no dispone de referencias militares, no sabe qué hacer con el ejército”, explica Mott. “A Romney al menos le avala el hecho de que sabe gestionar empresas, y eso será bueno para la economía”.
Las encuestas siguen dando a los republicanos como claros ganadores del voto de los veteranos. Aquí en Virginia −sede del Pentágono, de la universidad estatal castrense más antigua del país y de una veintena de instalaciones militares− Romney le saca 22 puntos de ventaja a Obama en ese grupo demográfico, según un reciente sondeo de Fox News.
A pesar de la captura y muerte del terrorista más buscado, Osama Bin Laden, estos veteranos están convencidos de que la actual Administración ha sido nefasta para el Ejército y para la seguridad de la nación en general. Aducen una prueba: durante el ataque al consulado de EE UU en Bengasi, el 11 de septiembre, el pelotón de marines que debería haber protegido al embajador Christopher Stevens y los otros tres diplomáticos muertos se hallaba en Rota.
“Obama miente. Cuando abre la boca sale generalmente una mentira. No le ofreció la suficiente seguridad a nuestros diplomáticos. Y los fines del presidente, al manipular esa información, van más allá del puro electoralismo. Lo cierto es que si el ataque a Bengasi se investigara como corresponde, varios miembros de esta Administración podrían ser procesados”, opina John Shroeder, de 78 años, quien sirvió en la Armada durante 22 años y que ahora luce en su solapa una insignia con la bandera del movimiento ultraconservador del Tea Party, una serpiente de cascabel enrollada sobre sí misma.
“¿Qué sabía el presidente y cuándo lo supo?”, dijo John McCain en un encuentro con veteranos, a favor de Romney, celebrado el viernes en un puesto de la Legión Americana aquí en Fairfax. Hacía suyas las cuestiones que el senador Howard Barker le preguntó a Richard Nixon durante las audiencias de caso Watergate. “Pero no se confundan, esto no es como el Watergate. En el Watergate no murieron cuatro patriotas norteamericanos”, añadió.
Hay una palabra que, al pronunciarla, provoca la indignación de estos veteranos: “secuestro”. Así se refieren los políticos a un pacto de 2011 en el Congreso por el cual, si demócratas y republicanos no llegan a un acuerdo de austeridad previamente, se impondrán recortes de 492.000 millones de dólares a lo largo de 10 años a partir de 2013.
Para ellos, el “secuestro” es una humillación al Ejército, una asfixia impuesta sobre las fuerzas armadas en una época de inseguridad creciente en el mundo islámico y de una rivalidad incipiente con China. Culpan de ese “secuestro” a Obama, aunque los republicanos accedieron a suscribir ese pacto en las negociaciones correspondientes.
“Con decisiones como esa, los cimientos de nuestra nación están bajo ataque. Y debemos protegerla del ‘régimen’ que ahora gobierna en América”, asegura Sergio E. Krstulovic, de 70 años, 22 de los cuales sirvió en el Cuerpo de Infantería. “Dicen que Obama es como Jimmy Carter, y que cómo él servirá sólo un mandato. Lo cierto es que yo recuerdo a Jimmy Carter, y no era tan malo como Obama”.
Foto: El veterano de la Armada John Schroeder en un mitin de John McCain en Fairfax el pasado viernes.
AFP / Mark Wilson