Juan Gómez

EuroCrash!

Por: | 26 de enero de 2012

El pasajero quiere ir al aeropuerto. Cuando la taxista le espeta: “¿Por qué no coge el cercanías, que le saldrá más barato?”, la platea del pequeño Prime Time Theatre en Berlín-Wedding prorrumpió en las carcajadas más sonoras de la velada.

Dicen que está feo citar las opiniones de un taxista en un reportaje, porque no hay nada más obvio. Quizá por eso reservó David Shirreff su escena costumbrista para EuroCrash!, un musical en el que Merkel, Sarkozy o Trichet cantan y bailan al ritmo de la gran crisis.

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Cumpliendo con el nulo sentido de la cortesía en los servicios públicos berlineses, la taxista que interpreta Noor Lawson desgrana acto seguido su weltanschauung -Sí, los trenes funcionan fatal y sí, la carretera está llena de baches, porque después del enorme gasto de la Reunificación, resulta que todo el sur de Europa se ha convertido en tierra de Ossis y el dinero alemán se destina a los vagos de Tesalónica; los alemanes tienen que pagar todas las facturas y todo, a fin de cuentas, por culpa de aquel maldito cabo austriaco…-

Shirreff no lo dice, pero yo sospecho que el libreto está pirateado. Lo compuso, me malicio, de conversaciones grabadas subrepticiamente por el autor. Vean si no el estremecedor realismo con el que plasma los sucesos de aquella noche de diciembre en la que Cameron rechazó firmar el pacto fiscal de Merkel y Sarkozy:

 

  • Soy Angela de Alemania/ El euro está bastante a salvo conmigo/ Pero no esperes que os avalemos/ Y paguemos la factura de cualquier bono basura/ En el Bundesbank. 
  • My name is Sarkozy, and all the Nations look to me, canta el presidente de Francia.  
  • Cameron admite que The economy´s gone down the plughole, o sea al garete.  Y es ahí donde le aflora el patriotismo: They want to destroy our City/ But we are not beaten yet. No nos han vencido. Es el This was their finest hour de los plutócratas ante el asalto de los que amenazan con cargarlos de las cadenas de la tasa Tobin.   


El dramaturgo Shirreff, que como hobby ejerce de corresponsal del semanario The Economist en Berlín, comprime el fárrago narrativo de esta crisis interminable en una pieza ligera de sólo una hora. Así que el público del estreno disfrutó enormemente, compuesto como estaba por periodistas y otras víctimas de la deuda como el embajador de Reino Unido McDonald.


La parábola empieza con Marco y Florina (Mark y Gilda, interpretados por Stephen Emery y Reggie Seeley), que son las monedas hermanas de Holanda y Alemania. Están perdidas en un bosque y caen en las garras de Madame Miterrand y Papa Kohl. Los encierran en la Casita de Chocolate junto a Juanito, Stavros (Bobby Rudman) y a Callum (Eddie Brown). Un español, un griego y un irlandés. Shirreff no conoce el miedo al lugar común:

 

El Bundesbank tiene su propio himno: No hay entidad que iguale/ al Bundesbank/ …/ aunque crea que sí, no es capaz de volar/ tiene un pésimo plan/ pero Gott sei Dank/ por el Bundesbank:

 

IWGt4wpsmNVwLuke Storey interpreta a un Papa Kohl (en el vídeo, con la tricolor alemana en la corbata) que no sólo es     Kohl: para asombro del público, encarna al mismo tiempo a buena parte de la élite burocrática democristiana: uno no sabe si está viendo a Papa Kohl, a Jens Weidmann, a Jürgen Stark, a Roland Koch o a Nikolaus Meyer-Landrut entonando las bondades del Bundesbank. Sobre las tablas se les parece a todos. 

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Tras muchas vicisitudes y trabajos vanos, el euro explota y quedan dos triunfadores: el Amor y el Euroescéptico-

Marco (alemán) y Florinda (neerlandesa) inician un amorío de tintes incestuosos cuando logran escapar de Miterrand y Kohl.
El euroescéptico, al que Eddie Brown confiere una gracia afín a la desenvoltura posh de los tipos como Cameron, canta: No me gusta darme importancia/ Ni recordar que ya os lo advertí.
Para que no nos inquietemos, el coro concluye:

No hay salida del euro

No importa quién se empobrezca

Como la langosta en la cazuela

Una vez dentro, no hay prisión más segura.


Epílogo:
El ministro Guindos dice que “a nadie se le pasa por la cabeza la ruptura del euro”. “Debe ser preservado”, ha insistido Rajoy en una rueda de prensa que acaba de dar junto a Merkel en la Cancillería. Tan bien se entienden Rajoy y Merkel que hasta ellos parecen olvidar quién ha propuesto qué para salir de la crisis. Están de acuerdo en todo y dice Rajoy que lo han estado siempre. Cuando el español señala que "no hay varitas mágicas" contra la crisis, uno se echa las manos a las orejas para comprobar que no le han puesto los cascos y está escuchando la vieja letanía de Merkel en boca de un traductor simultáneo. Luego recuerda que ella suele descartar las "soluciones milagrosas". Lo de "varita mágica" se le ha ocurrido a Rajoy. Me disculpará el lector, no sé si se llama Merjoy o Rajkel: es la primera vez que veo al personaje y desconozco si alguien lo ha bautizado ya. 

“No hay salida del euro..."

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Sobre el autor

es el corresponsal de EL PAÍS en Berlín desde 2008. Fue becario de José Comas, que lo reclutó en 2006. Vive en la ciudad desde 2002. Estudió en Friburgo.

Correo: [email protected]

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