A Meryl Streep le dan el Oso de Oro por su excelente carrera de actriz. A santo de la distinción, la Berlinale estrena estos días La Dama de Hierro antes de que llegue a los cines alemanes. El largo tiene mucho en común con el otro biopic de la temporada, J. Edgar de Clint Eastwood. Ambos cuentan con magníficos actores protagonistas, los artificialmente envejecidos Meryl Streep (Thatcher) y Leonardo Di Caprio (Edgar Hoover). En ambos filmes participan buenos secundarios, como Naomi Watts en J. Edgar o Harry Lloyd haciendo de joven Denis Thatcher (el tataranieto de Charles Dickens protagonizó la muerte más horrible en una serie de televisión de 2011). Ambos filmes superan con creces las dos horas de metraje, otra coincidencia: J. Edgar y La Dama de Hierro son películas de aliento largo. En el primer caso, hasta el bostezo.
Thatcher y Hoover son dos reaccionarios que influyeron decisivamente en sus respectivos países. Personas aborrecidas por millones de sus conciudadanos y queridas por otros tantos. Como dice la Thatcher de Streep, fueron gente de acción. Que participaron en la cosa pública, lejos del ámbito privado y de lo que hiceran en casa o en familia.
Maggie se casa. J. Edgar no se quita el batín.
Contraría, por tanto, que ambos filmes concedan una importancia crucial a sucesos hogareños. El afecto amistoso, homófilo u homosexual (no queda nada claro) de Hoover por su asistente, ¿determinó acaso que se convirtiera en un chantajista despreciable, posible cómplice de las mafias que tan mal combatía su FBI? En el caso de Thatcher, ¿es que su (supuesta) pena por alejarse de sus hijos para hacer política apuntaló su neoliberalismo de manual? En caso de que los guionistas vean la relación por alguna parte, no consiguen que se entienda. Lo que queda de estos buceos en la vida íntima son, sobre todo en el caso de J. Edgar, unos cuajarones lacrimosos que aportan bien poco a unas biografías tan interesantes.
El guión de La Dama de Hierro es tan rancio que a tramos parece compuesto de citas de Angela Merkel adoctrinando a Rajoy: "recorta hoy y te amarán mañana". Se salva por Meryl Streep, extraordinaria cuando hace de entrañable anciana demente y también como implacable Primera Ministra en guerra por Las Malvinas. Es portentosa la escena del Consejo de Ministros donde Thatcher abronca a su segundo Geoffrey Howe. Todo el que haya tenido un jefe se estremecerá con sus reprimendas arbitrarias y sufrirá verdaderamente al verla romper su lapicero y escarnecer al pobre Howe: “deme el suyo, vamos vamos, deme el suyo”.
Tremenda Streep
Hay 1 Comentarios
Me ha encatado esto: "El guión de La Dama de Hierro es tan rancio que a tramos parece compuesto de citas de Angela Merkel adoctrinando a Rajoy. "
Publicado por: Carmen | 15/02/2012 9:08:38