Hay en Berlín una célebre discoteca tecno que, según explican fuentes de toda solvencia, es muy apreciada por cierto público español que la abarrota de viernes a lunes. No menos célebre es su política de puerta: de Berghain te mandan a casa por lo que parece mero capricho. No es por la calidad de la ropa o de los zapatos ni por el color de la piel ni por ir en silla de ruedas, que no son raras. La aparente arbitrariedad de los porteros ha contribuido a su enorme fama. Aunque al San Pedro del lugar no le parece nada calamitoso que te dejen fuera de un club, hay quien se toma muy mal estos rechazos. Un amigo catalán que hizo paciente cola me contó cómo un grupito de jóvenes lloraba hace poco su despecho al alejarse de la entrada: “no nos dejan pasar porque somos españoles”, gritaban. Dice el catalán que la tasa de compatriotas andaría dentro por el 20%.