Big Time 13: Susan, Lean, Brando, y un dinosaurio en Cuenca

Por: | 16 de noviembre de 2012

Habla Perico Vidal:

Cartel de The Rat PatrolEn 1966 trabajé en una serie de televisión americana llamada The Rat Patrol. Producía la ABC, en coproducción con United Artists TV y la productora inglesa Mirisch. Se rodó en Cabo de Gata y Campo de Níjar. El director era el americano Tom Gries, que volvió dos años después para rodar allí 100 rifles, un western con Rachel Welch. The Rat Patrol era un tebeo, un "Hazañas bélicas" entretenido, con mucha acción, y presupuesto tirando a alto. Y más sutil de lo que prometía: ni los malos eran malísimos ni los buenos buenísimos, cosa curiosa porque contaba la historia de una patrulla de aliados, americanos e ingleses, luchando contra los nazis en el norte de África. Yo diría que trabajé en cuatro o cinco episodios. Kuki López Rodero hizo unos diez, y Gil Parrondo decoró una temporada entera. Manuel Berenguer llevó la cámara en unos cuantos. Era un trabajo sencillo, porque los episodios eran cortos, de media hora.
A los americanos les dio por ambientar algunas series de televisión en España por la misma razón que habían hecho películas: porque era barato y porque nuestros equipos trabajaban muy bien y a cien por hora. Casi por esa misma época, Teddy Villalba trabajó en aquella serie llamada Yo soy espía ("I Spy"), protagonizada por Robert Culp y Bill Cosby. La premisa era tontísima: dos espías que recorrían el mundo camuflados de tenistas. Alguien decidió que los lugares exóticos que visitaban podían localizarse en la Casa de Campo, y así fue durante aquella temporada. Teddy y los suyos se pusieron manos a la obra y resultó que acabaron antes del tiempo previsto. O sea, que los americanos se dieron cuenta de que sobraba pasta. Y entonces Teddy, que siempre le echó muchos redaños a todo, quiso sacarse una espina. Cuando Nick Ray tuvo que dejar el rodaje de 55 días en Pekín, Bronston decidió volar los decorados a medida que iba rodando en ellos Andrew Marton, su sustituto. A Teddy se le saltaban las lágrimas y pidió audiencia con Bronston para pedirle que esperase unas semanas y contratase a Welles, que andaba por Madrid. “Orson puede inventarse una historia que pase en China", le dijo a Bronston, "y rodar ahí una película por muy poco dinero”. La idea era estupenda, pero Bronston no tragó, porque quería ir levantando ya los decorados de La caída del Imperio Romano. El caso es que cuando los productores de Yo soy espía dijeron que sobraban días y dinero quiso repetir la jugada, pero haciéndolo él y su equipo. Y en una semana, para coronar la machada. Los americanos dijeron que sí, porque no perdían nada. Teddy llamó entonces a un amigo, Fernando Ariza, y en ese plazo o poco más escribieron y filmaron una serie B (tirando a Z) que se llamaba, tiene guasa, Espía NDO. No, qué iba a ser buena. Era un pestiño, pero lo bonito es que lo hicieron por chulería, para divertirse y demostrar que podían hacerlo. Así era Teddy y así éramos los que trabajábamos en el cine de entonces: adorábamos nuestro trabajo y estábamos como cabras.

Susan Diederich en Madrid


Volviendo a The Rat Patrol, lo realmente importante (y por eso te lo cuento) fue lo que pasó en el episodio número cuatro. Me acuerdo del número y me acuerdo de la fecha: octubre del 66. Me acuerdo tan requetebién porque en ese episodio había una actriz que hacía un papel pequeñísimo. Daba igual: fue verla y caerme de la silla. Interpretaba a una guerrillera árabe pero no era árabe. Morena, eso sí. Una morenaza de impacto. Diecisiete añitos. Resultó que era americana. Neoyorquina, de buenísima familia. Y tan loca como Teddy y como yo. Se llamaba Susan Diederich. La invité a cenar. No, no era actriz. Estaba de vacaciones en París, me contó, con una amiga. Una amiga que sí era actriz y que te sonará: Brooke Adams, que también era una belleza. Conocieron en París a alguien del equipo de The Rat Patrol y ese alguien, bendito sea, le ofreció a Susan hacer un papelito, y ella aceptó para divertirse y sacarse un poco de dinero.
Fue un flechazo absoluto, demoledor. Nos enamoramos salvajemente.
No creo exagerar si te digo que aquel fue el año más feliz de mi vida. Empezó a lo grande y acabó a lo grande. De otoño a otoño. De octubre del 66 a noviembre del 67.
Tampoco te extrañará que recuerde pocas cosas.
Hice una coproducción francesa, Le canard en fer blanc, aquí titulada “Mercenarios del aire”, con Roger Hanin y mi amiga Corinne Marchand. Otra de hazañas bélicas. Divertida, diría yo, incluso con un aire paródico, porque el guión era de un tipo muy brillante, Jean-Loup Dabadie. Novelista, letrista, autor de teatro… Dos o tres años después escribió las mejores películas de Claude Sautet. Me encantaban aquellas películas: Les choses de la vie; César et Rosalie; Vincent, François, Paul et les autres

Ahora estamos en noviembre del 67. Llego a mi casa. Abro el buzón.
Lo que te voy a enseñar lo ha visto muy poca gente. Durante mucho tiempo lo llevé siempre encima, como un talismán. Es una carta de David Lean. Disculpa que solo te enseñe la última página, porque en las anteriores habla de asuntos privados. Y porque lo realmente importante estaba ahí. Y en el sobre que adjuntaba. Cuando escribas sobre todo esto, transcríbela, si es posible, en inglés, para que así quede reflejado el estilo de Lean y su incomparable elegancia. Yo creo que se entenderá bien.

the good news is that Zhivago is going even better than they thought it would and has now come into profit - which means I come in on it.

Now Pedro. Will you please, please, please keep your mouth shut? Let me explain and don't suddenly come over all proud and Spanish. I am going to give some of my share to some of the people who helped me get this money. You are the first and I enclose a cheque with my grateful thanks, good wishes and all the great affection I have for you. I ask you both not to say a bloody word because I don't want those who don't get it to be offended and I don't want to make enemies or hurt people who are not in that little circle of ours. I'm not, for instance, going to give anything to the real big money earners and I naturally don't want them to feel I don't value their contribution. It isn't that - it's that I want those to have it to whom it will really be something special. If you need a letter (for tax purposes) saying this is a payment for no work but a gift - which it is - I'll be glad to do it. there should be no claim for income tax in Spain as I've found out there is none in England if it's a gift and not payment for work or promised in a contract.

Please don't go and bother yourself with a great big letter of thanks. They're miserable things to write and I want you to enjooooy this! No strings either. You do exactly what you like. Blow every penny of it tomorrow or keep it for a rainy day. Over to you with love to you both from us both.

Para los que no entiendan inglés: me enviaba un cheque para compartir los beneficios de Zhivago. No tenía por qué hacerlo, pero lo hacía. Por los servicios prestados. “Una pequeña ayuda para los días de lluvia”, venía a decir, “o para que te lo gastes mañana mismo, lo que prefieras. O las dos cosas. Y no hace falta que me des las gracias: ese tipo de cartas son pesadísimas de escribir y de leer: simplemente disfrútalo”.
Abrí el sobre adjunto. Leí la cantidad que estaba escrita en el cheque. Volví a leerla, en letras y en números, por si no lo había entendido bien.
Sí, lo había entendido bien.
Cincuenta mil dólares.
Cincuenta mil dólares del año 67, que eran como ochocientos mil de hoy en día. Me levanté y me bebí media botella de ginebra de un golpe, que ni la sentí de toda la adrenalina que me recorría el cuerpo.

Carta-Lean


Luego ingresé el dinero y me fui a Roma, al hotel donde estaba Lean, para darle las gracias en persona. Sabía que no le iba a gustar, porque era extremadamente pudoroso, pero quería hacerlo.
Se quedó de piedra al verme, y comprendió en el acto a lo que iba.
Oh, Pedro, please, forget…”
Estuvimos una semana juntos. Me contó que Robert Bolt le había pasado un nuevo guión. Se llamaba La hija de Ryan y, me dijo, era una adaptación muy libre de Madame Bovary, que Bolt había escrito para que lo protagonizara su mujer, Sarah Miles. Estaban trabajando en él con la idea de ambientarlo en Irlanda, en los días de la Gran Guerra y las revueltas independentistas. Me preguntó si podía contar conmigo.
“Desde luego”.
Nos despedimos. Cuando fui a pagar la cuenta del hotel me dijeron:
“Mister Lean ha pagado todo”.
Ya no hay gente así. O por lo menos yo no he vuelto a encontrarla.

Susan y yo nos liamos la manta a la cabeza y nos fuimos a Río para celebrarlo. Días incomensurablemente felices. Llegamos cuando arrasaba la bossa nova. La "nueva" bossa nova, la segunda ola. Nada más llegar fuimos a escuchar (y conocimos) a Gal Costa, que acababa de sacar su primer disco, Domingo. Por todas partes sonaba su versión de Coraçao vagabundo, que había escrito Caetano Veloso, otro gran descubrimiento, aunque nuestra canción favorita de aquella escapada fue un clásico: O barquinho, de Joao Gilberto.
A la vuelta volvió a llamarme Lean: había luz verde de la Metro. Cosa que ya me imaginaba, tras el exitazo y el dineral de Zhivago. El productor inglés iba a ser Anthony Havelock-Allen, amigo de juventud de Lean: había producido Cadenas rotas y Breve encuentro, nada menos.
Sí, se rodaría en Irlanda. Un riesgo, como luego se comprobó, porque el tiempo allí solía ser tradicionalmente lluvioso y de luz muy cambiante.
Hablamos del equipo. Yo iba a ser el único español.

Entre tanto me cayeron dos encargos que abordé, francamente, con muy pocas ganas, porque contaba los días que faltaban para el comienzo del rodaje de La hija de Ryan. El primero era un western de poca monta, The Desperados (aquí, “La marca de Caín”), con Jack Palance, dirigido por Henry Levin. Se rodó en Almería, en Jaén y en Colmenar Viejo. Almería, Colmenar Viejo y Esplugas, donde se levantaban los barceloneses estudios Balcázar, se habían convertido en los territorios por excelencia de las películas del oeste, que volvían a estar de moda. Sergio Leone hacía furor, y La marca de Caín no escapó a esa influencia. Henry Levin había hecho a finales de los cincuenta un western que no estaba nada mal, Un hombre solitario (“The Lonely Man”, 1957), con Jack Palance en el papel de tipo violento enfrentado a su hijo, que era Tony Perkins. La marca de Caín volvía a contar un poco la misma historia, pero Palance estaba sobreactuadísimo, y Levin, que poco antes había rodado aquellas tontísimas películas de aventuras con Dean Martin interpretando al agente Matt Helm, parecía haber perdido su toque.

Cartel de The Valley of Gwangi

El segundo encargo me daba una pereza increíble, porque ya había trabajado con Ray Harryhausen en La isla misteriosa, y aunque me parecía un profesional extraordinario, las películas con monstruos gigantes eran pesadísimas de rodar. The valley of Gwangi iba a ser, eso decían, la cumbre de las películas de monstruos, pero esta vez no serían cangrejos o pulpos, como en La isla misteriosa, sino dinosaurios.
Las películas de monstruos comenzaban a estar de capa caída, pero los dinosaurios parecían ser un buen reclamo para la taquilla, sobre todo si iban acompañados por Raquel Welch en bikini. Esa había sido, cuatro años antes, la fórmula de la Hammer en Hace un millón de años, un disparate que rodó Don Chaffey en Canarias, con trucajes de Harryhausen, y que tuvo un éxito sorprendente en todas partes. Bueno, no tan sorprendente, porque el bikini de la Welch era un bombazo equivalente al de Ursula Andress en 007 contra el doctor No. En España había colas de gente expectante, y me acuerdo que, para redondear la bobería, en los cines regalaban un folleto con un presunto “Diccionario cavernícola”, porque los prehistóricos de la película hablaban a base de gruñidos.
En la Hammer repitieron la fórmula un par de veces, hasta que no dio más de sí. Ray Harryhausen quiso aprovechar el filón, pero yendo a por el público infantil y adolescente, que tan buenos resultados le había dado a la Disney con aquellas historias de Julio Verne, así que recurrió de nuevo al productor Charles Schneer, con el que había hecho Jasón y los argonautas (y haría muchas más), y consiguieron la distribución de Warner/Seven Arts.
El guión de The valley of Gwangi también era una locura , pero tenía su gracia. James Franciscus era un cowboy que atrapaba animales para un circo de principios de siglo y quería pillar a un dinosaurio llamado Gwangi y llevarlo a México. Lógicamente, al animalito no le hacía ninguna gracia convertirse en atracción de feria, y en una escena en que le exhibían en una plaza de toros mejicana, escapaba de la jaula y se cargaba media Cuenca, porque allí se rodó toda esa parte. La dueña del circo era Gila Golan, una modelo israelí guapísima que no hizo demasiadas películas. El valle perdido donde vivía el bueno de Gwangi (y otros bichos de la época) se localizó en el desierto de Tabernas, en Almería, y en la Ciudad Encantada de Cuenca.
Fue un rodaje largo porque los trucajes eran más complicados que de costumbre. El director era Jim O’Connolly, que venía de rodar episodios de El Santo y mil veces debió maldecir haber abandonado la tranquilidad de los platós ingleses. Gil Parrondo se ocupó de la dirección artística y como assistant manager estaba Miguel Gil, que luego hizo muchas películas americanas en España. Yo entré como assistant director. El pintor Antonio Saura, detalle curioso, se ocupó de los títulos de crédito.
The valley of Gwangi no llegó a estrenarse en España, que yo recuerde. Buena, lo que se dice buena, no era, pero en aquella época se estrenaban películas infinitamente peores.

Gwangi arrasando Cuenca

Entre Caín y Gwangi, David Lean me envió a Los Ángeles con una misión complicada: convencer a Marlon Brando para que interpretase el papel de Randolph Doryan, el oficial inglés de La hija de Ryan. Susan vino conmigo, porque no nos dejábamos ni a sol ni a sombra, y porque quería conocer a Brando. 
Yo sabía que en su casa estaban pasando unos días mis viejos amigos, los Marquand, con los que él acababa de rodar en París La noche del siguiente día, de Hubert Cornfield, así que el momento era ideal. Nos recibió vestido con un kimono y con el pelo recogido en una cola de caballo. Por la sala correteaba un mapache que tenía acojonado a un enorme San Bernardo. Brando hablaba muy lento, con muchos puntos suspensivos, rascándose la cabeza. Parecía una parodia de un actor del Método.
Le vimos varias veces, porque cada día estaba a punto de decirme que sí, que haría la película, y en el último momento sonreía enigmáticamente y decía “Mañana acabamos de hablar ”, y al día siguiente siempre aparecía un problema nuevo. El primer día el problema parecía ser Queimada, la película de Pontecorvo, que estaba rodando o a punto de rodar, no recuerdo, y que le llevaba a mal traer. Otro día era el perfil del personaje de Randolph Doryan: ¿y si fuera así en vez de asá? ¿Moreno en vez de rubio, manco en vez de cojo? Horas y horas hablando sobre Doryan. El tercer o cuarto día, ya no recuerdo, fueron sus ex mujeres, que, según él, le estaban volviendo loco. Y sus hijos, que le necesitaban, que no estaba bastante con ellos, y que tanto tiempo en Irlanda… En eso último llevaba razón, pero yo pensé que el problema era otro. Tiempo después, en Irlanda, con unas copas, se lo dije a Lean: “Brando no ha hecho la película porque me enviaste a mí. Yo creo que él quería que se lo pidieras personalmente, que le convencieras. Si hubieras ido tú hubiera sido distinto”.

Boda en el Caesar's Palace

En enero de 1969 nos casamos en el Caesar’s Palace. Nuestros padrinos fueron Roger Vadim y Jane Fonda.
En marzo Susan me dijo que estaba embarazada: enorme, gigantesca alegría. Y nos fuimos juntos a Irlanda porque comenzaba el rodaje de La hija de Ryan. No queríamos estar separados ni una noche.

(Continuará)


 

Hay 11 Comentarios

Apoyo la sugerencia de Alfredo, puedes ampliar con otros contenidos que no han aparecido en las entradas de la serie Big Time para hacer ese libro que por lo que veo ya te estabas animando a escribir.

¡Gracias, Pedro, Álvaro, Alfredo, Javier! Gracias a todos. BIG TIME está teniendo una emocionante acogida. Siempre se escapan, por imperativos de las entregas, errores o lapsus de cronología, que iré retocando y corrigiendo cuando tenga tiempo.
La memoria de Perico era excepcional, como puede verse, pero la edad provocaba, lógicamente, que algunos pasajes (la mayoría) fueran evocados de modo pasmosamente fotográfico y otros quedaran más oscuros o borrosos. Por otro lado, la torrencialidad del personaje brotaba por igual frente al micro que en el transcurso de comidas o paseos en los que apenas podía yo garabatear notas dispersas para no cortar el flujo de sus recuerdos. Y no hubo tiempo, por desgracia, de ampliar esas zonas borrosas volviendo sobre ellas: murió antes de la deseada "segunda vuelta".
Sin embargo, y aunque echo a faltar esa "ampliación de memoria" tanto como le echo a faltar a él... ¡menudo botín nos dejó! Yo he sido el primer sorprendido al transcribir y montar todo el material, que no tenía vocación de libro. Ahora sí, ahora pienso - y aún faltan uno o dos capítulos y toda la parte de Alana - que puede y debe hacerse. Gracias, de nuevo, por el seguimiento y por las sugerencias y comentarios.

Gracias Marcos! He descubierto 'Big Time' este finde y he paladeado las trece entregas una tras otra. Ahora ya estoy enganchado a tu modianesco blog como no podía ser menos pues soy asiduo a EHQFJ y PT desde siempre. Yo había oido hablar de Perico Vidal a algún farandulero hace años pero no imaginaba el filón que contenía, y tú has descubierto y explotado esa veta a cielo abierto con maestría. Bravo. Espero ansioso la continuación, las impresiones de su hija y hasta la lista de la compra de este personaje tan singular Lástima que no se decidiera a escribir y publicar sus memorias en vida aunque en buena lógica su spleen se lo impediría. Sin embargo yo también te animo a publicar tus grabaciones en un libro que sería amenísimo, ilustrado por estas mismas fotos que acompañas y algunas más que sin duda habrá. Por cierto, seguro que a tus entrañas cinéfilas no se le escapan algunos patinazos de la prístina memoria de Perico, fácilmente solventables (se me ocurre ahora por ejemplo que Betty Hutton no es Barbara Hutton y que Amparo Soler Leal actuaba con su marido Marsillach y no se había casado aún con A. Matas) y que en modo alguno empañan el apasionante relato que nos estás brindando. Sólo puedo añadir una vez más: gracias. De corazón.

Hola Marcos. Hace unos dias descubrí esta serie, y me está encantando. Decirte que tengo tu libro sobre Ava Gardner y es una delicia, y ahora me encuentro con estas maravillosas historias de Perico Vidal. ¿Para cuándo un libro sobre Perico?

Gracias Marcos, una delicia como siempre. La pena es que no sea más extenso, por donde se movían en Rio, que músicos de jazz conocieron ..... Me gusta el cine, el jazz, salir por la noche,la vida ..... Me gusta Perico vidal

Para cuando una película sobre su "fabulosa vida". No tiene desperdicio desde el principio hasta el final. Dejó huella, incluso entre los que apenas compartimos con él. Sus sugerencias perduran y perdudurarán con el paso del tiempo. Gracias Marcos, gracias Perico.

Sí se "estrenó", porque recuerdo que mis amigos, que habían "intervenido" en la película, estaban decepcionados porque "casi ni salieron. Pero el Vindel si salió recibiendo una gran piedra de cartón idem en la cabeza.
Y digo que se "estrenó" porque debió durar en cartel el estreno y algún día más. Y además porque me encanta poner oalabras entre comillas sin tener que hacer ese gesto tan ridículo col "los deditos", jeje.
Por cierto, gracias por la foto de la Plaza Mayor de Cuenca "asolada" por el dinosaurio.

|★★★★La OBESIDAD empieza a BAJAR en USA★★★★ Nuevas Dietas basadas en la LIMPIEZA DEL HIGADO permiten ese resultado. Este VIDEO te explica como funciona: http://su.pr/1xuU15

David Lean, un auténtico "class act", como dicen en inglés. La pena va a ser el siguiente capítulo, porque me imagino que será sobre el fracaso de "La hija de Ryan" y los palos que le dieron a este hombre.

¡Gracias, José Luis!

"o guardalo para los dias de lluvia" : ¡ que frase viniendo de un amigo! . Fantastico y nostalgico post .

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Bulevares Periféricos

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Teatro, Literatura, Cine, Música, Series: arte en general. Lo que alimenta, lo que vuelve. Crónicas, investigaciones, deslumbramientos. Y entrevistas (más conversaciones que entrevistas). Y chispazos, memoria, dietario, frases escuchadas al azar (o no). Y lo que vaya saliendo.

Sobre el autor

Marcos Ordóñez

Marcos Ordóñez. Escritor, periodista, profesor. Cada sábado escribe en Babelia la sección PURO TEATRO y, cada jueves, en Cultura, EL HOMBRE QUE FUE JUEVES. Intento escribir sobre lo que me da vida. Ultimos libros publicados: Turismo interior (Lumen, 2010), Telón de fondo (El Aleph, 2011), Un jardín abandonado por los pájaros (El Aleph,2013).

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