Diría que conocí a Flavià en la primavera del 87. Acababa de montar un bar musical en la calle Borrell esquina Provenza, a la izquierda del Eixample, al que bautizó con el glorioso nombre de Baticano y que tuvo una vida tan corta como intensa. “Abrimos un miércoles de ceniza, con un fiestazo en el que tocó la Platería, y tuvimos que echar el cierre en verano: o sea, ni cuatro meses. La verdad es que iba como un trueno, porque era la parada obligada de los que subían desde el barrio de Ribera camino de Bikini, que entonces era el club de moda. Gato también actuó muchas veces y compuso el himno del local, que empezaba diciendo “Woytila es el papa de Roma/ y Flavià es el Papa de broma”. Ragna (el gran D.J. Ragnampiza) pinchaba en una cabina montada sobre un púlpito. Llenábamos todas las noches hasta que comenzaron las quejas. Los vecinos eran muy de orden y un local llamado Baticano les hizo poquísima gracia, unido a un problema de sonorización que resultó muy caro de resolver… y que nunca se resolvió”.
En los días olímpicos, Flavià recibe la propuesta de “levantar” el antiguo Don Chufo, en la plaza Joan Llongueres, junto a Calvo Sotelo (hoy Francesc Macià), feudo por excelencia de los adolescentes de la década anterior. Rebautizan el local como Nitsa, homenaje a la esposa de Miquel Horta, la chipriota Deonitsa Antoniou, y Flavià (ahora con la testa rapada a lo coronel Kurtz) deja su trabajo con la Platería “porque el mundo de la noche es agotador cuando lo vives desde el otro lado de la barra, por así decirlo. La verdad es que fueron los de la Platería quienes, muy amablemente, me dieron puerta, porque yo no podía ocuparme al mismo tiempo de una banda y de un local nocturno. Aposté por el Nitsa y perdí. El lugar estaba muy tocado económicamente y no conseguimos remontarlo. Aguanté cuatro años y en el 96 salté del barco. Por suerte para mí, porque si no todavía estaría allí. Entre mi divorcio y la ruina de aquellos bares me quedé sin blanca y gracias a eso volví a cambiar de vida. Para empezar, decidí acabar la carrera de Derecho y comencé a ir a clase por las tardes. Pensaba que como abogado podría ganar algún dinero, pero se me cruzó Rubianes. Me explico: éramos amigos y yo era su manager desde hacía bastante tiempo, pero fue él quien me animó a subirme a un escenario. Llevaba tiempo escribiendo cosas pero no me atrevía. Me lancé con la biografía de Pepe (¡Rubianes, payaso!) y en la presentación del libro Sergi Pàmies me redobló los ánimos: “¿Por qué no cuentas en un teatro todo lo que llevas años contando en los bares?”. Hasta que un día, en 1997, me ofrecieron actuar varios lunes en la Bodega Bohemia. Sisa me dijo que era una señal del destino, porque allí había presentado treinta años antes su primer single, L’home dibuixat, apadrinado por el Gran Gilbert. Pensé también que a fin de cuentas el sacerdocio tenía mucho de actuación, de modo que preparé un show que bauticé como Epístolas y me lancé al ruedo. Muerto de miedo, pero me lancé. Y así, cumplidos los cincuenta, me encontré convertido en lo que nunca pensé que sería: monologuista”.
Volvamos atrás. Habíamos dejado a Sisa en el momento del gran encuentro con el Páter, en los días de La Catedral. ¿Qué viene luego ? Viene su sueño (cumplido) de acercarse al pop y de encontrar un conjunto, a la antigua usanza. Dos en uno, compone las canciones - puro pop galáctico - de La magia de l'estudiant y se topa con Melodrama, la mejor banda de rock-pop de Barcelona, integrada por los hermanos Olivé (Toni y Dionís), Joan Navarro y Carles Collazos. Creo que por esa época ya habían sacado Sabor a tutifrutti, su primer y exitoso sencillo. Y en 1979 tocan con él, en la gira de presentación de La magia.
Al año siguiente aparece Sisa & Melodrama, que supo a poco: tenía que haber sido, imperativamente, un doble en directo. En 1981, Sisa vuelve al teatro con los Dagoll-Dagom a lomos de La nit de sant Joan. Floja acogida y varapalo crítico cuando se presentan en el Romea. Giran por toda España y de regreso a Barcelona, el espectáculo se convierte en un superéxito: cosas que pasan en el mundo de la farándula. En 1982 aparece Barcelona postal, una deliciosa rareza: canciones ajenas, de Chevalier a Sondheim, dedicadas a su ciudad natal. Discreta acogida, grata memoria.
¿Cuándo nos conocimos? Me parece que en 1983, el año de Roda la música, su pre-despedida. Escaseaban las actuaciones. A Gato le pasó tres cuartas de lo mismo. Estás en lo más alto y de repente…
Gato dijo: “Madrid. El futuro está en Madrid”. Se lo repiten mutuamente varias veces. Gato se queda en Sant Julià de Vilatorta, haciendo paellas para los domingueros, y actuando y grabando cuando puede.
Sisa planea seriamente instalarse en la capital del Reino . En 1984 lo tiene claro: va a cantar en castellano. El disco de réquiem es doble: Transcantautor/Última noticia. “Estaba cansado”, cuenta. “Tenía la sensación de que me estaba repitiendo. Y buscaba vender más, como todo hijo de vecino”.
Siempre que pienso en ese disco y en esa despedida me vuelve su mejor canción de aquellos años: Per camins de sorra il.luminats, un enorme bolero, hijo de El comptador d’estrelles. Lo grabó con Los Guacamayos, y le veo marchándose a ese ritmo, como si se fuera en barco por un desierto. Para marcharse a lo grande publicó una antología de poemas y canciones, Lletres galàctiques y organizó (o le organizaron) la exposición Memòria representada en el Palau Macaia.
En 1985 está afincado en Madrid, junto a la plaza Mayor. Resucitó como Ricardo Solfa, se autoproclamó hijo de Machín, de Valderrama, de Bola de Nieve, de Marino Marini, de Gloria Lasso y Augusto Algueró, y versioneó y compuso canciones muy hermosas. En Madrid a Sisa/Solfa le quisieron y le arroparon mucho, pero tanto Carta a la novia (1987) como Cuando tú seas mayor (1989) duraron en las tiendas “lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks”, como diría su amigo Sabina. Lógico: era un género de muy difícil colocación. En los primeros 90 se gana bien la vida presentando España en solfa, una serie sobre la música popular española que emite la 2, aunque tarda tres años en poner en circulación su nuevo disco, Ropa fina en las ruinas (1992).
Le pierdo un poco la pista en esa época, y me temo que no soy el único.
En noviembre del 93 sufre un infarto mientras actúa en el Café del Foro. Comprensible pánico: Gato había muerto "de eso" en octubre del 90. Parón forzoso durante un año.
Reaparece en Valladolid (y de nuevo en el Foro) en la primavera del 94.
Ricardo Solfa va cediendo paso a Ventura Mestres y Armando Llamado, que ya habían asomado la cabeza y acabarán juntándose bajo el paraguas de El Viajante. Ese será, justamente, el título del disco-libro (antetítulo: Sisa Mestres llamado Solfa) que aparecerá en una edición de lujo de la revista El Europeo en 1996. Musicalmente no es la monda pero anticipa nuevos caminos y demuestra que Sisa (sí, de nuevo) cada vez escribe mejor, con más hondura y con más gracia. Ahí presenta detalladamente a sus heterónimos: Ventura Mestres es una “mezcla de exégeta y comentarista poético de Sisa: hombre de clara vocación liberal, nacido en Riudoms (Tarragona) en 1922, se dedica al negocio de la bodega. Vive entre viñedos y ama el vino, las canciones del cantautor galáctico, su familia, el agreste paisaje tarraconense y el General Prim”. Armando Llamado es “hombre solitario, nacido en Madrid en 1938, exiliado en México, Venezuela y Francia. En 1981 se instala en un pueblecito de Segovia, donde trabaja como corrector y traductor. Compone y escribe íntegramente Ropa fina en las ruinas. Bajo el seudónimo de Arcadio Reynes publica dos libros de poemas: Exaltación, en verso libre, y Trafalgar, alternando el verso libre con la prosa experimental”.
Entre los muchos textos breves de El Viajante destacan los estatutos de dos entidades “sin afán de lucro” promovidas por Sisa: la Asociación de Aburridos Anónimos y el Club del Forastero. La primera buscaba “la superación intrascendente del tiempo, entendido como fenómeno condicionante de la percepción de lo real”, por medio de una serie de ejercicios tras los cuales “el mero transcurrir de las horas y los días será motivo suficiente de atención y no existirá la urgencia de llenar ese fluir con proyectos, obras, o movimientos que conduzcan a algo”. En cuanto al Club del Forastero, “estadio superior del aprendizaje”, pretendía “aportar a la existencia una mayor y más completa adaptación a los múltiples y variados lugares del universo mundo”. De tal modo, “es forastero aburrido todo aquel que no necesita estar en tal o cual sitio haciendo esto o aquello para sentirse a gusto dentro de su piel: sabe que ni raices, ni tradiciones, ni el peso de la costumbre o la inercia de la comodidad aparente conseguirán sujetarle a otro lugar y acción que no sea la mismísima vida en libertad”.
Momento ideal, debió decirse Sisa, para volver a Cataluña (cosa que hizo a principios de 1997) donde nada más llegar formó pareja artística con Pau Riba para girar ampliamente el espectáculo Actors gramàtics, en el que recitaban poemas acompañándose de una panoplia de instrumentos de juguete.
Por esas fechas escribí: “Carles Flavià, excura, exmánager, superviviente de mil descalabros anímicos, sentimentales y generacionales, como cualquier tipo que haya llegado a los cincuenta con tantas noches como días a la espalda, ha presentado en el teatre Malic el espectáculo Prensamiento. Da gusto oirle monologar. Es la voz de alguien que, en cierta forma, ha llegado a un acuerdo con la vida y habla para pasar el rato, para entretenerse construyendo una idea, una observación; para transmitir una indignación y, al mismo tiempo, hacer reir a su interlocutor, exagerando los matices, hiperbolizando, jugando a desbarrar. Da gusto escucharle porque se ríe de la luna y de sí mismo, no se toma en serio nada y se toma salvajemente en serio todo. Flaviá, con su glorioso catalán cherokee, tan barriobajero y descreído como el slang de un taxista de Brooklyn o un humorista judío de los Catskills, con su eterno aspecto de “promotor de boxeo falto de sueño”, como le describió una vez Guillem Martínez, parece encarnar también al hombre perpetuamente cabreado, contra todo y contra todos. Pero solo lo parece: ahí está la gracia”. Entre Prensamiento (1998) y El estado del malestar (1999), Flaviá encontró un púlpito nocturno en la parrilla de BTV (Barcelona Televisión), para conducir un programa de comentarios a medianoche que parecía la versión canalla de El alma se serena o Habla contigo Jesús Urteaga: se llamó Qualsevol nit pots sortir sol (Cualquier noche puedes salir solo) y fue un banco de pruebas ideal para sus monólogos. Durante cinco o diez minutos diarios se dirigía a la audiencia, reflexionaba, imprecaba, desbarraba, ataba moscas por el rabo o las echaba a volar y, de paso, graduaba efectos, descartaba el material que no funcionaba y aprovechaba las mejores ocurrencias. Siguieron los espectáculos “de sala” (El evangelio según Flavià, Diez-Doce-Cuarenta y cuatro), y no hubo plataforma o formato que no aprovechara. En 2002 fue cómico de revista junto a Norma Duval (Imagine, en el Apolo); saltó a Madrid para participar en El club de la comedia y tomar parte en el espectáculo Cinco hombres punto com, en el Alcázar. Colaboró con Gemma Nierga (La ventana, en la SER), con Xavier Sardá (Crónicas Marcianas), con Manuel Fuentes (Corriente alterna), y volvió a BTV, ahora para hacerse cargo de un programa diario de entrevistas, bajo el bonito título de Jo qué sé, donde todavía continúa (y que dure).
En el 2000, Sisa se operó de ambos ojos, abandonó para siempre las gafas culovásicas y reapareció cantando en catalán con el disco Visca la llibertat, en el que colaboraba el gran Pascal Comelade, un hermano de sangre que parecía haberle estado esperando . Su re-presentación en sociedad tuvo lugar, el año siguiente y a lo grande, en el Palau de la Música, el mismo Palau que treinta años antes se había negado a abrirle las puertas (a él y a Pau Riba): sus directivos recibieron entonces, como dual respuesta, una elocuente butifarra anudada con la bandera catalana.
Desde entonces tampoco ha parado: En 2002 llegó Bola voladora, revisión de las diversas épocas de su repertorio, de nuevo con Comelade y con una nueva banda, el cuarteto La Verbena Galáctica, a las órdenes de Rafael Moll como productor. En 2005 recuperó las cintas de sus primeras actuaciones en Zeleste y seleccionó lo mejor de tres sesiones: el CD Sisa al Zeleste, 1975, una verdadera joya, se vendió por seis euros con el número 112 de la revista Enderrock. Ese mismo año apareció El congrés dels solitaris, producido, curiosamente, por Santi García, voz y guitarra del grupo hardcore No More Lies. En 2006, armó con Luis Mendo un homenaje a las inolvidables Santonja & Van Aerssen, Sisa y Suburbano cantan a Vainica Doble, y en 2008 cocinó con Joan Miquel Oliver, líder del muy galáctico combo mallorquín Antònia Font, su más reciente entrega, Ni cap ni peus.
Gran contradictorio, Sisa puede ser iracundo y obsesivo, quejarse con vehemencia de los infinitos males de la sociedad moderna (con Internet a la cabeza), y al momento siguiente dejar asomar al poeta zen que lleva dentro, capaz de sentarse durante horas delante de la lavadora para proclamar luego: “La vida es esto: todo gira para no ir a ninguna parte”. También gusta de contemplar el amanecer desde la ventana de su casa para “vaciarme la cabeza, quedarme en blanco y meditar sin gastar dinero en cursillos”, tras lo cual, naturalmente, vuelve a la cama. O baja al super, donde hay, asegura, “ofertas extraordinarias, y además te suben la compra”.
Carles Flavià considera que dos cosas le cambiaron la vida, y ambas se las debe a su amigo y excolega Manel Pousa, el “pare Manel”, párroco de los barrios de Verdum y Roquetes: “Me regaló un Vespino y me descubrió el Club Natación Barcelona. Tardé en darme cuenta de que los dos regalos estaban relacionados. Hasta entonces perdía mucho tiempo porque me encontraba a mil conocidos por la calle: con el Vespino lo gané, porque les saludaba desde lejos. Y ese tiempo ganado pude perderlo de nuevo, con entera tranquilidad, tirado al sol en el Club Natación, uno de los pocos sitios donde puedes estar bien sin gastar un céntimo y donde pillas frases extraordinarias escuchando a los más viejos del lugar, de los que estoy a punto de formar parte”.
Flaviá lleva veinticinco años (“con alguna excedencia”) junto a Lucila Aguilera, la esplendorosa dueña del histórico bar Raval. Sisa vive solo y es atendido por una solícita corte de exnovias. Flavià y él se han pedido la mano mutuamente. Parece que Lucila no lo ve claro, aunque hay momentos en que lo ve clarísimo. De momento representan Tan bé que anàvem en La Seca/Espai Brossa. Mañana ya se verá.
Hay 5 Comentarios
Sr Ordoñez, no se en quien se han convertido el entranyable Sisa y el imparable Faviá , al pasar los años....pero acabo de escucharle a usted en programa de radio el "Cafe de la República" y mirando las fotos de la web...voy a confesarle una absoluta convicción : con los años , cada dia John Malkovich se parece mas a usted!!!!. Leeremos los pájaros....que remedio, un destino gustoso!!
Publicado por: Atalanta | 27/03/2013 21:51:19
Va a ser ese, sí. Un abrazo, Sir Carneham.
Publicado por: Marcos Ordóñez | 27/03/2013 18:47:23
El intérprete polifacético Ricardo Solfa, “persona silenciosa y formal”, que apareció un buen día en Madrid, bajo el auspicio del compositor Armando Llamado, “misterioso personaje que permanece invisible mayormente a la luz del día”, ¿es, por ventura, el mismo nen, fill del mestre, que recibió la primera hostia en la catedral en su primera comunió, tiempo antes de que, ya estudiant, se ennoviara amb una noia estrangera de Hawai, después de arrastrarse por un cabaret galàctic en compañía de coristes i numismàtics i una maniquí arrebatada a un comptador d’estrelles, mientras degustaba en la font del gat taronges i arròs traídos de la tienda del senyor botiguer? ¿O el pregoner de la Barcelona postal que, amb l’ajut de Déu i el Diable i el pas dels anys, obren la porta a tres cavalls de la muntanya a ritmo de mambo?
Si no lo hemos soñado, hete aquí al mayor urdidor de historias, junto a las Vainica Doble, de la historia del pop en España. Larga vida a Don Jaume y sus heterónimos. Y, por supuesto, a sus compañeros: Don Carles, Don Xavier y Don Jordi. Bienvenida su recuperación en esta serie.
Publicado por: carneham | 27/03/2013 18:19:55
Gracias, Antonio! CORRE A POR ESOS DISCOS! abrazo
Publicado por: Marcos Ordóñez | 26/03/2013 11:37:45
me ha encantado esta serie de artículos. yo me creía muy fan de sisa porque compré la caja de 'sisa & melodrama', con tres cds, pero veo que me he perdido 'la catedral' y 'la magia de l'estudiant', por ejemplo.
felicidades de nuevo por esta serie.
saludos.
Publicado por: antonio molina | 26/03/2013 11:10:31