Teatro, Literatura, Cine, Música, Series: arte en general. Lo que alimenta, lo que vuelve. Crónicas, investigaciones, deslumbramientos. Y entrevistas (más conversaciones que entrevistas). Y chispazos, memoria, dietario, frases escuchadas al azar (o no). Y lo que vaya saliendo.
Marcos Ordóñez. Escritor, periodista, profesor. Cada sábado escribe en Babelia la sección PURO TEATRO y, cada jueves, en Cultura, EL HOMBRE QUE FUE JUEVES. Intento escribir sobre lo que me da vida. Ultimos libros publicados: Turismo interior (Lumen, 2010), Telón de fondo (El Aleph, 2011), Un jardín abandonado por los pájaros (El Aleph,2013).
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De cómo Lennon se peleó a muerte con McCartney, Imagine ascendió a los cielos y Ram fue calificado (ay) de "monumentalmente irrelevante". ¡Y todo en el mismo año!
No sabría decir si Ram apareció en España a finales de la primavera del 71 o a principios de verano (la edición original es del mes de Mayo) pero para mí estará unido para siempre a una estación de buen tiempo. Es un disco solar y ligero, como si lo hubieran grabado con todas las ventanas abiertas; un disco que no pretendía demostrar ni reivindicar nada sino compartir un pletórico estado de ánimo. Exhalaba felicidad y buen humor. Cien por cien Beatle (de la estirpe de Rubber Soul), pero también muy cercano a los Kinks: McCartney y Ray Davies tenían, creo yo, gustos muy parecidos.
Su espíritu es campestre, concebido in the heart of the
country, como dice una de sus canciones (y hay que tomar ese corazón en
sentido literal) pero grabado en Nueva York, con el soporte de Denny
Seiwell a la batería y Dave Spinozza y Hugh McCracken a las guitarras.
McCartney tocó guitarra, piano y bajo; Linda hizo algunos coros, y la
Filarmónica de Nueva York echó una manita (y menuda manita) en Uncle
Albert/Admiral Halsey, Long Haired Lady y The Back Seat of My Car.
Si sumamos todos esos vectores nos sale un disco tremendamente subversivo: la felicidad, la ligereza y el buen humor siempre lo son para cierta gente, como luego veremos.
De Ram me gusta todo. De la cruz a la bola, como suele decirse. Desde el despegue con Too Many People hasta el insólito subidón épico que cierra The Back Seat of My Car. Al principio me chocó un poco Monkberry Moon Delight, que acabó siendo una de mis favoritas. McCartney canta como si estuviera poseído (modelo la niña de El Exorcista), forzando la voz hasta lo inverosímil. La letra es una broma, pero la canción tiene un punto inquietante: no es raro que la versioneara Screamin’ Jay Hawkins.
Adoro el lirismo de Dear Boy y Ram On y la frescura contagiosa de Eat at home, la primera que escuché, mi puerta de entrada al disco.
Los enterados de mi clase le pusieron muchas pegas a Uncle Albert/Admiral Halsey. Uno de ellos dijo (recuerdo muy bien el adjetivo) que era “demasiado cuca”, y con eso quería decir que era relamida y excesivamente encantadora. Esa es, por cierto, la canción que me parece más cercana a Ray Davies. Otro añadió que era “muy Magical Mystery Tour”. Bueno, de ese mundo salía. Y del Sgt.Pepper's, por supuesto. No veía yo el problema, francamente.
Tampoco les hacía ninguna gracia que Ram llevara la firma conjunta de Paul y Linda McCartney. Que John y Yoko estuvieran haciendo “camas por la paz” o como se llamara aquello (no sé si fue luego, pero el ejemplo ya me vale) les parecía la monda. Pero para ellos Linda era una pija absoluta, la heredera de la casa Eastman, etcétera: a la hoguera con ella. Así iban las cosas entonces.
El caso es que “nosotros” (mi hermana y yo y nuestros amigos respectivos) estábamos en una nube. Estábamos, para decirlo en una frase, tan felices como si los Beatles hubieran vuelto a reunirse.
Y entonces pasó todo lo contrario: un enfrentamiento de tres pares de narices.
Parece que la cosa empezó con la foto de la contracubierta. En la línea de buen humor que empapaba el disco, McCartney se permitió una broma: dos escarabajos follando (o sea, dos beetles: hace tanto tiempo que todo hay que explicarlo) porque alguien había dicho que él y Lennon estaban liados y que por eso se separó el grupo: una más entre las incontables y marcianas especulaciones. Que estaban follando y que era un chiste lo hubiera visto cualquiera, pero los que querían ver mensajes secretos vieron a dos escarabajos peleándose. Y como la naturaleza imita al arte, comenzó el mal rollo : un caso extremo de kinbotismo. Kinbote, el narrador de Pálido fuego, de Nabokov, es un tipo tan absolutamente convencido de que el poema que da título a la novela trata de él, de su vida, de su pasado y su futuro, que encuentra alusiones (directas o crípticas) en los versos más triviales.
En este caso, doble kinbotismo, porque John y Yoko creyeron que Ram era un artefacto enteramente concebido para amargarles la vida, y así lo contó Lennon algunos años más tarde. Bastante tiempo después, en 1984, cuando Lennon ya había muerto, Joan Goodman entrevistó a Paul y Linda McCartney en Playboy, y al preguntarles por toda aquella historia dijeron que la única canción en la que había un par de pullas dirigidas a su excompañero era Too Many People.
El primer picotazo (“Too many people preaching practices”) es muy suavecito e igualmente le hubiera encajado a George Harrison, que también sermoneaba un poco. El segundo (“You took your lucky break and broke it in two”) tiene más intención, más gracejo epigramático, y puede interpretarse, desde luego, por una pulla dual.
Según los McCartney, Lennon vio ataques en Three Legs (que interpretó como un desaire conjunto a él, a Harrison y a Ringo), en Dear Boy (que estaba dedicada a un exnovio de Linda) e incluso en la frase “We believe that we can’t be wrong”, que cerraba The Back Seat of My Car.
Su respuesta fue feroz y, a mi juicio, absolutamente desproporcionada.
Al principio no nos lo parecía. En la carpeta de Imagine, que salió en otoño de aquel año, había una postal en la que Lennon sujetaba a un cerdo por las orejas, en evidente alusión a la portada de Ram, donde McCartney cogía al carnero titular por los cuernos.
Bueno, eso tenía su punta. Hasta que alguien nos tradujo la letra de How Do You Sleep. No la copio entera porque está más abajo, en la grabación de You Tube. No nos lo podíamos creer. No entendíamos nada. “¿De verdad ha escrito “Tenían razón los que dijeron que habías muerto”? ¿Y que “una cara bonita puede durar un año o dos”?¿Y que la música de Paul le parece muzak? ¿Qué es eso de muzak? Ah, música de ascensores”. Había que reconocerle a Lennon un talento especial para la invectiva fulminante (“The only thing you done was yesterday / and since you’re gone you’re just another day”), pero esa me dolió especialmente: no me podía creer que no le gustara Another Day.
Como puede verse, hablábamos de John y Paul (y George y Ringo) como si fueran nuestros hermanos mayores. (Sin embargo, nunca le llamamos "Bob" a Dylan).
Lo peor no fue el rabotazo de Lennon. Lo peor fue comprobar, a nuestra tierna edad, que el mundo era considerablemente injusto: Imagine ascendió a los cielos y Ram recibió más palos que una estera. “Monumentalmente irrelevante”, escribió Jon Landau en Rolling Stone. Por supuesto, no leíamos entonces la prensa extranjera, pero escuchábamos lo que decían los enterados del patio, los que firmaban todas las sentencias de muerte, los que (para entendernos) babeaban ante Madman Across the Water y condenaban sin apelación Tiny Dancer.
De la noche a la mañana, Ram se convirtió en un disco tontísimo y más cursi que un seiscientos con visillos. Subtexto: Ram era un asco porque lo firmaba el tipo que había insultado (traicionado, vilipendiado, etc) al pobre Lennon. De su respuesta viperina no decían ni Pamplona: defensa propia. Lo de “cuco” era un ditirambo al lado de las descalificaciones que escuché aquellos días: de ahí lo de no poder cruzar el patio con Ram bajo el brazo, como decía al principio. Vale, era una figura retórica, pero verdadera: Ram no era serio, y si te gustaba eras un crío.
Si querías que te creciera bigote (mi hermana no entraba en ese anhelo), tenías que adorar Imagine.
Que vale, que sí, que también nos gustaba, pero no a punta de pistola.
Liberados de tener que ser o cocidistas o fabadistas, como diría Mihura, Ram sigue para mí (creo que lo he insinuado ) tan pimpante como entonces. Y compruebo que de Imagine solo me gustan realmente tres canciones, exactamente las mismas que me sedujeron entonces: Jealous Guy, que es un temazo, Oh My Love, que me parece conmovedora, y, claro, Imagine. El problema de Imagine (la canción, quiero decir) es que la melodía es espléndida pero la letra se ha caído a cachos: se convirtió muy rápidamente en carne de póster, con gaviota incluída. Y lo que entonces nos parecía utopía destilada tardó muy poco en provocarnos la risa, porque hay que reconocer que lo de “Imagine no possessions” tiene su guasa en boca de un muchimillonario como Lennon.
O sea, que no me extenderé sobre Imagine. Tiene incontables admiradores que han escrito y escribirán sobre ese disco con más pasión que yo.
Lo curioso fue el bajón que pegaron los dos, Lennon y McCartney, al siguiente año. Antes, incluso, porque Wild Life, el primer álbum bajo el nombre de guerra de Wings, salió en diciembre del 71 y su interés era muy relativo. Otro de esos discos que escuchamos una y otra vez para encontrarle sustancia sin lograrlo. Mi único recuerdo es que me descubrió Love is strange, una canción que no llevaba la firma de McCartney . Vale, Wild Life (la canción) tenía su épica. Y su desgarramiento vocal, aunque no sé yo si era imprescindible.
Fue un bienio negro para ambos, porque en 1972 McCartney sacó los tres peores singles de su carrera – Give Ireland back to the Irish (un intento bastante patético de “estar en la onda”. Subtexto: de emular a John), Mary Had a Little Lamb (una bobería) y Hi Hi Hi (otra) – y Lennon publicó el insufrible Some Time in New York City, un doble álbum lleno de consignas, porque no había causa a la que no se apuntara. Mi memoria (no he vuelto a escucharlo) solo retiene un buen corte: la versión en directo de Cold Turkey.
Así que hay empate: Wild Life, 1 - Some Time In New York City, 1.
Quizás pasado mañana cambie de opinión. Se admiten sugerencias.
En 1973, McCartney & Wings pegaron un pelotazo con . Que no es nada mal disco, pero sin llegarle a la suela a Ram. Y Lennon remontó en 1974 con Walls & Bridges, su disco más relajado en años. Daba gusto lo contento que se le veía.
Por aquel entonces, casi nadie recordaba ya “la guerra Ram/Imagine”, pero nosotros seguíamos escuchando hasta el hartazgo que McCartney era tonto, frívolo, convencional, etcétera. ¿Cómo va a ser tonto un tipo que adora a Buddy Holly y compra todas sus canciones? (Aunque solo fuera por eso...)
De todo lo que vino luego, lo que más me gusta de los dos - y no en bloque - tiene mucho de despedida, y casi al mismo tiempo: Double Fantasy (1980: telón tristemente absoluto) y Back to the Egg (1979), salida de Wings por el foro tras una erratiquísima discografía.
Otro día lo comentamos.
Posdata
Ram tuvo una sombra: un Ram fantasma. En 1971 se grabaron dos discos: Ram en Nueva York, y Thrillington en Londres. ¿Thrilli qué? Esa misma pregunta hice yo el otro día, cuando Edu Galán, posiblemente el mayor fan de Ram de toda la cristiandad, me contó esta historia. Ahí va.
Para seguir con el espíritu juguetón del disco, McCartney se inventó un álter ego llamado Percy “Thrills” Thrillington (sí, de nuevo parece un personaje de Ray Davies) y cocinó un curiosísimo disco de versiones instrumentales: Ram canción a canción, en clave orquestal con pinceladas jazzísticas, con arreglos de Richard Hewson. Tenía que haber salido poco después de Ram, pero a lo tonto la cosa se fue retrasando hasta 1977. Mala época para un disco así, con el punk arrasando: seguro que solo lo compraron los Sparks. (Y Bryan Ferry en rebajas). Lo más singular es que McCartney le inventó al tal Thrillington una biografía y publicó notas en los periódicos acerca de sus andanzas, pero no reveló su paternidad (en una entrevista, como al desgaire) hasta bien entrados los ochenta. Es una rareza absoluta, que parece bendecida por san Jackie Gleason. Vale la pena rastrearlo.
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