Los misterios de Parque Chas

Por: | 03 de abril de 2013

Parque Chas-Intersección de Benjamín Victórica, Gándara y Ávalos

Hablaba con Pittaro y no sé cómo desembocamos en Parque Chas.
“¿Por qué Parque Chas? ¿Estuviste?”.
Fernando Pittaro es un amigo, periodista en Tiempo Argentino.
“¿Allá? No, nunca”.
“¿Entonces?”.
“No estuve, pero vi Roma, la película de Aristarain”.
Le dije que había soñado con Parque Chas. Literalmente. Varias veces. Me salió una frase un poco sentenciosa pero cierta. Ahí va.
“En Parque Chas está la luz de mi infancia. Mi infancia en la zona norte de Barcelona”, aclaré, “en los primeros sesenta. Paseos de domingo, en primavera y verano, entre Vía Augusta y San Gervasio. Esa luz concreta”.
Lo que no le dije, porque no lo sabía, porque no me acordaba, era si comencé a soñar en ese territorio -que no era Barcelona ni Buenos Aires sino un compuesto- antes de ver la película de Aristarain (nacido y crecido en Parque Chas, por cierto). Es decir, si reconocí la luz de esos sueños al ver Roma o sucedió a la inversa.
Pittaro quedó pensativo, como si chupara una bombilla de mate imaginaria.
“Curioso”
“¿El qué?”
“Las conexiones. Parque Chas, infancia… Dicen que es el barrio donde está todo lo que alguna vez se perdió”.
Ahora se le puso cara de psicoanalista argentino.
“Dicen también que en Parque Chas se puede entrar pero no se puede salir porque es una telaraña, un laberinto circular, no hay más que ver el mapa. Mirá si tenés temas para una nota. Aunque se ha escrito mucho sobre ese barrio. Está lleno de historias. Salvo…”
Quedó pensativo de nuevo. Pensé que iba a decir Mujica Laínez. Pero dijo:
“Borges. Es raro que Borges apenas escribiera sobre Parque Chas, porque es el barrio más borgeano de Buenos Aires”.
Busqué. Se dice que Borges vió nacer el barrio, en la década de los veinte, pero en la cercana zona de Villa Urquiza tuvo un gran amor contrariado (Concepción Guerrero, en la casa de Norah Lange) y prometió no volver a pisar aquellos parajes ni escribir sobre ellos. Hay una mención, muy breve y lateral, en Evaristo Carriego, donde parece aludir, con su retórica juvenil, a la peculiar forma de transcurrir el tiempo en esa zona:
“Yo no he sentido el liviano tiempo en Granada, a la sombra de torres cientos de veces mas antiguas que las higueras, y sí en Pampa y Triunvirato: insípido lugar de tejas anglizantes ahora, hornos humosos de ladrillos hace tres años, de potreros caóticos hace cinco. El tiempo -emoción europea de hombres numerosos de días, como su vindicación y corona- es de más imprudente circulación en estas repúblicas. Los jóvenes, a su pesar lo sienten. Aquí somos del mismo tiempo que el tiempo, somos hermanos de él”.

Encontré vínculos sugestivos entre Barcelona y Parque Chas. El poeta Luis Luchi, que quería fundar la República Independiente de Parque Chas y murió en mi ciudad, siempre dijo que el dedo de la estatua de Colón apuntaba directo a la plaza del Trébol, corazón del barrio. Hay vínculos y, al parecer, pasajes: sus amigos fantasearon con la posibilidad de que Luchi hubiera entrado una tarde de domingo por una calle de Parque Chas para aparecer directamente en Barcelona, porque nadie le vio marchar, pero no especifican la calle. Bien podría ser la de su propio domicilio, Bauness esquina Bauness, la única calle del mundo que se esquina a sí misma.
“Leé a Dolina. Alejandro Dolina”, me dijo Pittaro. “Tiene una especie de leyenda fundacional, creo que en Crónicas del Ángel Gris. Con catalanes incluidos, por eso te lo digo”.
Transcribo un fragmento del texto de Dolina, titulado Historia de la manzana misteriosa de Parque Chas (Editorial Colihue, 1996).
“Existe en el barrio de Parque Chas una manzana acotada por las calles Berna, Marsella, La Haya y Ginebra. No es posible dar la vuelta a esa manzana. Si alguien lo intenta aparece en cualquier otro lugar del barrio, por más que haya observado el método riguroso de girar siempre a la izquierda o siempre a la derecha. Muchos investigadores han intentado la experiencia formando grupos numerosos. Los resultados han sido desalentadores. A veces sucede que el paseante sigue en la misma calle aún después de doblar una esquina. En 1957, un grupo de exploradores franceses desembocó inexplicablemente en la estación de Villa Urquiza. Urbanistas catalanes probaron suerte formando dos equipos y partiendo cada uno en dirección opuesta. En cualquier manzana de la ciudad los grupos suelen encontrarse en mitad del recorrido, pero en este lugar no sucede tal cosa, y hasta se han dado casos en que un equipo alcanza al otro por detrás. Los más pertinaces han realizado excursiones a través de los fondos de las casas, con el resultado de aparecer siempre dejando a sus espaldas calles que no habían cruzado nunca”.

La telaraña de Parque Chas

Las teorías sobre el extraño diseño de Parque Chas son numerosas. Al parecer, el primer trazado fue obra del ingeniero Julio Dormal, que planeaba alejarse de la habitual cuadrícula bonaerense: "Procuraré", dijo, muy porteño, "lograr un efecto pintoresco con un trazado radiocéntrico”. Su proyecto fue desechado por el consistorio, pero reivindicado, en septiembre de 1925, por sus colegas Armando Frehner y Adolfo Guerrico, quienes lo llevaron a cabo bajo la  eufemística propuesta de “evitar la monotonía de las líneas rectas”.
Al día siguiente de nuestra charla, Pittaro me envió por mail el penúltimo capítulo de El cantor de tango (Planeta, 2004), de Tomás Eloy Martínez.
Para el novelista, el diseño de Frehner y Guerrico “copiaba el dédalo sobre los pecados del mundo y la esperanza del paraíso que está bajo la cúpula de la iglesia San Vitale, en Ravenna”. Un personaje, Bonarino, conjetura “que el trazado circular del barrio obedecía a un plan secreto de comunistas y anarquistas para proporcionarse refugio en tiempos de incertidumbre… ¿Cómo explicar, si no, que allí la diagonal mayor se hubiera llamado La Internacional antes de ser la avenida General Victorica, o que la calle Berlín figurara en algunos planos como Bakunin, o que una pequeña arteria de cuatrocientos metros se llamara Treveris, en alusión a Trier o Trèves, la ciudad natal de Karl Marx?".
El narrador no halla rastro de centros anarquistas ni comunistas, pero advierte varios agujeros negros (o puntos de fuga) en los que el tiempo parece avanzar del modo intuido por Borges.
El primer agujero se abre “en la esquina de Ávalos y Berlín”: un vecino del barrio insiste en que se aleje cien metros en cualquier dirección y regrese luego por la misma senda: “Si tardaba más de media hora, me dijo, prometía ir en mi busca. Me perdí, aunque no sabría decir si fue a la ida o a la vuelta. Ya el blanco sol intolerable de las doce del día era el sol amarillo que precede al anochecer, y por más vueltas que daba no conseguía orientarme. Oscurecía cuando me encontró por fin en la esquina de Londres y Dublín, a pocos pasos del sitio donde nos habíamos separado”.
El segundo punto (y más peligroso) se encuentra, a su entender, “en el rectángulo limitado por las calles Hamburgo, Bauness, Gándara y Bucarelli”. En una vieja guía telefónica descubre que “algunas casas del rectángulo fueron habitadas, hace siete décadas, por las vecinas Helene Jacoba Krig, Emma Zunz, Alina Reyes de Aráoz, María Mabel Sáenz y Jacinta Vélez, convertidas luego en personajes de ficción” (por Bioy, Borges, Cortázar, Manuel Puig y José Bianco, en este orden) y acaba concluyendo que en Parque Chas “parece estar situado el intersticio que divide la realidad de las ficciones de Buenos Aires”.
 
El ojo del laberinto

Dos días más tarde, una nueva imagen vino a sumarse al carrusel. En otra correspondencia porteña, esta vez con mi amigo Agustín Mendilaharzu (dramaturgo, actor, cineasta), Parque Chas volvió a aparecer en la conversación (o nosotros en Parque Chas). Yo había visto, casi por la misma época, Los talentos, la premiadísima obra de Agustín y Walter Jakob, e Historias extraordinarias, de Mariano Llinás, de la que era actor protagonista, director de fotografía y coproductor, y me entusiasmaron ambas.
Su correo decía:
“Si el material de Los talentos hubiera desembocado en una película y no en una obra de teatro, ésta habría incluido seguramente las calles de Parque Chas. En esa época de nuestras vidas (que con Llinás llamamos “los tiempos heroicos”) veíamos la ciudad como un terreno fabuloso y salíamos a redescubrirla: era nuestro propio Fervor de Buenos Aires. Parque Chas era un barrio desconocido para mí, y con Llinás y algún otro tomamos el hábito de ir a recorrerlo en bicicleta. A menudos nos perdíamos, pero siempre recobrábamos el norte. Y es cierto que es un lugar con un aura especial. Sobre todo los domingos a la tarde, que es cuando íbamos nosotros, y particularmente en los atardeceres de invierno. Cuando finalmente logramos “tener novias”, pasados los veintiuno, las llevamos ahí, un par de veces, con las bicicletas, y al poco tiempo no fuimos más. Y estuvimos más contentos, pero no fuimos necesariamente más felices”.
Nos hemos alejado mucho. Se encienden las farolas y de repente parece que estemos en una novela de Modiano: unos chicos y chicas en bicicleta entran en un barrio misterioso y alejado, un domingo por la tarde, al anochecer. Quería hablar de Roma y de su “luz incólume”, pero Parque Chas tiene estos desvíos, estos pasajes. Se lo cuento la semana próxima.

P.D. - Las ilustraciones y algunas informaciones complementarias pertenecen al estupendo blog de la periodista argentina Muñeca Articulada: http://munecarticulada.blogspot.com.es/

Hay 8 Comentarios

Para ampliar información sobre le barrio, les dejo el Portal que dirijo: http://www.parquechasweb.com.ar/

¡Que maravilla la definición del tiempo de Borges, en ese contexto...!

Cuando vivía en BsAs. ir al Parque Chas era toda una aventura. Un sobrino vivió allí y cuando en un viaje desde Barcelona, donde vivo hace 23 años, me invitó a su casa, me dijo: -tío, mejor te espero en la esquina tal con tal. Efectivamente, el embrujo de Parque Chas y su laberinto, lo comprobé cuando después de la cena, le dije que caminaría de vuelta a mi apartamento sólo...Luego de varios intentos, y de más de media hora...llegué a una calle "normal! donde encontré un taxi...Fue un alivio. No viviría jamás en un sitio así. Ni encanto, ni leches. Pura confusión!
www.arquiterapiaa.blogspot.com

No conocía este barrio de la ciudad, pero escribí una vez un relato llamado"Flor de Pueblo" donde hablo de un trazado en forma de flor. Está en mi blog cuentosdelata.blogspot.es

Gracias!

Un nuevo cuento publicado. Un homenaje a…. bueno, adivinen ;) http://cuentosdelizandro.blogspot.com/2013/04/su-otra-yo.html

Fantástico relato de Parque Chas. En un aledaño de calles parecidas, aunque menos esquivas, pasé un agosto en invierno, de un año ya perdido...pero de cuando en cuando uno no puede evitar recordar lugares como el de la primera foto, que sin saber muy bien por qué, se parecen tanto a un paraiso perdido.
http://www.pincertidumbre.blogspot.com.es/

lindo [ http://goo.gl/0Dbku ] post

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Sobre el blog

Teatro, Literatura, Cine, Música, Series: arte en general. Lo que alimenta, lo que vuelve. Crónicas, investigaciones, deslumbramientos. Y entrevistas (más conversaciones que entrevistas). Y chispazos, memoria, dietario, frases escuchadas al azar (o no). Y lo que vaya saliendo.

Sobre el autor

Marcos Ordóñez

Marcos Ordóñez. Escritor, periodista, profesor. Cada sábado escribe en Babelia la sección PURO TEATRO y, cada jueves, en Cultura, EL HOMBRE QUE FUE JUEVES. Intento escribir sobre lo que me da vida. Ultimos libros publicados: Turismo interior (Lumen, 2010), Telón de fondo (El Aleph, 2011), Un jardín abandonado por los pájaros (El Aleph,2013).

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