Continúa la conversación con Tek J. Smith (véase anterior entrega), scenic artist de Breaking Bad, la extraordinaria serie de Vince Gilligan, que vive en Fuenlabrada y da clases en la Universidad Camilo José Cela de Madrid.
- ¿Cómo era el trabajo en la serie?
- Apasionante, pero muy duro. Muchos amigos me dicen “Me encantaría trabajar en el cine, como tú” y a algunos les digo “No, tú no durarías ni una semana”. Comienzas a las seis de la mañana y puedes llegar a hacer jornadas de doce horas, a veces más. A veces trabajas gratis, por el orgullo, porque algo no ha quedado como tú querías y te dices “Eso lleva mi firma, ha de quedar perfecto”, y te quedas ahí las horas que haga falta. Luego llegas a casa, cenas, y le pides a Dios que te siga dando salud para poder hacerlo de nuevo el siguiente día.
- ¿Cuánto tiempo solía durar el rodaje de un episodio?
- Entre una semana y diez días. Ese es el tiempo “oficial”. Luego, como te digo, está el tiempo que le echas tú y tu equipo. Muchas veces es suficiente un vistazo al plan de una secuencia para darte cuenta de que horario previsto no lo vas a conseguir. Y lo del equipo es muy importante, porque no vas a hacer tu trabajo exclusivamente. Nunca es “tú haz lo tuyo y yo lo mío”. No basta con que quede bien: queremos que el trabajo quede perfecto. Es un trabajo colectivo. Y en este caso estaba el orgullo de hacer una serie distinta, una serie que ha dejado huella.
- ¿Érais conscientes de eso desde el principio?
- Si no desde el principio, muy poco después. Fue una serie que empezó con dificultades, y hablo en pasado porque ya terminó, aunque todavía quedan unos cuantos episodios por emitir. Yo estuve hasta la cuarta temporada. En la primera y la segunda estuve de modo parcial, porque me reclamaban de otros trabajos, pero en la tercera y la cuarta ya estuve en pleno. No era un proyecto fácil. Sabíamos que los mayores recursos de la cadena, promoción incluída, eran para Mad Men (y un tiempo más tarde para The Walking Dead), pero nos dimos cuenta casi en seguida, como te decía, de que aquello era diferente.
Con Breaking Bad sucedió algo muy significativo: los técnicos se convirtieron en seguidores apasionados de la serie, y la veían religiosamente cuando la pasaban los domingos por la noche. Esto es muy, muy raro en nuestro trabajo. Por lo general, cuando llega el fin de semana, un técnico de lo que menos quiere oir hablar es de la serie que está haciendo, cosa lógica, pero allí estaban ellos, pegados a los televisores, y la comentaban el lunes. He de decir que yo no la veía, pero por otras razones. Soy muy autocrítico y me custa mucho concentrarme en la historia: solo veo mis defectos. Veo una secuencia de muchísima acción y suspense y pienso “Lástima, a ese escenario le faltaban unos retoques: si hubiéramos tenido unas horas más...”.
- ¿Influyó quizás la relación con los actores?
- Exacto, ese fue el otro elemento capital. Sabes cuando una película o una serie va a ser buena, y es por dos razones: por la entrega de quienes la hacen y por la relación entre los actores y el equipo. Hay trabajos en los que la distancia entre actores y técnicos es muy grande. En Breaking Bad no había comportamientos estelares. A los pocos días, Bryan Cranston y Aaron Paul ya eran Bryan y Aaron. Hablábamos con ellos como si fueran miembros de la familia. Y lo mismo sucedió con los que fueron llegando en las siguientes temporadas: Giancarlo Espósito, que interpretaba a Gus Frink, era Giancarlo, y Bob Odenkirk, el abogado tramposo, era Bob. Las cosas salen bien cuando todo el mundo está tan próximo, peleando por un objetivo común.
- ¿Qué recuerdos tienes de todos ellos?
- Bryan nos ganó a todos un día en que le llamó la atención, con mucho cariño, a un chico nuevo en el equipo. Estábamos en un cambio de escenas, como locos preparando la siguiente, y ese chico se puso a enviar un mensaje por móvil. Bryan le dijo: “¿Vas a dejar que tus compañeros trabajen mientras tú estás aquí sentado? ¿No les vas a ayudar?”. El chaval casi se muere de vergüenza. Ese día nos dimos cuenta de que entendía el trabajo de la misma forma que nosotros. Bryan estaba implicadísimo, porque era protagonista y también productor ejecutivo, e incluso dirigió dos o tres episodios. Era de los que te felicitaban cuando algo había salido bien, y te agradecían el esfuerzo. Una vez me hicieron cortar una pared para meter el objetivo de la cámara, pero se les olvidó rodar una secuencia y yo tuve que volver a dejar la pared tal como estaba en un tiempo récord. Contado así parece poca cosa, pero trabajamos muchísimas horas y con mucho estrés porque quería que quedase perfecto, perfecto, y a la mañana siguiente vino a darme las gracias personalmente. Eso no es una cosa habitual. Ni tampoco es frecuente la implicación con el lugar de rodaje. A Bryan le adoran en Albuquerque y le han nombrado hijo adoptivo, porque desde que llegó le pidieron mil cosas y nunca tuvo un no por respuesta: actos en beneficio de un centro de jóvenes, charlas para recaudar fondos para esto o lo otro… Hizo mucho, mucho por la ciudad. Y había que verle trabajar como actor. Trabajando con Aaron, por ejemplo…
- Parece haber muy buena química entre los dos.
- Impresionante. Aaron es otro tipo fantástico, majísimo. Mucho más callado y reconcentrado que Bryan. O que Bob, Bob Odenkirk, que tenía una energía sorprendente, siempre al mismo nivel, fueran las dos de la tarde o las dos de la madrugada. Por cierto que durante el rodaje de la última temporada se habló de hacer un spin-off con las aventuras de Saul, el abogado, más en clave de comedia negra, pero no tengo noticias. Pero lo que te contaba de Aaron: Bryan y él se ayudaban y se apoyaban en escena como si fueran hermanos. Hay una escena, no recuerdo ya en qué episodio, en la que tenían que representar una pelea bastante dura y estuvieron preparándola durante horas. Y luego se hicieron al menos veinte tomas de esa secuencia. Nunca les oí quejarse.
- ¿Conociste a Vince Gilligan?
- Claro, aunque sucedió algo también muy elocuente. Gilligan, desde luego, estaba en el rodaje, hablando con unos y otros, pero yo tardé unos días en darme cuenta. Andábamos todos tan ocupados que nadie me dijo “Eh, ese es Vince Gilligan, el superjefe”. Me di cuenta de que éra él cuando lo vi una noche en televisión, en el show de Jay Leno. Hasta entonces pensé que era un trabajador más de la cadena.
- Quiero preguntarte sobre la preparación de una secuencia inolvidable: la de la partida de Gus Fring. ¿Fue muy difícil rodarla?
- Bueno… en mi recuerdo, ni más ni menos que otras. Desde luego es una secuencia de impacto, y basa su sorpresa en ese efecto de maquillaje que no revelaremos por si alguien aún no la ha visto. Diría que todos los departamentos trabajamos ininterrumpidamente veinticuatro horas para prepararlo todo, y yo pasé de un departamento a otro. Te cuento. La secuencia no se rodó en los estudios sino on location, en una residencia para ancianos de las afueras de Albuquerque que llevaba tiempo abandonada. Eso supuso tener que ir con mi equipo una semana antes para ponerlo todo a punto: chapa, pintura, reconstrucción, etcétera. Cuando llegó el día, el maquillaje ocupó sus buenas horas, por supuesto. No pude presenciarlo todo, lógicamente, porque estaba a mil cosas. Recuerdo que me preguntaron “Oye ¿y tú que haces para la sangre?”, porque yo tengo una fórmula muy sencilla y muy eficaz: le añades un poquito de Nesquik a la sangre y le da un toque muy real, y así lo hicimos. Tenía que haber sangre por todas partes, por el suelo, por las paredes... Luego tuvimos que preparar los efectos de la explosión: destrozarlo todo con sierra y mazo y utilizar polvo de pintura negra para dar la impresión de tizne. Eso fue, claro, después de haber estado grabando todo el día, y duró el resto de la noche, con nuevos miembros del equipo que tomaron el relevo. Un día o más. El trabajo en el rodaje es muy parecido al engranaje de una máquina.
- Para terminar ¿qué te ha traído a España?
- ¡El amor! Me enamoré de una chica de Fuenlabrada y aquí me tienes. Doy clases de escenografía e iluminación en la UCJC, y Eva enseña inglés a los chicos de un colegio vinculado a la universidad. Me encanta España, pero estoy a caballo entre Madrid y Albuquerque: tan pronto me llaman he de ir, y Eva se queda aquí con sus padres. Ahora estoy a punto de volver, para rodar la nueva temporada de Longmire.
Hay 10 Comentarios
Gracias a tí, Tek, por tu trabajo, tu pasión y tu cordialidad!
Publicado por: Marcos Ordóñez | 22/05/2013 10:31:24
Thank you for the article Marcos.
Publicado por: Tek J. Smith | 21/05/2013 18:41:34
¡Muchas gracias a todos! Un abrazo
Publicado por: Marcos Ordóñez | 20/05/2013 23:29:51
Eres un lujo Marcos...
Publicado por: Luis Pardo | 20/05/2013 23:10:13
Excelente serie
http://bicicleta-electrica.blogspot.com/
Publicado por: Kits bicis eléctricas | 19/05/2013 5:21:30
Genial la entrevista, interesantísima!!!
Publicado por: Sab | 18/05/2013 7:51:43
Gracias Marcos una vez mas y un saludo
Publicado por: miguel | 18/05/2013 1:39:19
Una serie perfecta, parece que nunca se ve el trabajo, en cambio la imperfección por ineptitud o inoperancia canta a gritos. Al final si que se nota el esfuerzo, sólo hay que verla de nuevo.
Publicado por: elomiro | 17/05/2013 15:29:43
En España ponemos a una chica en ropa interior hablando con uno sin camiseta que tampoco vocaliza, aderezado con chistes subnormales. Solo primeros planos. Nada de exteriores. Y pam. Ya tiene usted una serie de éxito.
Publicado por: Witxo | 17/05/2013 12:11:12
Luego nos sorprendemos de la calidad de las series nortemericanas : son tantos años haciendo cine , que sus exigencias de perfección , funcionan .
Publicado por: costalita | 17/05/2013 8:39:30