Gramola Galáctica: Manel, melancolía atlética

Por: | 25 de junio de 2013

Portada de Atletes,baixin de l'escenari

Me gustan mucho los Manel, lo cual se ha convertido en un placer culpable, porque es sabido que no existe nada menos fashionable que unos superventas. Para que el placer sea doblemente culpable conviene ocultar que adoras su último disco (Atletes, baixin de l’escenari: o sea, “Atletas, bajen del escenario”) y proclamar que los buenos eran los dos anteriores, de modo que guárdenme el secreto. 
Esta Gramola, como habrán visto, se titula “Melancolía atlética”. Para que la melancolía sea atlética (es decir, no babosa) ha de tener misterio y músculo, como bien nos enseñaron los románticos, y de ambas cosas anda sobrado este disco que, a primera vista, parece un álbum de despedida, pero no (felizmente). Lo parece, de entrada, por la frase “Atletas, bajen del escenario”, que suena a admonición tiratoállica. La pronunció Constantino Romero (gone but not forgotten) en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Barcelona, a modo de ruego/advertencia a los acumulados deportistas: el escenario podía venirse abajo en cualquier momento.
No es ocioso utilizarla hoy para bautizar un disco (o cualquier manifestación artística), pues vivimos tiempos en los que todo puede resquebrajarse en un pispás. También es sabido (o debería) que la incertidumbre que corroe presente y futuro genera toneladas de melancolía.
La cuestión, como parecen querer demostrar estos afiebrados muchachos, es que sea atlética. Bien por ellos.
He tomado algunas notas sobre mis canciones favoritas. Ahí van.
Y he utilizado las traducciones al castellano de Sonia Rodríguez Riveiro, en arte Sonia Unleashed, que encontré en su blog. ¡Gran trabajo!

 
Ai, Yoko

En Oh, Yoko, un cascabelero tema de Imagine, el señor Lennon cantaba a su amada sin romperse mucho los cascos: en mitad de la noche, en mitad de un baño, en mitad de un sueño, digo tu nombre. La voz de Ai, Yoko tiene más busilis. Yo diría que es la voz de un aspergeriano, o sea, como Sheldon Cooper en The Big Bang Theory. Lo deduzco porque, a) le inquietan los cambios (“… todos los cambios me ponen tan nervioso”) y, b) tiene una mente privilegiada, capaz de sentir y expresar dos ideas contrapuestas al mismo tiempo, según la definición acuñada por Scott Fitzgerald. Así, ha acabado por comprender que Lennon & Ono se querían “como muchos no querrán nunca”, toda vez que la descripción de Yoko, la Yoko que entrevió en su infancia, es ácida rozando lo inmisericorde. “Tu cara extraña, como de aparición”, dice con afortunado símil. “Que de niño me daba miedo”, puntualiza o apuntilla. “Y tus canciones llenas de chillidos, y tu maldito tambor” (esto último es figura retórica, porque Yoko no era muy tamborileira. La retórica se vuelve luego un tanto enigmática al rimar, en asonante, “aparición” y “Def Con Dos”). La cosa es que el amor de la pareja, súbitamente revelado, borra el asumido lugar común: “Era tan fácil que te echásemos la culpa de todo”. Y el narrador le canta ahora, pero, bonito giro, temeroso de Lennon (“aprovechando que él no nos oye”), porque “ante aquel gran hombre, lo reconozco ahora mismo, ¡ya veríamos quién sería el guapo que te cantase!”. Es cosa singular trovar a Yoko Ono, aunque lo aspergeriano quizás oculte un trasfondo psicopático: “No ha sido sencillo venir hasta aquí”, dice el primer verso. Eso puede ser metafórico o puede que el pavo esté a las puertas del Dakota House. Cuidadín.  

 
Vés, bruixot! (¡Venga, brujo!)
Parece confirmarse que el brujo mojado que sale del mar y va directo a la ciudad y exalta a los municipales al verlo cruzar como un cohete la calle Mayor y alegra a la dulce Adela, que tiene una cena con un hombre triste (y reaparecerá, transmutada, nueve canciones más tarde, en Quin dia feia, amics) es el señor Puck, disolviendo en el viento unas palabras salvadoras como polvo mágico, nunca mejor dicho, y ese viento y ese polvo inminente es el que enardecerá (seis canciones después) a Teresa Rampell. Para mí que ese brujo tiene la barbita puntiaguda y la sonrisa mefistofélica de Pau Riba en los días de Dioptria, y ese viento me hace pensar en la brisa que soplaba entre los surcos de La magia de l’Estudiant, de Sisa. Las nuevas generaciones pueden, si así lo desean, trocar o combinar Pau Riba/Sisa por los influjos de Albert Pla (otro brujo perfecto de la misma línea dinástica) o de los señores Astrud, también caracoleantes en este disco.
Mi fragmento favorito, digno de figurar en las Doce canciones de Auden:
“Volvía a casa joven y aburrido
Leyendo el horóscopo de abril
y alzando los ojos de golpe lo he visto
“Si eres tú, por favor, avanza
¡Venga, brujo! ¡Venga, brujo!”.

 
Ja era fort (Ya era fuerte)
Esta balada me parece simplemente perfecta, tanto que no me resisto a transcribirla completa. Retrata como pocas, diría yo, la plenitud pre-adolescente, cuando todo parece posible, antes de perder pie por el primer trastazo amoroso. Ese chaval es el mago de la portada de Teaser and the Firecat, de Cat Stevens, a punto de perder sus poderes y convertirse en el prota de Je me suis fait tout p’tit, de Brassens. Véase:

Entonces ya era fuerte y no perdía nunca la calma
Y me divertía todo, y había aprendido a saludarte
Contento y exhibiendo la más radiante de mis sonrisas
Tocándote como los fuertes, los seres a los que es imposible herir
No llores, niño, que no sabré qué decir
No llores, niño, que eres más guapo cuando ríes
Entonces ya era fuerte y dominaba las palabras
Y construía mundos perfectos donde no me importaba
Ni con quien has dormido hoy ni qué harás mañana por la tarde.
Ni pienso algunas noches…
Que te pareces demasiado a lo que busco para mí.
¿Quién osará sentir que le protege
La cuenca de unas manos muertas de frío?
Y llegó el día, aquel que ya esperaba con ganas.
Los que han venido hoy, mañana también podrán irse
No me ha hecho falta ni un lloro, ni encender cirios a ningún ángel
Entonces ya era fuerte, y un fuerte no te tenía que perseguir…
¿O es que usted no está de acuerdo conmigo?
¿Quién quiere un cuento triste para ir a dormir?

Obsérvese el atletismo (músculo+misterio) de los dos versos que rematan cada estrofa. Especialmente los últimos, que nos hacen ver al narrador en una taberna más o menos irlandesa, ya en el centro mismo de la vida adulta. Extraña construcción del título: parecía pedir Yo era fuerte pero no, opta por Ya era fuerte. Bueno, ellos sabrán.
La música le va como un guante, y empapa lentamente al oyente hasta dejarle helado. Dicen que es una muerte muy dulce, de modo que lo mejor será pasar pitando a otra canción.  

 
Mort d’un heroi romàntic (Muerte de un héroe romántico)
Que levante la mano quien haya escrito, en nuestro patio, una canción vagamente parecida a esta, y le invito a una caña. O dos.
Una canción que comienza como un relato de Josep Pla (o una entrada de El quadern gris), sigue como un plano secuencia guionizado por Azcona, y explota en una muy seria apoteosis romántica mientras crece la percusión ominosa, y los cánticos funerales, y la lluvia constante, pero lo que le salva de la imaginería esteticista y le ancla en tierra es el “morena” del último verso, remate de su nota suicida. Véase:

Creéme, lo intento, pero a veces
sospecho, morena, que esto nunca se detendrá.

 

Imagina’t un nen (“Imagínate un niño”)
Talmente una idea de Miguel Noguera cantada por Stephin Merritt. (También podría llamarse El cóndor baja).

 

Desapareixíem lentament (“Desaparecíamos lentamente”)
¡Qué cerca están aquí del Dylan de los días de Blood on the Tracks! (a caballo entre Tangled Up in Blue y Simple Twist of Fate), con unas gotas de las cintas del sótano.
Véase:

Entré en la fiesta,
El anfitrión me presentó a los invitados.
Grité: “he venido a comenzar de cero”.
Me acomodé en un sofá.
Desde la ventana se veía el parque donde se aburrían unos adolescentes.
Pensé: “¿Dónde duerme? ¿Qué verá cuando se levante?”.
Mientras desaparecíamos lentamente.
Me compré una trompeta barata, ensayábamos cada noche.
Estaba bien tocar, pero prefería pelearme con los vecinos.
¡Ah! Mirad, un mi mayor volando, escapándose por el patio de luces arriba.
Le escribí una canción, ¿y qué?
Mientras desaparecíamos lentamente.

Tan cerca que cuando Guillem Gisbert canta “Encontré una mujer, alquilamos un apartamento cerca de Gavá”, nos parece estar viendo un bungalow en Baja California, o una buhardilla en Greenvich Village.
Mi segunda canción favorita del disco.

 

Teresa Rampell
(En castellano, “rampell” se traduciría por un pronto, un impulso, un arrebato).
Es una canción de advenimiento, como Uh-oh Love Comes to Town, de Talking Heads, o Democracy, de Cohen, con las que comparte el galope y la alegría. También asoma de nuevo, en el fraseo y las imágenes, el Pau Riba de Khitou. Estupendas imágenes: el amor que vuelve a la ciudad resuena, avanza y se propaga “como un ejército de timbales, como un incendio forestal, como un virus tropical”, y la moza protagonista, en el mejor verso, “es una náufraga que ha decidido probar el agua salada”. Entretanto, “miles de hombres con gabardina y de paseo” sueñan con encontrar a una mujer con su cara.

Para leer las letras completas en castellano, ya les digo:
Sonia Unleashed

Hay 2 Comentarios

Gracias, me ayudaron muchísimo tus interpretaciones! No hablo catalán (español tampoco es mi lengua materna) y tengo que poner un poco de esfuerzo en entender de qué tratan esas canciones bonitas. No estoy muy convencida con la del síndrome de Asperger en "Ai, Yoko", pero cada uno tiene derecho a su libre interpretación ;) Saludos!

Def Con Dos tenían una canción llamada "La culpa de todo la tiene Yoko Ono"

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Marcos Ordóñez

Marcos Ordóñez. Escritor, periodista, profesor. Cada sábado escribe en Babelia la sección PURO TEATRO y, cada jueves, en Cultura, EL HOMBRE QUE FUE JUEVES. Intento escribir sobre lo que me da vida. Ultimos libros publicados: Turismo interior (Lumen, 2010), Telón de fondo (El Aleph, 2011), Un jardín abandonado por los pájaros (El Aleph,2013).

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