Gramola galáctica: Apuntes sobre Tim Hardin

Por: | 10 de diciembre de 2013

Tim Hardin

Kiko Amat me dijo “Escucha esto” y puso Reason to believe. (¡Gracias, Kiko!). ¿De qué me sonaba? Claro. Claro que conocía la canción, pero era tan lejana… Salto en el tiempo: cuarenta años atrás, de golpe. Yo había entrado en Tim Hardin por otra puerta, una puerta que daba a un camino que, incomprensiblemente, no seguí. La puerta era la versión de Rod Stewart, en Every picture tells a story. Recordé que por las mismas fechas (1971? 1972?) también había escuchado Misty Roses, en la voz, igualmente hermosa, única, de Colin Blunstone, aunque no sabía que fueran canciones de Tim Hardin. La pregunta es: ¿cómo no rastreé la pista, cómo no fui hacia él? Misterios. Digamos que fui hacia otra carretera, hacia otro Tim: Tim Buckley, sus primeros discos. De Buckley solo escucho, realmente, Greetings from L.A, su testamento. Sus primeros discos me siguen gustando, tenía una voz extraordinaria, pero hace demasiadas monerías con ella, como si cantara para lucirse.
En cambio, no me canso de escuchar a Tim Hardin, desde aquella noche no paro de escucharlo. ¿De dónde sale, a quién me recuerda? Podría decir que al Van Morrison más místico. También podría ser el hermano mayor de Nick Drake. Podría buscarle otros ecos, pero no los atrapo. Lo fundamental es que, para mí, no se parece a ningún otro, y eso es muy difícil de decir de un cantante. Cantante y compositor y poeta. Dylan dijo de Tim Hardin que era el autor de canciones más grande que había conocido, y Dylan no es hombre de elogio fácil.
Hay en su voz y sus letras un juego de contrastes extremos. Pasión y desamparo. Fragilidad y empeño. Chet Baker también jugaba en esa liga. Pero la voz de Chet es hermosa aunque uniforme, y Hardin pasa de las notas agudas a las graves en un mismo verso, pasmosamente y, lo más importante, sin alardes. Y, por encima de todo, flota la sensación de que canta solo para ti, con el alma en la boca.
En su lápida se lee: He sang from his heart.

Tim Hardin 1Damion Hardin, el hijo de Tim, estaba haciendo autostop. Un coche le para. El conductor está escuchando If I were a carpenter, en la versión de Johnny Cash y June Carter Cash. Tim hace tiempo que ha muerto y poca gente le recuerda. Damion dice: “Mi padre escribió eso”. El conductor responde: “Si tu viejo hubiera escrito eso, estarías conduciendo un Cadillac”.
Pero vaya si la había escrito. Con ella se hizo de oro mucha gente, empezando por Bobby Darin. ¿Y qué pasó con Tim Hardin? Que, cuentan, malvendió sus derechos para pillar caballo. Y eso le pasó demasiadas veces: nunca tuvo un Cadillac. No sabía yo eso. Tampoco sabía, por ejemplo, que había vivido con Lenny Bruce, a quien le dedicaría Lenny’s Tune.
Los que le conocieron hablan de un hombre extraordinariamente humilde, un hombre que se echó a perder, que perdió derechos y oportunidades. Su carrera fue muy corta (del 66 al 73, aproximadamente) pero escribió muchas canciones espléndidas. Murió muy joven, en 1980, a los 39 años. Sobredosis de heroína y morfina.
Caigo en la cuenta de que hubo muchas bajas, curiosamente, en el negociado folkie. Una etiqueta, por cierto, tan tonta como cualquier otra, porque la mayoría de los etiquetados (empezando por Hardin) se salían por todos lados, rompían las costuras. Pero pienso en esos muertos y digo que es curioso porque las drogas duras suelen asociarse al rock.
Grandes nombres olvidados. Con Kiko escuchamos esa noche a la inclasificable Judee Sill, también yonqui, con una carrera igualmente corta e intensa, del 71 al 79, y que muere a los 34: sobredosis de cocaína y codeína, singular cóctel.
O Karen Dalton. Mariona Tella, otra antena parabólica que debería tener un programa de radio para ella sola, me descubrió a Karen Dalton, la Billie Holiday del Village, que grabó solo dos discos (y, coincidencia, cantó How did the feeling feel to you, de Hardin), y vivió más años pero se eclipsó muy pronto. También adorada por Dylan. Y por The Band: parece que Richard Manuel y Robbie Robertson le dedicaron Katie’s been gone, en The Basement Tapes. Mariona me dijo: “Está muy bien recuperar a Rodríguez, pero nadie se acuerda de Karen Dalton, que se merecería otra película”. Pienso en Phil Ochs, alcohólico, bipolar, acosado por el FBI por su activismo, suicidado a los 36. Y en Tim Buckley, que muere a los 28: heroína, morfina e inhalación de etanol.
James Taylor caminó por el filo, pero se salvó por los pelos. Tim Hardin no tuvo esa suerte.
Tres enormes discos, los tres en Verve. No se rompió la cabeza con los títulos: Tim Hardin 1 (1966), Tim Hardin 2 (1967) y Tim Hardin 3 (1968). Hay un Tim Hardin 4, que Verve sacó al año siguiente, con material inédito de sus directos. No lo he encontrado, por eso no hablo de él. Ya lo pillaré.

Tim Hardin 2No se entendió con Erik Jacobsen, el productor de los Lovin’Spoonful. No le gustaban los arreglos de cuerda de Artie Butler, decía que quería algo más seco, más desnudo. A mí me gustan mucho esos arreglos. Creo que Butler le pilló muy bien la esencia a Hardin, porque son delicados y tienen fuerza: Joe Boyd podía haberlos producido. Y hay muy buenos músicos en ese disco. Gary Burton al vibráfono, por ejemplo. O John Sebastian a la armónica.
De los tres, Hardin prefirió el tercero, porque era en directo, con un pequeño grupo. Yo soy incapaz de elegir. Me parece un mismo disco extraordinario dividido en tres entregas. Desde luego que hay diferencias obvias (estudio, directo) pero parecen bañados en el mismo fluido.
Sus mejores canciones son las que tratan de los desastres del amor, joyas como Don’t make promises, Reason to believe, How can we hang on to a dream. Muchas de ellas están en el primer disco. En el segundo, producido por Charles Koppelman y Don Rubin, con arreglos de Don Peake, están If I were a carpenter, The Lady came from Baltimore, y las maravillosas y desoladas Red Balloon, Speak like a child, Black Sheep Boy (aquí el puente con Nick Drake me parece absoluto) y Tribute to Hank Williams. El vínculo más claro con Van Morrison, para mi gusto, podría ser If I knew. De Red Balloon y Black Sheep Boy hay versiones formidables. Recomiendo las de Mark Lanegan y Paul Weller (respectivamente). Si pueden hacerse con la versión acústica de Weller, incluso mejor.También me gusta mucho la versión de Reason to Believe de The Sand Band, con una lírica slide. Hablando de puentes y versiones, mi mujer me señaló el otro día que hay ecos de Hardin en algunas baladas de Stephin Merritt, y creo que tiene razón. 
En 1969 hizo un disco rarísimo, tan raro que a ratos parece de Brian Wilson: Suite for Susan Moore and Damion: We Are One, One, All In One. En Rockdelux, Ferrán Llauradó contaba que Hardin colocó un micrófono en cada habitación de su cabaña de Woodstock, y que su nuevo productor, Gary Klein, “se alojó en un hotel cercano para acudir a su llamada a cualquier hora de la noche”. Es, pues, un disco nocturno, un disco de amor a su esposa, la bellísima actriz Susan Moors (más conocida como Susan Yardley), que hizo un par de películas y una serie playera antes de esfumarse, con la que tuvo una relación tormentosísima, y a su hijo Damion, que antes ha asomado haciendo autoestop. Leí que ahora, por cierto, es chef en Florida.
El disco es una preciosidad, con la pureza y la pasión del primer David Crosby. Le sobran, para mi gusto, tres recitados (Hardin estaba realmente loco de amor por su mujer, y se nota) y One One the Perfect Sum, una pieza que no está mal, pero desentona un poco con el tono nocturno y es demasiado larga. El resto sigue llegando al alma desde la primera escucha. Pero no funcionó. De hecho, fue su tumba artística. También colaboró en el declive, por lo que cuentan las crónicas, su imparable adicción, que le hizo presentarse absolutamente colgado a muchos conciertos o, directamente, no acudir. Parece que tras un tiempo en una clínica inglesa logró desengancharse, pero no por mucho tiempo. Cuando llegaron los setenta, Tim Hardin era para muchos una voz del pasado, un recuerdo muy lejano. Grabó algunos discos más, de los que solo conozco Bird On a Wire, del 71, donde alterna versiones con temas propios. No tiene la voz incomparable de los primeros, pero me sigue gustando mucho: escuchen, aquí abajo, su versión de If I knew.
Seguiría escribiendo un buen rato sobre Tim Hardin, pero ya es hora es escucharle a él. Adelante, maestro.

 

 

 

 

Hay 19 Comentarios

He hecho alguna modificación en el artículo. En primer lugar, enmendar el error que sabiamente me señaló FLL (Llauradó?) acerca de Erik Jacobsen. Luego, volver a escuchar "Suite for Susan Moore and Damion", porque me pareció que me había quedado corto en el comentario: realmente, pese a sus altibajos, es un disco de una belleza apabullante. Y me pongo con David Ackles, amigo Carneham. Gracias de nuevo a todos.

He hecho alguna modificación en el artículo. En primer lugar, enmendar el error que sabiamente me señaló FLL (Llauradó?) acerca de Erik Jacobsen. Luego, volver a escuchar "Suite for Susan Moore and Damion", porque me pareció que me había quedado corto en el comentario: realmente, pese a sus altibajos, es un disco de una belleza apabullante. Y me pongo con David Ackles, amigo Carneham. Gracias de nuevo a todos.

He hecho alguna modificación en el artículo. En primer lugar, enmendar el error que sabiamente me señaló FLL (Llauradó?) acerca de Erik Jacobsen. Luego, volver a escuchar "Suite for Susan Moore and Damion", porque me pareció que me había quedado corto en el comentario: realmente, pese a sus altibajos, es un disco de una belleza apabullante. Y me pongo con David Ackles, amigo Carneham. Gracias de nuevo a todos.

He hecho alguna modificación en el artículo. En primer lugar, enmendar el error que sabiamente me señaló FLL (Llauradó?) acerca de Erik Jacobsen. Luego, volver a escuchar "Suite for Susan Moore and Damion", porque me pareció que me había quedado corto en el comentario: realmente, pese a sus altibajos, es un disco de una belleza apabullante. Y me pongo con David Ackles, amigo Carneham. Gracias de nuevo a todos.

He hecho alguna modificación en el artículo. En primer lugar, enmendar el error que sabiamente me señaló FLL (Llauradó?) acerca de Erik Jacobsen. Luego, volver a escuchar "Suite for Susan Moore and Damion", porque me pareció que me había quedado corto en el comentario: realmente, pese a sus altibajos, es un disco de una belleza apabullante. Y me pongo con David Ackles, amigo Carneham. Gracias de nuevo a todos.

¡Sensacionales comentarios! Ando bastante loco de trabajo y no puedo contestar uno por uno como debiera, así que ahí va mi agradecimiento a todos. Así da gusto escribir.

Marcos, apúntese un diez por el rescate de Tim Hardin; y otro para su mujer por advertir con perspicacia una conexión con Merritt, en la que yo también coincido. Hardin es uno de los realmente grandes en ese nutrido plantel de autores norteamericanos creadores de una obra intemporal aún no suficientemente reconocida, y profundamente desgraciados en su vida personal (aunque esto último es asimismo aplicable a unos cuantos triunfadores, veáse el caso de la simpar Judy Garland). Ahí se encuentran gente como las citadas Karen Dalton y Judee Sill-¡qué dos maravillosos álbumes cada una!- o Phil Ochs (espléndida discografía, con "Rehearsals For Retirement" como joya de la corona). Y también David Ackles, otro ilustre desconocido con dos obras maestras incontestables como "David Ackles" y "American Gothic" (con ecos de Copland e Ives, y una de las mejores canciones de la historia de la música popular: la gershwiniana "Love's Enough").

Ay, los saltos de la mente.....y lo del hijo de Hardin trabajando como chef en Florida me ha recordado inmediatamente -por la profesión y otros detalles- a los personajes zarandeados por los sinsabores y ofensas de la vida, pero afortunadamente pertrechados con una envidiable y homérica capacidad de resistencia de "La última noche en Twisted River", la novela de John Irving.

Un abrazo.

PD. Le debo desde hace algún tiempo una explicación. Es muy cierto que Carneham (Peachy) acaba en n, como su sagacidad le hizo descubrir, pero comprenderá que no podía arriesgarme a la interposición de una querella de algún circunspecto y vengativo descendiente de Kipling.

Gracias por (re)descubrirme a este hombre, lo recordaba vía Juan de Pablos que lo puso en Flor de Pasión hace siglos y ni recordaba su nombre... pero se me quedó alguna canción en la cabeza y no era incapaz de identificar su autor, eso que da una rabia tremenda.
Por cierto, los arreglos de cuerda a mí también me encantan... ese tipo de producción que hace años muchos acusaban de almibarada de manera denostada parece que va cambiando con las épocas al ser percibido distinto y ahora suena desacomplejadamente precioso.
A ver si escribes más de música, tu artículo sobre "Redemption Song" me viene a la cabeza cada vez que escucho la canción.
Un saludo y gracias

Se te ha colado Fred Neil por Erik Jacobsen. ¡Muy buen artículo!

Las versiones de Scott Walker son también grandiosas!!! Incluso el reason to believe de Carpenters en el disco Close to you es estupendo...Saludos

Gracias por brindarme este descubrimiento. Hay tantísimo que desconozco de la música de mi país que podría dedicar años y años a investigar y descubrir, sobre todo en el folk. Tres de los cantantes citados en el artículo no me convencen: Chet Baker (encuentro su voz muy aniñada), Van Morrison (pelín gangoso para mi gusto; a Dylan se le perdona que lo sea), y James Taylor (no me dice nada; tendré que volver a escuchar un CD que tengo de él, a ver si cambio de parecer).

Como Dylan, a mediados de los 60, Phil Ochs también comentó que Hardin era el autor de canciones de la escena folk estadounidense que más destacaba. Lo que escribió y grabó durante 1965-1966 para sus dos primeros álbumes en Verve Forecast es algo incomparable, especialmente el material más "lírico". En sus elepés posteriores en el tiempo, lo borda de manera ocasional (digamos que la heroína devoró su genio). De Suite For Susan Moore And Damion (1969), yo destacaría Everything Good Become More True y Last Sweet Moments; y, de Bird On A Wire (1971), su tratamiento del número de Leonard Cohen y Hoboin'. Salud.

Guardo con autentica devocion el disco "The best of Tim Hardin" desde hace años, creia que nadie se acordaba tanto de el, como de Ochs, Paxton etc, un estupendo articulo, gracias

Muchas gracias por el artículo

Gracias! Un fuerte abrazo a todos/as!

¡qué estupendo artículo! muchas gracias, Marcos!...te seguiré detrás...;)

excelente artículo, gracias señor Ordóñez

Me pasa a veces con Jeff Buckley lo que a ti con Tim. Pese a todo creo que el talento de estos dos en cuanto a voz es prodigioso.
´
No soy experto en Tim Hardin pero creo que igual se queda a medio camino de la gran voz de éstos dos, o de Van Morrison, o de a medio camino también de letristas como Dylan o Waits, que igual nada tiene que ver aquí porque es otro tipo de cantante/escritor. In my opinion...
´
http://planetamancha.blogspot.com.es/

Un descubrimiento... exquisito!

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Sobre el blog

Teatro, Literatura, Cine, Música, Series: arte en general. Lo que alimenta, lo que vuelve. Crónicas, investigaciones, deslumbramientos. Y entrevistas (más conversaciones que entrevistas). Y chispazos, memoria, dietario, frases escuchadas al azar (o no). Y lo que vaya saliendo.

Sobre el autor

Marcos Ordóñez

Marcos Ordóñez. Escritor, periodista, profesor. Cada sábado escribe en Babelia la sección PURO TEATRO y, cada jueves, en Cultura, EL HOMBRE QUE FUE JUEVES. Intento escribir sobre lo que me da vida. Ultimos libros publicados: Turismo interior (Lumen, 2010), Telón de fondo (El Aleph, 2011), Un jardín abandonado por los pájaros (El Aleph,2013).

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