Café de Madrid

31 jul 2016

La isla de su mano.

Por: Jorge F. Hernández

La isla de su mano

Eliseo Alberto de Diego y García Marruz abría la mano izquierda como una flor de cinco pétalos y con la punta del índice de la mano opuesta narraba la íntima cartografía de La Habana que llevaba en el alma. Llevaba en las yemas la arquitectura entrañable de las casas viejas, salitre de colores pastel y el tumbao que tienen todos los negros al caminar. Llevaba encima el paisaje entero de una isla con todas sus heridas y cicatrices, la zafra histórica donde lo fotografiaron más guapo que una palmera inmensa y las colinas heroicas de un pasado en blanco y negro. Lichi tenía en la saliva la piedad y misericordia con las que siempre clamó por reconciliaciones y el milagro constante de la reunión, incluso con los fantasmas que supuestamente ya se habían ido.

         Lichi era un escritor incluso cuando no escribía. Tenía endecasílabos y sonetos perfectos en la comisura de los labios, que si bien no quiso fardar por respeto y alabanza de la inmensa poesía de Papá Eliseo, de Tia Fina y Cintio, bastarían para signarle su grandeza. Tenía guiones cinematográficos en la breve narración con la que contaba lo que acaba de ver pasar por la calle de enfrente o lo que escuchaba en las azoteas cuando se ponía a cocinar entre párrafos. Pero sobre todo, Lichi era novela, todas las novelas que nos dejó y las que quedó a deber: historias hiladas con amor no sólo a las palabras sino también a cada uno de los personajes que se volvían palpables, abrazables con su prosa de colores. Hay días en que elijo una al azar y digo que es la mejor, para releer otra al dia siguiente y sentir que ya cambió mi predilección, porque Lichi es novelista que se supera incluso ahora en que se supone en que esos libros duermen la paz de los estantes. Tengo para mí que se siguen moviendo, desalineados, bailando una rumba todos los integrantes de un circo fantástico, caminando el Malecón dos amigos infalibles, cantando arias de ópera un mulato en la ponchera y el vendaval acalorado de todas las parejas que se aman en sus páginas, que se besan sin cansancios y se entregan con el alma en el habla, en la piel… en el espejo de un hombre bueno, feliz y grande en todos los sentidos. Me basta abrir la mano y sentir que allí está la isla de Lichi, abierta con dedos como lápices gruesos de colores acuareleables, siempre al filo de todo abismo, siempre salvavidas. Me basta dormir a cualquier hora para que se me aparezca en sueños y se vuelva a escuchar su voz como murmullo de mar, la saliva con espuma de olas y la mirada vidriosa de quien era capaz de llorar dolores ajenos y alegrías que contagiaba. No pasa un solo día sin que lo piense y a veces lo dibujo en hojas improvisadas, en cuadernos al azar o en papeles que dejo en las mesas, así como regalo sus libros, para que alguien, algunos, otros o uno solo descubra hoy mismo la inmensa literatura, la tremenda verdad con la que escribía este hermano grande, gigante que llevaba tantas historias encima que no para de extender cheques abiertos, como salvoconductos, para un mundo mucho mejor que éste.

 

30 jul 2016

El perseguido

Por: Jorge F. Hernández

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28 jul 2016

Retrato de imbécil y rostro de dama

Por: Jorge F. Hernández

Agua de azar

Retrato de imbécil y rostro de dama

El retrato de Donald Trump es cada día más imbécil: a su insólita postulación por el Partido Republicano se suman párrafos de su trumpicada estrategia de verborrea, estulticia, bravatas y babosadas. ¿Cómo es posible que el republicano partido en el que se formó Abraham Lincoln cayera en la podredumbre y debilidad de consenso político con el que ahora endosan la candidatura de un paladín (a veces, exitoso) de la improvisación, de los que fincan sus fortunas económicas en sucesivas declaraciones de quiebra, de los que fardan felices matrimonios en la medida en la que suman costosos juicios de divorcio, los que ven siempre al enemigo como alienígenas que vienen de fuera y anhelan constantemente la vieja grandeza de las películas en technicolor?

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27 jul 2016

Los versos de la memoria

Por: Jorge F. Hernández

Cartas de Cuévano

Los versos de la memoria

Me tardé en intentar estos párrafos. Una primera impresión de lo que quiero narrar aquí sirvió para la columna semanal que publico en MILENIOdiario de México desde hace dieciséis años, pero el hecho merece repetirse, volverse eco y que su historia aparezca también –y quizá, sobre todo—en las páginas de España, en la memoria de la piel de toro que tiende a la amnesia. Se trata de una historia contundente y conmovedora, incluso para quienes creen que todo recuerdo amargo no merece más que la superación instantánea por decreto. Desaproveché la fecha exacta del pasado 18 de julio para conmemorar el oprobioso alzamiento militar contra la Segunda República Española, democráticamente electa, y aprovecho entonces que la historia que quiero narrar –como muchas heridas que aún no son cicatriz—contiene el aura discreta de la intemporalidad, más allá de la babosa nostalgia oportunista o del cursi melodrama. Es una historia de la memoria.

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26 jul 2016

La calor....

Por: Jorge F. Hernández

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21 jul 2016

La flor que rompe las rejas

Por: Jorge F. Hernández

Agua de azar

La flor que rompe las rejas

Pedro Martínez Sadoc fue de los derrotados de la República que confió en lo que prometían las tropas franquistas al entrar en Madrid: decían que todo aquel que no tuviera sangre en las manos, cuantimás si se entregaban voluntariamente al primer censo de los vencidos, no tenían motivo alguno para temer por su vida o libertad. No sin algo de ingenuidad y mucha confianza en que su honestidad y honra de hombre de bien encontrarían correspondencia en el enemigo triunfante, Martínez Sadoc no fue condenado a muerte, pero sí a treinta años más un día de prisión (la siguiente condena más severa).

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20 jul 2016

como sombra

Por: Jorge F. Hernández

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16 jul 2016

Chicote de luna llena

Por: Jorge F. Hernández

Café de Madrid

Chicote de luna llena

Era de esperarse. Perico Chicote, a la luz de una luna llena, traza un perfil sin tiempo. Por la puerta giratoria que se abre a la Gran Vía entra Agustín Lara como quien parte plaza. Al fondo de la barra está Chicote del brazo de Sofía Loren, al lado de la puerta del pequeño cuartito del teléfono que conserva intacto su piso de los años veintes. El Flaco se abraza con Manolete que está sentado en una butaca art decó hablando de nada con Lupe Sino… y la noche es una nube de neón donde se confunden en blanco y negro los personajes de una novela a colores.

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15 jul 2016

Silence

Por: Jorge F. Hernández

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13 jul 2016

Son molinos

Por: Jorge F. Hernández

Cartas de Cuévano

Son molinos

Ahora que ya pasaron los dizque festejos oficiales (en tanto, el gobierno de España es sólo un ente en funciones) y obviando que el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes concluyó cronométricamente con las horas del pasado día de San Jorge en 23 de abril, no está de más ocuparnos del mero placer de la lectura de la mejor historia jamás contada y considerar una enorme minucia.

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Sobre el blog

Café de Madrid es un blog que extiende -en párrafos, fotos y dibujos- el ánimo de un cronista mexicano por las calles, biografías y párrafos de la Villa y Corte del Oso y del Madroño. Una mirada a los diferentes pretéritos y presentes que le dan vida, los lugares que han desaparecido y las muchas cosas insólitas que la hacen una de las ciudades más enigmáticas e interesantes del mundo.

Sobre el autor

Jorge F. Hernández

Soy escritor y he publicado dos novelas, una de ellas La Emperatriz de Lavapiés que fue Finalista del Premio Alfaguara en 1998; cinco libros de cuentos y cinco libros de ensayo. Tengo las columnas "Cartas de Cuévano" y "Café de Madrid" en EL PAÍS. Hago dibujos y hace cincuenta kilos fui novillero. Sígueme en Facebook.

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