Aquí lo tienen, es Vladimir Putin en el 2024. Seguro que les recuerda a Leónidas Breznev, que fue Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética entre 1964 y 1982. Esta foto ha circulado como la pólvora por la blogosfera rusa tras conocerse que Putin optará otra vez a la Presidencia de Rusia. Me la ha mandado mi colega de ECFR Ben Judah, que ha escrito un interesante análisis sobre las implicaciones del anuncio de Putin. También me ha enviado el link a esta viñeta, que nos retrotrae a los tiempos del Politburó.
Putin, según nos cuenta él mismo en un libro que resume horas de entrevistas, confiesa que era un mal estudiante, un niño pendenciero que recuerda muy bien dos cosas: que le partieron la nariz y que a muy temprana edad ya quería ser del KGB, para desesperación de sus padres. Aquel niño ha sido ya presidente ocho años y primer ministro otros cuatro, y ahora tiene ante sí otros doce años de presidencia ya que cambió convenientemente la constitución en su momento para extender los mandatos presidenciales a seis años.
En Moscú, dicen, el anuncio no ha sido una sorpresa, pero el efecto psicológico ha sido demoledor. Gorbachov, que en 2007 alabó a Putin como un modernizador, ha mostrado ahora su decepción y ha dicho públicamente que la reelección de Putin contribuirá al estancamiento de Rusia. Lilia Shevtsova se lamenta en Novayagazeta de que el anuncio es la confirmación definitiva del declive de Rusia: cuanto más fuerte es Putin, más se cierra la posibilidad de que Rusia se modernice. Victor Erofeyev, tampoco se sorprende. Argumenta que hacía tiempo que todos habían dejado de creer en que Medvedev tuviera la capacidad (o incluso la voluntad) de desbancar a Putin y modernizar el país. Los rusos de hoy en día, se lamenta, son más xenófobos y nacionalistas que el propio Putin por lo que éste ganaría sin dificultad las elecciones sin necesidad de amañarlas. Desolador.
El pesimismo entre los demócratas y modernizadores rusos es completo. En muchos medios se habla de "Breznevización", un término que apunta a la vuelta a algo parecido a la época de Breznev, recordada por los rusos como dominada por el estancamiento económico y el descreímiento político. Igual que ahora, la elite política y económica de entonces sabía que el sistema había fracasado pero esa verdad no era muy conveniente y, al fin al cabo, a ellos les iba estupendamente, entonces con los privilegios que disfrutaban como miembros del partido, hoy como oligarcas que controlan todo el poder político económico.
Para muchos analistas, la perspectiva de que Putin gobierne Rusia veinte años cierra irreversiblemente la ventana de esperanza que algunos mantenían abierta en torno a la democratización de Rusia. Sin embargo, su régimen no es tan estable como parece. Nikolas K. Gvosdev sostiene en The National Interest que Putin no ha logrado institucionalizar ni estabilizar el sistema político más allá de su propia persona: dicho en otros términos, se parece más a la Venezuela de Chávez, un petroestado con un líder carismático, que al México del PRI, que por lo menos logró una fachada de alternancia y estabilidad.
En cuanto a las implicaciones internacionales, hay un cierto acuerdo: el impacto será leve a corto plazo, pero negativo a largo. Gideon Rachman sentencia en Financial Times: "el oso ruso está de vuelta" y señala cómo a Europa se le amontonan las dificultades en su política exterior en un momento en el que atraviesa una crisis económica cuya salida todavía no se vislumbra. Y Ben Judah argumenta en líneas similares que Putin 3.0 no será una amenaza a corto y medio plazo, pero a largo plazo, una Rusia cerrada sobre sí misma será muy mala para Europa. El "poder blando" de Europa está más que agotado: como advertía, Gleb Pavloski, uno de los principales asesores de Putin en un libro imprescindible (¿Qué piensa Rusia?) del que afortunadamente tenemos traducción: "Rusia no es como Europa ni aspira a ser como ella". Todo claro.
Hay 8 Comentarios
Siempre es un placer leerle, profesor Torreblanca. Como apuntaba anteriormente un comentario, parece como si hubiera países que por sus características geográficas, o pueblos que por su historia y tradición, estuvieran irremediablemente condenados a vivir como Estados autoritarios. Es como si la psicología popular necesitara una contínua reafirmación de su supuesto poder y abogara contínuamente por dirigentes férreos ultranacionalistas. Rusia siempre ha sido, y continuará siéndolo, un problema para la UE. Su ampliación al este parecía el inicio de una gran victoria democratizadora, pero la crisis institucional de la propia UE y hoy día la crisis económica que todo lo desestabiliza e impide a la Unión dedicarse a otra cosa que no sean sus problemas domésticos, han paralizado nuevamente la política exterior europea.
Publicado por: Tontxu | 05/10/2011 19:52:19
Les presento excusas por la repeticion de mi comentario. No entiendo como paso. Solo intente enviarlo una vez. Le agradeceria mucho a los administradores de este blog que retiraran todos mis comentarios menos uno.
Publicado por: J-M Barreto | 30/09/2011 9:35:18
Este articulo en Der Spiegel quizas muestra no los extremos a los que ha llegado una pequena secta, sino la manera en que de manera inconsciente la poblacion rusa ve a Putin. No solo Putin continua siendo autoritario, sino que el amplio sector de la ciudadania rusa que lo apoya permanece todavia dentro de cultura autoritaria del rebano que sigue a su 'pastor' ciegamente.
http://www.spiegel.de/international/world/0,1518,789175,00.html
Publicado por: J-M Barreto | 30/09/2011 0:25:59
Este articulo en Der Spiegel quizas muestra no los extremos a los que ha llegado una pequena secta, sino la manera en que de manera inconsciente la poblacion rusa ve a Putin. No solo Putin continua siendo autoritario, sino que el amplio sector de la ciudadania rusa que lo apoya permanece todavia dentro de cultura autoritaria del rebano que sigue a su 'pastor' ciegamente.
http://www.spiegel.de/international/world/0,1518,789175,00.html
Publicado por: J-M Barreto | 30/09/2011 0:25:59
He aquí a Leodimir Putnev. Magnífico
Publicado por: Jesús | 29/09/2011 21:45:25
Era de suponer que este Sr. Putin, antiguo alto oficial de la feróz y represiva KGB (fué Coronel de esa máquina asesina)podía ser cualquier cosa menos un demócrata. Los comunofascistas, y este Sr.lo fué por convicción, en general no cambian ni evolucionan hacia posiciones democráticas, sólo lo aparentan, pero en el fondo de sus corazoncitos siguen siendo lo que fanática y de forma oportunista fueron: comunofascistas. Ahí radica el gran peligro de permitir en las sociedades democráticas
la existencia de partidos comunofascistas y que los que
fueron miembros y líderes a distintos niveles de estas agrupaciones vuelvan al activismo político una vez que
se instaura la democracia. Putin no es un demócrata ni lo será jamás, como no son demócratas ni lo serán jamás los Santiago Carrillo, los hermanos Castro, los Chávez, Adjmanidejad y miles más de la fauna totalitaria.
El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente dijo en su frase más genial y conocida Lord Acton y en sociedades donde la democracia es tan
reciente, frágil y débil como la actual sociedad rusa, no existen ni la cultura democrática, ni las tradiciones de respeto y libertades, ni las instituciones democráticas establecidas firmemente que permitan su funcionamiento y comunofascistas "reciclados" como Putin pueden llegar a establecerse como los nuevos monócratas totalitarios con la anuencia de una gran parte de la población. Eso es lo que está pasando en Rusia, que no acaba de despegar y dejar atrás todo su
pasado autocrático y totalitario, primero zarista y luego comunofascista. Putin es un corrupto y un corruptor como lo son todos los comunofascistas, porque el poder
corrompe...
Publicado por: comejenalpiano | 29/09/2011 19:56:26
Claro, es que en Europa siempre hemos sido más de Luisdieciseisización o Fernandoseptimonización.
Hace poco leía un libro que narraba los testimonios de los supervivientes de la guerra mundial que libra (hay que asumirlo, ocurrirá) la humanidad contra los zombies tras un brote del virus que se expande desde China al resto de mundo. Diez años después de la 'Guerra Mundial Z' (que así se llama el libro) Rusia se habría convertido en el Sagrado Imperio Ruso, un vasto imperio que ha recuperado las antiguas repúblicas exsoviéticas liderado por unos políticos que predicarían unos valores religiosos puros (en los que no creían, pero les mantenían en el poder) y que habrían devuelto el orgullo a la nación. Tampoco me sonó tan absurdo. Me pregunto hasta qué punto habrán cambiado las élites rusas. Kapuściński decía en 'El Imperio', que un país tan enorme parecía que necesitara un Estado enormemente fuerte. No creo en 'destinos manifiestos', pero parece que no le ha faltado razón hasta ahora.
Publicado por: El señor del sombrero negro | 29/09/2011 19:42:11
Torreblanca, le leo habitualmente, casi siempre estando de acuerdo con sus puntos de vista, muy europeos y atinados, todo hay que decirlo tal y como lo presenta usted va darse en este blog, del que espero no se baje de sus "principios" comentados en la primera entrada con el tiempo.Espero su génesis, sus ideas y como bien dice, los mejores análisis.Suerte.
Publicado por: Rantamplán Malaspina | 29/09/2011 19:27:59