El 11 de febrero de este año escribí una columna para este diario titulada “Marruecos debería preocuparnos” en la que señalaba que a pesar de la estabilidad aparente y el régimen de pluralismo limitado que caracterizaba al país, los indicadores de pobreza, desempleo, corrupción, frustración social y desigualdad no diferían mucho de aquellos que habían llevado a Túnez y Egipto al estallido social y político. La columna provocó algunas reacciones airadas en Marruecos, donde algunos partidarios del régimen (pude comprobar) son especialmente sensibles a las críticas provenientes de España. Como me comentaron luego algunos amigos, incluso fui tildado de “africanista”, un curioso epíteto que pone de manifiesto hasta qué punto algunos en Marruecos siguen utilizando el prisma colonial para observarse y a sí mismos.
No se trata de reivindicar ninguna capacidad de predicción pero unos días después de publicar esa columna, el 20 de febrero, se iniciaron en Marruecos una serie de protestas que precisamente ponían de manifiesto el clima de frustración y descontento dominante entre los jóvenes, pero también entre muchos otros sectores de la población marroquí, incluidos los islamistas ilegales de Justicia y Espiritualidad, hartos de un régimen anquilosado y frustrados con un Rey que, tras unos buenos comienzos, había renunciado a su agenda reformista.
El interés por saber quiénes estaban detrás de esas protestas y cuál podría ser su recorrido me llevó a viajar a Marruecos a comienzos de abril de este junto con mis colegas del European Council on Foreign Relations Nicu Popescu y Susi Dennison. Una vez allí hicimos una serie de entrevistas con políticos, periodistas, profesores de Universidad, empresarios, diplomáticos y abogados de organizaciones de derechos y elaboramos un informe que se publicó con el título “A Chance for Reform: how the EU can suppport democratic evolution in Morocco ” //Une chance pouir réformer: comment l'UE peut appuyer une évolution démocratique au Maroc. En el informe destacamos el temor a que las reformas puestas en marcha por el Rey tras los acontecimientos de Túnez y Egipto fueran insuficientes y que quedaran en meros cambios cosméticos y sugeríamos que en el nuevo contexto marcado por los cambios en Túnez y Egipto, la UE no debería dar por bueno cualquier supuesto avance democrático con la misma facilidad y gratuidad con la que lo había hecho en el pasado.
En nuestras entrevistas, intentamos cubrir todo el espectro político, desde los consejeros del Rey hasta los islamistas ilegalizados de Justicia y Espiritualidad pasando por los estudiantes líderes del movimiento 20 de febrero. De estos últimos constatamos algo que puede parecer obvio pero que no está de más resaltar por la ventana de luz y esperanza que abría: que sus actitudes y reivindicaciones políticas eran exactamente las mismas que podrían mostrar los universitarios de cualquier país del mundo.
Mantuvimos también una larga entrevista con Abdelliah Benkirane, el secretario general del Partido Justicia y Desarrollo, ganador de las elecciones legislativas celebradas este sábado y que, de acuerdo con la nueva constitución, debería ser llamado por el Rey a formar gobierno. En la entrevista, celebrada en la sede del partido y acompañada del te y los pasteles de rigor (la foto que abre esta entrada está tomada con mi blackberry en la sede del partido), Benkirane no se desvió un ápice del discurso de moderación que tan buenos resultados está dando a todos estos grupos en todo el mundo musulmán: los islamistas quieren parecer una fuerza tranquila, compatible con la democracia y los derechos humanos, preocupados por la justicia social, la corrupción, la igualdad de oportunidades, la salud y la educación.
Nuestra impresión fue que con una agenda pública que resuena tan bien con las necesidades de la inmensa mayoría de la población, su agenda oculta, sea verdad o no, iba a ser lo de menos. Téngase en cuenta, además, que la agenda oculta del palacio y su entorno, el llamado majzen, que consiste en perpetuarse en el poder, es mucho más visible y clara. Visto así, los resultados del sábado se entienden perfectamente: hartos de cambios cosméticos, los votantes quieren cambios reales y han optado por el partido que se los ofrece. Así que, si por “africanista” se quiere denostar a los que desde fuera de Marruecos sostienen que los marroquíes se merecen decidir por sí mismos sobre su futuro y son perfectamente capaces de vivir bajo un régimen democrático, adelante. Al fin y al cabo, si la monarquía marroquí no evoluciona hacia un parlamentarismo de verdad, y ahora tiene una excelente oportunidad de hacerlo, será ella la acusada de ejercer una dominación de tipo colonial sobre su propia gente.
Hay 4 Comentarios
los que comentan positivamente tus artículos son democratas y los que lo critican son partidarios del régimen.
eso es mezclar africanismo con islamismo.
Publicado por: vega maria | 01/12/2011 11:14:34
Han sido muy amables en llamarte "africanista". Tenian que aberte llamardo espía que chiva, provoca, observa o escucha lo que pasa con disimulo y secreto para comunicarlo al que tiene interés en saberlo.
Publicado por: ignacio | 01/12/2011 10:16:56
El los paises africanos de mayoría islámica se tacha de "africanistas" a los que persiguen una visón de las relaciones y alianzas internacionales, mas basada el la geografia que la religíón o la lengua.
Es como si en el sur de Europa (España, Portugal, Italia), quien se opusiiera a las ideas de unos hipotéticos partidos catolicos que buscarían una Liga Católica , que oficialmente se llamaría "Liga Latina" ( ver la Liga Arabe, no Liga Islamica) fueran llamdos Europeistas
Publicado por: Caribbeanomics | 29/11/2011 1:19:46
Los occidentales asustados por partidos como el Justicia y Desarrollo deberían reflexionar y mirar un poco en su casa, donde abundan también muchos partidos que mezclan política y religión, autodenominados demócrata-cristianos, y que nadie considera peligrosos.
Publicado por: Jojo | 28/11/2011 10:14:42