¿Quieren un consejo gratuito? No lean El gentil monstruo de Bruselas de Hans Magnus Enzensberger (Anagrama 2012). Hasta hoy, le tenía por un intelectual reputado, con una visión siempre fresca y original sobre la política (fue Príncipe de Asturias en 2002). De ahí que picara y que comprara su último ensayo sobre Europa: un pequeño y aparentemente inofensivo librito con ese título (“El gentil monstruo de Bruselas”) y un subtítulo intrigante: “Europa bajo tutela”.
Avalado por el Instituto Goethe y el Ministerio de Exteriores alemán, el libro es un indigno panfleto contra Europa o, más bien, contra la eurocracia bruseliana, supuesta cuna de todos los males que nos ocurren. Claro que Bruselas, como todo ente político, debe estar sujeto a crítica o control ciudadano, pero produce sorpresa ver a un intelectual alemán de primera fila reproducir todos los clichés y estereotipos más gratuitos y facilones que sobre Europa se han vertido en los últimos años.
Que la prensa sensacionalista británica haya contaminado a los británicos y les haya llenado de euro-odio ya no es noticia. Menos conocido es, por el contrario, que en Alemania exista un corriente de opinión abiertamente eurofóbica. Hasta ahora, esa corriente ha estado representada por las portadas de Bild, donde día si y día no se pide a gritos la expulsión de Grecia de la eurozona y se atizan las divisiones culturales entre Norte y Sur de Europa desde el estereotipo “norte-trabajador-ahorrador”, “sur-vago-despilfarrador”.
Ese incendio intencionado que algunos están creando no ha saltado a la clase política alemana, que, todo hay que decirlo, mayoritariamente respalda la integración europea y el euro. Sin embargo, algunas chispas del incendio euroescéptico sí que saltan, provocando pequeños conatos entre las elites, aquí y allá. Uno de esos conatos se ha desarrollado en estos últimos años en torno al Partido Liberal Alemán, que ha intentado cabalgar el euroescepticismo esperando obtener réditos electorales. Afortunadamente, la estrategia ha fallado ya que los electores liberales han demostrados ser mucho más inteligentes que sus dirigentes y les han abandonado, forzando a los liberales a recular. Otro de esos conatos de elitismo antieuropeo provino del presidente de la patronal alemana, Hans Olaf Hankel, que la emprendió contra el euro en un libro que tuvo gran repercusión. En una línea parecida se situó Thilo Sarracin, con sus disquisiciones sobre la inferior inteligencia de los inmigrantes (a tenor argumentaba él) de una socialización defectiva y un fracaso escolar continuado.
Ahora tenemos a Hans Magnus Enzensberger, que nada menos que a cuenta del Premio de Literatura Europea, con sede en Cognac (tierra chica de Jean Monnet, ¡qué paradoja!), se despacha con este tosco y burdo alegato contra Europa como una burocracia que gentilmente asfixia a las naciones europeas. Insisto: la crítica sobre el proyecto europeo es legítima, democrática y, además, esencial, pero la acumulación de disparates sin base alguna simplemente contribuye a deformar la realidad y niega la posibilidad del debate.
Veamos: “el proyecto de integración económica”, nos dice el autor, “ha sido propulsado sin respetar las diversidades económicas, territoriales, étnicas y religiosas de los estados miembros. He aquí una sordera histórica sobre la que no puede engañar ningún Premio Carlomagno” (p.66). Falso de toda falsedad pues si algo ha paralizado el proceso de integración es precisamente el respeto a la diversidad.
Otra muestra: “el acervo comunitario, una monstruosa recopilación de normas que ningún ser humano ha leído jamás” (p.82). ¿Quiere decir Enzerberger que se ha leído todos los textos legales en vigor en Alemania? De nuevo, una vara de medir equivocada que reproduce un estereotipo e impide el debate sobre cómo construir una democracia europea que merezca tal nombre.
Y otra más: “se calcula que más del 80% de las leyes no son dictadas por el Parlamento sino por las autoridades de Bruselas” (p.83). Otro tópico indigno del intelectual que se refugia en un “se calcula”. Lo cierto es que el único estudio serio sobre la cuestión sitúa las normas europeas en torno al 28% de las vigentes en nuestros Estados (ver estudio de Notre Europe citado en mi columna en ELPAIS).
Y así sucesivamente, en un tono condescendiente y perdonavidas donde, cómo no, al final se adopta el tono gruñón de Bild contra las medidas de rescate de la eurozona y en ningún momento se habla de los beneficios de la integración para Alemania. Al final del día, Bruselas aparece como un monstruo que sigilosamente vacía las arcas alemanas y socava los fundamentos de la democracia.
Estas y otras chispas no son cuantitativamente relevantes, pero sí que tienen un gran impacto porque automáticamente validan las creencias anti-europeas de los sectores de la opinión pública que día tras día reciben el baño de desinformación que ofrece el Bild y otros. Unos sacuden el árbol, otros recogen las nueces. Lo vemos en Alemania, también en Francia. En lugar de construir, se empeñan en destruir, apelando para ello a la identidad nacional. Bruselas no es un monstruo, ni es (siempre) gentil: sus decisiones pueden hacer bien, y mal, ¿cómo no? Pero no es por este camino por el que crearemos una esfera pública europea donde podamos debatir. Más bien al contrario, reforzaremos la sordera (esta sí) de los que no se quieren enterar que su futuro sólo será tal si es compartido.
P.D. Terminado de escribir esto, leo la crítica de Xavier Vidal-Folch sobre el libro. Comparen.
Hay 7 Comentarios
La verdad que Europa a sido muy egoísta en muchas ocasiones y no solo egoísta sino que hizo algunas jugadas con Bruselas, pero veamos ahora, como va el nuevo concepto de Europa (Euro)para los demás países y creo que Europa sera mas caritativa.
Publicado por: restaurantes algeciras | 23/05/2012 12:58:47
Puedo asegurar que El perdedor radical, libro de Enzensberger sobre el islamismo que Anagrama publicó hace un par de años, es aún más ramplón, burdo y ofensivo para la inteligencia que este.
Publicado por: Adolfo | 15/03/2012 14:31:21
Leí la versión en inglés hace unos días, y me sorprendió que alguien capaz de escribir con la sutileza que lo hizo en "El diablo de los números", lo haga ahora con la zafia mediocridad con que está escrito este libreto. A poco que se observe tanto el contenido como la estructura, huele a encargo o a proyecto falto de interés, en que Enzensberger no se exprime demasiado en buscar críticas fundadas y bien construidas de la UE, que haberlas haylas. Más allá, se deja llevar por los lugares comunes para acabar haciendo un boceto de cómo un intelectual versado en las letras, pero un tanto amateur en cuanto a instituciones y legislación, puede acabar escribiendo una pantomima de sí mismo, y aún más, del nacionalismo alemán disfrazado del más racional de los errores, la ignorancia.
Publicado por: Miguel Mateos | 14/03/2012 14:31:57
Bueno, será como con lo del reportaje de Kony, que la manipulación puede circular para bien o para mal.
Publicado por: Ciro2 | 14/03/2012 10:24:01
Pues para no merecerle crédito le ha puesto una foto bastante grande.
Publicado por: Ciro | 14/03/2012 10:22:45
No hay que despreciar la posibilidad de la explicación en clave personal y psicológica: a Hans Magnus le puede ocurrir lo que a muchas personas mayores: amargura, pérdida de ilusiones, sobreinformación... Me interesaría más conocer encuestas sobre europeísmo ó euroescepticismo entre los jóvenes europeos.
Publicado por: montelair | 14/03/2012 9:58:18
El proyecto Europeo siempre va a contar con detractores, que se incrementarán en momentos de crisis y pesimismo.
Por parte de la UE se debería tomar conciencia de la importancia de darse mejor a conocer a los ciudadanos, de modo que podamos sentirnos más implicados. A desarrollar y ampliar programas como Erasmus, que son realmente una fábrica de Europeos,(los españoles podremos aprovecharlos mejor en cuanto empecemos de una vez a dominar el idioma inglés).
Publicado por: Juan Carlos | 14/03/2012 9:41:54