José Ignacio Torreblanca

Sobre el autor

es Profesor de Ciencia Política en la UNED, director de la oficina en Madrid del European Council on Foreign Relations y columnista de EL PAIS desde junio de 2008. Su último libro “Asaltar los cielos: Podemos o la política después de la crisis” (Debate) se publico en abril de 2015. Ha publicado también "¿Quién Gobierna en Europa?" (Catarata, 2014) y "La fragmentación del poder europeo" (Madrid / Icaria-Política Exterior, 2011). En 2014 fue galardonado con el Premio Salvador de Madariaga de periodismo.

De la deuda a la duda: el europeísmo se resiente

Por: | 30 de mayo de 2012

Captura de pantalla 2012-05-29 a la(s) 23.11.14Tres de cuatro españoles piensan que la austeridad ha ido demasiado lejos. Pero uno de cada tres alemanes piensan que se ha quedado corta. Tres de cada cuatro alemanes piensa que la situación económica de su país es buena, pero sólo uno de cada cuatro españoles piensa que la situación económica de España mejorará en los próximos doce meses. Y así hasta el infinito. ¿Tienen ustedes la sensación de que las peticiones de ayuda de Rajoy al Banco Central Europeo y a Alemania caen en saco roto o sólo reciben palmaditas en la espalda? Pues ya saben por qué.

No por previsible, la divergencia entre las percepciones de la crisis entre los europeos, resulta menos relevante. ¿Saben en lo único en lo que estamos de acuerdo alemanes y españoles? En que los alemanes son los más trabajadores y los griegos los menos. Ahí acaba la cosa.

Cada vez son más los ciudadanos del sur de Europa que piensan que el euro, el principal logro de la integración europea, ha debilitado en lugar de reforzado las economías nacionales. Como consecuencia, el apoyo a la UE se está erosionando proporcionalmente a la gravedad de la crisis y la tensión que soportan sus miembros.  Sólo en España, uno de cada cinco ciudadanos (un 20%) se ha pasado en los dos últimos años al bando de los que opinan que el euro ha perjudicado más que ha beneficiado a la economía europea, cifras que corren en paralelo a las que observamos en Italia, Grecia o Francia.

Esta es la previsible pero preocupante conclusión de la última encuesta del Pew Research Center publicada ayer bajo el título "European Unity on the Rocks") (el trabajo de campo se realizó en ocho países europeos y Estados Unidos entre marzo y abril de este año). La encuesta es muy extensa y puede ser objeto de múltiples interpretaciones (la subo aquí Descargar Pew-Global-Attitudes-Project-European-Crisis-Report-FINAL-FOR-PRINT-May-29-2012).

El pesimismo está tan extendido entre los ciudadanos del sur de Europa que casi es difícil destacar un indicador. Un 69% de los españoles, 73% de los griegos, o 62% de los italianos dan por hecho que la siguiente generación (los jóvenes) vivirán peor que la actual: se trata por tanto de la primera crisis en la que los españoles dudan que vayan a salir reforzados. Y nada menos que un 97% y un 83% de los españoles consideran, respectivamente, que el desempleo y el endeudamiento del país son las principales amenazas que se ciernen sobre su futuro.

El europeísmo aguanta, sí, pues la mayoría de los ciudadanos del sur de Europa siguen queriendo formar del proyecto europeo. Sin embargo, como señalaba al principio, lo que la encuesta muestra es una sima impresionante  entre las percepciones de unos y otros, especialmente en Alemania. Allí, una amplia mayoría (59%) considera que el euro les ha reforzado como país, manteniéndose un elevado apoyo al proyecto europeo (68%). Y frente a la crítica generalizada de la clase política que vemos en el sur de Europa por su conducción de la crisis, Angela Merkel obtiene nada menos que el apoyo del 80% de los alemanes a su gestión de la economía y la crisis. No es de extrañar que con esta sima en las percepciones seamos incapaces de encontrar una salida conjunta a la crisis. 

* Véase también "La crisis mina la confianza de los europeos en la UE", de R.M de Rituerto.

Manden los féretros de Hula a Moscú

Por: | 28 de mayo de 2012

 La matanza de Hula (116 fallecidos y más tres centenares de heridos) no confirma la abyecta naturaleza del régimen de Asad. Eso ya lo sabíamos: desde que estallaran las protestas en Siria, todos sus testigos, fueran periodistas o diplomáticos, árabes u occidentales, han coincido en señalar la brutalidad sin límites del régimen. Se trata de un régimen que ha desencadenado, vía las fuerzas especiales de su ejército y la policía política, una tormenta de sangre y fuego contra una población que en sus inicios fue tan ingenua como para creer que las manifestaciones pacíficas iban a forzar un cambio, si no de régimen, por lo menos dentro del régimen.

Lo que confirma esta matanza es la inoperancia de Naciones Unidas, atrapada otra vez entre los buenos deseos de mediadores como Kofi Annan y la hipocresía y el cinismo de la diplomacia rusa. ¿Recuerdan los cascos azules belgas pateando sus cascos con rabia, sacándose toda la frustración que les provocaba el haber tenido que contemplar la muerte a machetazos de miles de tutsis sin haber podido intervenir ya que sus reglas de enfrentamiento en Ruanda sólo les permitían actuar en defensa propia? ¿O la muerte de más de 5.000 bosnios en Srebenica como consecuencia de la incapacidad de la ONU de respaldar a los cascos azules holandeses que tenían que proteger a los civiles bosnios?

Parece pues que han vuelto los tiempos en los que cualquier tiranuelo o guerrilla podía permitirse humillar a la ONU, firmando altos el fuego y planes de paz que no tenían la más mínima intención de cumplir sólo con el objetivo de ganar tiempo para masacrar a los oponentes y dividir aún más a la comunidad internacional.

Kofi Annan aterriza hoy lunes en Damasco con dos objetivos a cual más difícil: una, salvar su maltrecha reputación, puesta en cuestión por la facilidad con la que se ha dejado engañar por un régimen transparente como el agua en su instinto homicida; dos, salvar una misión de observación de la ONU tan patética en sus limitaciones que nos recuerda a los peores tiempos de la ONU en Ruanda y en Bosnia.

Estamos ante un enfrentamiento desigual entre, a un lado, Kofi Annan y el sentido común de la comunidad internacional, reacia a intervenir, y la diplomacia más cínica del mundo, la rusa, a  otro lado, que ha logrado hacer de la manipulación de la realidad y de la mentira pública y descarada un arte total. Sin duda que Moscú sigue entendiendo la actividad diplomática como la continuación de la guerra fría por otros medios y la política exterior como la continuación de la política interior, también por otros medios.

De Chechenia a Siria, ¿cuál es la diferencia? Ninguna: tierra calcinada, bombardeo con artillería pesada sobre núcleos civiles y brutales represalias tras las líneas enemigas a cargo de milicias o paramilitares. ¿En qué año estamos? ¿En 1945? Podemos echar la culpa a Annan por ingenuo, sí, pero desde luego que la responsabilidad de todos estos muertos está en el desprecio y la indiferencia con la que Putin mira a todo lo que se interponga ante sus intereses. Es la apoteosis de una política exterior estalinista en estado puro.

 

El síndrome de Alabama

Por: | 25 de mayo de 2012

 

¿Han escuchado alguna vez a alguien en Estados Unidos pedir que los Estados pobres del sur abandonen la Unión porque suponen una carga intolerable? Pensémoslo por un momento. Ahí está Alabama: sus 4.800.000 habitantes representan apenas el 1,5% de la población de Estados Unidos (311 millones). Es uno de los Estados más pobres de la Unión: su renta per cápita es de 34.650 dólares, lo que le sitúa en el puesto 42º (Misuri cierra la lista en el puesto número 50). Más al norte está Massachusetts: con sus 53.621 dólares de renta per cápitaes el segundo Estado más rico de la Unión, solo por delante de Connecticut, que ocupa el puesto número uno.

Ahora pensemos en Grecia: 11.100.000 habitantes, que representan el 2,2% de la población de la Unión Europea (501,1 millones) o, alternativamente, el 3,3% de los habitantes de la eurozona (329,5 millones). Ambos, Grecia y Alemania, son más pobres que sus pares estadounidenses pues los griegos tienen una renta per cápita de 27.875 dólares, es decir, algo inferior a los habitantes de Alabama, y los alemanes una renta de 43.743 dólares, también inferior a la de los de Massachusetts. Así pues, tanto en lo que tiene que ver con el tamaño de población como con las diferencias de renta entre Estados, Estados Unidos y la eurozona tienen bastantes cosas en común: 311 versus 329 millones de habitantes, respectivamente, y una diferencia de riqueza entre alemanes y griegos exactamente igual a la que separa los habitantes de Massachusetts de los de Alabama (1,5 veces).

¿Y saben qué? Igual que hoy tenemos intervenida a Grecia, Alabama también fue intervenida en un momento de su historia. Pero no fue por razones económicas, sino por razones democráticas. Sí, Massachusetts siempre fue más exitoso económicamente que Alabama: el primero alberga la mejor universidad del mundo (Harvard), el segundo siempre fue un Estado pobre y dividido racialmente. Mientras que el primero representó la cuna de la aristocracia ilustrada estadounidense, el segundo fue un bastión del racismo institucionalizado. Hoy día, sin embargo, ambos Estados representan perfectamente los valores estadounidenses y el patrimonio común de una gran nación.

La diferencia de riqueza entre alemanes y griegos es igual a la que separa Massachusetts de Alabama

Fue en la capital de Alabama (Montgomery) donde en 1955 Rosa Parks se negó a ceder su asiento a un blanco, lo que le valió un arresto que desencadenó un boicot a los transportes públicos del que emergió un líder llamado Martin Luther King llamado a erigirse en conciencia de toda una nación. Y sería precisamente un presidente de Estados Unidos licenciado en la aristocrática Harvard y estrechamente vinculado a Massachusetts (John F. Kennedy) el que en 1963 decidiera intervenir el Estado de Alabama poniendo bajo control federal a la guardia nacional para que escoltara a los estudiantes negros hasta el campus de la Universidad de Alabama donde un gobernador rebelde y racista de nombre George Wallace les impedía el acceso. Décadas más tarde, el acto de aquel católico blanco de Massachusetts (JFK) garantizando los derechos civiles permitiría al primer presidente negro (Obama) llegar a la Casa Blanca. Emocionante, ¿verdad? Así se construye una nación.

Ahora giremos la vista al patético espectáculo que vivimos en Europa, donde si todo sigue igual y nadie pone remedio, Grecia será expulsada del euro, generando no solo un shock económico de primer orden, sino un fracaso político cuyos daños serán irreparables. A largo plazo, la UE y los griegos se recuperarían económicamente de este fracaso. Lo que es dudoso es que el proyecto europeo, cuya divisa es “unida en la diversidad”, se recuperara políticamente de ese golpe. Antes de entrar en esta crisis, sabíamos que Europa no era una nación al uso ni aspiraba a serlo, también sabíamos que no queríamos (o no podíamos) construir un super-Estado. Pero por lo menos teníamos la esperanza de que las dificultades nos acercaran, no de que nos separaran, de que sirvieran para profundizar y completar nuestra unión, reforzar nuestros vínculos comunes y hacernos entender que en la fuerza está la unidad y que lo que nos une es más que lo que nos separa.

Pues no, contra todo pronóstico, esta crisis ha puesto en marcha tendencias centrífugas muy difíciles de detener que nos están separando progresivamente. El proyecto de integración europeo tiene muchos intangibles, elementos cuyo valor no podemos calcular, futuros llenos de posibilidades que ahora no podemos imaginar, y que por tanto no debemos sacrificar por meros cálculos contables. ¿Qué valen el blues, el jazz o el rock, las grandes aportaciones del sur de EE UU? ¿Qué vale la canción Sweet home Alabama? ¿Qué vale el Partenón y la cultura helena? ¿Cómo se cantaría en alemán “dulce hogar Grecia, donde el cielo es azul”? La Unión Europea no es EE UU, Alemania no es Massachusetts y Grecia no es Alabama. Nosotros nos lo perdemos.

Publicado en el Diario impreso (25/05/2012)

 

Se buscan auditores internacionales para nuestra democracia

Por: | 23 de mayo de 2012

Estos días se habla mucho de la posibilidad de una intervención exterior para rescatar el maltrecho sector financiero español. Hemos visto a Grecia y Portugal someter sus finanzas públicas a una Troika compuesta por el FMI, el BCE y la Comisión Europea. También hemos visto al gobierno pedir a dos auditores independientes que examinen el estado de nuestros bancos. ¿Y si pidiéramos, ya puestos, una auditoría democrática independiente a cargo de expertos internacionales? La evidencia de que nuestro estado de derecho no sólo está maltrecho sino que se niega a reconocer sus problemas de transparencia es abrumadora.

Esto viene al caso del archivo por parte de la fiscalía de la querella presentada con el Presidente del Consejo General del Poder Judicial, que ha vuelto a poner sobre la mesa la cuestión del mal funcionamiento de la justicia en España y la falta de transparencia y control que rodea a esta institución. Se trata de un problema que, como muestra la tabla que abre esta entrada, se arrastra desde lejos (la tabla corresponde al estudio 2630 del CIS realizado en diciembre de 2005) pero que seguramente se ha agravado con la actual crisis ya que esta ha puesto de manifiesto con singular crudeza no sólo la corrupción pública y privada sino la existencia de esferas deimpunidad y trato diferenciado según las personas y las instituciones. 

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Como se puede observar, ya entonces un 56% de los españoles desconfiaban de la Administración y un 47% del Consejo General del Poder Judicial. Más grave aún sería la percepción generalizada (84%) de que la justicia no es igual para todos y de que los jueces no son independientes (50%). La pregunta 14 de la encuesta (acceso aquí) es sencillamente demoledora pues los españoles están fundamentalemnte de acuerdo en que:

  • Las decisiones de la justicia son tan lentas que es mejor no pleitear (80%)
  • Los pleitos son tan caros que no compensa ir a juicio (69%)
  • El resultado de las sentencias depende del juez que te toque (70%).

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Lo más interesante es que, como demuestran Ferrán Martínez e Ismael Sanz en un artículo publicado en la Revista Española de Ciencia Política en octubre de 2009 (¿Qué determina las opiniones sobre la justicia?), las valoraciones ciudadanas sobre la justicia no están relacionadas con la ideología, es decir que no son de izquierdas ni de derechas sino que están determinadas por la percepción ciudadana del mal funcionamiento del sistema. 

El Ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, se ha felicitado porque el "estado de derecho ha salido reforzado". Sin embargo, los argumentos del teniente fiscal en relación al juez Dívar, dando por hecho que es competencia del Presidente del Consejo decidir sobre la justificación, pertinencia, duración o carácter público o privado de sus viajes apuntan exactamente en la dirección contraria: a la existencia en el seno del poder judicial de una esfera de poder autónomo, irrestricto e incontrolable impropia de un régimen democrático.

Medir la calidad de la democracia es un asunto espinoso. En el quinto informe sobre la democracia en España realizado por la Fundación Alternativas, la democracia española obtuvo un nota de 5.8, señalándose con especial énfasis las carencias en materia de rendición de cuentas y la transparencia en el funcionamiento de las administraciones públicas. 

Sin embargo, el informe de la Fundación Alternativas no nos dice nada sobre cómo se sitúa España respecto a otros países. Para ello tenemos que echar mano de algunos estudios como este realizado para la Comisión Europea que me ha hecho llegar el Profesor Víctor Lapuente, de la Universidad de Gotemburgo, donde se ve que España se sitúa a la cola de la UE-15 en cuanto a calidad de gobierno, aunque por delante de Italia, Portugal y Grecia ("Measuring the quality of government and subnational variation"). 

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Pensemos ahora en los eventuales auditores. Viendo el "Índice de la democracia" de The Economist, resulta que sólo tres países en el mundo tienen una nota superior a 9.5 en cuanto a la calidad de su democracia. Son Noruega, Islandia y Dinamarca, seguidos de Suecia.

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España ocupa la posición 24 en este ránking, justo el último país de la lista antes de comenzar la lista de países definidos como "democracias defectuosas". Quizá podríamos pedir a una troika escandinava que se pasara por aquí y auditara nuestra democracia. ¿Qué opinan ustedes?

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¿Piensa usted que los griegos se lo han buscado?

Por: | 21 de mayo de 2012

Este es el argumento dominante en la calle. Repasémoslo. Los griegos han mentido vez tras vez con las estadísticas, han engañado a todo el mundo, han abusado de la paciencia de la Comisión Europea, se han inflado a pedir dinero que sabían que no iban a poder devolver. Mientras los alemanes se apretaban el cinturón, ellos se dedicaban a jubilarse a los 45, colocar a sus primos y trabajar muy poco. Para colmo, cuando se les piden sacrificios y seriedad, eligen un líder populista y dicen que les encanta ser miembros de la Unión Europea, que quieren seguir en el euro, pero no en estas condiciones. Conclusión: ese país es un desastre que nunca debió entrar en el euro. La salida de Grecia da pena, pero es justa, no se puede decir que no se haya intentado ayudarles. Ellos se lo han buscado.

Esta es la versión estándar del argumento. Invito a los lectores de Café Steiner a traer vínculos donde se abunden en estas ideas, que son muchos. Mi recomendación es la larga serie (cuatro partes) que ha hecho Der Spiegel en inglés bajo el nada ambiguo título “Hora de reconocer la derrota: Grecia no puede retrasar su salida”. Ahí está todo, y bien contado, sin estridencias, con bastantes datos y sin argumentos xenófobos, es simplemente una llamada al realismo y a asumir las consecuencias, para Europa y para Grecia.  Han sido 380.000 millones de euros en ayudas, algo así como 33.000 euros por griego, más de vez y media el PIB de Grecia (exactamente el 177%) y, sin embargo, no ha funcionado. La deuda ha pasado de 239.000 a 356.000 millones de euros, el PIB se ha hundido (de 210.000 millones a 182.000 y el paro se ha ido del 8.3 al 17.7%. Sintiéndolo mucho, ha llegado el momento de enseñarles la puerta de salida.

Pero ahora, por un momento, miren este gráfico, cortesía de un artículo de Matthew Dalton en el  Wall Street Journal del 17 de mayo.

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Resulta que el déficit primario (el que sólo cuenta ingresos y gastos pero no pago de intereses de la deuda) en Grecia ha pasado del 10.6% del PIB en 2009 al 2% en 2011. Es un esfuerzo increíble, y exitoso, el que los griegos han hecho y que supera incluso al de Holanda! Su sacrificio ha sido, desde luego, mucho más intenso del que está siendo el español. Como se ve en ese mismo gráfico, España ha hecho un esfuerzo muchísimo menor, y muchísimo menos exitoso, no sólo comparado con Grecia, sino incluso con Italia, que tiene un superávit primario. Por tanto, los griegos están a punto de poder financiar su estado y servicios públicos con sus ingresos, y los italianos ya lo están haciendo sobradamente, mientras que los españoles estamos todavía lejos de hacerlo (máxime después de haber conocido los nuevos datos de desviación del déficit).

Navegantes:

Cuidado con cargar las tintas contra los griegos. A lo mejor no son unos vagos. Podemos echarlos del euro pensando que son un desastre cuando en la práctica están mostrando bastante más disciplina de la que parece.

Cuidado con los argumentos sobre los griegos incumplidores. En este momento, la percepción internacional sobre la credibilidad de España y su capacidad de imponer disciplina y control sobre gasto público y gasto privado es muy reducida. De hecho, es muy probable que España incumpla sus compromisos de déficit, exponiéndose a una situación muy similar a la griega.

Cuidado con culpabilizar a los pueblos. No lo hicimos con los alemanes después de la Segunda Guerra Mundial, cuando llegamos a la conclusión de que habían sido engañados por unos líderes demagogos que supieron explotar su sentido del orden y el miedo a las crisis. No vayamos a culpabilizar ahora al pueblo griego por tener un estado incompleto, un sistema de partidos oligárquico y una sociedad civil débil. Ellos son las víctimas de ese sistema, no sus beneficiarios.

 

El amigo chino de Alemania

Por: | 18 de mayo de 2012

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La vida internacional está regida por paradojas y asimetrías. El Reino Unido tiene una “relación especial” con Estados Unidos. Sin embargo, Estados Unidos no tiene una relación especial con el Reino Unido. La tuvo, sí, pero hoy Londres ya no es tan importante para Washington. Eso no quiere decir que los primeros ministros británicos no se beneficien de algunas atenciones extras cuando visitan la Casa Blanca (Cameron pudo comer perritos calientes y ver un partido de baloncesto con Obama, pero en lo sustancial no obtuvo nada), pero en general, es una relación bastante asimétrica.

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Estudios que hablan de la fina línea que separa a los brokers de los psicópatas

Por: | 16 de mayo de 2012


Gal08_psicopatas1g (1)“Capitalistas y otros psicópatas” es el provocador título de este artículo de William Deresiewicz en el New York Times del 12 de mayo donde se cita un estudio con un título muy explícito (Financial Psychopath Next Door) que encontró que el 10% de los trabajadores de Wall Street pueden ser descritos como “psicópatas clínicos” que típicamente muestran “falta de empatía e interés por los demás, una capacidad extrema para la mentira y la manipulación”.

Otro estudio citado en ese artículo del New York Times (Higher social class predicts increased unethical behavior) muestra que hay una correlación positiva entre la falta de ética y la clase social, es decir que los ricos mienten más y violan más la ley que los pobres.

Un tercer estudio realizado por un forense clínico y un administrador de prisiones suizos sobre 26 brokers muestra que estos tienen actitudes de desprecio hacia el riesgo más elevadas que cualquier psicópata medio y que la mayor fuente de motivación de sus conductas es la destrucción del oponente (véase Stockbrokers More Competitive, Willing to take risks than Psychopaths,  y Share Traders More Reckless Than Psychopaths el Der Spiegel).

Un cuarto estudio sobre la conducta de estos brokers nos ofrece conclusiones muy preocupantes. Alexandra Michel, una profesora de la escuela de negocios de la Universidad del Sur de California, siguió durante nueve años las trayectorias de una serie de brokers (véase Administration Science Quarterly, núm.44 2012, versión en pdf aquí). “Empotrada” durante casi 100 horas a la semana durante el primer año del estudio, Alexandra Michel narra  los tremendos efectos sobre la salud psicológica de los brokers de estas jornadas de trabajo de 80-120 horas a la semana que típicamente comenzaban a las 6 de la mañana y terminaban  a las 10-12 de la noche y describe la aparición de insomnio, taquicardias, alcoholismo, desórdenes alimentarios y accesos de furia e ira.

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No tengo enemigos, no conozco el odio

Por: | 14 de mayo de 2012


No-tengo-enemigos-no-conozco-el-odio-9788490060803¿Traigo a los electores de Café Steiner el libro recopilatorio de los mejores ensayos de Liu Xiaobo, el opositor chino que recibió el Premio Nobel de la Paz 2010 por la Academia noruega enfureciendo a las autoridades chinas. 

El libro de Liu ("No tengo enemigos, no conozco el odio", RBA 2010) es una obra imprescindible para todos aquellos que sospechen de la retórica oficial china sobre el desarrollo armonioso, la democracia deliberativa  y el ascenso pacífico de China. Si usted es de los que sin ser sinólogo, tiene un sentido común democrático que le dice que todo eso no es más que cháchara y propaganda oficial para enmascarar un régimen que intenta disfrazar su falta de legitimidad y sus enormes contradicciones, en el libro Liu encontrará un soplo de aire fresco.

¿Esta harto de que le hablen de que los chinos tienen valores y actitudes distintas hacia la autoridad, que son sumisos por naturaleza y que respetan el poder y le conceden una legitimidad distinta a la que conocemos en nuestros sistemas políticos? Pues abra el libro y deléitese con las finas ironías de Liu, su incredulidad, su espíritu crítico, su total y completo cuestionamiento de la retórica y doctrina oficial. Su ensayo criticando el pensamiento y vida de Confuncio y cómo la propaganda oficial ha intentado convertirlo en un semi-Dios es apasionante puesto que desmonta por completo el mito y pone en entredicho que Confuncio tuviera más filosofía política que la de servir al poder y así servirse de él. Pero sobre todo, el libro de Liu impresiona por su acerada crítica de la hipocresía e inmoralidad del régimen chino, su obscena corrupción y desprecio por los más débiles junto con sus continuos abusos de poder. 

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Diez libros con los que perderse hasta que escampe la crisis

Por: | 11 de mayo de 2012

Paraguas¿Cuál es su nota en la escala de Walt? Stephen Walt, uno de los académicos más prestigiosos en el ámbito de las relaciones internacionales nos ofrece en la revista Foreign Policy los diez libros de relaciones internacionales que para él son absolutamente esenciales. Presento la lista a los lectores de Café Steiner con dos objetivos: uno que se pongan una nota en la “escala de Walt” en función de cuántos de esos diez han leído (a mí me sale 7/10) y dos, que presenten, por lo menos, su libro de cabecera favorito de relaciones internacionales para ver si hacemos una “Lista Steiner los mejores libros de relaciones internacionales”. Añado ya el mío:

(0) Daniel Headrick, “Los instrumentos del imperio”, un libro increíble sobre la tecnología que hizo posible el imperalismo: el barco de vapor, el cable submarino, la quinina, el ferrocarril o el fusil de repetición. En esta web están disponibles tres capítulos de forma gratuita.

Y aquí van los que Stephen Walt nos recomienda:

1) Kennet Waltz, Man, State and War (El hombre, el Estado y la guerra), un libro imprescindible con tres enfoques para explicar la guerra. ¿Son las guerras producto de la agresividad humana, de la existencia de Estados soberanos no sujetos a normas o producto de las características estructurales del sistema internacional, multipolar o bipolar? Sin duda, uno de los libros más influyentes en la disciplina de relaciones internacionales.

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No coaligamos Estados, unimos personas

Por: | 09 de mayo de 2012

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9 de mayo, día de Europa ¿tiempo de celebración? Más bien, tiempo de reflexión. ¡Qué mejor momento para recuperar esta magnífica frase de Jean Monnet*  “padre fundador” de la Comunidad Europea! Pese a la incorrección política de la formulación original** la vigencia de la frase de Monnet  es completa por al menos dos razones.

La primera porque todavía simboliza perfectamente el empeño que hay detrás de todo el proyecto europeo de abrir un espacio, un canal paralelo al intergubernamental para que la ciudadanía pudiera participar y tomar el control sobre su destino y futuro. La diplomacia clásica, con sus políticas de alianzas entre gobiernos, dinastías o intereses estatales tenía que ser superada. Las alianzas transnacionales entre ciudadanos, empresarios, sindicalistas, etc. serían un motor tan importante como el liderazgo de los políticos y de los gobiernos. Los gobiernos ya no serían los únicos autorizados para hablar en nombre de la ciudadanía ya que la ciudadanía podría hablar por sí misma. Surgiría una esfera europea de agregación de intereses, es decir, los empresarios, los trabajadores, los agricultores y los estudiantes ya no pensarían sólo como españoles, franceses o alemanes, sino que serían capaz de formar coaliciones transnacionales de intereses y “escapar de los estados”. ¡Toda una visión!

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