El
Presidente A. gobernaba el país B. Al país B. no le iba nada bien. Ahogado por
el déficit, la falta de crecimiento y el desempleo, tuvo que pedir ayuda y
ponerse en manos de una serie de organismos internacionales para que le
ayudaran. Esos organismos eran el Banco Central X., el Fondo Monetario Y. y la
Comisión Z. Juntos formaban lo que popularmente se conoció como la “Troika”,
pues se coordinaban entre sí para elaborar las recomendaciones que los países
debían adoptar si querían recabar la ayuda financiera internacional.
Un tema recurrente en las recomendaciones de esta Troika tenía que ver con los mercados de trabajo, que nunca parecían ser lo suficientemente flexibles como para satisfacer las demandas de estos organismos. Representando el consenso establecido entre acreedores y otros operadores económicos, estas organizaciones tendían a establecer una correlación prácticamente directa entre la flexibilidad laboral y el nivel de empleo. Con ello ignoraban, no se sabe bien muy bien por qué, cuestiones cruciales como la calidad del sistema educativo, las barreras a la competencia o la ausencia de una política industrial. También, curiosamente, dejaban al margen la relación entre productividad y estabilidad en el empleo. Extrañamente, además, la ayuda financiera nunca quedaba condicionada a la elevación del gasto en educación o en investigación, ni se fijaban objetivos cuantitativos ni cualitativos de obligado cumplimiento en estas materias.
Así pues, un día, intrigado por la obsesión con la flexibilidad laboral de estos asesores, que machaconamente insistían en la necesidad de trabajar más, cobrar menos, jubilarse después, abaratar el despido y debilitar el papel de sindicatos, el Presidente del Gobierno del país B. pidió a un asesor que leyera con detenimiento los estatutos de personal que regulaban las relaciones laborales de los empleados del Banco Central X, el Fondo Y y la Comisión Z.
Así lo hizo el asesor. El Banco Central X, descubrió, era un empleador modélico. La indemnización por despido procedente (es decir, en caso, de un “desempeño insatisfactorio continuado”) era de 30 días por año trabajado hasta un máximo de doce anualidades, se pagaban 20 semanas de permiso de maternidad y se concedían 30 días y medio de vacaciones anuales. Además, como empleador responsable, el Banco complementaba mensualmente los salarios de los empleados con apoyos a los gastos de vivienda (251 euros), número de hijos (319 euros por hijo), gastos educativos (285 euros) o gastos de expatriación (hasta 562 euros) para residentes de Estados miembros de la UE distintos de aquel donde estaba situado el Banco.
En el Fondo Y. las cosas no eran muy distintas: una carrera profesional estable y bien regulada, salarios libres de impuestos, 30 días de vacaciones al año, una edad de jubilación fijada en los 62 años, apoyo para los gastos de mudanza e instalación, apoyo a la educación de los hijos, dos viajes anuales a casa para todos los miembros de la familia y una pensión indemnizatoria al terminar los contratos temporales con el objetivo de facilitar la reentrada en el mercado de trabajo.
Y, para terminar, comprobó que la Comisión Z. también se tomaba muy en serio su trabajo, regulando en un detalladísimo manual de 163 páginas las condiciones laborales de sus 34.000 trabajadores, siempre con el objetivo de asegurarles el máximo bienestar posible: jubilación obligatoria a los 65 años, opcional a los 63; un mes por año trabajado en caso de despido disciplinario (el único posible); garantías de promoción equitativas para hombres y mujeres; 20 semanas de permiso de maternidad; y una compensación por gastos de desplazamiento e instalación (pese a existir libre circulación de trabajadores y un mercado laboral en teoría unificado).
Visto el informe de su asesor y reunido con la Troika, el Presidente del país B. no pudo menos que felicitar a sus representantes por ser tan buenos y responsables empleadores y les anunció que, en reconocimiento de su labor, estaba dispuesto a adoptar como obligatorias para su país las mismas normas laborales que regían en sus organizaciones. La estabilidad y la seguridad en el empleo, les aseguró, estarían siempre en lugar prioritario pues sólo con unos trabajadores que identificaran su futuro con el de las empresas y organizaciones para las que trabajaban podrían salir juntos de la crisis con éxito.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
Descargar ECB conditions_of_employment
Descargar Oecd staff regulations
Descargar Coe_annex_1_salary_structure
Descargar Coe_annex_3a_staff_joining_from_1_june_2009
Descargar Coe_annex_4_disability_benefits
Hay 11 Comentarios
¿"Los países debían DE adoptar..."? Por favor, cuidado con la escritura, que esto es El País...
[Corregido, gracias]
Publicado por: Ana | 19/09/2012 11:22:59
No me gustaban los países del socialismo real pero su existencia metía el miedo en el cuerpo a los dueños del mundo . Ahora nos pretenden hacer volver a unas condiciones laborales de la Rev Industrial .
Publicado por: Criticon | 10/09/2012 22:25:14
Magnífico!.
Publicado por: Chus | 10/09/2012 16:23:35
Que bonito! ojalá todos pudieramos montar empresas que cobraran del Estado para ofrecer esas condiciones de trabajo a los "nuestros"...sin perdidas, ni malos años, ni nada.
Publicado por: fabio | 10/09/2012 15:45:03
A qué viene el 'cuento'? Lo que hace la diferencia es que, la clase política en España es, hasta el día de hoy, la gran privilegiada. Todos viven a costa de los contribuyentes; los hijos van a la escuela privada y, no a la escuela pública (teniendo tan 'buen sistema'); no hacen uso del sistema sanitario (lo mejor que hay), sino, reciben atención médica privada; viven en lujosas urbanizaciones; tienen coches oficiales de alta gama; asisten a grandes banquetes, etc.etc. y, una vez más: del bolsillo de los contribuyentes. Ninguno está al servicio del pueblo. Quienes se tienen que ajustar el cinturón, no son los políticos, es la clase baja y la clase media. Emprender reformas estructurales, de éso nada. Mil veces, abandonar la Eurozona, llegado el momento y, seguir culpando a los demás ante la ciudadanía. Y, qué hace la 'generación mejor preparada de todos los tiempos'? Una incógnita!
Publicado por: Europeo | 10/09/2012 14:57:18
Simplemente brillante!
Publicado por: Ricardo | 10/09/2012 12:45:51
La clase media debería ser sacrificada en aras de una clase -digo, causa- superior.
Publicado por: il gatopando | 10/09/2012 12:37:33
Estupendo!
Publicado por: Rafael Poch-de-Feliu | 10/09/2012 11:42:44
Jajaja ¡qué bien dicho!
Publicado por: JJ | 10/09/2012 11:35:14
Muy bueno, sí señor.
Publicado por: Rosa | 10/09/2012 10:44:21
Y la morelaja del cuento es: los hipócritas no suelen desear para los otros lo que desean para sí mismos.
En cualquier caso, no hace falta hurgar en lo que quieren y tiene los parroquianos de la troika, seguro que las condiciones de trabajo de los hijos de los ministros o los representantes de la patronal se parecen poco a las condiciones que demandan y exigen para los demás..
Publicado por: albert | 10/09/2012 10:27:18